Business and pleasure (Naruto x Harem)

Esta obra la estaré actualizando una vez al mes, para darme tiempo de seguir avanzando la historia y tenerles una actualización constante. Espero y les agrade.

Capítulo 11: Konan

 I

Había decidido ir con la doctora Haruno a tener su revisión medica semanal, su revisión medica especial de la que me contó Sarada-san al menos cuatro veces durante nuestro tiempo de convivencia. Después de una breve serie de análisis de rutina antes de pasar al verdadero estudio.

Estudio que consistió en estar de manos recargada contra la camilla medica fija que tenia su consultorio de la doctora Haruno. Su bata médica abandonada en el piso mientras sus pantalones negros ajustados a su piel yacían rotos de su pelvis, sus piernas abiertas a los lados como se sostenía mientras Uzumaki Naruto se sostenía con sus manos en a los lados de su cadera. Una blusa rosa de tirantes delgados que llevaba, distinto a la común blusa de tirantes densos que siempre usaba. 

Sus pechos sudaban y el choque térmico que había entre el calor de su cuerpo y el frió del aire acondicionado dentro del consultorio, pero esa no era preocupación para la doctora ni para su amante. El rubio magnate empujaba con fuerza teniendo los pantalones en el piso y su aparato se frotaba con gran estimulo en el interior de la vagina de Sakura Haruno.

―¡Naruto! ―grito de éxtasis la doctora. Las pupilas de sus ojos se encogían con el orgasmo creciente que le producía el rubio. 

―Solo un poco más y voy a correrme, Sakura-chan ―exclamo el Uzumaki poniendo todo su esfuerzo en alcanzar el clímax y provocar el orgasmo deseado en su amante.

―Mas vale que te corras dentro… ―dijo Haruno―… si lo haces fuera como hace rato, te voy a dar un golpe, Naruto.

Su trasero yacía cubierto en un baño de esperma de parte de su amante, un resultado de coito interrumpido, un disparo tan poderoso que incluso mancho la espalda de la pelirrosa e incluso jurá ella que su pelo quedo ensuciado.

»Ya casi, puedo sentir como el semen sube por tu pene ―dijo y entonces su cuerpo comenzó a moverse de forma inconsciente, su pelvis comenzó a sincronizar y chocar contra la pelvis de Naruto cuando él empujaba―. ¡Vamos, quiero que lo sueltes todo!

―¡Sakura-chan! 

Se escucho como un tubo de crema era apretado hasta forzar lo ultimo que quedaba en su interior, cuando en realidad era el señor Uzumaki que liberaba todo el esperma que su aparato produjo tras el primer encuentro. La doctora Haruno consiguió aguantar la atrevida voz que emergió a raíz del orgasmo que le causo Naruto y cuando su interior quedo lleno. 

Solo un par de minutos para gozar del mutuo orgasmo y retiro su hombría del interior de la doctora Haruno. Para acabar, Sakura se dio la vuelta de forma inmediata se hizo de rodillas y uso su boca para exprimir una segunda vez el aparato del rubio hasta hacer que se corriera, en el interior de su boca.

La ayudo a ponerse de pie y sin retirar sus manos de las caderas de la pelirrosa. Su boca no tenia rastro del ultimo acto de Naruto y no le importo si el sabor de su aparato seguía, mucho menos cuando decidieron ponerse cariñosos de labios, lucían como una pareja romántica genuina e inocente.

―¿Debemos estar tan románticos? ―pregunto Sakura llevando una sonrisa atrevida, donde su rostro estaba tan cerca del rubio―. Sueles ponerte así cuando algo pasa por cabeza.

Quiso mostrarse carismático como siempre, pero estaba tan afligido que no pudo mantener la expresión en su cara sin sentirse mal. Sin embargo, el tema que sus palabras conjugarían en una cuestión, no era el dilema que lo traía tan agobiado. 

―Ay veces en las que me pregunto, que hubiera pasado si Sakura-chan fuera mi verdadera esposa ―exclamo el señor Uzumaki, sus ojos evidenciaron un pesar cuando los hizo rodar hacia un lado en el piso antes de ser levantados por las manos de la doctora Haruno cuando lo tomo con gentileza de sus mejillas.

―Tonto, no me hubieras hecho feliz solo con sexo ―dijo ella con una sonrisa―. Y no serías el poderoso hombre que eres ahora.

―Eres cruel, Sakura-chan ―su animo se restauro y nuevamente estaba auto tentándose a jugar con su amiga, solamente de labios lo volvieron a hacer, pero justo cuando los besos se estaban haciendo más intensos que antes―. Vamos, Dejame darle a Sarada-chan un hermanito. Si te preocupa que Sasuke llegue a sospechar, solo tomate una de esas pastillas selectivas que haces para todas.

Pastillas selectivas o pastillas fertilizantes de genética selectiva. Son un invento del que me cuenta la hija de la doctora Haruno, su madre los creo una propuesta imaginativa del señor Uzumaki. Una pastilla que funciona en contrario a una pastilla anticonceptiva, provocando al ovulo de la dama en dejar entrar al espermatozoide pero controla su genética para limitar los rasgos corporales del hombre con la mujer. 

Una solución conveniente pero que explica porque los hijos que tuvo el señor Uzumaki fuera de su matrimonio poseen poco parentesco con su padre. ¿Será real este invento del que no hay pruebas, de parte de la doctora Haruno? Tal vez alguien en un futuro investigue la vida de la Sakura Haruno y descubre este invento. Puede que tal vez corrobore la historia que me ha contado su hija.

Por el momento, al menos se explica porque casi todos los hijos del magnate señor Uzumako no comporten tanto parecido. Pastillas que Naruto daba a sus amantes cuando decidía que era tiempo para embarazarlas.

―¡No, Naruto! ―dijo, poniendo su dedo indice frente a la nariz del rubio―. Solo embarazas a una de nosotras y directamente vas a lo mismo con otra. Deberías ser buen cuñado y felicitar a Konohamaru por embarazar a Hanabi, aunque… se quien es el verdadero padre de ese niño.

Un mes puede pasar tan rápido como un parpadeo. La humanidad le llevo cientos de miles de millones de años evolucionar para poder crear maquinas que permitan grandes cosas y ese lapso es solo un segundo de vida de la que llevamos en el cosmos. Un mes puede pasar como si fuese de un día a otro desde la perspectiva de ciertas personas.

»Con que eso es lo que tiene tan distraído~ ―declaro la doctora―, por fin sientes remordimiento por serle infiel a Hinata con tantas y a cada rato, ahora que has preñado oficialmente a Hanabi.~

Tardo un segundo en responder pero consiguió poner su bobo rostro con el que logro engañarla de haber dado en el clavo del problema.

―No tengo suficiente nunca, Sakura-chan.

Pudieron entrar en caricias y calor de nuevo, antes de entregarse al desenfreno lascivo en un segunda ronda intensa. Pero no era ese el verdadero problema que lo atenuaba tanto.


II

La verdadera razón por la que estaba tan preocupado era la siguiente: 

―¡¿Naruto, lo que veo en estas imágenes es real?! ―grito Hinata, en sus manos yacía un puñado de fotografías que sus manos mostraban como si fuese la revelación de una mano victoriosa en un juego de cartas. Sin embargo era todo lo contrario, su estado lleno de ira cubierto en lagrimas.

Soltó el puño de fotografías sobre la mesa y Naruto Uzumaki sintió como la espalda de Damocles que pendía sobre su cabeza estaba ahora rosando su garganta. Fotos de él teniendo intimidad de carácter salvaje con su joven asistente en su oficina de la ultima vez que lo hicieron en temporada de celo.

Venido dentro de una caja de paquetería sin remitente que dejaron frente en la misma puerta de la residencia de la casa, Hinata la recibió luego de escuchar como el timbre de su casa sonó, pero solo encontró la caja abandonada. Lo que le llamo la atención es que tenía escrito sobre el cartón el hombre de la esposa del señor Uzumaki y una invitación en descubrir lo que hay en el interior. Debió quedar anonadada con lo que halló.

Hyuuga llamo a su esposo cuando este andaba ocupado en una reunión con la señorita Ino Yamanaka, pero se dio un tiempo de contestar. Por extraño que pareciera, su esposa le pedía que viniera a casa a tiempo de su salida del trabajo pues había preparado una cena especial para él, una gran sorpresa le tenía; lo que vino a sonarle extraño fue que la escucho decir que trajera a Sarada a comer con ellos. Más no se pregunto el porque de tan extraña invitación. Sus preocupaciones sobre tal inusual llamada de su esposa vinieron a quedar en segundo plano cuando la señorita Yamanaki vino a insistir en la continuación de su reunión, así que le hizo caso.

La cena fue estupenda, su esposa quedo deslumbrante con todo lo que preparo y es que solo eran ella, Naruto y su joven asistente. Sus preocupaciones no existían solo satisfacción estomacal con el banquete, la joven Sarada comió con recates y una cantidad medida para mantener su figura.

Cuando pregunto por el motivo de pedirle venir a tan deslumbrante banquete, pero sobre todo porque traer a su joven asistente a cenar solo con ellos dos. Para Hinata fue la señal para que ella enseñara el contenido de la extraña caja de la mañana. Naruto experimentaba el verdadero terror al ver que alguien había echo revelación de su secreto. Sarada-san me cuenta que en cuanto vio aquellas fotografías sintió su cuerpo temblar de sumo terror, su corazón estaba latiendo de forma estrepitosa, mismo como a Naruto temblando y sus parpados titubeaban peligrosamente a ser un síntoma crónico.

―Hinata… 

―¡Naruto! ―grito su esposa, cuando golpeo la mesa con sus manos toda palabra que intento salir de boca del rubio se desvaneció―. Naruto, dime que lo hay en estás fotos no es real.

Ninguno sabia que decir, ninguno tenia palabras para responder ante el descubrimiento de la traviesa vida del magnate. La ira, el miedo. La mezcla de ambas emociones puede ser un peligro para nada, se levanto de golpe y no notó que ante la rabia que lo ahogaba tiro la silla con violencia, aunque solo Sarada-san vino a sentirse intimidada por el brusco movimiento del magnate

―Hinata… estas fotos no son reales ¿como puedes creer? 

―¡Si o no Naruto! ―grito Hinata, tan fuerte que su esposo quedo callado―. ¡Son verdad estas fotos o no Naruto!

―¡Claro que no! ―respondió, sin embargo una soga en su cuello venía a apretarle. Si la espada de Damocles no acababa con él, la muerte misma tomaría su vida en ese momento. Así le parecía estar pasando.

La respuesta que dio no fue de agrado para su esposa, furia y las llamas del infiernos se veían en las lagrimas que emergieron de las perlas de sus ojos de Hinata Hyuuga. Miró entonces a Sarada-san y esta cuando el filo de sus pupilas la ensombrecieron quedo catatónica con su pregunta.

―¿Sarada, lo que hay en estos fotos son reales? ―pregunto la esposa de Naruto pero apenas sin logro abrir sus labios pero ante la falta de palabras, Hinata replanteó la pregunta―. ¿Tienes alguna relación con mi esposo? 

―Y-yo ―fue todo lo que salió de su boca de Sarada, sus ojos buscaban una respuesta oculta en los alrededores de la sala sin embargo no había. 

El silencio de Sarada, la soga y la espada contra Naruto Uzumaki y las lagrimas sin ruido saliendo de los ojos de su esposa… no pensó en que podría pasar si su el secreto era descubierto. ¿Que plan tenía para esto?


III

―¿Como salieron de ese aprieto? ―pregunte, nuestro tiempo en las aguas termales era limitado, pero cada segundo se sintió lento y lo disfrutamos.

Mi cuerpo hasta mi torso estaba metido en las cálidas aguas y encima tenia a Sarada-san, sino hubiera conocido su cuerpo hasta la noche anterior me sentiría incomodo dejando que se sentará sobre mi. La piel de su trasero era suave y abultada, agradable sobre todo, su espalda yacía pegada a mi pecho, tan cerca su rostro del mio me hacia sentir tan afortunado. Puede que sea una mujer en la tercera edad, pero no era tan vieja ni tampoco tan joven. Un termino perfecto de carne si fuera un platillo dentro del menú de los restaurantes que hay en el hotel.

―No se resolvió de manera inmediata, querido Adrian ―exclamo, pareciera que el recuerdo de aquel momento fue vuelto a sentir por Sarada-san, se mortificaron sus ojos cuando dejo de mirarme estando detrás de ella para solo mirar hacia adelante―. Siempre desee el momento en mostrarle a Hinata-san que yo era la nueva esposa de Naruto-sama, pero no planeaba que fuera así. 

El silencio que salió de su boca me hizo preguntarme que fue lo que paso, en ese momento. La vida matrimonial de Naruto Uzumaki se cuenta que era perfecta, él y su esposa era la pareja de esposos mas hermosa del mundo, sin imperfecciones. Si hubo quien descubrió la vida aventurera del magnate Uzumaki era saber quien era y como se conectaba con el atentado contra Naruto de 2016.

―¿Sarada-san? ―pregunte por ella al notar que quedo sumida en esos recuerdos molestos, aparentemente.

―Perdona, pero es algo molesto para mi contarlo ―me dijo―, pero quiero hacerlo. Nunca hable de esto con nadie.

―Esta bien ―intente ser cortes y sugerirle dejar sus relatos hasta este punto por el resto del día, pero entonces ella se recostó sobre mi pecho, pero yo pude ver sus senos flotando bajo el agua.

―Quien haya sido quien descubrió a Naruto-sama y la relación que tenia conmigo, no hizo lo mismo con las demás. Ataco directamente a él ―vendría a narrar más de esta historia, Sarada-san.


IV

Había pasado ya diez días desde que Hinata-san tuvo la revelación de la infidelidad de su esposo. Diez días en los que ha visto a su esposa y en los que por primera vez en su carrera, sentía verdadero terror. Era extraño, pero este secreto no fue revelado a ningún medio ni en ningún lugar del internet, nadie supo que el secreto de Naruto-sama fue expuesto, mucho menos aquellas que conformábamos su harem. Solo él, su esposa y yo eramos sabíamos ¿Pero porque?

Hasta entonces, hasta descubrir quien estaba detrás de toda la artimaña Naruto-sama me indico retirarme cuando el reloj marcara las ocho, también indico que actuáramos con profesionalismo, nada de caricias y nada de insinuaciones suyas o mías (sobre todas de Naruto-sama); entre nosotros como para alguna otra de su harem privado. 

Todas estaban preocupadas, el primer día que nuestro jefe comenzó a comportarse conforme a su puesto y al pudor en la oficina todas sintieron extraño su comportamiento, un mal necesario del que no podíamos explicarles nada. Yo tampoco y tenia que actuar como ellas. No teníamos idea de ¿Quien era, como, desde donde o porque? Pero se que él estaba trabajando en una solución.

Las luces de su oficina no las tenia encendidas a pesar de ser casi media noche, salvo por una luz sobre su escritorio. El resto de su oficina era escasamente iluminado por las luces de la ciudad las que atravesaban las ventanas, una lampará de escritorio encendida dejaba ver a sus ojos de Naruto-sama las fotos y no para de odiar a quien las tomo.

―Hijo de perra ―sus puños los tenia en la mesa, su fruncido ceño titubeaba un tic producido por el coraje que pasaba, por dentro lo maldecía―. Cuando descubra quien es, acabaré con todos los que ama.

Una figura con curvas yacía de pie en el otro lado de su escritorio. Cabello corto y en un tono rubio menos brillante que el de Tsunade-san salvo que ella tenia su cabello corto hasta los hombros, pero unos pechos igual de grandes que los de esa vaca. Una actitud fría y centrada. Toda una militar.

