Weeken work
Era otro día de la semana, otro día que levantarse temprano luego de desvelarse. Otro día en el que Sarada Uchiha tenía que presentarse a trabajar. Para tener la suerte de trabajar en una de las empresas de mas renombre no solo en su nación, sino también en el mundo, bajo mando directo del actual dueño de la empresa “Shippuden”. Naruto Uzumaki.
La pelinegra joven de veinte años se subía al ascensor lleno de otros oficinistas llenando el pequeño espacio para subir, aunque muchos se mostraban neutrales o contentos por comenzar un nuevo día de trabajo en la empresa de mejor paga y tratos laborales mas que justos. Sarada tenia una expresión de molestia en su cara.
—Aquí estoy, un día más en la empresa Shippuden como asistente general de ese hombre —contaba la joven Sarada desde sus pensamientos con una carpeta entre sus brazos mientras vestía como toda una oficinista, con falda negra, una blusa blanca de botones, cuyo conjunto de ropa hacían que su figura se resaltara más.
—Naruto-sama pudo adelantar mis vacaciones —decía uno de las mujeres que trabajaban en las oficionas.
—A mí me dio el aumento que quería —contó otro hombre a sus espaldas a sus compañeros de cubículo antes de bajar en el sexto piso.
—Si claro —seguía hablando desde sus pensamientos Sarada con esa expresión de molestia mientras acomodaba sus lentes—, todos obtienen lo que quieren, ascensos, vacaciones, aumentos. Cambios de puestos. Piensan en el como si fuera alguien generoso y humilde, lo adoran como un dios.
Poco a poco, Sarada fue quedando sola mientras subía hasta el ultimo piso de los mas de 110 pisos que componían el rascacielos desde donde dirigía el rubio a toda su empresa.
—Pero no conocen su verdadera forma. Las mujeres lo quieren por ser amable y caballeroso con ellas, los hombres ríen con él porque se comporta como si fuera un amigo más. Cuando menos lo esperan, las mujeres que trabajan aquí se vuelve sus amantes, y las esposas de los hombres que trabajan aquí también —llego al piso final, cuando las puertas del ascensor se abrieron, Sarada salió del ascensor y camino a prisa, todavía con dicha expresión en el rostro hasta el lugar de la secretaria de su jefe.
—Sarada, llegas tarde otra vez —dijo la secretaria de Naruto, Shizune; cuya mesa estaba a las puertas de las oficinas del rubio, su actitud relajada mientras bebía una taza de café de una estación de servicio decía lo gustosa que estaba con el trabajo que tenia.
—Buenos días a ti también, Shizune —exclamo continuando con su actitud, la pelinegra.
—Lo haces a propósito ¿no es así? Hacer enojar al jefe —es una Shizune distinta al que se pensaba.
—No se de que hablas —respondió molesta.
—Di lo que quieras, pero solo eres otra más.~
—Mejor guarda silencio o te haré daño vieja —levanto su mano en señal de amenaza.
Dejo de discutir con Sarada y fue hacia la puerta que abría a la oficina de Naruto. ¿Que esperabas que hubiera detrás de esa enorme puerta de madera pulida? Una oficina respetable de un empresario millonario. Lo que había detrás de esas puertas no era un oficina, era una habitación… mas que eso, era un salón de fiestas, no cualquier tipo, fiestas sexuales.
Abrió la puerta y Sarada encontró a su jefe teniendo sexo con una de sus muchas amantes en la habitación. Todos desnudos, el rubio embestía a nadie mas ni menos que a Hanabi Hyuuga, la cuñada del rubio a quien la follaba como si fuera un animal, haciendo gemir a la chica de ojos de perla como si fuera una callejera. Todo mientras otras amantes del rubio lo miraban como si fuera un adonis, deseando ser las siguientes por tener su pene. Unas para mantenerse activas en el calor, cometían actos lésbicos o acariciaban sus vaginas a ojos del rubio mostrando sus deseos por siguieran ellas.
