First for fight
Cuando Takashi Komuro tenia 17 años era un estudiante marginado en la escuela, dejando que la chica que fue el amor de su vida divulgara malos comentarios acerca de él por todo el instituto Fujimi. Pero una epoca antes de ella donde el nombre Komuro Takashi tuvo un significado, uno que causaba terror entre los buscapleitos de toda la ciudad y de las pandillas de todo Tokonosu.
Fue hace dos años atrás, estaba él en el tercer año de la secundaria y rodeado por decenas de pandilleros y otros maleantes de colegios rivales que confabularon para traerlo hasta un estacionamiento subterráneo estando con un engaño. Rodeado por todos esta clase baja de parias de la sociedad no mostraba emoción alguna al verse rodeado, ni miedo ni emoción. Sería aquel día que le darían su nombre.
―¡Estás muerto, Takashi Komuro! ―gritaron desde líneas traseras a quien se convertiría en el nuevo campeón de la familia Takagi en unos años más.
―¡Estás rodeado imbécil!
Examino a cada uno de los 105 enemigos que lo rodeaban. Él no tenía armas, mas que sus puños y sus pies, todos estos cobardes amontonados tenían desde bates de beisbol hasta cadenas, cuchillo, navajas. Bokkens de madera y tal vez, uno de ellos traía un arma de fuego escondida.
―Lo único que me rodea son imbéciles con los limpiare el piso con su sangre ―exclamo Komuro, sus labios se deformaron en una macabra sonrisa sedienta de sangre―. ¡Esto será muy divertido!
No se trato de una pelea justa, todos. Cada uno de estos maleantes deseosos por acabar con el chico que aplasto hasta el mas mínimo esfuerzo de cada uno de ellos de mostrarse como una asociación de trabajos sucios maliciosa, fue humillado por su imponente fuerza. La unión hace la fuerza, pero incluso una numerosa fuerza puede ser aplastada y despedazada por un poder inconmensurable.
Puño tras puño, patada tras patada. Una mezcla de todas las técnicas de combate existentes ensambladas en un entrenamiento digno de un espartano antiguo fue la educación en casa que recibió de sus padres, de ambas partes. Bestias guiadas por el odio, débiles en sus ataques eran arrojados de vuelta por donde vinieron por los puños y golpes de Takashi. Su grito de batalla era opacado por el grito de dolor que estos 105 pandilleros al salir volando, incluso dejo que dieran el primer golpe antes de terminar con sus cuerpos sangrando y algunas extremidades rotas, brazos o muñecas quebradas en fisuras visibles por parte de Komuro.
―Eso fue patético ―comento Takashi una vez vio todo el estacionamiento ausente de autos, pero con los cuerpos de sus ataques repartidos en un circulo a su alrededor.
―Maldito… ―escucho a uno de estos buscapleitos en el piso, su respiración era pesada y su cuerpo adolorido lo hacia incapaz de moverse estando al piso. Fue como lo miro Takashi a este en una posición fetal sobre el asfalto frió―… como es posible que acabarás con todos nosotros, a pesar de la sangre.
―Siempre termino con la sangre de los idiotas sobre mi ―su uniforme y parte de su mejilla izquierda se encontraba cubierta de sangre, incluso su pantalón pero sobre todo, sus puños así como las suelas de su zapatos.
Pero cuando la adrenalina en su sangre dejo de fluir, un peculiar dolor vino a azotar en uno de sus costados estomacales. El puño de uno de todos estos quedo tal vez si le dio, pero al bajar la vista se asombraría. Esa sensación de picazón era una herida que le causaron. El primer golpe que recibió fue el corte mortal de un cuchillo profesional de cocina, común en todas las cocinas de las mujeres, el mas grande de todos los cuchillos de una alacena perforó su tórax y atravesó un órgano vital al parecer. Quiso dar un paso hacia atrás y todo su ser trono, expulsando mucho más sangre de la que ya estaba fluyendo de su grave herida.
―¡Jejeje…! ―rió desde su lugar en el suelo, quien cuyo nombre Takashi nunca se molestaría en recordar. Impresionado, pero sin ser para tanto, lo vio levantarse del suelo y revelar que bajo su brazo estaba el cuchillo manchado con su sangre―. Parece que este es el fin de Komuro Takashi.
Emocionado por tener el golpe de gracia, se abalanzo sobre Takashi y él sin inmutarse abrió los brazos para recibir la hoja del cuchillo cortando su piel. Todos los que no perdieron conocimiento, levantaron la vista para no perderse este glorioso momento. Ver como por fin acababan con el cabrón que ha estado humillándolos en cada ocasión que intentaron vengarse de él, morir al fin.
Pero la emoción del momento se volvería perturbación. Si, vieron como este tipo, diez centímetros mas alto que Komuro apuñalarlo sin compasión justo a un lado del corazón. Pero nunca lo vieron caer ni lo escucharon gritar del dolor o hacer algún gesto de ello, en su lugar lo vieron totalmente tranquilo manteniéndose de pie, solo dos segundos después de quedar perplejo tras sentir su carne ser cortada. Miraron como Takashi mismo tomaba el cuchillo sobre su pecho y lo saco de un solo movimiento.
El imbécil tuvo el mas grande susto de su vida. Los segundos pasaron y Takashi no emitía señal alguna de estar sufriendo, con el arma en su mano lo arrojo a una distancia lejana sin quitar la vista del asustado tonto que pensó que tendría la gloria de matarlo.
―¿Deberías estar muriendo?… ―la voz temblaba con este tipo―…Porque no te has muerto.
Volvió a torcer su sonrisa, sin mirar a ningún otro que no sea el estupido que lo apuñalo, lo cual hizo que él diera varios pasos hacia atrás en total terror. Mismo que podía sentir los tontos en el piso.
―Tonto, los muertos no mueren dos veces.