Sin pronunciar una palabra extendió su mano para tomar las fotografías para verlas mejor. Levanto su ceja derecha pues aunque era de una situación evidente, había incongruencias.

―Envió estas fotografías directamente a su casa ¿pero no las envió a ningún medio de comunicaciones? ―pregunto la soldado, bajando las cartas una vez vio todo lo que necesitaba saber, pareciendo que veía la mano de poker que le toco.

―Eso dice Hinata ―respondió―, nadie le entrego el paquete directamente, solo lo dejaron en la puerta y tocaron el timbre. ¿Pudiste encontrar algo en las grabaciones de las cámaras, Samui?

Samui. El nombre de la jefa y guardaespaldas personal de Naruto Uzumaki, al igual que yo; ella va con nuestro jefe siempre en silencio, dirigiendo los cuerpos de seguridad donde sea que vaya o este. Sin embargo, parece que ha fallado en sus deberes, en esta vez.

―Revise las cámaras de seguridad de su casa, como las del vecindario ―dijo la dama de grandes senos llamada Samui―. Entro como salió, como una sombra sin rostro.

Con eso se refería que la persona camino por el vecindario sin que se dieran cuenta de él, un hombre vestido de pies a cabeza de ropas negras, con el buzo de su suéter y un cubre bocas del mismo tono ocultando toda su persona. Hasta las manos las tenia ocultas bajo un par de guantes oscuros. Dejo la caja y echo a correr por donde vino tras tocar el timbre, era todo en las grabaciones de cinco minutos.

―¿Y bien? ―pregunto Naruto-sama.

―Quien quiera que sea, esto solo fue un mensaje ―respondió su guardaespaldas. Las palabras que salieron de Samui lo confundieron. 

―¿Acabar con mi matrimonio con Hinata es solo un mensaje? ―cuestiono Naruto-sama, tuvo que poner su mano bajo su mandíbula para sostenerse y no caer ante la extraña explicación que le daba la rubia.

―Piénselo ―dijo Samui―. ¿Porque en vez de difundir su secreto por todos los medios decidió enviarle las pruebas hasta su casa, jefe?

Busco la respuesta pero de su lengua no salió nada, no en el tiempo antes de que tuvo antes que las palabras que no le dejaron pensar a Naruto-sama, salieran de su boca.

―Para que sepa que puede llegar a ti, Naruto ―la voz carente de emociones viniendo de una mujer que suele sonreír sin alegría, se manifestó.

Llevo su cabeza a la izquierda, y la silla que debía de estar en el otro lado del escritorio de Naruto-sama donde recibe a sus citas estaba contra la pared donde la luz no llegaba. Su figura oscura dejaba apenas si dejaba ver su apariencia, sus piernas yacían cruzadas, la derecha sobre la izquierda y ambos brazos los tenía sobre los descansos de la silla. Un adorno por encima de su cabello con forma de flor se distinguía, una rosa. El blanco de sus ojos brillaba como los ojos de un animal depredador en la oscuridad de la selva.

Su presencia podría intimidar a cualquiera que la desconociera, como una sombra siempre sigue a su contratista y presta lealtad has el final del contrato.

―Konan, viniste mi querida ángel ―Naruto-sama era su contratista. En cuanto la vio se contento aunque Samui parecía inconforme con la presencia de ella. 

La llamaba ángel no como un apodo debido al sentimiento especial que tuviera por ella, no recibía ningún trato especial dentro del harem de Naruto-sama, su sobrenombre existe por razones de las que no debí preguntar. Antigua miembro de un grupo de asesinos a sangre fría, caza recompensas. Su grupo fue perseguido por militares de distintas naciones y organizaciones paramilitares, se volvieron el terror de muchos.  

―Veo que tiene trabajo para mi, Naruto ―dijo Konan―, me haré cargo si es lo que quiere. 

Samui miró el contento en mi señor producto de su profesionalismo en el trabajo de Konan. Ángel de la muerte, es el sobrenombre completo que le han puesto aquellos pocos que ha dejado con vida donde ha batido sus alas. Una mujer de foco, cuando le das un objetivo siempre terminará con él. No importa quien ni donde este. La jefa de seguridad de Naruto-sama temblo por dentro cuando dio él escogió a la persona que se encargaría de este asunto y siendo fría, protesto.

―Naruto ―le hizo voltear hacia ella, regresando su cabeza donde su cuerpo apuntaba―, yo puedo encargarme de esto. Solo reúno a mi equipo y nos encargaremos de este tipo en 48 horas.

―¿Cuarenta y ocho horas? Yo puedo hacerlo en veinticuatro ―dijo Konan tratando de no hacer de su burla, tan evidente que se levanto de su asiento para venir a Naruto-sama―. Después de todo, tu y tú equipo de seguridad debieron impedir que un tipo con un dron espiará al jefe. 

Oculto detrás de sus manos, un dron de juguete con una video cámara integrada desde fabrica yacía atravesado con un cuchillo por la mitad, de arriba hacia abajo. Lo puso a la mesa de Naruto-sama y la luz ilumino su cuerpo.

»Hasta hace una hora, tenía sus ojos sobre ti todavía ―exclamo.

Cuando vio el modelo casero del dron lo tomo con ambas manos y tras un breve examen le índigo ver que este juguete alterado era manufacturado por nuestra misma industria. 

―Uso un dron de fabricación de Konoha industries, pero aun así el equipo de defensa de la torre debió haberlo detectado ―exclamo Samui mirando el objeto en manos de nuestro jefe.

―Esta alterado… ¡Todavía te atreves a usar mis manufacturas contra mi, maldito imbécil! ―dijo Naruto-sama, mirando a la cámara soldada de forma casera notando lo apresurado y mal que esto estaba pegado al aparato.

Puso una mano en cada extremo del dron y trato de arrancar la cámara de la maquina, lo que logro tras unos cuantos intentos más. He visto la fuerza que yace dormida en Naruto-sama Adrian, es como si una bestia tuviera un espacio en su persona, que de vez en cuando brindara su fuerza para él. Convirtió en pedazos de basura a la videocámara como al dron. Ninguna pareció impresionarse. Nada nuevo era.

―¿Jefe? ―pregunto Samui esperando a que calmara su pesado respirar producto del desahogo de su furia.

―Konan ―miro a la peliazul a su izquierda―, hazte cargo de esto.

―¡Naruto! ―protesto su jefa de seguridad, solo necesito hacer un gesto limpio con su mano para detenerla―, esta bien. Es su decisión.

Una nueva orden dio y a Samui la hizo abandonar su oficina, diciendole que nada más necesitaba de ella por el momento, puede que le haya dolido un poco, pero no sabes nada de lo que esta pasando por la mente de esa mujer cuando la mirás. Tan fría y estoica cuando cumplía con su trabajo. Sin embargo, esta vez no te cuento de ella querido Adrian, sino de la mujer que Naruto-sama llamaba: Ángel.

El triunfo se manifestó en la cara de Konan, solo un segundo después de ver que cerrara la puerta hizo a un lado los pedazos del juguete que despedazo a mano limpia Naruto-sama y lo tiro al bote de basura que tenia al costado mas próximo del escritorio donde Konan se terminaría subiendo y sentando de manera coqueta.

La mirada de Naruto-sama y la así llamada: Ángel, se cruzaron durante varios segundos de silencio donde las expresiones faciales que se montaban, sonrisas e invitaciones para los labios del otro y el resto del cuerpo también estaban incluidas.

―Quiere que yo me encargue de ese quien quiere que sea~ ―exclamo Konan haciendo que sus piernas se cruzaran, haciendo levantar la falda de su enorme gabardina que lleva―, usted sabe como funciona. Trabajo bajo un salario por cuidar la espalda del hombre más importante. Pero cuando se trata de eliminar a alguien, cobró por mis servicios como cualquier otra solicitud de asesinato fuese.

―Te pagaré, sabes que siempre lo hago ―dijo Naruto-sama―, encargate de él y te pagaré.

―Eso me gusta, pero me gustaría más recibir un primer pago por adelantado ―hizo que sus piernas cambiaran de lugar usa sobre la otra, la mirada de Naruto-sama no se perdió del movimiento de dichos muslos―. Ya sabe, lo típico.

―Mira, en este momento no tengo efectivo a la mano, puedo pagarte el adelanto de otra manera si me lo permites ―mantuvo su distancia de Konan, sin dejar de prestar atención a las piernas inquietas que tenia ella―. Tal vez pueda darte un adelanto con otra forma de pago.

―Señor Uzumaki ¿Primera oportunidad y ya insinuando sus deseos sobre otra mujer? ―fue el sarcasmo en Konan―. Mi cuerpo sabe muy bien lo bueno que es usted con las mujeres. 

Dejo su lugar tomado en la mesa para acercarse a Naruto-sama, la picara cara que tenia distrajo a mi señor de no ver la mano izquierda de Konan que vino a agarrar el bulto oculto bajo su pantalón, sus uñas apretaron con pasión su hombría consiguiendo que esta se levantara por inercia. Apenas si mostró aflicción por este acto y dejo que la mano de Konan acariciara su aparato que iba creciendo con los cariñosos deslizamientos de la mano de la letal asesina. La misma que se acerco a la mejilla de Naruto-sama, para darle una primera lamida antes de hacerse cargo del bulto en sus pantalones. Él le quito ese abultada gabardina que suele cargar y dejo ver el entallado traje de cuero que resaltaba su cuerpo.

―Oh si, Konan ―exclamo Naruto-sama cuando la boca de la ángel hizo el primer toque de su lengua a su hombría.

Llevaba toda una semana absteniendo cualquier impulso sexual que presentará, todo para evitar que el intruso tomara más capturas a sus cometidos y los mostrará a Hinata-san. Si bien pudo habernos llevado al cuarto secreto que hay escondido en las paredes de su oficina, tampoco quería que la cámara del dron le capturase fotos y revelara la existencia de secreta habitación. Aguantar hasta que este libre de tener ojos sobre su cabeza le fue muy estresante. 

―¡Naruto! ―grito de gusto la asesina una vez Naruto-sama la llevo contra las ventanas de cristal, totalmente desnudos y allí azotando su trasero antes de poner las dos manos en los senos de la peliazul asesina―. Que rudo, eso me gusta sigue empujando, Naruto.

―Hijo de perra ―maldijo de inesperado, después de apretar y jugar con las tetas de Konan por algunos momentos llevo sus manos debajo de las piernas de la asesina y la levanto en pleno sexo―. Si tanto te gusta tomarme fotos porque no tomas unas mientras me cojo a Konan como la perra que también es para mi.

―¡Oh, jefe… esta pose me encanta! ―respondió en ella.

Estaba en el aire, sostenida solamente de manos por la fuerza sorprende habida en Naruto-sama. Flexionada en un angulo de ciento ochenta grados quedando a los lados de su cabeza, las mano de mi señor se extendían ante tal brutal pero excitante pose que sus mismas manos conseguían sujetarse por detrás de la cabeza de Konan.

―Vamos, perro… toma todas las fotos que quieras ―decía mientras su aparato estaba dándolo todo adentro de la asesina―. ¡Toma foto de como planto mi semen en la vagina de Konan como lo he echo con todas, imbécil! 

Seguido de eso solamente se escucharon los gemidos sin control, obscenos y estimulantes que lograba producir en su ángel. Naruto-sama conocía los puntos mas sensibles de cada una de su harem.

―¡Me vengo! ―grito Konan―. Esto me refería… su pene sabe donde esta mi punto G y sabe como estimularme… Me vengo… quiero que lo suelte todo, jefe. ¡Deme de su jugoso semen dentro! 

Y teniéndola en sostenida en sus manos, el asombroso aparato de Naruto-sama alcanzó su máximo esa noche y bendijo el interior de Konan con todo el semen que sus testículos habían retenido durante esos siete días, fue toda una afortunada esa noche.

―Mira bien amigo y muérete de envidia ―aun en sus manos, bajo sus manos y abrió los labios de la vagina de la asesina donde su semen se escurría como crema batida de su agujero, la enseñaba a través de la ventana por el tipo tenía algún otro ojo vigilando su vida―. Apuesto que ni siquiera puedes hacer que tu mujer alcance el mismo estado de satisfacción que yo hago por las mías.

La hizo llegar al orgasmo y su rostro lo mostraba con evidencia. Será una asesina letal,   de sangre fría e indiferente con quien le ordenen matar, sin embargo. Al final solo era una perra más en el harem de Naruto-sama. Una que adora el sabor de su aparato y sentir sus labios tomando tu cuerpo. Adrian, ella no era una excepción.

V

La primera vez que la conoció fue cuando aun era el asistente de Tsunade Senju. La mujer era una adicta por las apuestas, solo por superado por su adicción a beber sake; sino la acompañaba a reunirse con otros ricos y empresarios a jugar cartas y apostar en una partida privada. Cuenta Naruto-sama que la hacia acompañar a lugares inospitos sacados de alguna historia ficticia.

Un club de peleas clandestina oculta bajo la prefectura de Tokonosu, donde organizadores desconocidos daban vida a un torneo al que llaman: Mortal Kombat, como el videojuego. La seguía en silencio mirando por debajo de la zona VIP una arena de combate, un cuadrilátero donde los que estaban dentro organizan un espectáculo de gladiadores modernos. Peleas con armas, desiguales de genero o estilo de peleas. La pelea no terminaba hasta que alguno de los luchadores estuviera muerto o inconsciente en el piso. 

Solo caminaba detrás de la vieja Tsunade cuando miro al evento en desarrollo, allí abajo presencio a Konan, luchando contra un enmascarado la pelea parecía reñida y a pesar de notar que sangraba de su frente, ella seguía con una actitud intacta en su pelea.

―Ella es impresionante ¿No lo crees Naruto? ―pregunto Tsunade apenas si llegando a ver su pelea―. La apuesta de treinta y cinco a diez de que va a ganar. 

―¿Cree que gane? ―pregunto Naruto-sama, aun cuando sabía las reglas que Tsunade-san le impuso.

―No lo se, no es por apostar por ella la razón por la que venimos ―respondió.

No solamente peleas clandestinas era el principal motor de negocios del sitió. También organizaban apuestas con carreras, carreras mortales.

En una sala separada del resto del recinto subterráneo, parecía a simple vista el salón de un restaurante lleno de mesas y gente rica comiendo y bebiendo a gusto. Aunque también tenía la apariencia de un bar de deportes. Televisores en cada rincón y los distintos postes de soporte del establecimiento donde todas las pantallas transmitían lo mismo.

―La carrera de la muerte ―dijo Tsunade. En una mesa compartida con Naruto-sama, Tsunade disfrutaba de una botella de Sake mientras que mi señor en aquellos años joven disfrutaba de una bebida más ligera, pero ninguno de los dos se perdía nada de lo que transmitía la señal―. Lo que ves Naruto es entretenimiento para la clase alta. Los que conducen esos autos demacrados y artillados son reos condenados a muerte de diferentes del mundo, para asegurar sus sentencias se cumplan los envían a la isla terminal donde la única forma de escapar es ganando cinco carreras o muriendo en el intento. 

En esa pantalla miró como un demacrado auto cadillac del ‘65 era acribillado por otros dos autos que tenían integrados calibres cincuenta sobre sus capos. Desestabilizaron el vehículo de enfrente cuando entraron a un tunel hecho con un hangar abandonado. El cadillac trato de quitarselos de encima pero tanta lluvia de balas hizo que piloto perdiera el control volcara y se estrellara contra una de las columnas de acero. Cuando vio a través de la cámaras como el piloto trato de salir del auto cuando otro competidor en una camioneta ford golpeo el frente de su auto contra el destrozado cadillac matando al convicto y haciendo que solo unos segundos después el auto estallará en llamas.

