Buchou no, mademoiselle~
El santo grial, ese artefacto de leyendas que todo el mundo conoce a pesar de nunca saber de donde viene su historia y cuando crees que la conoces, es porque no sabes realmente nada acerca de este místico artilugio. Dentro de la llamada: Guerra del santo grial. Este artefacto suele ser él quien escoge a las personas que serán protagonistas de dicho combate ritual que liderará a uno de los campeones escogidos por el mismo grial para protagonizar esta guerra.
El grial puede escoger a quien sea, mientras un puñado de magia haya viviendo en su organismo, para pelear. Desde un niño a un asesino en serie. Un perro usado en experimentos hechos por un mago desesperado, hasta a un simple estudiante de preparatoria. Incluso, podría tratarse de una simple monja de corta edad como la que Hyoudou Issei tenia en frente.
De cabello rubio y rasgos europeos, un rostro inocente como su voz, así como su misma actitud; una variación del uniforme tradicional de la iglesia católica de las mujeres que entregan sus almas y cuerpos al servicio de Dios había chocado con Issei en su camino a la escuela en un día más. Pero nunca pensó que esta hermana tendría consigo aquellos tatuajes rojos sobre la ante palma de su mano derecha. Una especie de crucifijo invertido divido en tres destacaban e Issei quien sostenía su mano, veía con asombro esto pues de tanto estar buscando para consagrar la guerra del santo grial interrumpida hace diez años, estaban apareciendo.
―Hay un sello de comando en tu mano ―dijo Issei, sosteniendo la mano de la rubia monja mientras una mueca en sonrisa miraba cual mal chiste los sellos de comando que ella tenia sobre su piel―. Luego de diez años, por fin se aparece uno.
Susurros que la monja no comprendía, mucho menos esa extraña expresión en su cara cuando noto que sus ojos estaban sobre esa marca en su mano.
―Mmm... Disculpa ―exclamo con confusión.
Logro sacar a Issei de sus pensamientos y él reacciono. Se supone que iba a ayudarla a levantarse.
―¡Lo siento mucho! es solo que... es un lindo tatuaje la que llevas en tu mano ―comento Issei, ayudando a la chica a ponerse de pie, antes de ayudarla a recoger las pertenencias de su maleta regadas por el piso.
―¿Tatuaje? ―exclamo con una ceja levantada, antes de mirar su mano y recordar ese desconocido simbolo que ahora estaba en su mano―. ¡Oh si, esto!
―Es inusual ver a una monja en esta ciudad ―comento el castaño, una vez la ayudo a poner todo en orden en su maleta, no sin antes toparse con un juego de bragas de la extranjera. Los cuales le hicieron ruborizar de emoción y perversión, antes de devolverlos y ella ocultarlos con pudor inocente―. ¿Quien eres, por cierto?
―Si ―con una sonrisa en la cara, la rubia se puso erguida mientras tenia su maleta ya acomodada de vuelta en sus manos y con una alegría en su cara dijo para ser interrumpida―, mi nombre es...
―¡Asia! ¿Donde te metiste? ―la voz de una mujer, mucho mas autoritaria como un poco arrogante se escucho por la intersección donde chocaron.
Una chica de cabello negro, largo y suelto vino. Tenia una expresión molesta a pesar de su atractivo. Ropas casuales para una chica de unos 17 o 19 años que no se dirigía a ninguna escuela, la monja la vio y se contento mas de lo que ya estaba.
―...¡Raynare-san! ―levanto su mano y la agito, ella no estaba lejos ni entre multitudes como para no ver su señal de la rubia.
―Allí estas ―se acerco tranquilamente Raynare―. Te dije que no te alejarás de mi... ¿Issei?
La mirada arrugada de la pelinegra se transformo en una sorpresiva expresión, conocía bien a quien estaba a lado de su actual protegida.
―¿Raynare? ―exclamo con tranquila sorpresa Issei cuando la reconoció―. ¿Que haces aquí?
Raynare. La ángel caído camino hasta llegar con Asia y saludar con preocupación al castaño.
―Estoy en una misión, llevo a esta monja a un cierto lugar ―señalo con despreocupación a la monja, echando su pulgar hacia atrás, delante de Asia estaba Raynare.
―Mucho gusto, soy Asia Argento, fui transferida por parte de la iglesia para unirme a una congregación en la ciudad ―exclamo con real gusto la monja, haciendo una completa reverencia ante el castaño.
―¿Aquí? ―comento dudoso, pero antes de cuestionar más sus modales no podía olvidar―. Cierto, mucho gusto, Asia-chan. Soy Hyoudou Issei, estudiante de la academia primera de Kouh.