Dio tres pasos y lo tomo antes de dejar que intentará huir. La tortura y paliza que le proporciono a este pobre diablo dejo traumados de por vida al resto de pandilleros, un monstruo no muerto nació ese día y a pesar de sus heridas que debían ser fatales, tuvo gran diversión haciendo sufrir al tonto, disfrutando los gritos de piedad que daba pero que nunca decidió respetar.
Sus gritos causando eco desde el piso subterráneo del estacionamiento publico alerto a las personas. Pero sobre todo, las asusto. Como si se tratase del lamento espectral de una entidad lo escuchaban. Ese día un monstruo nació y su piel era carne humana viva.
De ese aterrador día, nació una leyenda. Cuya historia estaba lejos de terminar, si bien. El muerto vivo se mantuvo en calma hasta hace un par de semanas que despertaba de una larga siesta, el verdadero muerto vivo despertaba la tarde que decidió ayudar a una sucia damisela en apuros de nombre: Otome Sakuragi.
En el interior de ese callejón oscuro en plena tarde después del colegio. Se besaba con ella en un comienzo con apariencia inocente, pero aquellos que decía le estaban acosando no salían, subió el nivel del juego.
―Miralos allí ―desde una cafetería con vista hacia el callejón, Miku y el resto de sus amigas miraban a la cariñosa pareja con ayuda del smartphone de Ranko―. Parece que hacen algo más que solo besarse.
A pesar del enorme de los botes de basura con los que se escondían. Se dejaban ver. Toda una comedia para Ranko, Reina y Erika mirando todo por la pantalla de la primera, pero para Miku verlos así le parecía molesto.
―¿Que pasa, Yuuki? Tienes cara de celos ―comento Reina notando que era la única que no parecía divertirse como ellas.
―Que rayos dices ¿Porque celos? ―comento la pelinaranja estando sola en su lado de la mesa pegada a la ventana en la que se sentaron, dejo de recargarse sobre la mesa para cruzarse de brazos y levantar su busto de paso―. Takashi y yo solo somos una pareja de negocios.
―Dijiste que a él solo le interesa pelear y coger ―el comentario de Reina hizo reflexionar con preocupación a Miku quien miro hacia el otro lado cuando contradijo la pregunta que le hizo antes―. Que tal si después de esto decide cambiarte por Otome como su nuevo… juguete.
Oír eso no le gusto, la preocupo.
―A mi no me molestaría ser su nueva perrita ―dijo Erika esta vez―, si su pepino es tan bueno como tanto lo dices, no me molestaría probarlo.~
―Zorras ―apretó sus puños con celos, pero tuvo que aceptarlo―. Esta bien, ustedes ganan. Tal vez tengo algo de celos.
―Oigan algo esta pasando ―comento Ranko sin dejar de tener su celular en alto como videocámara enfocando a los dos tórtolos en el callejón.
Takashi se besaba a Otome con claras intensiones de mojar con la pelirrosa. De tomarla de su cintura, sus manos bajaban hasta su trasero, donde la apretó fuerte mientras que ella envolvía mas sus brazos alrededor de su cuello, para que no dejasen de besarse. Parecía que olvidaron por completo que debían actuar y no hacerlo enserio. Otome levanto su pierna derecha y Takashi la tomo, empujo con su pelvis a la chica contra la pared; la chica bajo su mano izquierda hasta el bulto formado en los pantalones de Komuro y lo frotó con deseo.
Justo parecía que iban a follar aquí mismo, sin embargo aquello que llamo la atención de Ranko fue un joven encapuchado no mas alto que Takashi caminando con las manos en los bolsillos de su sudadera café, sucia.
―Otome-nee ―una voz que vino a despertar a la pobre vino a perturbarla. Dejo de besarse con Takashi, donde él pudo mirar el terror el su rostro.
¿Quien era este tipo que molestaba? No soltó a Otome cuando miro a este con cara de drogadicto. Sus ojos vacíos carentes de esperanzas de vida, su postura en corbada, sus brazos colgado como si fueran espaguetis. A pesar de la capucha sobre su cabeza, logro darse cuenta de quien era él.
―No puede ser ―se soltó de manos Takashi y pronto parecía llorar―. ¡Kazuki-kun!
¿Reconoces el nombre? Solo un hombre cultura sabe quien es esta persona para una chica trágica como Otome. Kazuki Okino, el imbecil que no hizo nada mas que jalarsela mientras miraba cada una de los DVDs de su amada siendo violada una vez tras otra por los mismos depravados, siempre.
Sin haberla olvidado, Saya siguió a Komuro luego de verlo caminar con manos puestas sobre Sakuragi Otome hasta un callejón. Discreta, asomo su cabeza en la entrada del callejón donde los vio entrar. Pero cuando los alcanzo, a la distancia vio al encapuchado encarando a Takashi, ella no sabia quien era, pero lucía peligroso.
―¿Takashi, quien es ese tipo? ―pregunto a si misma, sin hacerse notar. No lograba escuchar nada, solo verlos.
―Saya-sama ―vino a alcanzarla Matt, su leal empleado. Le reclamo por haberla seguido―. No puede irse así nada más ¿que ocurre?
Quiso mirar por el callejón, pero Saya le impidió el paso poniendose delante.
―¡Espera, Matt! ―lo detuvo poniendo sus manos sobre él―. Guarda silencio.
Agachada, camino dentro del callejón con Matt siguiendola. No se adentraron mucho, hasta quedar escondidos atrás de otro gripo de contenedores de basura cerca de la salida, pero con suficiente distancia para escuchar todo.
Otome tenia las manos sobre su rostro llorando en lamento mirando el actual estado de su mejor amigo.
―Kazuki-kun, que te paso ―exclamo entre lagrimas Otome ante el estado moribundo de su amigo. A pesar de su apariencia, realmente ¿será que intento encontrar consuelo en alguna poderosa adicción?
―Que paso… paso que tu te fuiste ―exclamo, la falta de alma en sus palabras y el vació emocional claramente se sentía en su hablar―. Otome-nee por que me abandonaste.