Escucho gritos de glorificación por este deporte viniendo de esos otros VIP en las demás mesas así como otros gritos menores de los mismos, gritos de haber perdido la apuesta. Cuatro concursantes de nueve habían quedado fuera de la carrera y aun faltaban más.

―Es buen deporte ―la voz de una mujer que desconocía le hizo voltear asustado, la frialdad e indiferencia en esa voz le provoco un escalofrió. 

―Konan, veo que ganaste ―Saludo Tsunade a la invitada de honor de esta reunión.

―Al grano, Senju ―dijo Konan mientras Naruto se mantenía en silencio―. ¿Que trabajo tienes para mi?   

Con un rostro engreído, Tsunade metió las manos en su enorme escote y saco un sobre de efectivo en color manila que deslizo sobre la mesa hacia Konan. Ella lo tomo y en su contenido una fotografía, una que no vio Naruto-sama, pero por la espalda baja y el brillante mate de la hoja supo que era una foto.

―Muy bien y mi adelanto ―dijo, a lo que Tsunade saco un segundo sobre manila escondido en su escote, el sobre de esta vez era más abultado. Konan contó los billetes apenas sacándolo de su empaquetado―. Te avisaré cuando este echo.

Dice que no se quedaron por mucho tiempo, se retiraron solo una hora después de llegar. Sin disfrutar mucho de lo que ofrece el sitio, era un negocio clandestino y si bien su afición por las apuestas suele ser considerado un crimen, no le gustaba frecuentar aquel sitio. Sabia que terminaría mal y bueno… termino mal.

VI

―¿Habla de la redada de la policía de Tokonosu? ―pregunte durante la cena, luego de una larga estancia en las aguas termales el hambre nos invadió―. No se mucho del tema, solo que la policía termino con muchas bajas y todos en el recinto escaparon. La torre de arena termino en llamas.

―Yo tampoco se mucho de eso, aunque Naruto-sama se intereso en comprar el edificio y renovarlo para la compañía unos años más tarde ―comento Sarada-san, sus manos cortaban la carne de su grueso filete―, pero esa historia no nos concierne, querido.

―¿Como fue que Konan se involucro con Naruto Uzumaki? ―pregunte y vi como se llevaba el pedazo de carne a la boca mientras me miraba seductora mente.

―La contrataron para matarlo.

Esa respuesta hizo que mi mano con el tenedor se congelara y mis ojos se inclinaran hacia Sarada-san quien seguía mirándome de tal forma, incluso me coqueteo. Supuse que la historia sería tan deliciosa como la cena que disfrutamos entonces.


VII

Era un viaje en tren, en los días que era el CEO de Konoha industries y los primeros días de Hanabi en los que tuvo el cargo de Sarada-san como asistente personal del magnate Uzumaki. Un viaje en tren hecho en el este olvidado de Rusia, sobre China, lejos de las fronteras armadas que tenían con estados unidos en el estrecho de Bering. 

Una vía ferroviaria olvidada, nadie la usaba. Pero se mantenía, inclusive los pocos trenes que la seguían recorriendo eran modelos antiguos pero actualizados por dentro para comunidad a la que Naruto Uzumaki se dirigía.

―Nos dirigimos a una ciudad que no aparece en el mapa Rusia, Hanabi-chan. Escucha, una vez que lleguemos no te separes de mi. No aceptes nada de lo que te ofrezcan ni hables con nadie ―eran las instrucciones que le daba a su primera asistente―. Quedate conmigo todo el tiempo, no nos quedaremos mucho tiempo. Solo unas horas hasta la partida del tren los ocho.

Eran los ocho de la mañana y estaban en pleno viaje, solo era un viaje de negocios de un solo día. Nada turistico, unicamente negocios.

―¿Exactamente porque venimos a este pueblo perdido en el lado olvidado de Rusia? ―pregunto Hanabi, logrando ocultar sus preocupaciones.

―Es un mercado que permite acceder a tecnologías no comercializadas, querida.

―¿Vamos a un mercado negro? ―pregunto.

―Los Otsusuki tienen el mayor mercado de tecnologías avanzadas y otros competidores de Konoha ―le contaba―. Un lugar ideal para conseguir ejemplares de sistemas operativos avanzados, usar algo de ingeniería inversa y replicar su programación para venderlo bajo el sello de Konoha.

La tenía sentada a su lado, mientras el otro banco de su habitación en el hotel estaba libre, la corta distancia del rostro sorprendido en Hanabi quedaba sobre la cara de Naruto. 

―No lo se… suena ilegal ―decía la castaña Hyuuga―. Es un chiste ¡Hagamoslo!

Esa respuesta fue una gran sorpresa para el magnate, esperando que la castaña tuviera una reacción muy contraria a la que acaba de ver. 

»Perdona, pero me emocionan las cosas cibernéticas ―contaba Hanabi―, mientras papá se enfocaba en ser hacer que Hinata fuera la hija perfecta y todo eso, yo buscaba aprendía por mi misma a entender los aparatos de la casa, la computadora; el televisor. Comencé a tenerle gusto por la tecnología.

―Tal vez te emociones cuando lleguemos ―exclamo Naruto―, pero no olvides ninguna de las indicaciones que te dije antes, por tu bien Hanabi-chan.

―Esta bien ―contesto. Un silencio hubo entre ambos, el tren apenas si se sacudía en el trayecto y mientras Naruto disfrutaba de la vista por la ventana, Hanabi intentaba hacer sentir el viaje pasara más rápido para ella―, son cuatro horas de viaje. Sin ningún entretenimiento… ni señal de telefonía.

―¿Te estás aburriendo? ―pregunto Naruto. Sonrió sin que le mirase, así pudo mover su brazo por encima de los hombros de su primera asistente. Para cuando sintió su brazo encima suya, la mano de cuñado pasaba por debajo de su brazo y llegaba al busto izquierdo de Hanabi―. Serán cuatro horas de viaje, puede ser un viaje largo y aburrido o puede interesante.

Ella se quedo pasmada mirando la mano de su cuñado, esta comenzó a apretar su pecho y a frotar. Sus labios formaron una extraña sonrisa que miró el rubio ahora que Hanabi decidía mirarle a la cara. Pero solo a la cuenta de veinte segundos, las perlas por ojos de su primera joven asistente se cayeron a la parte inferior de su persona, específicamente al bulto entre sus pantalones. Un pico sobresaliente de aquí mismo.

El mismo Naruto fue quien saco a relucir el bulto de sus pantalones. Como si fuera un hongo vino a resaltar toda su envergadura y hechizada por su apariencia, Hanabi hizo que su mano agarra el aparato de su cuñado, por inercia comenzó a jugar con él. 

―Parece que no será un viaje aburrido entonces ―dijo Hanabi, donde sus ojos no dejaban de mirar al empalme de Naruto Uzumaki.

Permaneciendo sentada a su izquierda, la boca de Hanabi hacia su trabajo complaciendo el aparato del rubio mientras él lo disfrutaba, su mano sobre su cabeza acomodando los mechones de cabello para hacerla sentir más cómoda.

―Que bien lo haces, Hanabi ―exclamo el magnate, sufriendo de un primerizo orgasmo dado las caricias agresivas que ejercía su cuñada gracias a su lengua.

Con una mano sostenía el pedazo de hombre que tenia Naruto, con su lengua lo disfrutaba como si fuera una paleta helada.

―Su sabor es fantástico~ ―decía la castaña―, y pensar que tendrías un pene tan bueno Naruto, ahora entiendo como es que enamoraste a mi hermana.

―Menos palabras y más chupadas ―dijo Naruto, colocando ambas manos sobre la nuca de Hanabi la forzó a tragarse su aparato hasta lo más profundo, cosa que la tomo por sorpresa hasta sentir que se quedo sin aliento por un momento. Pero cuando su cuerpo asimilo el tamaño, fue chupando su hombría como mas efectividad―. A eso me refiero, oh Hanabi eres una buena chica.

Su cuerpo empezó a contorsionarse por estar sentada al estar practicando la felación a Naruto Uzumaki. Con el poco espacio que tienen entre los asientos uno frente al otro en su habitación den el vagón. Se hizo de cunclillas Hanabi para poder practicar mas a gusto el oral a Naruto Uzumaki.

»¡Maldición, Hanabi! Estás chupando mi pene con mucha fuerza ―la voz del magnate tomo más volumen ante la ruda felación que recibía.

―No puedo evitarlo, tu pene es tan bueno. Quiero tenerlo en mi boca todo el tiempo y que drogues con el sabor de tu semen~ ―el kimono de su asistente se deslizaba de sus hombros, con su caída, sus pechos quedaban visibles pero sobre todo quedaba en evidencia que por debajo de su ropa, Hanabi no traía nada de ropa intima.  

―¡Hanabi-chan! ―Naruto se levanto de su asiento y reteniendo la boca de Hanabi con sus manos para que no expulsará su aparato, decidió follarla como si su hombría estuviera puesta en su vagina.

Enterrado profundamente, empujaba su hombría con rudeza y sin tener consideración por Hanabi. Parecía que ella yacía petrificada dejando que su garganta produjera sonidos indecentes mientras su jefe usaba su boca como juguete sexual. El ruido rebotaba en las paredes del tren en movimiento, aunque no eran tan gruesas para que los inquilinos no escucharan, tenían la suerte de que el tren estuviera carente de pasajeros. Como los vuelos internacionales de Alaska. 

La falta de aliento debía ser preocupación para Hanabi, pero su mente no podía procesar nada que no fuese el aparato de su señor intoxicando su ser. La saliva de su boca empezó a caer a cuenta gotas que mojaron la alfombra que tapizaba el piso, sus manos yacían estáticas ahora que las tenía flexionadas hacia arriba mientras su boca era hecha un desastre por Naruto Uzumaki.

―Te gusta no es así ¿Hanabi-chan? ―no apartaba sus manos de la cabeza de la castaña, ella tenia sus ojos puestos en él sin pestañear―. Si eso te gusta… ¡Esto te va a gustar más!

Hizo presión en sus manos tras la nuca de Hanabi y el rubio empujo todo su aparato hasta que los labios de su primera asistente tocaron su pelvis mientras que a través de su hombría, el fluido producido de tanta estimulación brutal se liberara en cantidades exuberantes que por fin hizo sentir a Hanabi, la falta de aliento. Su nariz la sentía cerrarse a la respiración y el cuello de su garganta sentía el deslizamiento de tan denso fluido blanco de Naruto. El sabor subía hasta su boca mientras los segundos pasaban eternos donde seguía eyaculando.

Termino, pero mantuvo su hombría profundamente enterrada en la garganta de Hanabi por unos segundos más mientras sentía que su aparato soltaba las ultimas gotas en su salida. 

»Mira eso, el blanco te queda bien en la cara Hanabi-chan ―exclamo Naruto una vez que su hombría quedo fuera, con sus manos sosteniendo el mentón de la boca abierta en su cuñada, miro con orgullo su nueva obra de arte, pero sintió que no estaba perfecta―. Quiero follarte una vez más así.

No dejo que Hanabi terminará de respirar cuando volvió a poner su aparato en boca de Hanabi, sintiendo más facilidad en introducir su hombría hasta el rincón más apretado de la garganta de su asistente.

Una vez más y su obra de arte estaba mejorada. Salvo que en la segunda vez, Hanabi no pudo aguantar el estilo de Naruto y termino sacando el aparato del rubio a mitad de una segunda eyaculación. Termino con el rostro cubierto del semen perteneciente al esposo de su cuñada y jefe. 

―¡Naruto! ―grito, cuando la lengua del rubio tenia el turno de devolver el favor a su asistente―. Sigue lamiendo, sigue lamiendo querido.~

―¿Querido? ―la estaba haciendo llegar al orgasmo, cuando salió tal palabra de su boca.

Recargada en las almohadillas de los asientos vacíos que tenían en frente, su trasero quedaba en la cara de su jefe y tan solo tuvo que hacer a un lado la falda de su kimono. Nada había debajo de ella hay que decir. En cuanto Naruto la escucho llamarle así, dejo de consentirla y con un rostro egocentrista se levanto no sin antes dar un azote al trasero.

―¿Naruto? ―dijo tras sentir el primer azote, pero luego le vino un segundo azote; más duro que le hizo soltar un gemido sucio―. ¡Haa! 

―Soy tu jefe, Hanabi, recuerda lo bien ―un tercer golpe de su mano vino a causar ruido sobre el trasero de su asistente―. ¡Pero sobre todo, recuerda que soy tu dueño!

―¡Haa! ―grito, el siguiente dolor vino a ser causado por el aparato de Naruto que incursiono en su vagina, el movimiento fue tan repentino que el gemido que salió de su boca fue puramente dolor―. No te contengas… sigue. Castiga mi irrespetuoso trasero~ ―decía Hanabi a pesar de sentir dolor todavía.

Mas que ser un castigo, se trato de una recompensa para Hanabi, sus piernas intentaban flexionarse ante los choques sin control de la pelvis de Naruto. Los fluidos previos se licuaban y se escapaban de la vagina de la castaña, su voz estaba descontrolada; gran orquesta dirigida desde el segundo circulo del infierno.

―Vamos, ya casi lo tienes… solo un poco más ―decía para si mismo, empujando su hombría con salvajismo. La garganta de la castaña se cerraba después de tanto gemir sin respeto, su aun la escuchaba cesar como perro emocionado pero ella sabía que pronto se vendría―. ¡Hanabi-chan!

Soltó todo lo que su aparato produjo y se escurrió del interior de su joven primera asistente como relleno de pan de chocolate blanco.

―¡Santa mierda… santa mierda esto es fantástico! ―logró gritar Hanabi del orgasmo, las hormonas que recorrían su cuerpo activaron las neuronas que controlan su voz―. ¡Mi interior arde y mis piernas no dejan de temblar! ¡Que fantástica sensación!~

Luego de eso, el rubio magnate volvió a tomar su asiento, poco agitado pero saludable. Poso sus ojos en la nueva edición de su arte de la mañana, donde su querida cuñada cayó de cara sobre los asientos en los que estaba recargada de manos. Sus piernas entumidas como temblorosas mantenían en alto la belleza de su creación de Naruto Uzumaki, mientras la cabeza de Hanabi estaba torcida en las almohadas de los otros asientos.

Ya solo quedando una hora de viaje, la tenia de vuelta sentada a su lado. Hanabi estaba con la ropa hecha un desastre como su cuerpo. Sus tetas expuestas, los pezones de sus senos duros y sintiendo frió también, dado la meseta rusa que atravesaban. Su cuerpo relucía de brillo ante el rastro del semen de Naruto, que su cuerpo de joven Hyuuga, fue bañada. Descansando su cabeza en el hombro derecho de su jefe mientras él miraba orgulloso de su trabajo. 

El tren llego a su destino y donde recorrían las calles de esta comunidad sin nombre, caminando del brazo de su jefe, llevando una cara enamorada con su rostro recargado en su antebrazo del señor Uzumaki, empezó a notar Hanabi que las indicaciones que le había dado su jefe era muy contradictorias.

Esta comunidad que recorrían no lucía como un páramo abandonado por Dios como en la misma región en la que se ubica, esperaba ver gente viviendo en la miseria, bandidos y malnacidos en cada metro por el recorrían. Pobres, adultos e infantes viviendo en la tierra, algunos calentándose del fuego creado en algún contenedor de basura redondo; comiendo restos de basura o de algún animal muerto. Resulta que todo era lo contrario. 

Se trata de una región viva y llena de alegría. Puestos en cada calle desde carne fresca a verduras. Accesorios de todo tipo de necesidad superficial que atender y todo tipo de tiendas. Autos recorriendo la calle, no eran vehículos de gama reciente, eran antiguos pero recorrían las calles y avenidas carentes de semáforos. 