―¿Desde cuando eres estudiante? ―pregunto Raynare incrédula de su declaración, un poco de tensión en Issei ante su comentario―. Acaso es parte de tu misión encubierta.
―Si ―una desambiguación del castaño, en una respuesta desanimada―. Em... se hace tarde, porque no mejor caminamos.
Una ángel caído de nombre Raynare de largo y lacio cabello oscuro de cuerpo en verdad seductor, del que se siente orgullosa y no le importa presumir. Una personalidad engreída con una mirada desinteresada en su rostro a quien sea que mirase sea un niño o un desahuciado pidiendo comida. Aliada de Issei que bien conocía su secreto y sabia tenerlo callado, ha venido hasta la ciudad de Kouh escoltando a una joven monja por alguna razón. Una chica por la que Issei tendría interés luego de ver esos sellos de comando sobre su mano.
Caminando en la tranquila mañana, el castaño hizo la pregunta correspondiente primeramente a su aliada de tiempo antaño... siendo exactos hace trece meses que se conocieron y desde hace un mes que no se volvían a ver.
―Dime, Asia-chan porque la iglesia te mando a esta ciudad hasta el otro lado del mundo ―pregunto de forma casual Issei, su mochila estaba colgada de su mano detrás de su hombro mientras caminaba a lado de estas dos señoritas.
―Quieren que ayude a la iglesia de esta ciudad y a sus feligreses ―comento sincera, la inocente chica, caminando entre Issei y Raynare, como si fueran escoltadas suyas.
―No sabia que esta ciudad tenia una iglesia, que yo recuerde ―exclamo el castaño, mirando hacia adelante con la pregunta en su cara.
―Yo no sabia que había personas amables en japón, desde que salimos de mi anterior iglesia, solo Raynare-san me ha estado cuidando y siendo amable todo el camino ―dijo la chica, interponiéndose en el camino del castaño, una sonrisa en su cara y detuvo el andar de Issei un momento―. Me alegra conocer a alguien tan amable como Issei-san.
Esa sonrisa, esa maldita sonrisa y casi cae hechizado Hyoudou al primer instante. Pero una voz en su cabeza le hizo reaccionar.
―Es muy adorable ―escucho la voz de Arno en su cabeza hablando con misma alegría, pero sin llegar a ser empalagoso―, no te distraigas niño, recuerda que ella es tu enemigo.
―¿Pero que dices?~ ―exclamo divertido Issei. Una respuesta para Asia como para el espíritu de su antepasado viviendo dentro suyo.
Justo pasaban por un parque en el camino de ambas partes, donde a lo lejos en lo alto de una colina, una vieja iglesia se destacaba. Su apariencia era lucubre como tenebrosa, aquella casa de Dios ha estado ausente de servicios religiosos por mucho, como para que luego de años, decidan enviar a un miembro desde lejos a un país con poca fe cristiana. Pero Asia no lo sabia, solo vio la iglesia desde lo alejado que estaban todavía y se emociono.
―Es allí, esa es la iglesia para la que fui enviada a unirme ―exclamo la monja señalando con su dedo el lejano lugar.
No pudo evitar cuestionarse Issei, su mirada interrogante cayó sobre Raynare quien solo suspiro en un intento por disimular del verdadero destino de la chica. Pero antes de poder decir algo, estando en un parque los tres escucharon el llanto de un niño muy cerca en uno de los juegos. Un mocoso se había raspado la rodilla y ante el dolor como la sangre, sus lagrimas en llanto comenzaron a arruinar la paz de la mañana.
―Niño torpe ―dijo Raynare con apatía al ver al niño, muy diferente la reacción que tuvo Asia cuando lo vio.
―¡Oh no! ―dictado por su moralidad, fue a ayudar al niño en su llanto alejándose de sus dos escoltas. El niño dejo de llorar y tan solo la tierna sonrisa de la monja lo tranquilizo un momento―. Dejame ayudarte.
Puso sus manos sobre la herida del niño y de sus palmas, un brillo verde que emanaba pureza fue sentido por Issei, un poder que Raynare vio con anterioridad de ella.
―Twilight healing, una de los sacred gears mas inusuales del mundo ―dijo con disimulada sorpresa, Issei.
―No tan inusual como la boost gear ―exclamo Raynare, su ojos se pusieron sobre Issei quien se paro a lado y ella le miro con una sonrisa levemente presumida.
―Dime, Raynare ¿Cual es la verdadera razón por la que trajiste a esta monja aquí? Esa iglesia lleva abandonada mas tiempo de lo que mis padres están divorciados ―quería aclaraciones y mas vale que se los diera.
De brazos cruzados, bajo esa mirada poco presumida de la caído mientras miraban a Asia hacer un pequeño milagro le contó la verdadera razón por estar aquí.