¿Era este tipo quien la estaba acosando? Se cuestionaba Takashi con solo mirarlo. Puede que si, pero no explicaba porque ella mencionaba ser seguida por otros hombres, puede que no viniese solo.
―Kazuki-kun, no quise hacerlo ―no podía dar un paso hacia él, se quebraba a llorar cada vez mas―, era mi única forma de acabar con mi tormento.
―Yo pude haberte protegido, pero tampoco dijiste nada ―su mirada comenzó a torcerse hasta ser una risa demencial―. ¿Crees que eres la unica que sufrió? ¡Miré cada uno de esos malditos videos hasta el final, esperando a que fuese todo una mentira!
Decidió hacerse notar Komuro. Un paso al frente y se puso entre Otome y este tipo caído en la locura.
―Eres tu de quien me hablo Otome, el tonto que no hizo nada mas que masturbarse viendo como la violaban en cada video ―no le temía a ningún tonto drogadicto o acosador Takashi, por mas intimidante que luzca.
―No te conozco a ti, así que largate.
―No ―respondió firme, dando la cara contra este tipo, sin titubear―. Lo siento, pero Otome es mía ahora.
―¿Tuya? ―eso no le gusto a Kazuki, la voz profunda que tomo y lo oscura que era hizo temblar a la chica pero no a ella―. Otome-nee es mía.
―Los dos se equivocan, mocosos idiotas ―desde el final del pasillo, Saya vio emerger a un grupo de hombres desde el lado profundo del callejón, hombres cuya edad pasaba los cuarenta, notandose en su cara malas intensiones viniendo de ellos, sus ropas parecían decir que eran hombres comunes pero en realidad eran mas siniestros de lo que parecían―. Otome-chan es nuestra querida mascota perdida.
―¡¿Sensei?! ―entonces Otome sintió el verdadero terror, hombre que comenzó con su sufrimiento que parecía ser eterno era quien venía delante de todos ellos. Le temía mas a él y los que lo acompañaban que a Kazuki. Se aferro a Takashi sintiendo como temblaba la chica.
Saya desde su lugar vino a notar algo peculiar, el asi llamado profesor venía con una chica de baja estatura y mas joven que los estudiantes de Fujimi en el pasillo.
―Saya-sama, no. Espere ―Matt la detuvo antes de que pensará dejarse ver también. Agarro la chica deslizando su mano sobre su pecho y la otra sobre su boca, para que no hablase―. No haga ruidos.
Aun cuando era su sueño, poner su mano sobre el busto de la hija de su jefe, el señor Takagi. No pudo disfrutar este momento pues era momento para preocuparse por ella que por sus deseos lujuriosos indebidos. A pesar de que la estaba agarrando en un lugar no permitido de su cuerpo, entendía que Matt solo estaba protegiéndola.
―Parece que tu juego de perra callejera que se escapo de su jaula, termino. Otome-nee ―exclamo la joven chica con uniforme de secundaria japonesa, que vino junto al líder de estos hombres.
―¡¿Rinko?! ―exclamo tanto Kazuki como Otome.
―¿Rinko? ¿Que haces con estos tipos? ―pregunto Okino Kazuki con los pensamientos quebrados de solo ver a su hermanita pegada a estos tipos.
―Callate, Kazuki ―respondió frunciendo el ceñó.
Takashi planto cara contra estos tipos a pesar del número que eran. No parecían miembros de alguna pandilla o si quiera la edad para ser uno. Parecían ser hombres de negocio, al menos casi todos. Sin embargo escucho a Otome llamar al mas viejo de ellos como: profesor.
―¿Quien rayos son, ancianos? ―una provocación de Takashi que le funciono bien, los vio fruncir la cara y el mas joven de estos viejos (quien no bajaba de los 35), decidió hablar por todos.
―¿Ancianos? Tal vez. Somos personas de un nivel social del que nunca serás parte ―una jactanciosa respuesta de la que le devolverían la burla.
―Lo siento, no me gusta ser un lame botas.
―Takashi-kun, espera ―Otome sabía bien que no era lo más sensato, provocarlos.
―Escucha ―la joven Rinko camino hacia él, con un gesto tuvo calmados a los viejos detrás. Como si una manada de perros bravos de la que era líder se tratará. Aunque mas bien ella era la pequeña mascota de todos ellos―, no se quien seas ni que relación tengas con Otome, pero largate de aquí ahora, ella nos pertenece.
―Te falta medio metro de altura para hablarme así, mocosa pretenciosa ―contesto Takashi importándole que posiblemente esta fuera realmente una niña y una adolescente que le falto calcio para crecer.
―Crees que puedes hacer algo con nosotros, somos mas que tu. Estúpido pretencioso ―pronto rodearon a Takashi, como a Otome también.
No quiso esperar que se encargaran del pelinegro cuando aquel sobre todos ellos, al que mas le temía Otome le temía. La aparto de Komuro con toda naturalidad con sus manos en los hombros de ella. La sonrisa que puso, era un trauma que la pelirrosa no podía esconder.
―Otome-chan, vamos a divertirnos contigo como en los viejos tiempos ―dijo este viejo pederasta.
―¡Dejen a Otome-nee en paz ahora! ―Kazuki cayó en desesperación, revelo que ocultaba en sus manos puestas en los bolsillos traía un arma. Una pistola Glock de uso americano. Con la mano titubeando apunto pero no estaba claro a quien pretendía disparar primero.
Todos tragaron pesado al ver que este tonto tenía un arma de fuego en manos, tal vez sea un idiota, pero hasta un idiota con una pistola en manos no es un juego. El dichoso profesor soltó a Otome y dio un paso atrás. Como casi todos, sin embargo el unico que tuvo los testiculos para interponerse fue Komuro.
―Idiota ―exclamo, levanto las manos también para que comprendiera que la pistola no debía ser apuntada a él―. Baja esa cosa o lastimarás a Otome.