―¿Este es el lugar? ―pregunto Hanabi sin soltar a Naruto de su brazo. Podía ver la alegría en los adultos y diversión en las caras de los más chicos, la gente vestida con decencia, los locales habitados por clientes y sin preocupaciones por seguridad―. Con las indicaciones que me diste no es el lugar que pensé que sería.

―Puede que no lo parezca, pero lo es Hanabi-chan ―dijo Naruto con los ojos pendientes por donde camina―. Ese puesto de allá vende drogas, no es una simple frutería y esa de allá. 

―¿La pescaderia? 

―Venden armas ―dijo el magnate, con temple de acero.

―Creí que dirías…

―¿Que vende órganos? No, usualmente esos lugares son donde venden dulces. Aunque también venden carne humana.

Sintió un escalofrió de terror subiendo por su espalda.

―...¿Y la tienda de video?

―Películas piratas y videojuegos igual piratas. Pero son idénticas al original ―entonces escucho a Hanabi diciendo ¿Como puede ser este lugar así?―. Hanabi-chan, acaso has notado a algún oficial o autoridad por aquí ¿Acaso has escuchado alguna sirena de ambulancia o bomberos? Esta ciudad esta regida por otra autoridad no política.

Caminaron por ocho avenidas para llegar hasta un gran edificio de estilo feudal de japón en medio de una comunidad en la meseta olvidada rusa. Lucía como el palacio de un señor feudal, Hanabi se soltó del hombro de Naruto al llegar a la ultima cuadra desde donde vio a un grupo de hombres intimidantes con ropas blancas en cantidades grandes y distribuidas cuidando la entrada.

―Es aquí ―dijo el magnate―, cuando entremos, no te distraigas con nada, Hanabi-chan.

―S-si ―sentía pavor, una mala espina tocando su espalda. Pero aun así seguía a su cuñado.

Naruto dio un paso ante los guardias tras ver que estos le detuvieron el paso por la enorme puerta de entrada, como si fueran guardias de un club o un casino; los veía así Hanabi.

―Alto allí ―los guardias cerraron el paso―. Nadie entra sin invitación.

―Tranquilos muchachos ―un hombre de cabello castaño muy oscuro paso por la puerta de entrada y recibió a Naruto―, él es amigo de nuestra querida madre. Ven, la matriarca quiere verte, Uzumaki Naruto.

Una vez que oyeron esto, notando el disgusto en sus caras estos dos guardias abrieron paso para el señor Uzumaki y su primera asistente. Ella le fue siguiendo, pero sentía todavía el gran escalofrió recorriendo su persona, Hanabi. 

Lo que por fuera era un palacio feudal, por dentro era una guarida de un grupo peligroso. Pero también se trataba de un centro de diversiones y placeres no permitidos por la ley, un bar donde en su gran mayoría eran estos hombres de ropa blanca y pálidos de su piel. Sus miradas cayeron sobre ellos ante la reconocible cara del rubio y estos no estaban contentos por verlo al parecer, Hanabi sentía terror ante las filosas miradas que caían sobre su jefe, pero este no les prestaba atención. Un casino donde las apuestas y los juegos eran permitidos había en el segundo piso. 

Dos pisos más tenían que subir y eran similares al segundo. Juegos, bebidas, drogas, mujeres y otros placeres que de ser un casino en algún otro lado del mundo seguramente ya habría estado clausurado. En el quinto piso sintiendo las miradas de todos por donde eran llevados. De entre todos estos, uno se levanto y como todos, se mostraba molesto, pero este tipo fue el único que tuvo aparentes motivos para irse contra el señor Uzumaki. 

―¿Que así él aquí? ―dijo este joven de peinado extravagante metiéndose en el camino de su hermano y haciendo cara a Naruto―. No eres bienvenido.

―Tu no decides eso Momoshiki ―exclamo el guía de estatura alta que empujo con solo su mano al miembro de su organización―. Deja de ser una molestia, madre es la que quiere verlo. Así que deja de ser una molestia y no estorbes. 

―Parece que alguien sigue molesto ―comento Naruto mirando al apartado y rechazado Momoshiki, la sonrisa en su rostro lo decía claramente.

―Tampoco lo provoques ―exclamo quien los guiaba―, ya sígueme que la matriarca te esta esperando. Un momento ―los detuvo a pesar de sus palabras―, lo olvidaba pero sabes que tu acompañante no puede pasar.

Dicho eso, Hanabi expreso su preocupación mencionando su nombre; sin embargo Naruto tuvo que tranquilizarla dado que todos en este lugar desprendían esa hostilidad.

―Quedate cerca Hanabi-chan, cualquier cosa no tomes nada ni comas nada de lo que ofrezcan ―dijo su jefe―. No tardaré, espero.

Lo miro pasar por una nueva puerta acompañado de aquel desconocido que los miembros de esta familia criminal respetaban, tanto como le temían a la líder de la empresa clandestina para la que operaban. Sola y sin nadie quien conociera, movía su persona con miedo esperando a que alguien entre tantos le hiciera algo, pero ¿que le harían? se preguntaba.

El magnate Uzumaki no tenia alguna preocupación por Hanabi. Estas personas de uniformes blancos conforman una mafia peligrosa, sin embargo incluso ellos le tienen miedo a algo. Al poder que un filántropo como Naruto Uzumaki puede convocar. Para entonces no había formado su temido cuerpo de seguridad, un cuerpo militar que era mas confiable para la gente que su misma seguridad nacional, presente en distintos países.

Un pasillo de piso de madera iluminado por tres focos amarillos donde cada paso que daba sonaba al igual que los pasos que daba su guía que no le dejaba de conducir a su destino, no hasta llegar a la puerta del final. 

Adelante. Diría su escolta para girar el picaporte sin mirar, agradeció el gesto de caballero de dicho antes de poner el primer pie dentro de entrar a la oficina de la matriarca de la familia Otsutsuki. Una mujer de unos notables cincuenta años, largo cabello blanco que llegaba hasta el suelo, lacio; sedoso y bien cuidado. Una piel pálida, totalmente blanca. Totalmente albina, esos de iris rojo contrastaban perfectamente el atractivo de su genética de un millón. Las curvas de su cuerpo no quedaban atrás, bajo ese amplio kimono que usaba esta capo de mafia japonesa asentada en el oriente de Rusia era el resultado de un extranjero entremetiéndose con una japonesa.  

Sarada nunca la conoció en persona, solo en los artículos del periódico donde ella y su organización salieron en primera plana. Eso y todo lo que Hanabi-san le llego a contar de aquel único viaje que hicieron a esta meseta rusa.

―Naruto Uzumaki, pero que gusto verlo aquí de nuevo ―dijo la matriarca de los Otsutsuki sentada en su escritorio, sirviendo un vaso de licor para si misma.

La puerta se cerró en cuanto Naruto camino cinco pasos dentro de la oficina, miro de reojo ante el chillido de la puerta cuando se cerró y sintió un nervio un sillón a la derecha de su camino para recibir visitas, sin embargo también había una silla frente a su escritorio donde la matriarca lo recibía con gusto.

―Kaguya Otsutsuki ―continuo sus pasos hasta llegar y agarrar el descanso de la silla―, dijiste que conseguiste algo interesante para mi ―tomo asiento―. Mas vale que no sea solo un timo.

Una risa poco sincera salió de boca de Kaguya antes de beber un primer trago de su vaso. Levanto de su asiento y en sus pasos, sus tacones sonaban al compás de la seducción, él detecta las intenciones de las mujeres hacia su persona, comúnmente Naruto Uzumaki, puede compartir el mismo sentimiento que las mujeres pero con Kaguya Otsutsuki, el magnate dio un paso para atrás. No le daba confianza esta mujer.

―¿Porque te traería con timos? ―pregunto, puso sus brazos bajo sus senos y los hizo resaltar. Se noto una abertura en su escote donde sus pechos hicieron acto notable. Un grosor que los ojos de Naruto no pudieron evitar ver―. ¿Dime que ganaría yo trayendo al hombre de negocios mas joven y prometedor a mi guarida?

Kaguya lo empujaba contra el segundo sofá colocado frente al primero que vio Naruto, a la par estaba pegado con el muro. No mostraba miedo ni se sentía intimidado por nada de lo que hacia la Otsutsuki para tentarlo.

―No lo se, tu dime ―le respondió ambiguo.

La sonrisa en cara de Kaguya se levanto más y esta dio un paso para atrás, sacando del lado oculto del sofá de la derecha, un maletín de metal. Sobre su escritorio, coloco el código y lo abrió para mostrar su contenido al magnate de Konoha. Lo que vio le asombro, aunque no tenia idea alguna de lo que estaba viendo.

―¿Sabes que es esto? ―pregunto primero, con el silencio como respuesta con gusto decidió explicarle―. Esto querido, son software de alta gama desechados por el ejercito ruso por falta de fondos para terminar sus proyectos. Uno es un sistema de hackeo y vigilancia militar, otro es un sistema operativo superior a todo lo hecho por los estadounidenses y como cereza de pastel, otro es una inteligencia artificial creada para interactuar con las personas, aprender de ellas y evolucionar en su entendimiento. Hecha principalmente esta hecha para estudiar a la población.

―Es broma ¿Verdad? ―era como ver el interior de un cofre lleno de oro y muchos diamantes, para Naruto―. Todo esto es demasiado bueno para ser autentico. ¿De donde lo sacaste exactamente?

―Estaban por desecharlo en una bodega militar para dejar que estas preciosas gemas se oxidaran ―contaba Kaguya―, pero mis hijos lo compraron como si fuera chatarra al tipo que fue enviado a guardarlo, parece que no sabia del valor de estas preciosuras.

Miraba Naruto ganándose un entusiasmo aterrador. Pudo agarrar uno de estas tarjetas madre y otro era tomado por Kaguya misma. Sostenida por sus dedos, levanto la tarjeta esperando ver la luz pasar por el verde de su color, pero no era un diamante en bruto; eso no significaba que fuese más precioso ni valioso que las piedras preciosas.

»De niños nos cuentan que los mayores tesoros eran enterrados por los piratas. Cofres llenos de monedas de oro y otras cosas de mucho dinero ―decía Kaguya―. Pero ahora, los diamantes no se forjan con el calor del centro de la tierra, sino esta en la tecnología y las maquinas.

No tenía palabras Naruto, no vio antes de comprar; que las palabras salidas de Kaguya fueran ciertas. No puso a prueba estas inteligencias artificiales, trago por completo las palabras de la mujer.

―Dime, cual es el precio ―entró Naruto en modo comprador. Volvió a escucharla reír, no tan discreta pero si elocuente, Kaguya.    

―Quiero el uno por ciento de tus acciones ―dijo sin vacilar.

―¡¿Que?! ―tal solicitud era una locura para Naruto. Pero la matriarca Otsutsuki no jugaba.

―Estos juguetes los he visto en acción, son eficientes, letales ―decía la albina―. Se que te harán mas rico de lo que ya eres, así que quiero el uno por ciento de las ganancias que obtengas a partir de adquirirlos.

Se sentó Kaguya sobre su escritorio mientras sus ultimas palabras salían de su boca, todo con la mirada estupefacta del rubio Uzumaki que no sabia como regatear contra esta oferta.

―¿Como sabes que tendré éxito con ellas? ―pregunto Naruto.

―Porque se a quien vendérselos querido ―exclamo―, recuerdas que le vendí a Tsunade los cartuchos de procesadores que uso para crear el famoso antivirus Amateratsu, uno de los inventos de Konoha que los tiene hecho ricos hasta ahora. Por aceptar unos cuando miles de dólares cuando puedo obtener millones.

Cruzo las piernas durante esas ultimas palabras. Los ojos del rubio lograron pasar desapercibidos cuando miro.

―Ambiciosa ―dijo Naruto―, pero. Suena como un trato justo. Podría decir que ese uno por ciento va dirigida a una caridad. Lo que haría que los impuestos de Konoha se reduzcan anualmente.

―¿Ves? Ambos ganamos ―exclamo Kaguya, rodando sus piernas para poner la otra sobre la primera.

―Pero porque venderla ―pregunto el magnate―. ¿Porque no mejor lo usas, podrías usarlo para corromper algún país?

―No soy una supervillana que vino del espacio querido ―decía Kaguya―, soy una mujer de negocios al igual que tú. Solo quiero contar billetes y ahogar en ellos. Se como hacerme rica sin ensuciar mis manos o las de mis hijos.

No supo que responder a eso, busco a donde mirar en la espera de obtener una respuesta desde el cielo ante que decisión tomar. Si la rechazaba era hombre muerto, si aceptaba, en el futuro podía ser arrestado por conspiración y vínculos con mafiosos. Pero perder la oportunidad de aumentar su rica y la de Konoha, así como aumentar su influencia y poder.

―Tu ganas, Kaguya ―dijo―, tendrás tú uno por ciento de mis bolsillos.

Extendió su mano y Kaguya se la estrecho, mas cuando estaba por tomar el maletín. La albina lo cerró, para empujarlo detrás de su trasero sentado en el escritorio.

―Ese es el pago, falta el enganche de la compra.

―¿Enganche? ―pregunto Naruto.

Los ojos de Kaguya se torcieron en un gesto coqueto, sus piernas las vino a separar teniendo al señor Uzumaki delante, donde su mano vino a recoger su falda, dejando ver lo largo de sus piernas hasta que solo vio oscuridad.

―Sabes lo que quiero.~

Había metido sus manos en los bolsillo cuando Kaguya hizo este movimiento sus ojos descendieron y no trato de disimular que las pupilas de sus bajaron despacio hasta mirar el pasadizo abierto en las piernas de la albina. 

Momoshiki, uno de los hermanos menores, el menor de todos; tenia la pierna inquieta como sus dedos no dejaban de golpear contra la mesa en su desesperación. El parpado de su ojos derecho era un terremoto que no parecía buscar detenerse mirando en dirección a la puerta que lleva ante la presencia de la gran Kaguya Otsutsuki.

―Lleva más de una hora allí dentro ―dijo Momoshiki, la rabia lo tenia poseído―. ¿Que tanto pueden estar discutiendo?

―Te puedes quedar quieto un momento ―exclamo el castaño albino de edad madura, al joven en la mesa―. Sabes bien que madre estima a Naruto Uzumaki por ser su mayor comprador.

―Esa mentira ni tu ni nadie se la cree, Hagoromo. Ella se revuelva con ese tipo, hace que todo lo que nuestro clan sea la perra mascota de Naruto Uzumaki, solo porque padre la escogió como heredera nuestra familia cree que puede hacer actos como este y quedar impune ―vino a ponerse de pie, el empuje que hizo a su silla fue resonante en todo el bar del cuarto piso―. Eso se acabo. Voy a ponerle fin a su juego.

―¡Tio Momoshiki, espera! ―grito el albino.

La conexión entre estos dos era más sanguínea de lo que podía aparentar. Hijo de un mafioso y capo poderoso de esta región rusa, extendiéndose a japón, china y otros países. Kaguya era la hija primogénita mientras que Momoshiki era el miembro mas joven de todos sus hermanos.

La tradición de su familia dictaba que solo los varones podían heredar el titulo como lideres del negocio familiar. Pero su padre decidió desafiarla y dejo que su hija mayor, Kaguya; tomará el mando. Sin embargo, Momoshiki piensa que la amistad que tiene su hermana mayor con el magnate es la causante del declive del poder que antes tuvieron. Si es que alguna vez lo tuvieron, son tan anónimos que cuando investigue sobre ellos casi no encontré noticias o carpetas de investigaciones policiales en ninguna nación. Cuenta Sarada-san que Naruto Uzumaki influyo en ocultar los cometidos que este grupo hacia.