―Supongo que ya lo notaste en su mano, tiene un sello de comando ―dijo inicialmente Raynare, lo que diría después cambiaría la cara a Issei―. Alguien se lo dio, los sellos de comando que tiene en su mano no son naturales en Asia, le fue conferida por alguien más.
―¿Que? ¿Quien? ―fueron las preguntas que hizo el castaño apenas escucho la información.
Una ligera sonrisa de parte de Raynare a la duda en la cara del castaño, no la veían directamente, pero delante de ellos; Asia había curado al niño y ahora lo hizo reír frotando su mano sobre su cabeza.
―Parece que la guerra del santo grial de Kouh, siempre si sucederá Issei-kun ―exclamo la ángel caído con alegría con la que quiso contagiar al castaño, sin embargo él lucía palidecido.
―¡Raynare-san, Issei-san! ―volvió contenta Asia con velocidad a pesar de la corta distancia de ellos.
―Bien hecho Asia.
―Oh... ¡Si! Eso fue genial ―dijo Issei saliendo de su asombro, notando la hazaña curativa que hizo la rubia.
Solo los miro con esa radiante sonrisa Asia, antes de proponer al castaño acompañarlas hasta su destino en lo alto de la colina. Pero Raynare rechazaría por él la propuesta de la rubia.
―¿Issei-san no puede acompañarnos? ―pregunto la monja.
―Se le hace tarde para llegar a la academia, Asia. Descuida, vendrá a vernos mas tarde ―decía Raynare volviendo a ser la chica arrogante y engreída, dando un paso hacia la monja, solo para darse la vuelta para poner sus ojos sobre Issei―. Después de todo, el maestro hay alguien que quiere verte.
No dijo nombres, pero solo escuchar esta sugestión Issei tuvo una idea de quien era la persona de la que Raynare se refería. No se trataba de una persona de la que Issei quisiera ver con todo gusto.
Como la caído dijo, se la hacia tarde al castaño para ir a la escuela. Pero lo que hasta entonces fue una mañana tranquila a pesar de su falta de sueño, todo iba bien; pero ahora su cabeza comenzó se sentía una migraña que le molestaría todo el lapso y durante el resto del día escolar.
―Diez años he estado buscando indicios de las personas a las que les terminaron cayendo los sellos de comando de la guerra que debió ser ―hablaba consigo mismo Issei, su voz era un eco en su mente―. Y la primera persona que encuentro resulta ser una falsa máster.
―Niño, calmate ¿Quieres? ―escucho la voz de Arno, que se mantuvo callada hasta ahora―. Las cosas se pondrán verdaderamente interesantes de ahora en adelante.
No obstante en la academia Kouh, los alumnos estaban ingresando y quedaba poco para comenzar las clases, sin embargo mientras dicho momento llegaba en las manecillas del reloj. Las dos princesas demonio conversaban a la sombra del resto del colegio en el mismo sitio de siempre, en el balcón del segundo piso que daba frente a la entrada.
―Rias, te has enterado ―comentaba Sona mirando a los alumnos entrar y dejar sus pertenencias en los casilleros de entrada―. Parece que hay ángeles caídos en la ciudad.
―¿Que sabes al respecto, Sona? ―pregunto la carmesí junto a la presidenta del consejo, mirando el mismo panorama que su amiga.
―No esta claro, son pocos ―le informaba, mientras acomodaba sus lentes, la heredera Sitri―. Pero hay un humano entre ellos. Parece que los dirige.
―¿Un humano? ―pregunto Rias―. ¿Quien?
La respuesta de Sona fue decepcionante.
―No lo identifico, no es alguien que haya visto o del que se sepa ―exclamo―, trataré de investigar al respecto.
―Mejor dejalo en mis manos ―exclamo Rias, sus brazos pasaron por debajo de su busto, resaltando sus dotes de nacimiento. La mirada incógnita de su amiga diría todo―. Tengo a alguien a mi disposición que podría averiguar y solucionar lo que sea que esos caídos traigan entre manos.
Entonces tuvo que fingir sorpresa, Sona.
―Oh~ no me habías dicho que tienes un nuevo súbdito ―la escucho decir―, quien es.
Vino a la mente de la carmesí el momento de la noche anterior en la que Issei susurro a su oído el nombre del portador de una de las sacred gears mas extrañas del mundo sino es que la historia misma: "Sekiryuutei."
―Alguien muy especial ―respondió Rias.
Todo parecía estar tranquilo para las dos, la mirada presumida de Rias en su mezcla de alcurnia que chocaba con la actitud casi indiferente de Sona fue arruinado cuando en el aire pronto se sintió una peste. Una impregnación apestosa que era desagradable para las dos demonios.