―Por favor, nii-chan ―una espeluznante modulación de voz de Rinko, podía hacerla adorable. Con este encanto vino e intento manipular a Kazuki―. Tu no quieres lastimar a Otome-neechan, tampoco me lastimarías.
―¡Cállate perra! ―aun con ambas manos en el arma, no paraba de temblar ni sabia bien a quien apuntar, al profesor, a su hermanita o Takashi―. Seguramente estás confabulada con ellos ¿no es así? Que otra razón hay para que estés con estos tipos.
Viendo su reacción, Rinko dejo de actuar como chica dulce y tierna, dejando ver su lado forjado de años de abuso por los mismos tipos que tenía atrás.
―Si que eres un idiota, nii-chan. Yo que quería que olvidarás a Otome-chan para que tomase mi lugar como el juguete sexual de estos tipos y tu sigues pensando que ella es para ti ―dijo, hasta caminar delate de él a pesar de tener el arma en alto. El temblor en todo su cuerpo se volvió más intenso e inestable―. Pero sigues siendo un tonto enamorado.
Desde la cafetería, lo que era divertido al comienzo, pronto se volvió tenso para Miku y sus amigas Gals. Gracias al celular de Ranko, no perdían detalle de lo que pasaba en el callejón. Pero no escuchaban nada ni mucho menos entendían que rayos estaba ocurriendo allí, veían a Kazuki de espaldas temblando con algo en manos mientras los otros tipos tenían cercado a Takashi y Otome. Pero también lograban ver a Saya escondida casi en la entrada del callejón, con Matt haciendo todo por protegerla.
―Oigan, creo que las cosas se estan poniendo peligrosas allí ―exclamo Ranko, sudando en su frente. Una preocupación compartida entre todas. Pero por alguna razón Miku fue la única que reaccionó con levantarse y salir del restaurante para ir.
―¿Eh?… ¡Miku! ―no pensaba en ir. Pensaron las tres, compartiendo el nerviosismo de lo que ocurría.
Solo se levantaron de la mesa para intentar alcanzar a Miku cuando una ráfaga de disparos perturbo a toda la gente en el distrito comercial de la zona, como resono en toda la cuadra.
¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!
Doce disparos seguido uno del otro sin mirar, salieron de la pistola de Kazuki, disparó sin mirar el imbécil, pero no le dio mas que a uno que no prendió darle ningún tiro desde le comienzo.
Abrieron los ojos todos y notaron que estaban intactos. Ninguno de los pederastas guiados por esta loli estaba herido al parecer. Tampoco Otome, pero Komuro… De pie se mantenía entre todos, siendo Otome la primera en poner el rostro de horror al contemplar sus heridas, misma expresión devastadora pondría Saya desde su escondite, temblando Matt no solo por el estruendo de las balas, sino llegar ver como Takashi quedo atravesado por doce balas sobre su cuerpo, quería gritar. Yuuki, se arrojo al piso como otros transeúntes ante las detonaciones, dándose cuenta que el estruendo vino desde el callejón. Podía ser lo peor.
―Eres… un imbécil ―diría Takashi, con su cuerpo débil. Solo dando unos cuantos pasos hacia atrás esperando caer al suelo cuando sus piernas se les fue la fuerza, pero pronto Otome lo atrapo, su mirada devastada mirando el cuerpo agujereado del chico que intento hacer algo por ella.
Una bala sobre su hombro derecho, dos en su estomago. Uno en su torso lateral izquierdo. Dos bajo en su pulmón derecho. Uno bajo su estomago, otro en su muslo izquierdo y otro más sobre su brazo de lado derecho y dos cerca de su hígado mientras que el ultimo le dio en la pierna derecha.
Okino Kazuki quedo estupefacto al ver que casi mataba a Otome, pero termino matando a Takashi, vació el arma pero no dejo de temblar solo por esto.
―Bien hecho, nii-chan ―Rinko volvió a tomar esa falsa cara de niña dulce, cuando era mas perversa de lo que nunca fue―. Supongo que solo queda encargarnos de ti.
Un chasquido verdadero y vinieron sus leales perros contra él, mientras que el profesor iba por Otome quien tuvo que soltar el cuerpo de Takashi en el piso cuando el mencionado profesor intento tomarla de nuevo, esta vez para no soltarla nunca.
―¡No, alejate de mi! ―termino contra la pared.
―Vamos divertirnos mucho de nuevo Otome ―dejaron de lado al pobre Takashi en el suelo.
La muerte estaba ansiosa por reclamar su alma, sin embargo; aun no era tiempo correcto para que Komuro Takashi muriera. Nadie vio a las puertas del infierno expulsando su alma de vuelta a su cuerpo en el piso, mucho menos este supuesto profesor.
―Que los oídos ya te fallán anciano ―temblaron los dos, sobre todo Otome cuando vio los ojos tornados en color rojo de Takashi al ponerse de pie con tales heridas letales en su cuerpo sangrando, pero él se levanto como si solo hubiese tropezado con algo en el piso―. ¡Ella dijo que te alejes!
Un golpe que causo un estruendo fuerte, un puñetazo directo a la cara vino a tirar Takashi y arrojo al maldito por donde vino en el callejón. Lo levanto del piso y voló dos metros, un estruendoso golpe que hizo a todos darse la vuelta para ver que ocurrió. Otome quedo incapaz de moverse con este espeluznante suceso.
Siendo rodeado, Kazuki intento ser lo mas rápido para recargar el arma pero dado los nervios alterados que tenia entonces… todos vieron el despertar el muerto, vieron a Takashi de pie con las heridas frescas y aun sangrando, la emoción en su cara por la masacre que realizaría. La emoción corriendo por sus venas, el dolor de una herida real por pelear y muchos idiotas con los que limpiar el piso en sus manos.
Se trataba de la misma muerte en persona.