―Eso es, sigue chupando ―decía Kaguya, con su voz distorsionada sentada sobre el magnate. Ambos desnudos y él con las tetas de la matriarca Otsutsuki en su boca. La albina agitaba las caderas con harta pasión, adoraba coger con él―. Aunque muerdas no va a salir leche.~

La diversión de Kaguya hacían que no escuchara los pasos resonantes de Momoshiki que venía a toda prisa y con una rabia que acumulo durante años. Ignorando los gritos de otros que intentaban alcanzarlo para frenarlo. De su ropa, saco un arma escondida por debajo, una pistola a la que en sus manos preparo y sin medir consecuencias irrumpió en la habitación rompiendo la puerta; el estruendo que hizo asusto a Kaguya y al señor Uzumaki.

―¡¿Pero que rayos?! ―solo lo vio y como él levanto su mano apuntando con la pistola que estaba casi por encima de la matriarca Otsutsuki―. ¡¿Momoshiki?!

―¡Perra vendida y traicionera! ―maldijo su existencia.

―¡Atrapenlo! ―gritaron y Hagoromo junto con otros miembros de la familia, lo aplastaron en el suelo donde el disparo que salió de su arma termino zumbando el oído de la gran matriarca. 

Entre forcejeos e insultos de Momoshiki, lograron arrebatarle el arma luego de que este disparase tres veces más sin prestar atención a donde estaba apuntando su arma. Dos balas atravesaron la madera del escritorio de Kaguya, la segunda dio contra el recuadro de una pintura barroca sobre su asiento. Arruinaron una obra de arte de quien sabe cuantos años.

―¡¿Que carajo que esta pasando?! ―gran susto se llevo la albina madura con este intento de asesinato en su contra, pero más enojada estaba por la interrupción de su reunión intima con Naruto Uzumaki―. ¿Momoshiki? No me sorprende que hayas echo esto, siempre tuviste envidia de que padre me escogiera a mi para estar a cargo de la familia Otsutsuki.

Desarmado y neutralizado, lo tenían de rodillas y de manos detrás de la espalda sometido por cinco de sus lacayos que con sus propias armas apuntaban contra el traidor. Tomo su ropa Kaguya, pero como una sabana, la envolvió en su cuerpo pero su piel aun quedaba expuesta en muchas partes cuando se quedo delante de su hermano menor. El señor Uzumaki se hizo de algunos pasos mas atrás, colocándose su pantalón antes de darle atención a las palabras de Momoshiki.

―¡Maldita perra! Has llevado el nombre de nuestra familia a la decadencia ―exclamo con odio, su labio inferior derecho sangraba fuerte más su rabia lo hacia ignorarlo―, eres una familia poderosa y temida, no hacíamos tratos ni alianzas con nadie… siempre se lo dije a padre, pero no me escucho. ¡Al igual que ustedes! 

La respuesta de uno de los seguidores de Kaguya fue rápida. Con la culata de un rifle semiautomático en manos, un estruendoso golpe a su quijada de Momoshiki para devolver la vista a la matriarca, pues maldijo con la vista a Hagoromo y al resto. 

―Solo eres un hablador ―dijo sin preocupaciones, Kaguya―. Impulsivo e incontrolable. Por eso padre jamás te vio derecho a una oportunidad. 

―Y tu solo eres la perra rastrera de este cabrón ―ataco a Naruto―. Si te pusiera un collar y te llevara de la correa a pesar desnuda por el parque como una perra verdadera estarías halagada.

―¡Suficiente! ―el grito de su ira fue fuerte que todo el ruido de la música viniendo a traves del pasillo que quedo con las puertas abiertas―. Ya es tiempo de que me encargue de ti ¡Hagoromo!

―Eliminen al traidor ―indico Hagoromo a sus leales y estos sacaron a Momoshiki sin dejar de torcer sus brazos.

Salieron de la habitación y el hijo mayor de la matriarca se quedo solo unos segundos más, pidiendo perdón por este suceso pero manteniendo ese temple estoico que le pertenecía. Kaguya lo disculpo sin mostrar interés por responsabilizar a nadie mas que al mismo hermano desgraciado que tuvo. Lo único que tenia en mente era seguir donde le interrumpieron.

Miro a Naruto y este sin ninguna emoción más que el miedo que le genero el evento previo. Veía a Kaguya venir a él, donde se pego a su pecho para revivir la llama que hace poco casi les extinguen.

―¿Y ahora que sigue?~  ―pregunto Kaguya esperando restaurar la pasión anterior. Su mano acariciando la mejilla del magnate, sus labios acariciaron los de Naruto tan solo unos segundos, pero pronto los separo del rubio. Parece que la flama se murió―. La pasión se murió, la estábamos pasando muy bien.

Tras una breve despedida carente de simpatía por la albina, busco a Hanabi pero no la hayo en ningún rincón del piso. No fue hasta que noto un tumulto de los blancos riendo y gozando de algo. Temiendo lo peor, que el resto de los miembros de los Otsutsuki se percataran de que su compañera era la nueva heredera de lo que quedaba de la fortuna de la familia Hyuuga. 

Atravesó el mar de los Otsutsuki con el corazón en el pecho, hasta que encontró a Hanabi siendo el centro de atención de todos ellos, los latidos desenfrenados de su corazón se controlaron al hallarla teniendo la atención de todos encantados y riendo con anecdotas y segmentos de comediantes que ella sabia replicar con el mismo encanto.

La diversión acabo cuando Naruto le dijo que ya era tiempo de irse, aunque su publico quería que les siguiera sacando carcajadas de a montón, dieron razón al Uzumaki y dejaron que su bella asistente regresase con su patrón.

Montaron el tren en el de regreso, una vez más. Eran los únicos en todo el tren incluso cuando volvían al resto del mundo. 

―¿Todo salió bien, Naruto-sama? ―pregunto Hanabi sentada junto a él, ahora que tenia el maletín en manos y abierto, la castaña miró el contenido tecnológico que se escondía dentro, mostrándose extraña pero sobre todo curiosa―. ¿Que son esas tarjetas madre y discos duros?

―El siguiente paso del monopolio de Konoha, Hanabi-chan ―decidió contar lo que Kaguya le había dicho acerca de estos dispositivos y cuales eran sus naturalezas, lo que bien podía ser aterrador, a su cuñada le parecieron emocionantes―. Con estás tecnologías bajo mi mando, seremos poderosos.

―Es tan emocionante ―dijo su cuñada y asistente―, me muero por ver todo su potencial. 

―Yo también ―Naruto cerró el maletín y tras esconderlo bajo su asiento, llevo su brazo derecho por detrás de los hombros de Hanabi―, me siento de la misma forma, Hanabi-chan.

Sintió extrañeza con el movimiento que hizo de su brazo, pero cuando su mano bajo para agarrar su pecho otra vez. Hanabi sintió el mismo tipo de emoción que su cuñado.

―Entonces, que más remedio.~

El tren estaba en movimiento pero la castaña no lo sintió cuando se puso de pie, frente al magnate abrió su kimono despacio, desarrollando la cinta primero. Abrió de par en par su vestido hasta que paso de sus hombros y lo dejo caer al piso. Los dedos de su mano izquierda deshicieron la coleta de su cabello, que vista más excitante deleitaba los ojos del magnate.

El ferrocarril no paro su viaje hasta llegar a su destino, el mismo tiempo de viaje de ida era el regreso. Aprovecharon el viaje para jugar con más entusiasmo que al venir. En el piso de su cuarto, la pelvis de Naruto estaba desenfrenada empujando su aparato, teniendo las piernas de Hanabi flexionada hacia su rostro. El aparato del señor Uzumaki se frotaba con toda intensidad que sentía pronto iba a alcanzar el clímax. 

»¡Naruto-sama, eres increíble Naruto-sama! ―gemía la castaña, la boca de Naruto estaba ocupada dejando su marca en el cuello de su persona.

Mejoraron el juego, la joven Hyuuga se puso en cuatro en el mismo piso de su parte del vagón. Donde su cuñado puso su aparato en el lugar más apretado que aun le quedaba.

―¡Naruto!… la metiste en el agujero equivocado ―grito adolorido, no le podía ver pero Hanabi trata de asimilar el dolor de ser empalada en su segundo agujero.

―Entonces porque tienes esa sonrisa ―había levantado su rostro y poniéndola cerca de su cara, la pudo ver.

El resto del viaje fue diversión salvaje y brutal, sin descanso alguno hasta que se dieron cuenta de que estaban llegando a la estación de trenes de la que cargaron para ir hasta el territorio Otsutsuki. Bajaron del tren y nadie se percato del rubio ni de su acompañante, aunque no pudieron negar que al bajar del tren, un olor que recordaba a la comida del mar venida de ellos. De Hanabi sobre todo. 

Ocurre que bajo su kimono, sus dos agujeros estaban escurriendo todavía el exceso de fluidos de hombre que Naruto libero. Así mismo su cuerpo quedo bañado en semen y solo se cubrió el cuerpo con su ropa e intento disimular las pestes con perfume. 

En su mano derecha Naruto cargaba el maletín que sus dedos no iban a perder ante nada. Su brazo izquierdo venía abrazada cual enamorada Hanabi. Dejando el rastro de su peste por el camino. 


VIII

―¡No me la creo! ―dije riendo junto con Sarada-san luego de haber acabado el platillo principal y ahora esperamos el postre―. Realmente él no perdía oportunidad. 

―Era un hombre de una pasión insaciable ―contesto―, tenía autocontrol si. Pero a la mas mínima oportunidad de hacer de las suyas con alguna de nosotras, no la dejaba ir. 

―Hace que sienta envidioso de su vida con cada relato, Sarada-san ―dije y fue cuando el mesero del que no nos interesamos por mirar a la cara vino a poner sobre nuestra mesa una enorme copa de helado para ambos.

―Cualquier hombre lo envidiaría ―dio el primer visto bueno para este helado artesanal―, cualquier mujer lo desearía de haberlo conocido en verdad.

―¿Como hizo el señor Uzumaki para que una letal asesina se volviese de su interés? ―pregunte, tomando yo la segunda cucharada de este gran helado bañado en chocolate liquido y acompañado con algunas frutas cortadas.

―No fue fácil, para ella tengo entendido ―respondió.

IX

Momoshiki había escapado, me contó mi estimada cuenta cuentos eróticos de la vida del señor Naruto Uzumaki. No se sabe si se escapo o lo ayudaron a escapar o simplemente pensaron que dejarlo vivir sería la mejor idea. Pero el miembro de Otsutsuki, Momoshiki estaba vivo y con ganas de vengarse.

En medio de los densos bosques de Rusia, inexplorados. El albino traidor se reunió con la asesina de elite, Konan. Apareció sin hacer ruido y de esta forma ella se presento ante él, más no se sorprendió ante el silencio de su aparición de Konan.

―¿Para que me has llamado, Momoshiki ? ―cuestiono Konan, fría e indiferente.

―Quiero que mates a alguien ―dijo y ella le pregunto por quien―. Quiero que mates a Naruto Uzumaki.

Le extendió un maletín a la asesina y esta miro el contenido bajo seguro. Una fuerte suma de dinero suficiente para jubilarse, sus ojos se abrieron ante tan enorme cantidad pero de forma rápida, retomo su perfil solo para venir a cerrar el maletín. 

―¿Exactamente como lo quieres que lo haga? ―el dinero lo tenía en sus manos―. ¿Quieres que parezca un accidente?

―Quiero que lo hagas sufrir ―dijo en rabia Momoshiki―. Mejor quiero que me lo traigas y yo le haré sufrir. Le arrancaré cada dedo de su mano, le arrancaré la piel cada centimetro a la vez. ¡Le arrancaré los ojos y le obligaré a comerlos! Cortaré su lengua con una pinza… lo haré sufrir viendo como hacen de su esposa y de su hija un juguete sexual para los perros, una y otra vez hasta que vomiten ellas y a su hijo... Lo cortaremos en pedazos mientras él suplica por piedad.

Estaba roto de la cabeza, el miedo fue un escalofrió que recorrió a Konan. Imaginar una tortura tan larga y despiadada, era más de lo que estaba acostumbrado a hacer.

―¿No es mejor que yo lo mate? ―pregunto Konan―. Hacer que desaparezca hará que gobiernos de distintas naciones quieran encontrarlo. 

―¿Quien es el que te esta pagando por tus servicios? ―respondió con una pregunta Momoshiki―. Ya me oíste, traelo ante mi y te daré el triple de lo que hay en ese maletín.

Tan solo imaginar dicha cantidad hizo alucinar a Konan. No tuvo que pensar mucho antes de dar una respuesta satisfactoria para Momoshiki. 

―De acuerdo, te traeré a Uzumaki Naruto.


X

Para la fecha, distintos eventos ocurrieron querido Adrian. Con el poder de esas tres inteligencias artificiales bajo su servicio, Naruto-sama decidió empezar a utilizarlas con algo sencillo, la creación de dispositivos móviles. El auge de celulares inteligentes y de pantalla táctil estaba en el mercado y dos corporaciones estaban en la cima del mundo dirigiendo el mercado. Android y IOS. Naruto-sama decidió alcanzarlos. 

Fue entonces que Hanabi-san demostró tener manos para la tecnología, logrando lo que los técnicos y desarrolladores que trabajaban para Konoha decían era imposible. Su tiempo como la asistente de Naruto-sama fue corto pero al menos siguió estando a su nivel.

El éxito del nuevo dispositivo creado por Konoha tuvo un gran impacto en la sociedad de japón y en los países donde Konoha tiene presencia. Productos de Apple y Lenovo quedaron desplazados a un lado en Asia y eso les pareció perjudicial. No obstante, el regocijo que causo a los bolsillos de las principales inversionistas de la industria fue tan grande que decidieron celebrar el triunfo de Naruto-sama con una fiesta de gala organizada por Tsunade Senju.

Su propiedad es enorme. Una mansión de tres pisos donde vive, al principio era toda para ella pero estaba sola aunque algunas veces tenia la presencia de algunos trabajadores que mantenían la limpieza de tan extenso terreno. Después conoció a Naruto-sama y después comenzó a llenar su casa con los cinco hijos que tuvieron juntos. Aunque para entonces, Tsunade no sabia que estaba por tener uno.

La fiesta era en el jardín trasero. Un servicio de banquete fue contratado y pagado por Tsunade para Naruto. Amigos y familiares formaron parte del festejo. La elegancia se respiraba en el aire, la supremacía de los mas ricos en toda su podrida pero envidiable vida estaba.

―¿Toda esta elegante fiesta es para ti, Naruto? ―pregunto Hinata-san, bailando con su esposo en una pista de baile montada sobre el césped. Rock clásico y romántico, baladas lentas para endulzar el aire―. Tsunade-san debe estar muy contenta con lo rica que la has echo.

―No solo a ella, Hinata ―contesto su esposo, donde sus manos estaban en la cintura de su mujer. 

―Debes de agradecerle por este gesto después.

―Tranquila, ella sabe que lo haré ―dijo y pudo malinterpretarse, aunque su esposa no pareció entender eso―. Al final, el hombre de negocios que soy es gracias a Tsunade.

Luego de bailar y dejar una parte de la pista para los demás, hombres de negocios, políticos de distintos niveles que veían en Naruto-sama una oportunidad de ser igual de ricos que él, pero podridos. Lo llenaban de halagos y adulaciones, por dentro lo envidiaban, deseaban tener la fortuna que él cosecho a siendo joven comparado con todos los viejos de la fiesta.

―Naruto-kun ―su esposa lo aparto de todos los lameculos llevándolo de la mano―, Naruto-kun hay alguien que quiere conocerte. 