—Ya estoy aquí, Naruto-sama… —dijo la pelinegra mas fue ignorada, el rubio seguía dandole duro a su amante, entonces siguió mal hablando de su jefe desde sus pensamientos—, este es el verdadero Naruto Uzumaki, creo que ni su esposa lo conoce como es realmente. Es un mujeriego, un machista, solo piensa en estar follando con la primera mujer que se cruza en su camino, estoy a solas un momento con él y no duda en acosarme sexualmente. Es tan despreciable —entonces Naruto se corrió dentro de Hanabi causando que gimiera con todo sus pulmones, la dejo agotada y le dio una nalgada antes de bajar de ella y la cama para dirigirse hacia Sarada—, es tan maligno, es tan… guapo, tan varonil~ con solo ver sus ojos hermosos azules siento que me esta desnudando.~
—Vaya llegas tarde Sarada-chan, cinco minutos tarde —decía Naruto, sin sentir pudor estando desnudo delante de la pelinegra y con su erección casi tocando la ropa de la chica—, sabes que significa eso.
De pronto la actitud de la chica cambio, paso de estar malhumorada a ser una gatita en celo, su vagina se mojo y sus piernas empezaron a temblar, sus ojos se pintaron corazones y su voz cesaba. Todo mientras el rubio acariciaba desde su mentón.
—Perdón Naruto-sama.
—Sabes cual es castigo correspondiente.~
—Naruto-sama, por favor haga de Sarada su juguete sexual también hoy, amo.~
Dicho eso, Naruto procedió a convertir a Sarada en otra de sus sumisas amantes que lo idolatraban casi como si el rubio fuese un dios, un dios con un apetito sexual insaciable. Metida en esa cama en lo que debía ser su oficina común y corriente, Sarada yacía desnuda en sobre el colchón, con su cuerpo sobre la cama mostrando su desarrollado cuerpo, que superaba algunas expectativas para una mujer de su edad; era su vagina machacada por el pene de Uzumaki, la pelvis del rubio golpeaba contra el trasero de manzana con fuerza.
—¡Haaa!~ Naruto-sama, su pene es magnifico~ —decía la pelinegra mientras su rostro hacia una expresión indecente, mordía una almohada en un intento de no perder la cabeza por el sexo intenso—, esta destrozando mi vagina con tanto entusiasmo… ¡Naruto-sama haga un desastre en mi interior, hágame su perra también hoy!
—Tonta —tomo a Sarada de su cabello y jalo de ella hacia atrás para que le mirase—, ya eres mi perra, estúpida. Recuerda que eres mía, tu cuerpo me pertenece solo a mi.
Le dio un beso mas que lascivo, un beso pervertido antes de seguir moviendo sus caderas como un animal en celo.
—Si~ ¡soy la puta de Naruto-sama, soy su vagina personal entrenada para ser satisfacer sus necesidades cuando usted lo pida, amo!~
Grito Sarada mientras su mente era destrozada desde su vagina.
—Esta es la realidad de la empresa Shippuden —volvía a contar Sarada mientras era usada como un tiradero de semen, propiedad del rubio—, Naruto Uzumaki, el querido jefe de nuestra empresa es también dueño de un harem secreto que nos usa para satisfacer sus deseos, y nos gusta serlo.~
Seria Sarada quien contaría la peculiar historia detrás del querido jefe empresarial y dueño de la compañía.
—Ante los empleados y para el mundo, soy la asistente general de Naruto Uzumaki —contaba Sarada desde sus pensamientos—, pero en realidad soy su amante, pero no soy la única. Es un hombre casado, tiene dos hijos; y tan solo su esposa es una belleza. Pero supongo que ella no le complace del todo como para estar conforme con ella.
Una fotografía de la familia Uzumaki-Hyuuga donde se veía al rubio vestido formalmente con Hinata, vistiendo elegante y recatada, sus dos hijos igual de formales, Himawari una pequeña ángel y luego esta Boruto, el pequeño demonio. Y un fósforo encendido en una de las esquinas de la fotografía para quemar la imagen en una metáfora de lo quemado que esta su matrimonio pero ni siquiera su esposa lo sabe, o sus hijos. O incluso el mismo Naruto.
En cambio total de escenario, Naruto caminaba por los largos pasillos del edificio con todas esas mujeres que eran el circulo personal de secretarias, asistentes y demás que no se despegaban de él.
—Hanabi Hyuuga, asistente adjunta de Naruto y cuñada de mi mismo jefe —contaba Sarada.