―Diganme, como creen que sonaran sus huesos cuando los rompa. ―Dio el primer paso y tras el segundo, Takashi trono los dedos de sus manos listos para romper huesos y extremidades. Dejando aterrados a todos estos tipos por sobre él―. ¿Creen que harán Crack o será mas bien un Prof?
―Es una broma, nadie sobrevive a doce disparos seguidos ―el terror empezó a dominarlos. No iban a huir de un mocoso, aun cuando este tenia doce heridas de bala sobre su cuerpo.
―¡Que esperan, acaben con él! ―les indico con un grito Rinko.
Un parpadeo y Takashi estaba con su nudillos sobre la cara del primer infeliz, quebró la nariz al estúpido para darle un gancho a las costillas con la mano izquierda; golpes tan poderosos que fracturaron los huesos de la cara y las costillas del primero. Una patada en reversa contra su rostro, bajo su mentón para mandarlo contra el suelo.
Cuanto aterrizo, el mas gordo de todos estos pederastas lo abrazo para inmovilizarlo. Pero la fuerza de Takashi era superior, flexiono las piernas y como si fuera solamente un costal sobre su espalda logro levantar al gordo infeliz para dar un brinco con él, usar su peso en su contra y aterrizar sobre él para que los soltará.
Un giro de ciento ochenta grados por encima de la ballena en tierra y evito lo que pudo ser el primer ataque de estos tipos. De pie nuevamente dejo venir a uno de ellos que lanzó un puñetazo a hacia su rostro, pero Takashi detuvo el golpe atrapando la mano del cabrón, de un solo esfuerzo rompió su muñeca, apenas si se escucho su voz gritar cuando puso Takashi su mano sobre su boca y agarrándolo por la cara, un fuerte apretón de su mano sobre su rostro y quebranto los huesos de su mandíbula. Lo arrojo contra otro más de estos tipos cuando lo vio venir hacia él, una patada en su estomago para arrojarlo contra las paredes del callejón.
El gordo encallado, quiso levantarse pero Takashi decidió que mejor no. Piso primero su pie derecho con fuerza brutal como si pisara una copa en boda judía, rompiendo sus huesos de aquí, antes de romper las de la otra pierna y como de caminar se tratara, camino sobre este tipo, pisando intencionalmente con fuerza brutal sobre él rompiendo muchos huesos.
―¡Vamos, grita para mi ballena gigante que no canta! ―cuando llego a la cabeza, puso su pie en su cuello cortando la respiración de este tipo viendo lo morado que se ponía hasta asfixiarlo.
Sus sentidos agudisados para la batalla se activaron, una advertencia del ataque inminente que venía detrás de él. Con un enorme cuchillo Takashi fue apuñalado una vez más en su vida, muy cerca de su corazón como la primera vez. Pero no se inmuto cuando el profesor que arrojo de un puñetazo volvió hasta él y logro apuñalarlo. Lo sujeto del cuello y saco el cuchillo de su cuerpo para devolverle el gesto, apuñalando lo en su estomago y como si fuera parte del ritual del harakiri, cortó el estomago del pederasta de izquierda a derecha con toda la hoja del cuchillo dentro de sus bicerás. Con su mano tomándolo con fuerza excesiva, rompió el cuello de este tipo, lo mato sin piedad como mato al anterior.
Aterrorizados por completo, sus piernas no se movieron ante la clara decisión de huir, sobre todo los dos restantes violadores que se quedaron pegados a la pared acorralandose a si mismos. Uno contra la pared y él otro topándose con el anterior. Mientras Rinko y Kazuki estaban traumatizados con todo esto.
―Como es posible, es un monstruo ―solo eso logro formular Rinko, dando un paso hacia atrás tras otro, pero no intento echarse a correr.
Takashi sosteniendo el cuerpo del profesor tras romperle el cuello deleitándose con su sufrimiento saco el cuchillo con el que le devolvió el favor lo tomaría de la hoja embarrada en sangre para usarla como daga y apuntar con ella a estos dos, aunque solo le iba a dar a uno. Viendo que estaban en su mira, el más joven de los dos pederastas restantes golpeo al viejo pelón detrás de él para ser el que recibiera el cuchillo en vuelo. Basto un segundo para quitarse y que Takashi diera un golpe fatal contra el viejo pelón.
El cuchillo se enterró en su traquea con una precisión de puntería impresionante. Observado por Otome, Kazuki, Saya y demás que estaban perplejos ante la violencia mortal que desempeñaba Komuro. Solo quedaba uno y no iba a dejarlo escapar, un parpadeo y lo tenia de nuevo acorralado.
―¿Como te moviste tan rápido? ―alcanzo a preguntar, un instante antes de que Takashi asestará el golpe de su rodilla derecha sobre su estomago. Brutal golpe con el que lo hizo escupir sangre tras fracturar sus costillas y hacer que los huesos lastimarán sus organos internos.
Cuando se inclino por el dolor, inmediato lo tomo de su cabeza, Takashi. Para estrellarlo contra la pared su rostro. Poseído por la sed de sangre visto en su cara, lado a lado del pelón Komuro a quien le quito el cuchillo que le arrojó, agrandando su herida. En un deslizamiento en retroceso de su mano derecha y el filo de la herramienta de cocina paso sobre su rostro del presumido falso ejecutivo del que se burlo en un principio, Takashi.
―¡¡Aarrgghh!! ―grito de agonía, pero pronto sería aplacado con más sufrimiento.
Como si fuera un movimiento por reflejo, Komuro regreso su ataque en la dirección por donde vino, si cortó la cara del pederasta en diagonal, partiendo de izquierda a derecha; acompleto la equis cortada en su cara. Un corte profundo y desgarrador que hacia a la piel sobre su cara abrirse como una flor.