―¿Quien me quiere conocer? ―cuando sus pies se detuvieron, sus ojos tuvieron un flechazo ante la venus de vestido rojo en diamantina brillaba con el andar bajo las luces de la fiesta, una copa en su mano con el licor color hueso burbujeando en él.

Examinarla de arriba a abajo y de vuelta fue lo que sus ojos hicieron durante solo dos segundos antes de que pareciera que lo hacía. Como dije, ella venia un vestido rojo cuyos tirantes sobre sus hombros pasaban detrás de su cuello. Su espalda estaba desnuda pero no necesito mirarle para saber esto de la peliazul de corto cabello que le decoraba una flor de origami de un tono de color similar al de su pelo, toda una seductora. Los contornos de sus notables senos grandes estaban expuestos y la curvatura de las caderas de Konan eran un imán para la vista de los hombres viniendo de una joven entre tanta carne madura. 

―Uzumaki-san, es un gusto conocerlo ―saludo la asesina a sueldo pero él no lo sabia. No solo era letal sino también era una maestra del engaño y la seducción. Naruto-sama no quito los ojos ni la sonrisa que se hizo en su cara cuando presencio su atractivo.

―¿A quien tengo el gusto de conocer? ―pregunto Naruto, donde su esposa le dejo a solas. 

―Soy una admiradora suya y también soy una periodista independiente, le molestaría si conversamos un poco en espacio más privado. Quisiera hacerle algunas preguntas para escribir mi siguiente encabezado ―necesitaba usar muchos encantos para seducirlo, su vestido hacia todo.

―Verás, no suelo hacer entrevistas a menos que sean conferencias pero ―sus ojos de Naruto volvieron a moverse en admiración por ferviente deseo que sentía por el cuerpo de Konan―. Pero por ti haré una excepción.

Entre tantos invitados, la música y la fiesta. Llevarse al invitado de honor fue tarea fácil o eso pensaría Konan. Durante su caminata, la asesina le entrego a Naruto-sama una copa de champaña como la que ella tenía, pero esta la acondiciono especialmente para él. Conversaban en su caminata hasta que lo vio por fin beberse la copa, no tuvo que esperar mucho para ver como su plan de secuestro fracasar. 

―Pasa algo Uzumaki-san, la bebida le ha caído pesado ―veía como su plan se efectuaba o eso creía ella. Cuando se acabo toda la bebida en su copa Naruto-sama miró el cristal mientras empezaba a sentirse extraño. Parecía sentirse mareado, desconcertado; débil. O así es como Konan lo veía―. ¿Acaso tiene sueño?

―No… ―dijo y la peliazul quedaría pasmada con el gas estruendoso liberado por el trasero de Naruto-sama. Que fortuna tuvo que en ese momento Konan le había llevado hasta un rincón lejano de toda la fiesta. Nadie a lo lejos sintió o escucho el gas que soltó―… parece que la comida me cayó pesado. Lo lamento pero debo atender un asunto muy urgente en este momento, discúlpeme señorita.

Inaudita quedo Konan luego de tomar la copa vacía que le regreso Naruto-sama, solo para verlo correr en la dirección por la que lo trajo. Se perdió entre la multitud y seguramente apretó el paso cuando entro en la mansión de Tsunade-san. Solo espero que no haya dejado un desastre en su inodoro. 

Sin embargo Konan quedo en ese estado durante los siguientes segundos, cuando lo perdió de vista y su mente salió del estado catatónico miró el fondo de la copa de Naruto-sama sin comprender que había salido mal. 

―No entiendo ―hablaba consigo misma―, los somníferos que coloque era suficientes como para dejarlo en coma. ¿Como rayos fue que terminaron siendo un laxante? Parece que será más difícil atraparlo.

Seria toda una travesía para ella que terminaría en un rotundo fracaso, lo que posteriormente se convertiría en su caída a manos de los encantos de Naruto-sama.

Fuera de la piscina, recostado sobre una toalla en el césped estaban ambas maduras estimulando el aparato de Naruto-sama con sus bocas, los ruidos eran indecentes y sin restricción salían a todo lo que sus pulmones les dejaban. Tsunade saboreaba la punta de la polla de su gigolo mientras llevaba un bikini verde oscuro mientras que Mei usaba un similar conjunto poco imaginativo en su color favorito lamiendo de abajo hacia arriba, con su mano brindando un masaje los testículos de Naruto-sama. Él solo tenía que observar y disfrutar.

Pronto las bocas de ambas se sincronizaron lado a lado, provocando su hombría moviéndose de arriba hacia abajo y de nuevo, la baba de ambas humecto su aparato hasta hacer fácil deslizarse por él. Konan escondida detrás de unos arbustos cuidados en el patio de Terumi miraba todo con su cuerpo ardiendo mucho más cada vez.

Entonces las vio pasar de tener sus bocas en el grueso aparato de Naruto-sama a poner sus pechos, presionaron sus tetas contra la otra con su hombría en medio y continuaron estimulando al gigolo del que eran amantes y esposas en secreto.

―¡Oh santa mierda! ―lo oyó vociferar, justo cuando Konan noto que su mano derecha estaba rozando sobre los labios de su vagina, esto hacia que la extraña sensación que ella tenía fuera más inusual―. ¡Esto es genial, si mi diera un infarto ahora moriría feliz!

―Si esto te gusta, entonces ¡Mira, sin manos! ―exclamo Tsunade.  

Su ojo izquierdo era lo único que se asomaba detrás del arbusto cuidado del jardín de la señorita Terumi, Konan. Crujía los dientes mirando a Naruto-sama recibiendo este servicio personal.

―A tenido sexo todo el día ¿Cuantas amantes tiene? ―pregunto Konan cuya voz suya solo pudo ser escuchada por ella misma. 

Consiguieron su objetivo, exprimieron las bolas de Naruto-sama en una erupción que termino bañando el escote de Tsunade y de Mei-san, incluso sus rostros quedaron salpicados a lo cual se limpiaron mutuamente lamiendo la cara y los senos de la otra. Ellas se detestan pues pelean por demostrar que una es la favorita de Naruto-sama y reina de su harem. Sobre todo querían presumir que una de ellas era la responsable por crear al gigolo seductor y mujeriego que es Naruto-sama. Honestamente ese titulo lo lleva quien menos sospechan.

En su competencia, Tsunade tomo el primer turno y puso el aparato de su gigolo amante dentro de su vagina. No tuvo contención desde el primer momento, fue con todo para exprimir el nuevo lote de semen que fabricaba Naruto-sama en sus bolas. 

―Vamos Naruto, dame todo dentro ―decía Tsunade mordiendo el dedo indice de su mano derecha, sus caderas tenían vida propia, aplastaban y se revolcaban sobre la pelvis de su gigolo.

―Si eso es lo que quieres, tienes que esforzarte Tsunade ―Mei-san había decidido subirse en la cara de Naruto-sama y dejando un camino abierto, la lengua del jefe entro en su mojada vagina, ella hacia lo mismo que la vieja Senju, restregaba su trasero sobre su rostro mientras en su propia cara de Terumi-san el orgasmo que le producía se reflejaba cual espejo.

Konan no parpadea ni se podía mover, mas allá de su mano sobre su vagina que acariciaba su tesoro con más insistencia, en tanto su otra mano se fue sobre sus pechos, uno de ellos en especifico. Pues dedos insistían en los labios de su vagina, el otro apretaba y jugaba con su pecho de forma más agresiva. De su boca, un muy translucido vapor le escapaba, aun sin embargo su rostro se miraba sereno y su expresión inamovible.

No miraba en otra dirección que fuera el trío salvaje que Naruto-sama protagonizaba. Cuando Tsunade-san consiguió darle a su vagina el trago de leche que tanto pedía y Mei-san logro expulsar todos los fluidos que el orgasmo oral que le provoco Naruto-sama, cambiaron lugares. La señorita Terumi movía azotaba su trasero con brutal pasión dejando ver a su gigolo sus redondo culo ruidoso cuando se aporreaba.

Sin embargo, apenas si le prestaba atención. Tsunade-san había venido hasta la cara de su amante esposo y sus tetas se restregaban sobre él. Decidió tratar con ellas devorándolas como el manjar que otros hombres solo podían fantasear, pues eran 105 centímetros de éxtasis para Naruto-sama. Sus manos las puso en el trasero de Senju, los dedos de su mano izquierda masturbaban la vagina de la madura mientras dos dedos de la mano derecha de Naruto-sama rasgaban el agujero de su culo. La hizo mojar y no le importó que sus dedos quedaran impregnados de sus propios jugos mezclados con los de Tsunade-san, pues también había echo mojar a Mei-san llenando su vagina de su semen.

Querían más de él, así que se coloco Terumi-san sobre la vieja Senju (aunque de vieja no aparentaba nada). Mandaron sus trajes de baño al carajo, los pechos de una quedaban aplastados por los de la otra mientras miraban a Naruto-sama esperando ver por quien le daba primero. 

―Mirá Naruto~ mi vagina esta deseando más ―dijo Tsunade-san, estando debajo y su vagina abierta se encontraba, respiraba de la desesperada emoción por sentir de nuevo a su gigolo volviéndola loca.

―Dame a mi Naruto, mi útero esta deseo que le insemines~ ―exclamo Mei-san, donde sus dos agujeros estaban expuestos y palpitando por una misma desesperación.

―Son unas malhabladas ―su mano en su hombría para mantener la temperatura―, les gusta que las castigue verdad.

Primero le dio a Mei-san y cuando la vagina de esta comenzaba a apretar cambio con Tsunade, hizo lo mismo de ida y vuelta. Las hacia rabias deseando que las haga mojar de locura pero le gustaba ver sus rostros enojados que se torcían con el placer que les provocaba. Como Konan sentía igual su cuerpo arder hasta sentir que mojaba mas allá de solo su ropa, mojaba el césped bajo sus pies.

―¡Eso es Naruto! Correte dentro, llename toda ¡Tu pene es maravilloso, no me imagino haber vivido sin conocerte! ―gritaba Tsunade recibiendo todo de su gigolo.

―Ahora dame a mi, querido. Dame tu pene a mi ―Mei hizo un puchero por ver como la prefirió a ella pero su drama fue apaciguado cuando Naruto-sama le dio la misma satisfacción tras acabar con Senju―. Eso es, has un desastre querido. ¡Llena todo mi útero!... ¡Haa!

Cuando termino su trabajo miró a dos agitadas maduras que respiraban pesadamente mientras sentían gran emoción todavía, pero también miraban el lugar que les ensucio. La semilla de su gigolo se escurría de sus agujeros en una delgada cascada que ensuciaba la toalla en la que estaban. Recuperaron el aliento y de rodillas vinieron ante Naruto-sama para poner sus lenguas una vez más sobre su hombría, hambre y lujuria incontrolable, sus labios acariciaban cada rincón sin importarles los obscenos gemidos que salían de ellas.

Se alternaban poniendo en sus bocas el pedazo de hombre de Naruto-sama, desesperándose la otra por tenerlo hasta que después de tanto consiguieron hacer que lloviera su blanca esencia sobre ambas, un estruendo de hombre salió de boca de su mutuo amante, rociando el jugo de su hombría sobre los cuerpos de Tsunade-san y la señorita Terumi.

Sus cuerpos bañados desde la cara bajando hasta sus vientres y más abajo, los senos de ambas se habían puestos duros del excitación mientras respiraban de nuevo con mucha pesadas, hacía que sus senos fueran la ventana que dejaba ver su tensa respiración de emoción. 

―Mírense, este debe ser mi mayor obra de arte ―dijo Naruto-sama, mirando las ebrias expresiones pervertidas en Tsunade y Mei-san. Sus pieles absorbían cada gota de su semen que les cubría.

―Esta es la crema que mantiene mi juventud intacta ―hablo Mei con el facial y el baño por todo su cuerpo, algo que la misma vieja Senju tuvo que dar razón a su rival.

―¡Dicen eso como si ya tuvieran suficiente, por que yo no!

Vino a ellas y las tomo de la raíz de su cabellera, las arrastro por solo medio metro rumbo a la casa de Mei-san entre risas de ellas y una que otra queja por la forma que trataba su cabello. 

―¡Naruto, del cabello! ―grito Terumi-san.

―¡Tonto, lastimas! ―vociféro la vieja Tsunade.

Dejo que se pusieran de pie mientras sonreía como tonto, Naruto-sama. Volvió a agarrar a ambas, una mano en la cintura de cada una y sorprendiéndolas con su fuerza, las levanto hasta ponerlas sobre sus hombros, lo que las puso más a gusto y les hizo ruborizar.

―Naruto, pero que fuerte~ ―exclamo la pelirroja, ruborizada y con los ojos puestos en la espalda tonificada de su gigolo esposo

―Tan ligera soy~ ―exclamo la rubia madura igual de roja de sus mejillas.

―No me hice con estos músculos para pelear si eso piensan ―comento con una sonrisa presumida.

Konan trato de moverse de su escondite ahora que los veía adentrarse a la residencia de Terumi-san. Sin embargo los perdió, pues Tsunade cerró la puerta corrediza y a toda prisa Naruto-sama se las llevo a la cama, donde el trió continuo. 

9pm Zona residencial.

Luego del tiempo de caridad con sus primeras esposas secretas. Como todo buen caballero, acompañaba a Kurenai en su camino a casa, ella que estuvo toda la tarde apartada y en silencio dentro de la residencia de su señora escuchando como lo hacían  sobre el techo de la sala y viéndolos en el jardín, era momento de recibir atención de parte de Naruto-sama.

―Que caballeroso del gran señor Uzumaki en acompañarme hasta mi casa ―dijo Kurenai, caminando lado a lado de mi señor.

―Y dejarte volver sola, no a ninguna de mis mujeres ―dicho eso, la tomo de su cintura y lo pego a él, siendo su pecho de la pelinegra de ojos por rubíes, lo primero que sintió contra su cuerpo.

―¿Dime, Aun te queda algo para mi? ―pregunto Kurenai para poner su mano sobre el pecho de Naruto y untar sus dedos sobre su cuerpo.

Konan seguía sus pasos a una distancia discreta, moviéndose entre las sombras de la noche, escuchando todo en el silencio del suburbio. Pronto vino a sentir una corazonada que le hizo a sus piernas paralizarse. Sobre todo cuando escucho unas risas discretas salir de ellos antes tomar una pausa en su camino y desviarse.

Buscaron el baño del parque publico habido en la región donde vive Kurenai. Escondida en la oscuridad, no sentían el ojo vigilante de Konan cuando la pelinegra señalo la entrada y Naruto-sama la siguió al baño de mujeres, asegurando que nadie les molestará pusieron la cadena de la que cuelga un letrero que señala que el baño esta fuera de servicio. Un hechizo simple, pero inquebrantable en japón.

Allí dentro, lo primero que hizo fue llevar a Kurenai contra la pared al final de todos los baños. Sus manos la levantaban de sus piernas mientras se deslizaban por su piel hasta adentrarse bajo su falda que empujaba, Naruto-sama. Besos atrevidos donde era dominada ella y luego sintió sus labios bajar por su cuello donde le provocaron hormigueos que llegaron hasta su región mas baja. 

―Señor Uzumaki, que atrevido~ ―a Kurenai le gustaba el juego del jefe y la secretaria, aunque ellos dos no tuvieran esa relación. 

―¿Yo atrevido? ―decía Naruto, donde su aparato que despertó tras tomar un reposo de la ultima misión, de nuevo estaba listo para atacar. Un gran bulto destacaba bajo su pantalón y había encontrado el tesoro de Kurenai, la punta rosaba su vagina y ya ella lo deseaba―. Que no habías dicho que tu esposo ya estaba en casa y que te esta esperando con tu hija.