―¿Ese aroma, quien huele así? ―el olor venia entre los estudiantes, solo un ser de magia podía sentirlo, el resto de los estudiantes no podían oler nada. Buscando entre los alumnos que entraban. Pudieron verlo, quien menos esperaban olía al aroma de un ángel caído.
―¿Issei?
―¿Issei?
Pronunciaron su nombre al mismo tiempo, lo cual hizo cruzar sus miradas. No lo sabían ni Sona o Rias, pero detrás de una de las columnas de este balcón de donde estaban, tan cerca de ellas y una estudiante espiaba la conversación que estas dos princesas del infierno tenían. Aika Kiryuu estaba reuniendo información sin ser descubierta.
―Parece que cierto rey pervertido las trae locas a las princesas demonio~ ―declaro sin ser escuchada, Kiryuu. Sin embargo ella sabia bien que fue lo que detectaron en Issei y no era su poder nato.
El día escolar había transcurrido con normalidad, con Issei prestando mínima atención a la clase mientras se sumergía en sus pensamientos mientras tenia un debate existencial con las dos entidades residiendo en su interior. Pero no engañan a nadie, los tres estaban debatiendo sandeces de forma intelectual, todo iba bien durante el transcurso del día escolar hasta que en un escape clases, Issei se encontró con la pelirroja y esta no estaba de buen humor al parecer.
En las escaleras, vino a toparse con Rias en el cambio de niveles y aprovechando que nadie estaba cerca, le confronto.
―¡No quiero que te vuelvas a acercar a esa iglesia! ―primera vez que la veía en el día y además de verla con un ceño fruncido ella le estaba regañando.
―¿Porque? ―respondió Issei, sin comprender la reacción de su contratista.
―La iglesia es enemigo natural de los demonios, si saben que te acercaste...
―Ni siquiera me acerque, solo acompañe a unas viejas conocidas a mitad de camino ―puso el castaño su mano derecha sobre su cintura mientras la confrontaba, su mirada decía que incomprendia la reacción de la carmesí y su inherente reclamo―. Además, no soy un demonio ni mucho menos soy uno de tus esclavos para seguir una orden así; dudo del hecho de que si piso una iglesia se empiece una guerra con tu gente por mi culpa. Aunque la ultima vez que entre a una iglesia un sacerdote me recibió con el disparo de una escopeta.
―...Aun así, si llegan a enterarse de que estas trabajando para mi. Lo usarán como escusa para declararle la guerra a los demonios, la mas mínima provocación podría causar un conflicto bélico ―explico Rias, su mirada firme y su postura misma, decían cual verdadera era su provocación.
―Tranquila ―sonrió con gentileza―, mataré a todos antes de que alguien diga algo, si me llegan a descubrir.
―No todo se resuelve a base de pólvora, Issei ―frunció su ceño, Rias. Ante la falta de preocupación del castaño.
―A veces sirve mejor un cuchillo.
―¡Issei deja de hacer el genial y has lo que te pido! ―esta vez se enojo.
La reacción que ella tuvo lo hizo confundirse, si la hacías enojar lo suficiente ten por sentado que te ira mal; pero aun con su temperamento Issei no se dejaría domar por ella.
―Escucha, mademoiselle ―dio un paso al frente, él también podía poner una expresión seria y mas dominante. Un paso mas y ella comenzó a dar sus pasos hacia atrás, hasta quedar contra la pared e Issei levanto su brazo, la palma de su mano fue a parar en el muro, muy próximo al rostro de Rias, donde la coloco con rudeza e hizo sudar de tensión a la princesa―. No soy uno de tu súbditos, no pretendas quiera cumplir todos tus caprichos por que así lo quieres.
Acorralada, intimidada por primera Rias levanto su mano y sentó una bofetada de lo lindo a Issei que hizo eco en el lugar donde estaban.
―¡No me levantes la voz! ―dijo después de hacer girar su cara ante el golpe que le dio.
Hubo silencio e Issei quito su mano de la pared, camino libre para Rias. Se alejo de él no sin antes llamarlo idiota en su camino hacia su salón. Todo mientras Issei solo la miraba subir por los escalones, pero a pesar de la vista trasera que tenia de la carmesí, no lo disfruto. Su mano sobre su mejilla para apaciguar el ardor que le dejo la bofetada que se gano.
Por dentro, Arno dorian vio todo. No siempre necesitaba estar dentro de la consciencia de Issei para hablar con él, como un espejismo se mostró ante el castaño al momento que bajo la mirada donde vio al encapuchado francés parado contra la pared a mitad de camino en bajada de las escaleras.
―¿Que? ―dijo Issei con enojo, estaba hablando solo.