Pero para no dejar que la muerte del calvo violador fuese rápida, justo cuando caía su cuerpo. Takashi levanto su cuerpo de un golpe de su rodilla en la cara, paso su brazo izquierdo por su cuello donde lo sostuvo, apuñalando al viejo mas de viente veces seguidas. El flor cortada de la cara, caía sentado en su muerte agonizante cuando la piel de su cara se abría, pero Komuro no lo dejo así. Un golpe de contra puño teniendo el cuchillo en su mano para terminar azotando la cara contra el pavimento sucio, desprendiendo la carne su cara. Y donde arrojaría el cuchillo una vez mas, salvo esta vez contra Kazuki paralizado del terror visto.
―¡Aahh! ―grito cuando el cuchillo atravesó su delgado brazo y cayó a lado de Rinko, no por el dolor sino por la mezcla de miedo terror y desesperación lo hizo colapsar al final. Soltando su pistola de paso cuando cayó al piso.
Viendo que todo se estaba yendo al carajo, Rinko decidió escapar por la salida mas cercana al callejón por donde vino. Escapando del alcanza de Takashi y demás.
―¡Kazuki ―grito Otome de miedo, pero mas miedo sintió por él cuando vio al pelinegro caminar con la sed de sangre puesta en su viejo amigo, buscando saciarla por el momento―. ¡Aguarda, Takashi-kun, no lo mates!
―¿Que? ―ella lo detuvo abrazándolo, lo cual fue un movimiento que lo dejo confundido
―¡Por favor, no lo hagas. A él no lo mates! ―la escucho decir entre lagrimas contra su pecho y sus heridas, donde Takashi detuvo sus ansias de sed de sangre del momento. Hubo algo de silencio, mirando la carnicería que dejo atrás Takashi. Los hombres que por poco más de un año entero abusaron en cada ocasión de ella sin descanso, por fin estaban muertos, de una manera brutal y el corazón de Otome estaban satisfechos―. Ya están muertos… por fin están muertos.
―Otome-nee ―exclamo Kazuki, devastándose una vez más mirando a su amor de toda la vida mirando llorando de alegría en brazos de otro. Si, Takashi aun con todas esas heridas se mantenía en pie y abrazo también a Otome, consolándola de forma desinteresada―. ¡Otome-nee… es!
―Ahora es mía ―escucho a Takashi decir esto, destruyendo el frágil cristal que era este chico Kazuki―. Tu nunca pudiste protegerla imbécil. Ella me contó, nunca hiciste nada por ayudarla aun así tienes el valor de decir ¿Que es tuya? Eres patético.
―¡Cállate, cállate! ―sabia que es verdad.
Bajo la mirada para llorar sin que lo vieran, pero la pelirrosa termino haciendo que le mostrara las lagrimas en sus ojos cuando, pues sería la ultima vez que la escucharía.
―Kazuki ―la primera vez que lo llamaba por su nombre y sería la ultima―. Lo siento, pero ya no puedo volver contigo. Ya no soy la chica inocente que alguna vez te amo.
Destrucción total. Takashi camino hasta Otome y cuando estuvo lado a lado con ella mirando indiferente al pobre diablo en el piso. Paso su mano por detrás de la pelirrosa, para tomarla de su cintura y pegarla a él.
―Descuida, cuidaré de ella mejor de lo que nunca hiciste ―declaro Takashi.
Acabado por fin, no pudo ocultar mas la rabia que tenia y con su pistola cerca de donde cayó la levanto una vez más y esta vez apunto a ambos, pero aunque Otome tuvo miedo nuevamente, Takashi la sostuvo pues no le pasaría nada malo con él. Y fue así, entendiendo que era cierto, no tuvo mas opciones Kazuki que acabar con su propia vida.
¡Bang!
Un utlimo estruendo de bala y el chico se reventó la cabeza de un solo disparo. Lo cual, no pareció sorprenderlos. Salvo por la sirenas de la policía que empezaron a sonar desde lejos, fue el momento de terminar la operación.
Con el problema de Otome solucionado, solo quedaba atender las heridas de Takashi. Pero irían hasta un hospital para ello o un clínica común. Sabiendo que ir a estos lugares para atenderlos, alertarían a la policía. Solo había una medico que podía atender los problemas de Takashi.
Volvieron a Fujimi con ayuda de Miku que después de escuchar las sirenas sonar vino a por Komuro y su amiga para sacarlos de allí, no sin antes quedar traumatizada con todas esas heridas abiertas en su hombre, pero después de procesar que seguía él de pie como si nada. Se los llevo de vuelta a la academia. Donde Shido y Shizuka, hacían papeleo escolar. Antes de poder pensar en divertirse con su enfermera favorita, cuando vino Miku con las noticias.
―Shido-sensei ―estaba parada delante del escritorio de Shido con él en su lugar, a su lado. La otra profesora que después de leer en el spin off de Shizuka, estaba confabulada también con Koiichi. Kyoko Hayashi, la mujer estaba de pie con la mano puesta en el respaldo del asiento del maligno profesor.
―No te dije que Takashi-kun seria el indicado de solucionar tus problemas ―dijo complacido con el resultado―. ¿Donde está, Miku?
―En la enfermería con Shizuka atendiendo sus heridas ―exclamo la pelinaranja sentada de brazos cruzados en el sofá izquierdo de la sala.
Con la puerta cerrada en la enfermería de la escuela, Shizuka saco las balas de las heridas de Komuro una a la vez y al final cerrando la enorme herida de donde lo apuñalaron. Debo mencionar que lo obligo a quitarse el uniforme por completo dado el daño que sufrió su ropa en esta pelea. Estaba unicamente en calzones con semejante mujer hermosa.
―¿Como te sientes, Komuro-kun? Nunca había visto que alguien sobreviva a doce disparos y una apuñalada en el hígado, mucho menos que se mantuviera en pie como si nada ―exclamo Shizuka.
―Soy especial, solo eso puedo decir ―exclamo Komuro. Sin ocultar que estaba disfrutando de ver los gordos senos de la rubia, casi sintiendo la enorme textura de su tetas sobre su cuerpo.