―Que se joda mi marido, en este momento quiero que tu pene joda mi interior~ ―declaro, sus manos las había puesto detrás de la cabeza de mi señor pues su rostro lo tenía colocado entre los senos de la pelinegra y su lengua saboreaba su carne―. Quisiera llevarte a mi casa y hacerlo en la cama en la que duermo con Azuma, solo para joderlo más.

―Haré que llegues a tu casa con las piernas cansadas de trabajar.

Una ventana sin cristal estaba por encima de la cabeza de Kurenai en el baño, en el exterior del baño en el otro lado bajo la misma ventana allí se encontraba Konan escuchando todo lo que decían y hacían. 

Esa extraña sensación despertó de nuevo en ella. No lograba entender porque pero su cuerpo le pedía a gritos desesperados en atender la extraña reacción que su cuerpo sentía cada que se incrementaba cada que veía y escuchaba a Naruto-sama. Dos dedos de su mano derecha dentro de su vagina jugaban con su aparato con desesperación mientras que la mano izquierda apretaba y estrujaba sus pechos con más agresividad. 

―¡Eso, no pares. Quiero que jodas mi coño Naruto! 

―Eres una escandalosa, van a descubrirnos.

Escucho hablar a su blanco a través de esa ventana, su interior se estremeció y Konan sintió como una corriente se libero de su interior y mojaba los dedos de su vagina, su cuerpo había alcanzado un orgasmo pero fue en vano. Konan podía escucharlos todavía, ellos aun continuaban cogiendo allí, sus risas y gemidos de Kurenai eran claros. Miro la mano que experimento con su vagina, mano que quedo cubierta de sus propios fluidos y sus ojos titubeaban como si observaran sangre, no sentía pavor sino emoción que se mezclaba con desesperación.

―¿Que pasa conmigo? ―susurraba y la mano que tenia sucia de sus propios fluidos la acerco a su cara por algún impulso lamió esos mismos jugos como restos de condimentos de una bolsa de frituras. Quería más así que cuerpo volvieron a introducirse en su agujero―. ¿Porque lo deseo también? 

10pm residencia Uchiha. 

De pequeña, yo creía que la razón para que mi madre no llegara a casa y tuviera que quedarme a dormir bajo el cuidado de Kushina-san. Era porque creía que mi mamá se quedaba a deshoras en su laboratorio creando nuevas formas de curar al mundo, lo hacía, la mitad de su tiempo estaba ocupada haciendo nuevas curas pero la otra mitad se la pasaba reunida con el amante que tendríamos en común años después, en lugar de cuidarme como su hija que soy. Supongo que lo acepto luego de aceptar que mi padre no la complacía como mujer y encontró el alivio y el cariño en quien tanto rechazo.

Una habitación en este elegante hotel que mi madre solía alquilar, en ultimo piso. Hay un detalle de aquellos días de este hotel que no te he contado, querido Adrian. Este edificio albergo a muchos empleados de la torre principal de Konoha, sin embargo el ultimo piso, las habitaciones no estaban disponibles para nadie, salvo para las amantes de Naruto-sama, cada una teníamos nuestra propia habitación, cuando Naruto-sama no quería usar la habitación especial oculta en la torre. Una para cada una cuando deseábamos encontrarnos con él de forma… especial.

Llego al hotel y la recepción le recibió con gusto. Sin seguir con las preguntas de rutina la recepcionista le entrego las llaves del cuarto que siempre suele usar. Sin embargo, no era a su habitación a la que tenia que entrar.

Toco la puerta y fue recibido por una mujer muy hermosa, su piel lucía brillante, blanca como la seda; textura suave e hidratada, bañada en un perfume de rosas, un delicado aroma cítrico le acompañaba; vitamina C que yace en la estructura de sus células. Sobre su cuerpo, un corpiño negro que logra ser un imán para los instintos humanos. Transparente, su estomago hasta su ombligo se dejaba ver, tirantes delgados unidos con un moño al resto de la ropa de dormir que la doctora Haruno llevaba puesto. Sus pechos se escondían detrás de encaje del corpiño en la misma zona, bragas negras con encaje en las orillas de largo corte llevaba puesto mi madre, una sonrisa avergonzada en su cara mientras posa bajo el marco de su puerta. Es como le recibe.

―Llegas con un elegante retraso, Naruto~ ―exclamo la doctora Haruno.

―Sakura-chan ―sus mejillas se ruborizaron, las manos le temblaban de emoción al igual que sus labios, despertó el bulto en su entrepierna. Una nueva motivación se presentaba para el hueso número doscientos siete en Naruto-sama. 

Cuenta la doctora Haruno que en el momento que vio la expresión de su cara, apenas si pudo contener la risa, más en cuento lo hizo vino a tomarlo de la corbata que llevaba debajo del saco negro de ejecutivo que siempre llevaba.

―Ven aquí ―dijo mi madre entrando con él y cerrando la puerta. 

Sus risas traviesas comenzaron a escucharse del otro lado de la puerta, las cuales se callaron cuando sus labios se conectaron en una danza pagana dedicada a la inmoralidad y el placer obtenido fuera de la vida marital que los dos tenían. Hicieron de todo, jugaron a todo; si hay una especie animal con un apetito sexual impredecible e insaciable, ese es él ser humano. Pero Naruto-sama se coronaba por encima de todos, en su tiempo de vida.

No tuvieron piedad con la cama, la sacudieron hasta hacerla temblar las patas y arruinar el colchón como el mismo juego de sabanas que dentro se encontraba. Toda la habitación era su mesa de ajedrez, se movían en la dirección que querían y en el lugar que querían lo hacían. El baño bajo la lluvia de la regadera, la barra de descanso junto al mini bar. Dentro y fuera de la misma cama, en el piso mismo y contra la pared. 

Eran alrededor de los cuatro de la madrugada y el alcohol de la pasión tenía hirviendo su sangre, como también el mismo licor que descansaba en una cubeta con hielos sobre el mueble de noche junto a la cama. Mi madre y Naruto-sama tomaban un descanso entonces, las piernas de la doctora Haruno se acalambraron de tanto estar esforzándose por tener su trasero en alto. 

Trato de tomar un descanso también, en cuanto se recostó mi madre agarró su teléfono y Naruto-sama entro en pánico pero no se altero, vino a ponerse detrás de mi madre, con sus piernas envolviendo las de mi madre sentada al borde de la cama y mientras sus manos y su rostro eran curiosos con el contenido de su celular, paso sus brazos bajo el vientre de la doctora Haruno en un cariñoso abrazo, su rostro apareció sobre su hombro izquierdo. Él miraba preocupado mientras ella se lo reía en silencio con una sonrisa en el que sus ojos se cruzaron con los de Naruto-sama.

―¿Que pasa, Sakura-chan?

―Solo leo tus mensajes con Hinata ―dijo y era cierto, la pantalla del dispositivo de Naruto-sama estaba en la linea de mensajes que tiene con su esposa―. ¿Le dijiste que tenías una reunión con compradores árabes en Dubai? Eso fue hace dos días.

―Si y a Hinata le mentí entonces solo para estar ocho horas haciendo lo mismo con Tsunade ese día ―confesaba, mientras respiraba en el sudado aroma de mi madre desde su cuello, sus manos acariciaban la piel de su estomago suave y sabrosa. Ella seguía sonriendo de manera jocosa.

―Debería sentirme mal por hacerle esto a Hinata ―confeso la doctora Haruno―, tener una aventura con su esposo. ¿No debería sentirme culpable?  

―Dime Sakura-chan ¿Tu sientes culpa por engañar a Sasuke conmigo? Ya sabes, engañas a tu esposo con su mejor amigo ―pregunto luego de saborear el cuello de mi madre mientras le hablaba.

Dejo salir una risa donde sus labios no abrieron la boca pero aun así se lograba escuchar tan claramente la insinuación de su risa.

―¿Esto responde a tu pregunta?~ 

Se puso de pie solamente para dejarse caer de frente sobre Naruto-sama, beso sus labios con pasión mientras él ahora se dejaba caer sobre la cama tomando a mi madre en sus manos, un beso lento y apasionado, saboreando la lengua del otro hasta que sus cuerpos necesitaban respirar. El espíritu del deseo estaba viviendo para aun le faltaba poco para que la carne estuviera dispuesta por completo otra vez.

Tan cerca el rostro de mi madre sobre el de su amante donde una sonrisa intercambiaron, la mano de la doctora Haruno acaricio su pecho despertando el hambre otra vez en ella.

―Cuando era más joven te detestaba ―dijo a Naruto-sama―, ahora no puedo dejar de pensar en ti, Naruto. 

―¿Mas que en Sasuke? 

―No me hagas rabiar.

Paso su rabieta y mostró una sonrisa, antes de agacharse y poner el aparato de Naruto-sama en su boca para continuar con el resto de la noche.

XI

Sarada-san me contó que la asesina convertida en guardaespaldas que tuvo Uzumaki Naruto, dejo de perder tiempo y dejar escapar oportunidades a la noche siguiente, después de tantas oportunidades desperdiciadas, no iba a dejar pasar una noche más la oportunidad de atraparlo y cumplir con su contrato. Con la mentira contada a su esposa de haber estado fuera del país el día anterior por atender los negocios, su mujer decidió darle una sorpresa luego de que él la sorprendió a ella volviendo a casa temprano. 

Pretendía solamente ir a dormir con ella al mismo tiempo, darse algunos cariños y dormir, ha estado llegando hasta muy tarde a casa o no llegaba, excusando sus acciones con mentiras, todo por estar con sus amantes hasta tarde o ir a dormir con algunas o algunas de sus amantes, también.

Tenía que evitar que su esposa descubriera su forma de vida, mantener la falsa verdad de que Naruto Uzumaki es un gran empresario que todo el tiempo se la pasa metido en su trabajo. Todo por el futuro de sus hijos y de su esposa. Pero su esposa quería recompensarlo por todo ese esfuerzo falso. 

―¡¿Hinata… que traes puesto?! ―su quijada quedo abierta en felicidad cuando la vio entrar del baño de su recamara con semejante conjunto. 

―¿Te gusta Naruto-kun?~ ―su esposa había dejado su timidez hace tiempo atrás, pero en la cama. Esa tímida mujer siempre volvió―. Por la forma que me mirás supongo que te gusta. 

Un juego de lencería blanco de grandes cortes pero que a su pecho hacían resaltar de lo firmes que se veían, como los muslos carnosos de su mujer. Recostado en la cama, la vino salir del baño con esta ropa y él decidía dormir sin camisa, solo en ropa interior que se cubría con la sabana pero la tiro a un lado para moverse en la cama hacia su esposa quien venía a él con el mismo propósito.

―No importa lo que te pongas, siempre consigues verte preciosa Hinata ―cuando su esposa puso sus piernas en la cama, él la tomo de las manos la acerco a su pecho y compuso sus palabras en acciones venidas de sus labios. Un beso que duro poco pues quería que sus ojos vieran mas de la venus que descendió a su cama esta noche.

―Has estado esforzándote mucho con todo tu trabajo, mereces una recompensa por tu esfuerzo ―su esposa había puesto sus manos en el pecho de su esposo y lo empujo sobre la cama, Naruto Uzumaki estaba emocionado; aun cuando había estado interactuando con seis de sus amantes durante el resto del día, su esposa se llevaría la corona de la noche.

―¿Que haces Hinata?~ 

―Solo voy a darle un servicio especial a mi esposo.

Resbalo por el torso de su hombre y sus manos bajaron los pantaloncillos que usaba para dormir, su aparato no olía a la diversión de toda la tarde dado el baño que tomo antes de su esposa sorprenderlo. 

―Hi-Hinata ―primero tomo el aparato de su marido con su mano y lo estimulo por él, pronto entró en vigor para pasar la tarea de su mano a su boca.

Los sonidos que salían de boca de Hinata eran de naturaleza cautelosa, tal vez porque sus hijos estaban durmiendo en las otras habitaciones de la casa o por la misma naturaleza de su esposa. Su lengua le acaricia más allá de la punta, hace pasar su aparato más allá de donde solo su boca puede acariciar, pero no pierda esta cautela con los sonidos indecentes que escapan de su boca.

»Querida, que fantástica eres ―aunque era buena, prefería una naturaleza mas pervertida de esta practica cuando sus amantes se la realizaban―. Sigue así que quiero venirme en tu boca ―Hinata se detuvo.

―Querido, quiero que lo hagas en otro lado.~

tan solo logro apartarse de Naruto Uzumaki y cuando estaba por ponerse en pie para mostrarle algo, un golpe detrás de su cabeza hizo que la señor Hyuuga cayera inconsciente junto a la hombría de su esposo.

―¡¿Hinata?! ―asustado, levanto el rostro de su mujer para ver mejor como estaba, afortunadamente no tenia herida que derramará sangre de su cabeza. Su rostro aun mostraba esa emoción previa.

―Tu esposa estará bien, solo la puse a dormir ―la de una mujer que había olvidado vino a sacudir a Naruto Uzumaki, el temor en su corazón y su esposa en sus manos levanto la vista y la vio frente a él, en su propia cama.

―¿Quien eres? ―la oscuridad de la noche hacia que su figura fuera vista como una sombra para Naruto. Su densa gabardina la volvía intimidante que incluso aquella tenue risa se hizo tenebrosa.

―¿Acaso ya me olvidaste, señor Uzumaki? 

Su voz resonó en sus memorias cuando la escucho esta segunda vez, vino la imagen de esa encantadora mujer de vestido rojo de la que no pudo terminar de conocer por el incomodo grito de la naturaleza de su cuerpo.

―¿Eres la reportera de la fiesta?

―Me llamo Konan y la verdad es que he estado observando todo lo que hace durante todo el día y el día ayer también ―confeso―, pero no para escribir un reportaje acerca de su vida privada. Sino por otros propósitos señor Uzumaki.

Konan se quito su gabardina, dio un paso al frente y la luz de la luna que surcaba por la ventana cerrada de la habitación ventilada con aire acondicionado, ilumino la presencia de la asesina, quedando en ese entallado traje de cuero que carga para más flexibilidad en sus labores. 

Abrió el cierre en la parte delantera de su traje de cuero sin mangas y expuso su cuerpo al abrirse el vestido con ambas manos, enseñando a Naruto sus senos en el acto, sus pechos duros y sus pezones también, su corazón latiendo de deseo y necesidad.

―¿Porque me siento excitado? ―escaparon las palabras de su boca.

Las piernas de Konan estaba abiertas entre las piernas de Naruto, posicionada por encima de su aparato. Quito la flor de origami de su cabello y su cabello se soltó.  Flexiono sus rodillas y su vagina toco la punta del aparato del señor Uzumaki, él no hacia nada salvó dejar todo en manos de esta peligrosa mujer. Podía ver su rostro ahora por la luz de la luna, observaba la sonrisa pervertida en Konan antes de tomar con toda facilidad el aparato del señor Uzumaki en su vagina.

―¡Ouh! ―fue el sonido que escapo de su boca cuando dejo caer su cuerpo y la hombría de Naruto abarco todo su interior. 

―¡Carajo!… si que estás apretada.

Él no estaba atado ni amordazado, no hacia más que disfrutar de la vista y dejar todo en manos de esta calenturienta mujer. Las piernas de Konan temblaban tanto que era visible para Naruto, su espalda inclinada hacia adelante y sus senos, aunque de talla menor a los noventa y nueve de su esposa, deslumbraban de lo redondo que eran, pero sobre todo, lo firmes que eran; dado lo inclinado que estaba su rostro solo veía el fleco de Konan cubriendo sus ojos pero podía verla respirar por su boca, como si algo le doliera. 

»¿Oye, estás bien? ―la escucho reír mientras su boca aun cesaba de forma preocupante, una risa de exaltación al parecer viniendo de ella, la oía susurrar algo, una frase corta que repetía―. ¿Que estas diciendo? 