La castaña Hyuuga usando claramente ropa japonesa, entregaba una carpeta al rubio en su escritorio, una segunda habitación, fachada hecha para esconder la verdadera oficina de Naruto.
—Aquí está el archivo que solicito, jefe —exclamo Hanabi con tono coqueto en su voz, inclinando su cuerpo estando a la derecha del rubio, para presumir su busto (cual no era tan grande), sin embargo quien tenga sentido del gusto, sabe reconocer una belleza cuando la tiene delante.
—Buen trabajo, Hanabi-chan —respondió el rubio, abrió la carpeta y examino los números.
—Ahora, jefe —llamo la atención del rubio una vez más—. ¿Cuál es mi siguiente tarea?~
Cinco minutos después. Hanabi yacía debajo del escritorio del rubio, la cara de Naruto decía cuanto disfrutaba de la mamada que su cuñada le hacia bajo el mueble de madera desde donde dirigía a su compañía.
—Hanabi Hyuuga, es también una de las amantes de Naruto-sama —siguió contando Sarada.
Sin embargo en la habitación igualmente se encontraba dos mujeres más que eran igual de apegadas al rubio de ojos azules.
—Jefe, su reunión de las doce —Mabui, una mujer de piel morena y cabello gris amarrado con ropa cual mujer oficinista trabajaba.
—El señor Mongomery se molestará si se reúne tarde con él de nuevo —la otra mujer a lado de Mabui era la secretaria de lugar de Uzumaki, Shizune.
—Mabui y Shizune, amantes también de nuestro querido jefe —continuo hablando Sarada.
—¿Porque debería? El trabaja para mi después de todo —contesto el rubio, justo cuando él recibía la gratificación oral de Hanabi con ellas sabiendo lo que pasaba—, o será que también quieren un trabajo extra.~
Las vaginas de ambas mujeres picaba de envidia. Recibieron lo que querían, usando el escritorio de madera, Naruto puso a Mabui sobre la mesa y puso su polla en la vagina de la mujer; gimiendo sin reprimirse, disfrutaba de la salvaje verga de su jefe mientras Hanabi y Shizune, tomaban al rubio una desde cada brazo moviendo sus caderas en señal de que estaban ansiosas por ser las siguientes en ser tratadas como perras por Naruto.
—¡Naruto-sama, Naruto-sama!~ —gritaba de orgasmo la morena sintiendo su vagina derretirse.
—Pero la lista de amantes de acaba aquí.
La lista que tenia contemplada Sarada aun no acababa.
—Samui, la guarda espaldas personal de Naruto —una rubia de grandes pechos que siempre en las ropas que usaba, una abertura en su ropa para dejar respirar a su par, era de quien contaba la Uchiha de lentes.
—Konan, la asesina personal de mi querido jefe —contaba Sarada—, si una asesina personal. Naruto-sama no siempre vence a sus rivales empresariales de la manera justa.
De noche, en esa misma fachada de su oficina, tras decirle a su esposa que se quedaba hasta tarde para terminar con unos trabajos pendientes, en realidad se quedo para recibir a sus dos mujeres mas letales con los honores correspondientes.
—Buen trabajo, Konan, Samui —dijo Naruto con una expresión complacida.
Konan, una peliazul de aspecto gotico con un vestido que dejaba ver que no traía sostén por los cortes a los lados, siempre cargaba largas faldas y un abanico rojo en sus manos cubiertas por guantes.
—Hay algún trabajo más que quiera que hagamos esta noche, jefe —exclamo Samui fría como siempre.
—Algo que pueda tomarse como parte de nuestra, generosa recompensa —a completo, con leve tono de doble sentido dicho por Konan luego cubrir su boca con su abanico.
Una sonrisa por parte de Naruto y poco después las llevo a su verdadera oficina, luego de unas copas de alcohol, el rubio tenía montando su pene a Samui quien no podía parar de subir y bajar sus caderas con entusiasmo.
—Su pene es tan fantástico, jefe~ —gemía la rubia de corto peinado dejando a su cuerpo moverse sin pudor.
Konan por su lado, tenia su vagina sobre la boca del rubio, donde no podía dejar de frotarle su coño mojado mientras la lengua del hombre la hacia mojarse una y otra vez.
