I
Atentados contra grandes lideres mundiales ocurren sin tanta frecuencia, pero son recurrentes aunque no parezcan. Contra dictadores hasta pacifistas bien intencionados, no hay distinción, políticos o filántropos. Reflexionaba después de escuchar de la señora Uchiha cuando llego el momento de hablar del mayor intento de asesinato que pudo estar y otros sucesos más que sacudieron a la vida conocida de Naruto Uzumaki.
―¿Sarada-san, esto es necesario? ―recuerdo claramente que antes de entrar a las aguas termales, por educación; tenía que tomar un baño antes, en los mismas duchas que hay un metro antes de poner un pie en las termas de piedra.
Me hallaba sentado en un pequeño banco de madera, inclinado hacia adelante mi cuerpo ante mis piernas flexionadas hacia mi persona, tenia los suaves senos de la señora Uchiha contra mi espalda. Ella se mostraba gustosa lavando mi espalda con sus pechos que frotaba como esponjas para tallar, honestamente no creo que haya eficacia higiénica en esta practica, pero lo que si levantaba era mi animo.
―Me gusta incomodarte, Adrian. Eres como un chico de dieseis años del que se aprovecha esta mujer para convertirlo en su amigo especial ―dice y se detiene para abrazarme, siento su mano deslizarse de mi suave torso hacia mi aparato―. Eres todo mió en este momento.
Fue entonces que me contó lo que hizo Naruto Uzumaki con su cuñada en su noche de bodas, ella me narró todo lo que vio y lo que participo. Pero nunca hablo en su momento con su jefe de la extraña luz roja deslumbraba que apareció en la ventana de la habitación, una titubeante luz roja pequeña de la que no presto atención dado el calor que gozaba.
A mi lado se sentó en la calidez de las aguas, la toalla la tenia encima a pesar de ya haberme mostrado antes su cuerpo y sin embargo mirar su atractivo ser de esta forma, era tan estimulante como visualizar lo que había debajo de esa toalla blanca. Su sonrisa sobre mi mientras mis ojos se perdían en su templo.
―Lo siento ―dije, por inercia cuando sentí sus ojos.
―Esa habitación, fue testigo de muchas cosas, querido ―señalo la ventana de su cuarto, aquel mismo en el que hicimos el amor la noche anterior y en la mañana―. Si esas paredes pudieran hablar, te contarían mejor todo lo que ocurrió allí.
―Pero no tendría la misma gracia que usted para contarme lo ocurrido ―respondí, levantando una sonrisa.
―Eso es cierto ―quiso acomodar sus lentes, pero olvido que los había dejado atrás en la canasta de la ropa, en la ducha―. Aun así, este hotel estuvo siempre presente en todos los eventos que rodearon a Naruto-sama durante su reinado.
Formule mi pregunta, aguarde un momento de silencio antes de abrir mi boca y preguntar sobre ello.
―¿Como fue que ocurrió? ¿Quien estuvo detrás del intento de asesinato en Shinjuku? Realmente eran terroristas como tanto tiempo han dicho ―pregunte con debido respeto.
―Naruto-sama tuvo muchos enemigos, no solo entre la competencia. También fue el blanco de políticos de las naciones que lo acusaban de monopolizar la economía de sus países ―contestaría Sarada-san―. Esa nueva parte de su historia tuvo comienzo en esa habitación, mi Adrian. Después de la boda de Hanabi-san y el regalo que le prometió Naruto-sama, tuvo que reunirse con la primera ministra Kurotsuchi. Ella estaba tan contenta con los resultados de alza económica que genero Naruto-sama que la misma quería felicitarle.
II
Mientras Naruto-sama se había encontrado en privado con la primera ministra en la habitación, un grupo de seguridad de Konoha custodiaba la puerta. No me dejo entrar así que decidí irme a mi propia habitación. Gracias al talento electrónico de Hanabi-san y una copia de su programa de infiltración, logre acceder al sistema de las cámaras del cuarto donde ellos estaban. Cruzaba mis piernas por envidia, mi vagina no paraba de sentirse celosa con lo que harían.