―Vaya que eres un idiota, niño ―exclamo el asesino, bajo su capucha lo miraba con sarcasmo a pesar de sus sinceras palabras.
―Ya te dije que no pretendo ir mas allá con ella ―contesto Issei comenzando a bajar.
―¿En serio crees que comportándote de forma arrogante con mademoiselle te va a llevar por una buena relación con ella? ―le cuestiono Arno justo cuando el castaño paso delante de él y ni siquiera le miro―. Solo le das una mala impresión, ella te estima sabes.
―Lo se, pero...
―¿Pero?
―...No se como continuar ―se había detenido frente al espejismo reflejado por su mente del espíritu heroico almacenado en su mente, para hablar con él como se debía―. No quiero herirla, mas de lo que lo haré.
―No era mas fácil contarle de Raynare y su acompañante, la monja ―comento el viejo asesino muerto.
―No ―fue la solida respuesta de Issei―. Buscaré la forma de disculparme mas tarde, tampoco quiero terminar nuestro contrato tan pronto. La necesito a Rias mas de lo que ella me necesita.
Su miraba puesta hacia el suelo mientras el francés miraba con una ceja levantada bajo su capucha y el rostro avergonzado del chico le daba mucho que pensar a Arno.
―Te diré algo, dile que la amas ahora o te arrepentirás de nunca poder haberla amado. Te lo digo por experiencia ―aconsejo el maestro Dorian, antes de verlo subir las escaleras en su espejismo y disolverse en brillante arena que vino a parar hacia Issei, se interno de nuevo al espíritu de Issei.
―Tal vez se lo diga... si hay oportunidad.
No se dio cuenta, pero tal vez si. Pero Rias lo estuvo acechando desde el barandal del segundo piso donde subió, escucho con extrañeza ese debate que tuvo él consigo mismo hablandole a nada. Aunque puede que sea que supo bien que Issei estaba hablando con esa entidad que vive dentro suya que le menciono. Un remordimiento vino en ella, pero se mantuvo firme en su enojo y decidió mejor dejarlo por hoy.
El día escolar termino y Rias se encontraba en su club con los pocos miembros de su séquito durante el ocaso. Arrastrando el coraje que le produjo Issei, repartió los deberes a sus esclavos.
―Tenemos suerte, hoy hay pocas solicitudes. Koneko, Kiba. Tengan esto es para ustedes ―exclamo Rias, asignando una solicitud a cada uno de ellos sin que le cuestionaran.
Los vio marcharse en un circulo de magia de su clan en la sala y Rias quedo a solas con Akeno, la alegre señorita miro a su ama que en su cara podía ver el disgusto por alguna razón. Pero entonces entendió que algo no estaba bien.
―El turno esta tranquilo hoy, Rias ―exclamo Akeno cuando la carmesí, frente a su escritorio, se recargo contra su propia mesa. Ella cerró los ojos mientras recargaba sus manos también a los lados mientras pensaba tras responder con un simple, si. Uno muy carente de emociones―. Issei-kun no se asomo hoy.
―Bien por él ―la forma en que respondió dio mala espina a su reina.
―¿Paso algo entre ustedes? ―pregunto con delicadeza, pero entonces escogió mejor joderla un poco, en un intento por hacerla cambiar de actitud―. No me digas que ya tuvieron su primera pelea como pareja.
Con eso basto para que Rias volteara con la mirada roja contesto.
―¡No somos pareja! ―su respuesta resulto con el mismo efecto que Akeno quería que tuviese―. Es solo... no es el mismo chico del que me siento atraída. Intenta actuar muy cool pero no me agrada. Actúa como Riser, esa actitud es propia de ese tonto Phenex, él intenta mantenerse alejado de mi al parecer.
―¿Quieres averiguar que oculta?~
Una propuesta muy atrevida de parte de su reina, pero una propuesta que Rias acepto luego de pensar poco.
No obstante, en otro sitio de la ciudad; el castaño caminaba muy tranquilo buscando una dirección dejada en un papel que lo dirigió a un apartado de los suburbios, todo parecía estar normal. Nada parecía estar fuera de lugar, ni siquiera al hecho de que por encima de los tejados, las dos demonios venían siguiendo al castaño sin que él se diera cuenta. Es lo que ellas pensaban.
―Voy a entrar ―anuncio Issei cuando paso de la puerta sin llave en la dirección.
Entro en alerta cuando puso un pie dentro de la casa, algo no estaba bien y sin necesidad de que se lo dijeran pudo sentirlo.
―¡Niño! ―escucho la voz de Arno en su interior resonó.
―Lo se, por favor concedeme tu poder ―exclamo Hyoudou antes de que el poder de espíritu heroico de Arno Dorian se manifestara sobre su cuerpo.