―Digo… ¡Digo que se siente muy bien! ―fueron las palabras que de su boca salieron en cuanto la levanto para dar la cara a Naruto Uzumaki.

Su vagina temblaba, los fluidos de esta parte de su cuerpo pronto mojaban la pelvis del magnate líder detrás de Konoha, fluidos que pudo ver con el brillo de la noche al momento de levantar las caderas deslizando de manera lenta el aparato de Naruto antes de dejar caer su trasero una vez más. 

El cuerpo de Konan comenzó a moverse en continuidad que parecía perpetua, de tener sus manos a los lados del cuerpo del señor Uzumaki, enderezo su postura y de piernas abiertas llevo sus manos a por detrás de su cabeza antes de seguir ejercitándose con la vara del rubio en una serie de sentadillas, las que iba haciendo con más intensidad con cada segundo que pasaba. 

―Hey, estas siendo muy agresiva conmigo. Vas a exprimirme muy pronto ―dijo Naruto, su aparato sentía hincharse prontamente.

―Quiero que me lo des Uzumaki Naruto ―la voz profundo de Konan mientras le miraba a los ojos, entre gotas de sudor recorriendo su frente y sus mejillas, ese entusiasmo en su cuerpo reflejo de lo caliente que estaba―. Me contrataron para atraparte y he estado vigilandote todo el día ―las palabras salían de su boca más el resto de su cuerpo estaban en otra actividad―, viendo como te la pasas todo el día cogiendo con tus zorras y eso me ha puesto así de envidiosa… quiero que me des esa leche tuya con la que las alimentas a ellas. ¡Vamos, quiero sentirlo!

―¡Si es lo que quieres… tendrás que esforzarte más! ―levanto su propia pelvis y el empuje que hizo en el momento que Konan bajo, hizo que la asesina sufriera un orgasmo instantáneo.

―¡Aguarda, no estoy acostumbrada! ―la pelvis de asesina era castigada por la hombría de su objetivo, los golpes eran constantes y la punta chocaba con la puerta de su útero―. ¡Más despacio, por favor!

―No se quien eres, Konan ―no pudo aguantar más tratando de mantenerse erguida, termino cayendo de frente sobre el señor Uzumaki, sus senos quedaron sobre su rostro así que él comenzó a jugar con ellas con sus manos y su boca―, pero voy a follar el candente cuerpo que tienes.

Su esposa seguía inconsciente en la misma cama y por más que la agitaran no despertaban ni a sus hijos en las habitaciones que los rodeaban. 

Un dedo suyo hurgaba el agujero sucio de Konan mientras ella agitaba su trasero, aporreando su pelvis en la pelvis de Naruto, la asesina miraba la mano del rubio pasando por su trasero, retorciéndose dentro de su agujero. Al mismo tiempo sus senos eran exprimidos por la boca el rubio, claro si es que había algún líquido en su mamarias pero para el magnate no era necesario que saliera leche de ellas. Afirma que la textura suave de su piel y forma redonda que tenían las hacían grandiosas para el paladar de su boca.

―¡Maldición, esto es muy bueno! ¡Siento que mi cuerpo esta quemando más allá de su vagina! ―gritaba la consciencia de Konan en el espacio de su mente mientras su cuerpo sentía estar ardiendo por todas estas experiencias. Nunca pensó en el sexo como una prioridad a su cuerpo, pero su cuerpo lo ha estado pidiendo a gritos por ella.

Su esposa inconsciente tenia una sonrisa en la cara, recostada en su lado de la cama su mente le hacia creer que todas las expresiones bocales eran producto del coito imaginario que ella y su esposo estaban teniendo. La realidad era que todos esos gemidos estaban saliendo de la boca de Konan, ella estaba recostada a lado de Hinata en el lugar de su esposo en la cama. 

Su cabello suelto se revolvía en la almohada bajo su cabeza, sus piernas flexionadas doscientos setenta grados con las manos del mismo Naruto la obligaban a mantenerse en tal ángulo mientras él empujaba su hombría con esa pasión que su esposa no conocía de él.

―¡Se siente tan bien, no pares! ―las paredes de su vagina abrazaban la hombría de Naruto y eso le gustaba a la asesina, su mano derecha jugaba con su clítoris, sus dedos sentían el calor producido por el aparato del señor Uzumaki que entraba y salía como bestia. En cuanto su mano izquierda, jugaba como acariciaba sus pechos, sobre todo la parte de su pezón―. Mi vagina arde y mis tetas se sienten vivas. ¡Todo mi cuerpo esta en llamas!

―¿Puedes ser más silenciosa? No quiero que mis hijos se levanten y vean que estoy follando a otra que no es su mamá ―sus hijos ni siquiera conocían el valor o el concepto del acto impúdico que ejercía su padre.

―No puedo evitarlo ―sus manos se congelaban, el orgasmo que recorría su cuerpo de improvisto hizo esto a sus dedos―. Mi cuerpo… mi cuerpo lo esta disfrutando. ¡Dios, el sexo jamás había sido prioridad para mi persona!

―¿Que tanto balbuceas? ―soltó una bofetada a la intrusa que se tiraba delante de su inconsciente esposa―. ¿Puedes sentir eso? ―dijo tras tomar a Konan por sus mejillas con una sola mano―. ¿Puedes sentir la punta de pene besando tu útero? Cada una las mujeres con las que cojo pone la misma cara de zorra que tu tienes ahora cuando lo sienten.

Quiso sentirlo por detrás, Konan. Se dio vuelta sobre la cama y su trasero puso a lo alto como ofrenda a mismo señor Uzumaki, así recibió una vez más, su vagina fue expandida hasta lo más profundo; la punta del aparato de Naruto empujo contra su lugar santo y eso la sentir un nuevo orgasmo.

Sin sujetarse del cuerpo de la peliazul ni de ningún otro lado, su hombría aporreaba y la orquesta sonaba, el choque de su pelvis contra el trasero redondeado de Konan imitaba el sonido de aplausos.

―¿Así te gusta, no es así perra?.

―Me encanta, esto me encanta ―decía mirando por detrás de su cabeza―, siento que algo viene. Quiero sentir tu semen inundando mi útero.

El animal que residía dentro del señor Uzumaki se libero, su hombría comenzó a chocar contra el trasero de Konan con más velocidad y el eco de aplausos dentro de su recámara fue tan escandaloso que entre sueños sus hijos escucharon esos sonidos pasando por las paredes a un volumen bajo pero molesto, como el canto de un mosquito al intentar dormir que al final solo invadían las ilusiones de sus mentes. Un mal sueño para uno, un festival donde muchos aplausos eran para la mas chica de los dos hermanos.

―¡Preparate, zorra… que aquí voy! 

Del grueso y caliente pedazo de carne con el que fue bendecido, una crema caliento la relleno de forma magistral que el rostro de Konan fue el espejo de su alma mostrando la satisfacción carnal necesitaba, a pesar de no saberlo. 

―¡Si! ―gritaba―. Se siente muy bien, puedo sentir tu semen subiendo por mi cuello uterino... ¿Cuando fue la ultima vez que sentí que el sexo fuera algo tan delicioso?

Con su vagina tan mojada, se deslizo fuera la hombría del señor Uzumaki, el trasero de Konan cayó con la gravedad y el sentir entumecidas sus piernas después de una hora de coito sin interrupciones, donde por fin su cuerpo sintió ese orgasmo que tanto le ha estado pidiendo a gritos desde antes. Sin embargo, el acto aun no terminaba para Naruto, aun faltaba cerrar con broche de oro.

―Oye, aun no hemos terminado. Falta que la chupes.

Naruto la tomo de su cintura y la hizo dar vuelta en cama, una ultima vez. Konan quedo con su cabeza pegada, lado a lado de su inconsciente esposa; una sonreía creyendo que el sueño que tenia era real, mientras que la asesina sonreía ebria de su éxtasis catártico. La peliazul vino a sentir el grueso aparato del señor Uzumaki introduciéndose por sus labios y cayendo por su garganta, antes de ser usado este lugar suyo como una segunda vagina en su cuerpo.

Su respiración se cortaba con brutalidad, el aroma similar al marisco proveniente de su hombría se le impregnaba en su garganta mientras sentía la cabeza de su aparato resbalar dentro. Los segundos solo contaron tres a cuatro minutos antes de que viniera a eyacular en la boca de Konan, esta vez sin darle aviso alguno.

―¡Mmm! ―escapo el sonido de boca de la asesina, sus ojos se hincharon y su respiración se detuvo, el semen que apareció en su garganta la axficiaba pero su sabor saladamente amargo hizo que su lengua acariciara su hombría insertada en sus fauces.

Bebió el semen sorbo a sorbo, así fue cuando decidió ir retirando poco a poco su hombría de boca de Konan, recuperando la respiración por fin. 

―Bien hecho ―exclamo, seguía duro su aparato―. Ay que darte un premio.

Aun quedaba semen en sus bolas, así que decidió dar las ultimas gotas sobre la cara de la intrusa quien lo recibió con todo gusto, pero no todo fue para Konan. Con el rostro de Hinata tan pegado, el bautismo de semen fue parejo para ambas mujeres, salvo que solo una pudo reír tras tanta emoción vivida. 

―Mira lo sucia que quedo tu cara, dejame limpiarlo por ti señora Uzumaki ―paso su lengua por la cara de Hinata devorando el blanco liquido que él rubio le tiro por error. Pero lo que a él le sorprendió fue ver que su esposa no reaccionase en ningún momento con este contacto.

―¿Que haces? ―pregunto cuando la vio levantarse y apenas poder sostenerse, Konan tenía las piernas adoloridas, pero solo fue durante una hora de encuentro―. ¿Es todo, me exprimes y te vas?

―Debo irme, tu esposa despertará dentro de poco ―dijo la asesina, quien solo tomo su ropa del piso, sin llegar a ponérsela de nuevo, solo le dio la espalda a Naruto y así le hablo―. Uzumaki Naruto, eres un hombre más interesante, mucho más de lo que cuentan los medios. 

―Konan ―llamarla por su nombre contó para que la asesina se detuviera justo cuando puso un pie en el marco de la ventana abierta―. ¿Quieres hacer negocios conmigo? Me interesan tus… “Habilidades”.

―Que tal mañana, en su oficina. Señor Uzumaki-san.~

Luego de esas palabras ella se largo, no sin antes mirarlo antes de partir. Su mirada quedo en la ventana recordando haber mirado el rastro de gotas que cayó de la vagina de Konan cuando desapareció en un salto que dio, uno muy sobre humano. 

―¿Mmm? ―pronto Konan se fue, Hinata vino a despertar―. ¿Me quede dormida?

―Hinata ¿estas bien? ―pregunto, pero sin mostrar tanta preocupación.

―¿Naruto? ¿Que sucedió? ―le contó una mentira, muy lejos de la realidad. Contó que durante el sexo oral que ella le practico, Naruto se entusiasmo con su boca, la eyaculación que tuvo fue demasiado para Hinata―. ¡¿Que, eso paso?!

―Perdona Hinata, creo que se me paso la mano.

―¡No es tu culpa! ―corrigió de inmediato su esposa―. Se supone que esta noche tu y yo… bueno… tendríamos mucho… sexo ―entró en vergüenza por la ultima palabra―, debo haberte decepcionado.

―Bueno, si tu quieres compensarme.~

Retomando el encuentro de la noche con su esposa mientras aun había sangre fluyendo a su aparato, el señor Uzumaki se montó sobre su esposa y bajo de sus labios hacia sus senos para sentir su sabor, pero no por mucho pues fue descendiendo más abajo hasta llegar a los aposentos sagrados de su esposa, donde la hizo morir de placer solo con su boca.

El resto de la noche fue mágica, no dormirían hasta restar una hora para el amanecer y aun así el levantarse fue recuperador. Sobre todo para Hinata que sentía quien quiso darle una noche especial a su esposo. 

XII

Eran las tres de la tarde, había vuelto de su comida en solitario. Escapando al tejado de su edificio en la torre de Konoha tras haber almorzado una sopa instantánea que tanto ama comer, regreso a su oficina y antes de siquiera encender el monitor escogió esperar un momento pero estirarse en su mismo asiento. 

Durante ese breve descanso, de su hora de descanso, salió de su habitación especial la misma intrusa que lo asalto la noche anterior. Ahora veía mejor su aterradora apariencia con esa gabardina negra que cubría su cuerpo, sintiendo menos miedo esta vez. Se notaba alegre Konan mientras que Naruto no mostraba ninguna expresión ni sentimiento. Y se pusieron a hablar, ella contó quien era y la razón por la que estaba detrás de su persona.

―Espera, vuelve a decir lo que has dicho ―pidió Naruto levantándose de su asiento, mientras que Konan se quedaba recargada en el borde su escritorio.

―Momoshiki me contrato para atraparlo y entregarlo a él, así como a toda tu familia. Parece que quiere vengarse de usted porque hiciste que su hermana lo expulsará del negocio familiar ―contó sin más.

Naruto guardo silencio, antes de comenzar a pensar en esta situación y sobre todo maldecir a Momoshiki por levantarse contra él y sobre todo, atentar contra su familia.

―Ese bastardo, siempre a sido un cabrón desde el primer momento que lo conocí ―la rabieta que hacia, era divertida de ver para Konan.

―Te cuento esto porque se tu puedes pagarme más por dejarte en paz, mas de lo que él me esta pagando para que te lleve ante él.

―¿Para que? Para luego envíe a alguien más ―refuto a la oferta que Konan le hizo.

―Soy una mujer de foco, cuando me dan un objetivo siempre llego a él ―respondió―. Si usted quiere, puedo ser su guarda espaldas, siempre y cuando la paga sea buena. Nunca falló en una misión.

―¿Así? ¿Entonces porque no me atrapaste y me llevaste con él, si dices ser alguien de foco? ―esa cuestión puso a temblar a la peliazul, no tuvo palabras con las que justificarse en este paradigma que ella misma se atrapo―. No creo que seas tan profesional, como dices.

―¿Quieres que te lo demuestre? ―su insulto fue más fuerte de lo que no notó.

―Ya tranquila, no lo tomes a mal ―fueron sus disculpas―, solo quiero saber tus motivos por el que decides cambiar de benefactor.

―Eso ya lo dije ―exclamo jactanciosa―, creo que usted puede ofrecerme un paga mucho mayor.

―Suena bien, suena muy bien ―volvió a su asiento, Naruto―. Realmente una mujer con tu… talento me vendría muy bien. Sobre todo lidiando con un imbécil como Momoshiki.

XII

―Disculpe que la interrumpa, Sarada-san ―detuvo en el mejor momento de su relato de la noche, su mirada se curvo ante mi grosera interrupción, no estaba a gusto con mi acto―. La historia tan cautivadora como usted, pero. Como esta historia pasada, se conecta con lo que sucedió con el atentado de Uzumaki Naruto.

―Todo a su tiempo querido, créeme cuando te digo que las dos historias están conectadas ―se puso de pie―, aunque no de la forma que quisiera que fuera así.

―No entiendo.

Una carcajada silenciosa y mientras el joven mesero traía la cuenta en silencio, donde sin ver la nota solo coloco una considerable cantidad de billetes en un fajo. Tuvo tiempo para pensar las siguientes palabras.

―La razón por la que te cuento acerca de Konan es por lo talentosa que era para eliminar a la gente que él considero una piedra en sus zapatos ―retomaba el relato general cuando caminaba hacia mi persona mientras yo seguía sentado, vino a poner su mano en mi hombre y mientras mis ojos se perdían en su atractivo maduro rostro continuo su relato―. Puedo contarte como termino la historia o… puedo contarte como termino la historia.~


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