Podía ver en la pantalla a Naruto-sama tomando una copa de vino con Kurotsuchi-sama, ella se veía tan altanera y orgullosa, pero también contenta y satisfecha. Mientras que mi señor se veía tan natural como lleno de confianza.
―Parece que este proyecto espacial tuyo realmente ha sido todo un éxito, Naruto ―dijo Kurotsuchi, teniendo su brazo derecho levantado mientras que el codo era sostenido por la mano contraria. Su busto aunque bajo en talla, llegaba a resaltar gracias a esta pose.
―¿Parece? ―dijo en discordia―. Es un éxito asegurado. Te dije que confiarás en mi e hicieras todo lo que yo te dijera, y serás recordada como una de las mas grande mujer que ha visto la política de este país.
De la mesa de centro, puesta allí en medio por designio de Naruto-sama a los empleados del hotel. Aquel almanaque de proyectos políticos y monopólicos que Naruto-sama había mostrado una primera vez a Kurotsuchi, vino a entregarlo una segunda vez para la primera ministra.
Pudo ver como ella lo dudo mientras se acababa el licor de su copa cuando sus ojos miraban el folio que le extendía Naruto-sama, carente de confianza intento tomar la carpeta pero un movimiento fugaz e impidió que Kurotsuchi lo pudiera agarrar. La dejo desconcertada.
»Vuélveme a traicionarme y tu muerte parecerá que tuviste un accidente tan brutal que tu cuerpo quedo irreconocible ―advirtió y la primera ministra no pudo contener el sudor de pánico que broto en su frente.
―Amenazas a la primera ministra ―exclamaría, una vez tomo la carpeta arrebatándola de manos de Naruto-sama, un sagaz movimiento con el que agarró a Naruto-sama de su corbata y tiro de ella para ponerlo cara a cara―. ¿Crees que le tengo miedo al diablo? Solo accedí a hacer negocios contigo porque lograste hacer que el pueblo te idolatre, ambos sabemos solo eres un egocéntrico y carismático demonio que intenta hacer su infierno en la tierra. Con juegos de azar y tus mujercuelas.
―Que ruda te escuchaste, pero no me intimidas, créeme ―contesto el rubio magnate y mientras ella lo tenia jalado de su cabello, a ella vino a tomarla de su corto pelo y tirar su cabeza hacia atrás―. Haces lo que yo te mando por las buenas, o por la malas.
La sonrisa diabólica que dejaba ver al demonio de nueve colas escondido en el interior de Naruto-sama fue visto por los ojos de Kurotsuchi, pero ella se armo de valor y con el menor nivel de miedo, uso su mano izquierda libre para tomar a Naruto-sama y apretar sus testículos, provocando una reacción contraria al dolor que podía haber causado cuando las uñas de Kurotsuchi le apretaron su hombría.
―Quiero que sea por las malas~ ―una sonrisa traviesa, salió en su cara. Su mano comenzó a frotar con interés el empalme que le hizo aparecer.
Una hora más tarde y un desastre en el piso eran las huellas de migaja que conducían a la cama donde Naruto-sama tenia puesta de rodillas a Kurotsuchi, su hombría estaba puesta en su vagina, su pelvis estaba frenética por marcar esta nueva cueva para su nombre. La mano de Naruto-sama sostenía las puntas de la corbata que ahora usaba para practicar asfixia erótica a Kurotsuchi. Su rostro enrojecido por la falta de circulación correcta de sangre, sus pupilas casi volteadas ante el éxtasis y sus labios tenían echa una mueca de satisfacción.
―¡Vamos, mueve ese culo perra! ―también azotaba su trasero con su mano y sin misericordia.