—Tu lengua es magnifica, Naruto~ mi vagina se siente en el cielo del placer —estaba igual de desnuda Konan mientras seguía moviéndose encima del rubio.
—Luego esta Kushina —continuaba la lista anotada de Sarada—, una mujer de cabello rojo que es familiar lejano de Naruto-sama. Una madre solitaria que consiguió empleo bajo mando directo de nuestro querido jefe, una asistente menor pero igual es amante de Naruto-sama.
Como las demás, Kushina Uzumaki estaba siendo acariciada de su busto por Naruto en su misma oficina personal mientras el rubio lamia detrás de la oreja de la madura, quien era ciertamente, unos diez años mas grande que el rubio.
—Jefe, es muy temprano para estar cariñoso~ —dijo Kushina dejando que el rubio le tocara indecentemente, al parecer le gustaba como solo con el tacto, bastaba para que ella se pusiera igual de traviesa.
—Dices eso pero mira estas dos —abrió la blusa sin romper los botones, Naruto. Encantado por ver que la pelirroja usaba lencería sensual bajo su ropa solo hacia de su pequeño Naruto mas animado—, tus pezones están duros y se ven tan sabrosos.
—Tsunade y Mei Terumi —eran otras dos que estaban en la lista de amantes secretas del hombre de ojos azules que tenia cautivada a Sarada. —Dos viejas, pero que a pesar de sus edades vuelven locos a los hombres con su atractivo. Aunque son administradoras de las operaciones que se ejercen en el edificio principal de la compañía, pasan el tiempo igual que las demás, siendo objetos de placer para Naruto-sama.
En una habitación de Hotel, Naruto golpeaba la pelvis de Tsunade con sus caderas, su pene raspando en la vagina de la madura rubia de pechos enormes, gemía cual perra en celo era tratada mientras el rubio se daba un festín con los senos de Mei quién se dejaba domar por su jefe.
—Eso es, Naruto. Sigue así y hazme alcanzar el orgasmo~ —decía Tsunade frotando por encima de los labios de su vagina cuando era golpeada por la polla del rubio en frenesí.
—Muerdes con mucho entusiasmo mis pechos, lo haces tan bien que solo con esto basta para que me hagas mojar~ —dijo Mei tras poner sus manos en la cabeza de Naruto mientras una de las manos del rubio se fue bajo la mujer y le tocaba su mojado coño.
—Temari e Ino, dos secretarias más que trabajaban directamente para Naruto-sama —la lista seguía y seguía.
En la verdadera oficina de Naruto, yacía él sentado en un sofá desnudo con Temari a la izquierda e Ino a derecha, ambas con el brazo del rubio sobre sus hombros mientras bebían vino y reían muy cómodas en la compañía de él. Había que mencionar que ambas estaban desnudas, apegadas muy bien junto a Naruto. Se comportaban como si fueran unas mujerzuelas.
—Que mas quieres que hagamos, Naruto~ —decía Ino muy coqueta, pegando su cuerpo al del rubio.
—Nuestro turno aun no termina —exclamo Temari, sin sentir vergüenza tomo el pene de Naruto y comenzó a pajearlo.
—Sorprendan me, par de putas. Les gusta coger con el amigo de sus esposos a sus espaldas.
Sin importar que las llamará de esta manera, ambas chicas bajaron la cabeza hacia la verga del rubio. Chupaban su pene con gran devoción y hambre, los ruidos lascivos de sus bocas no se hacían esperar.
No obstante en la habitación, cada una de las principales amantes de Naruto estaban allí también, desnudas y con hambre de la verga del rubio. Trabajaban doce horas al día, de las cuales diez la pasaban teniendo sexo sin desenfreno con él, eran tratadas como zorras por su parte y esto les parecía bien.
—Aunque sin embargo hay otras mujeres con las que Naruto-sama tiene una aventura o una historia, las once que pasamos diez horas cogiendo como animales con él en vez de trabajar, somos las principales perras de nuestro amo ¿y saben que? Me gusta —terminaba de contar Sarada.
—Naruto-sama, por favor, quiero que su maravillo pene haga un desastre en mi interior hoy —dijo Sarada recostada en la cama, las piernas flexionadas hacia arriba y sus manos abrían su vagina en señal de hambre.
Solo es el comienzo de la historia de Naruto.
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