Se convirtió en The phantom, Issei y continuo avanzando a paso cauteloso por la casa. Pasos lentos sin rechinidos sobre el piso, se acerco a la sala, donde un mana que no sentía desde hace mucho se presento.
―Tiempo sin vernos, fantasma. Diez años desde la ultima vez que nos enfrentamos ―escucho una voz juvenil, muy acorde a un estudiante de una edad similar a la de Hyoudou Issei.
Sintiendo el terror recorriendo su oído, volteo el castaño de inmediato y de la oscuridad de la sala, vino a salir una persona que Arno, mas que Issei; no veía desde su vida anterior. Primero vio su pierna, ese conjunto de ropas de piel moradas mezcladas con detalles grises y rojos, una cruz templaria en su cuello antes de que su rostro se dejara ver ante la luz de una lampara de pie encendida en la habitación.
Aun no veía su rostro pero de solo ver su vestimenta, vino a Issei un perturbador recuerdo de hace diez años. Pues la mente no guarda ningún momento, solo lo recrea a partir de momentos clave de dicho momento. Un escenario donde las llamas de un potente infierno sobre la tierra consumían todo lo que había en su paso mientras esta misma persona de ahora salía con una espada de doble filo de las llamas, intacto; camino hacia Issei con la tarea de matarlo. Un Hyoudou Issei muy pequeño.
―El cazador. El
contra guardian que caza a otros contra guardianes... ¡Shay Patric
cormac! ―El irlandes de mediados del siglo 18, el hombre que abandono
los ideales de los asesinos y adopto los ideales del temple, era un
contraguardían del mundo. Sin embargo no era el mismo―. ¿Que te paso. Te
encogiste?
―Ahora soy un pseudo servant, pedazo de imbécil ―declaro―. Este cuerpo le pertenece a mi descendiente actual, su mente y el mió están hechos uno, a diferencia de ti intento blasfemo de un demi-servant que ni siquiera puedes dejar a tu descendiente usar todo tu potencial o unirte a él por completo y tienes que tomar un control imperfecto de su cuerpo.
Una grata explicación a su apariencia. Era un chico de la edad y altura de Issei, con la ropa como las armas de Shay Cormac, sumado a todo ello su mentalidad y voz, fusionados con los de él. Con Isthar poseyendo el cuerpo de Rin Tohsaka.
―¿Tu eres la persona que Raynare dijo que quería verme? ―se puso a la defensiva Issei/Arno, llevando su mano al mango de su espada.
―No se de quien hablas, pero dudo que ese sea el nombre del loco sacerdote que esta atrás de mi ―dio un par de pasos con mucha calma, el cazador; para tocar el interruptor en la pared y con la luz encendida, pudo verse que detrás de en la oscuridad de donde Shay cormac estaba parado, tenia detrás el cuerpo de un sacerdote sobre el piso, un tipo de cabello gris y una expresión demente en su fea cara. Como una espada de luz en su mano derecha y una pistola tirada al piso, muy cerca de su cuerpo―. Este tipo trato de propasarse con la hermana así que me encargue de él.
No tenia ni idea de quien era aquel susodicho cristiano muerto en el piso sin embargo no era quien le preocupaba a Issei.
―¿Donde esta ella, donde esta Asia-chan? ―puso su mano sobre el mango de la espada que Arno le proporsionaba, Issei.
―Descuida, aun no le hecho nada ―dijo el templario sin preocuparse porque el castaño lo atacara ni parecido―. Pero a ti, en cambio. Mis ordenes fueron claras, el jefe te quiero muerto, a los tres, fantasma.
Ambos contra guardianes cruzaron sus miradas, para tener un mismo oficio; eran enemigos mutuos y por varias razones del destino. El cazador tenia las manos a los lados, listo para tomar cualquiera de sus armas en su arsenal, mientras Issei esperaba el momento en que él se moviera para desenfundar y atacar primero. Las manecillas del reloj se escuchaban en toda la habitación, esperando el momento adecuado para desatar el duelo.
―Primero te mato antes de que tu lo intentes ―declaro Issei, su ferría mirada contra el pseudoservant daba mucho que entender.
El reloj marco el minuto y fue la señal para atacar, en un veloz movimiento desenfundo Issei su espada pero no pudo ir contra el cazador. Shay Cormac, por su lado escogió tomar sus pistolas. Dos armas de fuego cortas que lleva del lado derecho detrás de su cintura, una encima de la otra. Su mano derecha tomo la pistola de abajo y en un rápido desenfunde impulso a la segunda pistola a salir al aire, donde su mano izquierda se movió y tomo la pistola restante.
―¡Mierda!