―¡Si, azota me más! ―grito de placer, logrando girar su rostro para ver como su propio trasero se movía y chocaba contra la pelvis de roca de mi señor―. ¿Como puedes tener una polla tan buena? Ahora entiendo porque todas esas perras siempre están contigo, se siente tan genial.~
Su sonrisa triunfalmente egocéntrica, yo miraba a través de la pantalla de mi portátil. Una mano jugando con mis pechos y con la otra empujando un pene de plástico que apenas si puede competir en tamaño contra la polla de Naruto-sama, era mi único consuelo.
―¿Quien diría? que bajo esa actitud arrogante de mujer fuerte, yace una masoquista que le encanta ser tratada como una puta ―exclamo Naruto-sama tomando él el control y mostrarle la diferencia de talento que hay entre ambos.
―Maldito… crees porque tienes una polla fantástica vas a… ¡Haa! ―soltaría un estruendoso gemido al sentir llenar su vagina con el semen de mi señor―. Se siente fantástico.
Entonces se inclino hacia adelante, donde la polla de Naruto-sama se deslizo fuera con tanta facilidad. Seguramente vio su obra de arte derramarse en una delgada hilera, como aceite; la ve dar un paso a gatas lejos de él en la cama pero la detiene y la hace regresar.
―¿A donde crees que vas? ―exclama, antes de acercarla de nuevo, poniendo su duro empalme entre las mesetas del trasero de Kurotsuchi―. Eso fue solamente el comienzo.
Una y otra vez, empujando mas profundo su aparato en cada ocasión, Kurotsuchi-sama, la que seria recordada como la primera ministra de carácter inamovible y estoico, sea la cama a la que le llevara Naruto-sama, terminaba gimiendo por su nombre como una mujerzuela más de su harem. En publico lo detestaba y mantenía una distancia de él, pero en privado, lo primero que haría era chupar su hombre tal fuera una paleta en manos de un niño amante de los dulces.
Mucho sexo después, para acabar con un golpe de gracia teniendo a la primera ministra con las piernas entumecidas y temblorosas, ante el derramamiento del esperma de mi señor ocurriendo desde su vagina. Naruto-sama decidió que como acto final, poner su aparato en la boca de Kurotscuhi cuando ella flotaba en las nubes del placer.
»Y para acabar, voy usar tu boca Kurotsuchi ―uso su boca como si fuera su vagina y la primera ministra la disfruto. Su boca produjo ruidos morbosos desde el primer roce de su polla y cuando se vino, Kurotsuchi no quiso soltar el aparato de Naruto-sama―. ¡Si!… oye, suelta… suéltame!
Quedaron las huellas de la corrida que hizo en su profunda garganta hacia la cama, fuera de su boca. La miro poco después y la ebria primera ministra tuvo la indecencia de sacar la lengua y lamer lo que quedo embarrado sobre sus labios. Yo me sentía llena de envidia, mi cuerpo no estaba del todo satisfecho. Aun cuando me volví frenética usando aquel juguete para, no alcanzaba el orgasmo sino era por Naruto-sama.
III
Todo termino en un tiempo de tres horas y media, Kurotsuchi-sama terminaba de acomodarse la ropa que yacía dispersa en el suelo, Naruto-sama se abotonaba la camisa antes de ponerse su saco, lado a lado de la primera ministra. El gusto y contento se evidenciaba en cara de ella.
―Harás por fin lo que te digo ―pregunto Naruto-sama, una vez más extendiendo los papeles que hace mas de un año hizo para Kurotsuchi-sama.
―¿Y si no lo hago, que? ―respondió teniendo una sonrisa altanera, vino a pegar su ser contra mi señor y sus manos no se contuvieron en ponerse sobre su camisa―. Vas a castigarme de nuevo.~
Dibujando una sonrisa, sorprendió a la primera ministra cuando sus manos apretaron sus glúteos con tanto morbo que lograron estremecerla de gusto. Una mirada rápida a las manos de Naruto-sama antes de mirarlo con más atrevimiento.