Si bien, su polla no estaba erecta por el atractivo femenino de la rubia; era porque se estaba conteniendo en mostrar el tamaño de su aparato dado la atención medica que le daba ella. Esperando el momento adecuado de mostrarlo. Shizuka tomo hilo nylon y la aguja esterilizada para coser las heridas de Takashi una vez desinfectadas, impresionándose de ver lo rápido que ya estaban comenzando a cicatrizar sus heridas de las que Takashi debió haber muerto desangrado o del dolor.
―Listo, parece que no necesitaré coser tus heridas Takashi-kun, han sanado increíblemente rápido ―toco esas prontas cicatrices de Takashi, la ultima cerca de su pierna, donde pudo sentir calor emanando de su zona varonil. La cual ignoro Shizuka por naturaleza―. Ya nada te duele, verdad.
Vino el momento adecuado para Takashi.
―Aun queda algo que me gustaría que atienda, Marikawa-sensei ―dijo con toda naturalidad en su sonrisa. Movió el elástico de su ropa interior y le mostró a la enfermera su polla dura.
La forma en que reacciono Shizuka no fue lo esperado por Komuro, sin embargo seria satisfactorio. Ella abrió los ojos en sorpresa pero sin exagerar, no quito los ojos de su hombría cuando se la mostró. Solo levanto una ceja al principio.
―Bien… no es el tamaño al que estoy acostumbrada ―respondió Shizuka.
Miku venía a la enfermería por Komuro con un uniforme nuevo en manos. Caminaba por la escuela como si fuera su casa, aprovechando que no quedaba casi nadie en su totalidad. Toco lo puerta del aula medica y abrió la puerta.
―Takashi, te traje un nuevo uniforme ―dentro de la enfermería, solo paso la puerta y cerró, para ver a Komuro en la ultima camilla de la fila donde estaba él sentado de espaldas desnudo. Parecía mirar por la ventana cerrada y la cortina corrida para apreciar el paisaje escolar―. ¿Oye, que te pasa?
Miró a Shizuka emerger de entre las piernas de Takashi, con la mano sobre su boca mientras que la otra la usaba para tapar su blusa abierta. No dijo nada al respecto, podía leer el ambiente, sobre todo cuando vio a la enfermera darse la vuelta, la escucharía tragar pesadamente algo y estando de espaldas se abotono su blusa.
―Hola… Yuuki ―saludo nervioso, poniéndose de pie Takashi y caminando hasta ella, luego de escucharla decir que le traía un nuevo juego de ropa escolar―. Gracias por traer mi nuevo uniforme.
―Je~ tú no pierdes oportunidad ―con los ojos puestos en el visible empalme de Takashi―. Ponte el uniforme, date prisa que Shido te esta esperando.
Vestido, llego en compañía de Miku y Shizuka, donde vino la sorpresa para Takashi y Otome. En uno de los sofás estaba Rinko, esa maldita enana que era la arquitecta de la trágica suerte e la pelirrosa, amarrada de manos en la espalda amordazada con cinta y una pelota de goma en la boca para que no intentará morderse la lengua por ninguna razón. Vigilando a la tonta, estaban Erika, Ranko y Reina paradas por detrás del mueble.
En el otro sofá se encontraba Yuriko Takagi vistiendo elegante sentada muy tranquilamente con una taza de te en manos servida por una de ellas.
―Buen trabajo encargándote de los acosadores de Otome-chan, Takashi ―comentó Shido, cada que estaban en esta sala de orientación, nunca ibas a encontrarlo fuera de su asiento. Solo que ahora podías verlo con Shizuka y la profesora Kyoko, cada una a un lado de él, de pie. Solo faltaba que estuviesen en lencería o bikinis junto a él.
―¿Que piensan hacer con ella? ―miro con indiferencia a Okino Rinko quien no la paso bien evidentemente, una vez que las chicas la atraparon.
―Dejarla ir sería una tontería ―hablo Yuriko desde su lugar, complacida totalmente bebiendo de la taza, actuando como toda una mujer de clase alta―. Podríamos hacer dinero poniéndola a trabajar en el club de caballeros que dirijo. Seguramente mis mas apasionados clientes estarán mas que a gusto jugando con ella.
Una propuesta que hizo contentar a las chicas en la sala, a excepción de Otome. Quien no dijo nada por compadecerse. La mirada horrorizada de Rinko desde lo mas profundo vino a ser un deleite para la pelirrosa en la habitación.
―Quiere que me encargue de adiestrarla ―exclamo Koiichi mirando con hambre a la pobre chica. La respuesta que le daría la madura mujer Takagi fue obvia: Si―. Shizuka-chan, has los preparativos.
―Si, Shido-sama.
Traigan a la chica conmigo, por favor. Dijo Shizuka a las tres que vigilaban a la enana mientras ella intentaba gritar de miedo, así como intento pobremente de evitar ser llevada a donde se que la iban a tirar. Al calabozo sexual de Shido donde la violaría hasta la sumisión y la haría la nueva prostituta del club de caballeros que dirigía Yuriko.
Solo quedaban Miku con Komuro y Sakuragi con los tres adultos. Pregunto el pelinegro el motivo por el que lo mando a traer, con educación en sus palabras.
―Hiciste un buen trabajo Takashi-kun, hasta trajiste una nueva adquisición para los negocios de la familia Takagi ―exclamo Yuriko desde su asiento, poniendo sobre la mesa de centro su bebida servida en porcelana―. Así que decidimos, darte una generosa recompensa.
―Otome-chan ahora también es tuya ―extendió su mano, como si fuera un rey desde su trono haciendo valer su autoridad entregando objetos y tesoros a quien quisiera, ante quien tenia en una audiencia. Koiichi―. Al igual que Miku, serás el nuevo juguete de Takashi ¿entiendes?
―¡¿Que?! ―parece que a Miku esto no le gusto. La idea de tener que compartir la polla de Takashi le sacudió.
― Bueno, si será Takashi… no tengo ningún problema ―exclamo Otome, como si eso se tratara de un matrimonio arreglado en donde la estaban vendiendo.