Issei tuvo su espada al frente pero no pudo ir contra el cazador, él con sus pistolas de pólvora abrio fuego discriminado contra el encapuchado azul quien sin oportunidad de acercarse, escogió evitar los disparos y rodar fuera del alcance de las balas. Pero no eran balas comunes para venir de un par de viejas pistolas, sus disparos eran rapidos y continuos, como si de una versión moderna del arma fuera así. Pero no solo eso, como si fueran balas de una misma escopeta, los impactos sobre los muebles y la pared era destrozada por los disparos así como el mismo estruendo del arma resonaba con terror en la casa.
Escogió evitar las balas, Issei. Rodó a la izquierda para cubrirse detrás de los muebles de la sala, pasando detrás de un sofá a otro con las balas por encima de él y destrozando la sala. Llego una brecha en la ráfaga de disparos del templario en la que Issei se levanto apenas las balas dejaron de volar, con la variación de la hoja oculta que Arno, la daga salió disparada hacia el cazador en un parpadeo.
Tan solo movió la cabeza unos cuantos centímetros hacia la izquierda para que la daga a toda velocidad rasgara su mejilla, la cuchilla voladora siguió su dirección y paso hacia la cortina de la puerta al patio trasero de la casa de seguridad donde estaban. Un agujero traga luz se hizo en la puerta.
―¡Carajo! ―vocifero el templario ante el roce de la daga en su mejilla.
Cambio sus armas el cazador y debajo de su manga saco una daga independiente atada a una cuerda cuyo otro extremo estaba ligado al mismo Shay. Sin oportunidad de esquivarla, la daga atraveso bajo el hombro de Issei y quedo incrustado en su cuerpo.
―¡Mierda!
―¡Eres mio, Arno! ―controlando la tensa soga, el cazador con ambas manos en la cuerda lo tomo y lo arrojo hacia la cocina primero, un golpe tan duro que rompió la barra del comedor. Sin oportunidad y con la daga incrustada en su hombro, Shay jalo de él y como si fuera una piedra lo que tenia ataca a la cuerda, hizo azotar a Issei en lado opuesto de la sala, cayendo sobre un tercer sofá, al que destrozo de un solo impacto.
―Ay... ―dijo adolorido, Issei.
Tan fuerte fue el golpe, que la rara fusión de Arno con Issei se difuso, quedo unicamente Hyoudou en su ropa estudiantil tendido y la daga aun insertada en su brazo. Sin poder moverse, vio venir al llamado: cazador. Muy tranquilo y delante de él, jalo la cuerda y arranco la daga de su cuerpo.
―Me decepcionas, fantasma. Pero la verdad es lo que esperaba, no puedes liberar todo tu poder por el contenedor al que estas atado, me hubieras dado una pelea mas digna de tu titulo como contraguardian ―decía Shay en su nuevo cuerpo―, a diferencia de ti, alaya me dio la autoridad para matar a todo contraguardian que rompiese las reglas y tu eres el caso. La guerra del santo grial de Kouh, no puede ocurrir. El santo grial no fue hecho para que los vivos jugasen por él ni mucho menos para que intenten cumplir sus banales deseos.
―...Viejo. Desgraciado... ¡tu no entiendes porque necesito hacer este ritual que interrumpiste hace años! ―intento ponerse de pie, Issei. Pero solo alcanzo a estar de rodillas.
―Claro que lo entiendo, pero hay una manera mas fácil para acabar con tu sufrimiento ―con la muerte reflejada en sus ojos, Cormac saco su sable cual espada de damocles pendida sobre Issei, listo para dejarla caer―. Incluso si esta patraña de guerra del santo grial ocurriera, no tendrías mínima oportunidad de ganar, Issei. Tu destino es fracasar, Issei. He visto el caos que has hecho de aquí a allá intentando llamar la atención del jefe, los dos creen que se ganan el permiso de Alaya para que su tonta competencia ocurra pero no es así. Te esta usando Hyoudou Issei, no confíes. Esta guerra solo es una artimaña suya.
―Solo quiero morir ―débil, exclamo Issei. No debilitado por las balas, sino su propia autoestima.
―Entonces, déjame salvarte.
Levanto su espada y cuando estuvo a nada de asestar el golpe fatal decidió salir de su escondite. Con lagrimas en los ojos, Asia vino a aparecer e interponerse en el camino del templario entre él e Issei.
―¡Por favor, no lo haga! ―grito Asia, sus manos extendidas a los lados mientras el castaño levanto la mirada en sorpresa de ser salvado por esta chica.
―¿Asia?
Sorpresa, que incluso fue para Shay.
―Niña, te dije que te mantuvieras en tu habitación y no salieras ―dijo sin sentimientos el cazador.