―Puede ser castigo o un premio ―le dijo y sus miradas se cruzaron, tan cerca uno del otro fue solo cuestión de inercia que Kurotsuchi-sama llevara sus labios a los de mi amado señor, lo que me hizo correr de rabia―. Mirate, primero decías que me odiabas y ahora me deseas.
―Eres diablo Uzumaki. Un altanero, engreído y seductor de mujeres ―dijo―, no se que magia has usado pero haz conseguido que “me interese por ti”.
De tener su mano bajo se mejilla, decidió acariciar su hombría puesta bajo sus pantalones otra vez. En publico, se respetaban pero sobre todo se detestaban. Pero a solas, se amaban; solo era una en su basto rebaño de mujeres.
IV
La reunión matinal del día siguiente comenzó con el informe del crecimiento de ganancias adquirido con el éxito que eran la implementación de satélites en orbita que proporcionan internet hasta la mas remota esquina que no llega la luz. Un informe traído por la contadora de Konoha con Mabui y otras más, sin embargo no eran las típicas reuniones que a él le gustaban.
Kurotsuchi lo había llevado ha realizar conferencias y a conocer a distintos políticos extranjeros que estaban interesados en formar parte de la creciente economía que genero la presencia de nuestra industria. Como naciones extranjeras como para japón. Monopolizar es un crimen en muchos países, no obstante ese era el futuro que le deparaba a la humanidad.
―¡Dios! Que largo día ―exclamo el magnate Uzumaki―. Kurotsuchi me ha traído de junta a junta con políticos y economistas desde hace tres días.
Durante tres días continuos lo ha traído así la primera ministra. Lo ha sacado de su rutina diaria en su oficina y las reuniones que suele disfrutar con sus principales cabezas de su industria. En realidad no ha estado en su oficina para nada durante tres días, ha tenido que dejar a cargo a su joven asistente, como provisión.
El día había terminado en la torre de Konoha, sin embargo Sarada decidió quedarse y esperar al regreso de su jefe, mismo que hizo los dos días anteriores. Lo vio entrar en la oficina y ella lo recibió con calidez como si fuese su esposa, la que en casa estaba esperándole.
»Lamento haberte dejado todos los pendientes de la oficina, Sarada-chan ―dijo, retomando su asiento.
―Shizune-san y Hanabi-san estuvieron ayudándome ―dice la joven asistente sin separarse mucho de su señor. En cuanto lo vio queriendo relajarse, Sarada se paro detrás de su asiento y sus manos en los hombros donde fue calmando su estrés con un masaje―, pero usted tuvo un día muy agotador.
―Eres un ángel, Sarada-chan ―su cuerpo comenzó a sentir de inmediato como su ser se sentía menos tenso, gracias a los dedos de su preciosa asistente―. Sabes, si quieres hacerme sentir más cómodo puedes hacer algo mejor.~
Giro su asiento noventa grados y mostró sus piernas abiertas, una mirada picara hizo la joven Uchiha que en lugar de ponerse de rodillas para hacer su labor correspondiente,. Mejor se sentó sobre las piernas del señor Uzumaki. Sus rostros tan cercanos no tuvieron más remedio que chocar de labios.
―Puede dejarlo en mis manos, Naruto-sama ―dijo Sarada, puso sus manos sobre su corta falda negra que se encogió una vez puso sus piernas sobre el regazo de su jefe y termino de recoger esa corta falda suya, sintiendo por debajo el despertar caliente del aparato de su señor―. Haré que Naruto-sama se sienta mejor.~
La gente lo recuerda como un hombre sabio, valeroso y justo. Un héroe, resumido en pocas palabras. Los héroes tienen grandes enemigos, sin importar la naturaleza de quien haga bien siempre habrá quien busque acabar con ellos. No importa que solo busque conservar una especie en peligro y su hábitat o que busque mejorar la economía de una sociedad. Siempre hay alguien que
busca acabar con aquellos que la gente considera héroes.
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