―¡Por favor, señor cazador. No mate a Issei-san, mi amigo! ―grito con todo su corazón, una declaración que hizo levantar la ceja a Shay―. Es mi primer amigo en japón.
―Niña, este mocoso es el criminal mas buscando incluso entre los muertos ―dijo Shay―. Tu amigo, es el criminal al que el mundo llama: The phantom.
Incluso una monja joven como Asia reconoce ese apodo, sus ojos se abrieron en alto y su ser comenzó a temblar. Detrás suya, Issei solo podía mirar con enojo al cazador delante de la monja, incluso temió de que ella decidiera quitarse de en medio, pero esa opción era mejor. No quería daños colaterales en esta pelea.
―Incluso si así lo es... Issei-san es buena persona, aun si ha cometido muchos crímenes, merece un juicio digno ―exclamo Asia, su puso mas firme que antes y borro esa cara de sorpresa mezclada con temor, con una de valor.
―Él ya fue juzgado, yo soy su verdugo ―exclamo Shay, de haber retirado su espada volvio a levantar, listo para atacar a Asia.
―¡Asia!
Ante esto, armándose de valor. Issei tomo a Asia de su cintura y se arrojo con ella al suelo antes de que la espada del templario bajara hacia ella, la salvo con éxito pero no los tenia puesto a salvo del todo.
―¿Uh? ―una luz rojo, un vortice rojo se manifestó al fondo de la sala mas allá de ellos tres y de aquel portal, vinieron apareciendo Rias con su grupo listos para asistir a Issei―. ¿Mademoiselle?
No le hizo caso al castaño y ella al frente de su séquito, encaro al cazador, sin valorar del todo su talento.
―No se quien seas, pero esta ciudad es territorio del clan Gremory y no permitimos que otros vengan y hagan lo que quieran ―declaro Rias.
Kiba y Koneko dieron un paso al frente listos para enfrentar al cazador, sin entender que él era superior en fuerza y talento a ellos dos. Pero sabiendo que esto terminaria en una masacre. Shay bajo su espada, cuando una lanza de luz, vino a manifestarse detrás de su cuello, un arma creada por las manos de Raynare, la caído apareció toda polvorienta detrás del templario, listo para matarlo.
―Hijo de puta, te atreviste a encerrarme en el sotano ―declaro Raynare, la había dejado atada y sellada de sus manos por un buen rato.
Nadie la cantidad de cucarachas que aparecieron, dejo enfundada todas su armas y dio un paso atrás, lejos de Issei y de los seres sobrenaturales en la habitación.
―Ya, ya. Tranquilos ―levanto las manos mientras miraba con falsa preocupación a todos estos―. Así que este ha sido su plan. Igual cumpliré mi misión otro día.
Se acerco a la puerta del patio trasero y abrió la cortina como la puerta corrediza antes de poner un pie fuera de la casa se detuvo ante el sol del atardecer, con mucha calma miro hacia atrás y dijo.
―Una cosa, Arno ―repentinamente se dio la vuelta y desenfundo una tercera pistola oculta la frente de su ropa, un rápido giro del cazador y su pistola vino a apuntar a la monja.
―¡Asia! ―Raynare trato de interponerse entre la bala y la monja mientras que Asia se quedo inmovil.
Sin embargo, ella no era el verdadero objetivo de Shay no era ella, un veloz paneo y direcciono su pistola hacia la heredera del clan Gremory.
―¡Rias! ―gritaron sus subditos antes de intentar atacar a este sujeto.
La carmesí creo un escudo usando el emblema de su familia, pero las balas del cazador podían atravesar este bloqueo, sabiendo eso. Issei empujo a Rias con fuerza y la quito del camino de la bala disparada cuando el dedo en el gatillo, se acciono.
¡Bang!
Un solo disparo y lo siguiente que vio Rias era una gran manifestación de sangre manchando su cara e Issei termino cayendo hacia atrás, impulsado por el potente disparo de tan antigua arma.
―¿Issei? ―quedo perpleja cuando un mar de sangre se derramo en piso hacia ella, así mismo la sangre del castaño mancho su rostro.
Todos quedaron perplejos, inmóviles ante el suceso. Incluso Akeno que no confiaba en él quedo paralizada cuando miro al rey pervertido desangrándose en el piso.
―A ver si eso te obliga a salir del chico, Arno. Si tu máster muere, será mas fácil matarte ―fueron las ultimas palabras de Shay antes de desvanecerse fuera de la vista de todos.
Una
monja, un cuervo llegaron a la ciudad y un cazador venia detrás de
ellas. porque seguirlas le llevaría con el fantasma que ha estado
persiguiendo todo este tiempo esta en la ciudad.
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