Y Salomón tuvo trescientas esposas y setecientas concubinas.
―Pensaba tomarla de todos modos ―respondió cruzándose de brazos mirando con interés a Otome, sobre todo su cuerpo. Cosa que a Yuuki le hacia fruncir el ceño―. Y esas tres, cuando me las darás.
Habla de Ranko, Erika y Reina. Entendía que las dos trofeos que Shido le acababa de dar eran amigas de las tres restantes, además de estar confabuladas con los negocios de este profesor evidentemente. Un chasquido de dedos y la profesora Hayashi camino hacia Takashi tomando un archivo de la mesa, la cual abrió para Takashi.
―Esta es una lista con todas las estudiantes que Shido-sensei tiene en su nomina, Takashi-kun ―exclamo la profesora de ciencias biológicas mostrando pagina por página a todas las chicas en páginas individuales con datos de ellas. Había chicas que solo conocía de ojo o por escuchar sus nombres desde lejos. Pero nunca en persona―. Aunque puedes obtenerlas a un módico precio, estudiantes o profesoras también.
―Normalmente las vendería pero para ti tengo tenemos otra propuesta, mi estudiante favorito ―diría Shido―. Si logras pasar la primera ronda del torneo te daré a Erika, Reina y a Ranko como recompensa. Pero por cada pelea en la que triunfes en el torneo. Te daré a una de ellas para tu diversión hasta que decidas desecharlas.
Desecharlas. Una palabra que para Miku no le pareció agradable. Sabiendo que era algo dicho a Komuro.
―¿A cualquiera de ellas? ―tomo Takashi el catalogo, mirando cada una de las opciones. Kawamaoto, Tanuichi. Mizusu, Ichijou.
―Incluso si pides a mi hija. Te la daré con gusto Takashi ―dijo Yuriko sin inconvenientes. Cruzando sus piernas en su lugar, colocando su brazo derecho a lo largo del respaldo del sofá.
―Incluso a Miyamoto ―la menciono Shido, eso atrajo mucha atención de Takashi―. Imagina tenerla como tu juguete sexual.
La sonrisa de Takashi no tuvo precio.
―Sabes convencer a las personas, Shido-sensei ―cada vez más, estaba del lado opuesto de la balanza.
Salió entonces de la sala de orientación estudiantil con sus dos mujeres siguiendolo, una a cada lado de él. Con la mirada al frente y una suave pero complacida expresión tenía en su cara.
―Así que, Takashi-kun estoy a tu cuidado ―comento alegre mirando a su nuevo dueño más que mirando el pasillo, Otome. Nunca podrá decirle a adiós a su cruel destino, pero al menos ahora estaba en manos mas competentes.
―Más bien, diría que a mis caprichos ―aclaro Takashi volteando a verla por leve instante sin quitar esa expresión satisfactoria.
―Bueno, supongo que estás a gusto, ahora que tienes a otra mujer para divertirte ―decía Miku, frunciendo el ceño mirándolo de a poco. Sintiéndose cabreada por el suceso.
―Otra más, diría yo ―detuvo su caminar para mirar a Miku, con mas apreciación―. Piensas que voy dejarte de lado, nena.~
Osadamente, Takashi las tomo a ambas con sus brazos pasando por detrás de sus hombros de Otome y Yuuki, para pegarlas a él para seguidamente bajar sus manos y tomarlas de sus pechos los cuales apretó con deseo, para disfrutar más de su suavidad.
―Moo~ Takashi-kun, atrevido ―diría ruborizada Otome, sin mostrar disgusto.
―Solo nos ves como tus putas ¿verdad? como pedazo de carne para satisfacerte, tonto ―dijo Miku sintiendose ofendida por este trato.
―Creí que eso te gustaba, Miku ―respondió Komuro sonriendo como fanfarrón, antes de acercarla a él y besarla sin reparo en ser tenido como mujeriego. Pero besarla le funciono para apaciguar su actitud malhumorada de Yuuki―. Dirás que no te gusta malos tratos, preciosa. Cuando carne servida hay que ser rápido antes de que se lo acaben todo ―con sus manos agarrándolas de uno de sus pechos, respectivamente. Takashi acarició los pezones de Otome como de Miku hasta hacer que la tuvieran endurecidas―. Y yo tengo dos carnes muy sabrosas para comer cuando quiera.
Se fue caminando con las dos, tomadas de tal forma a pesar de estaban en la academia a pesar de que nadie había.
―Eres un imbécil, más vale que lo compenses llegando a casa ―aun así, seguía con él e incluso se acurruco sobre su pecho al caminar.
Takashi no era Machista en secreto. Tal vez sea sádico, violento. Cachondo, machista, pero nunca una estrella de porno.
Sabe como convencer a la gente, Koiichi. Mas que ser una academia, era un mercado para él donde conseguir mercancía a la cual poner en su catalogo de ventas. Aunque el verdadero misterio es saber: A quien solía mostrar este catalogo. Inclusive Yuriko estaba dispuesta en prostituir a su hija… las personas no siempre son lo que parecen ser.
Hablando de Saya. Luego de lo sucedido, Matt logró llevarse a la chica de vuelta a la residencia Takagi antes de que las autoridades llegaran y los involucraran, mas de lo que Saya quiso involucrarse. Desde que la subió al auto veía gracias al espejo retrovisor la mirada atónita de la chica una vez entro el auto en la residencia hasta aparcar su auto en las escaleras de entrada de la mansión.
―Saya-sama, esta bien. Ya estamos en su casa ―escucharlo hablar vino a despertarla de trance auto inducido.
―Oh gracias, Matt ―dijo, apenas saliendo del shock de ver a Takashi matar a cuatro hombres como si fuera un simple juego para él y la pasión con la que lo hizo―. Matt, no le digas nada de lo vimos a nadie. Tampoco diré nada de que agarraste mis pechos.
Dijo la pelirrosa de siempre llevaba su cabello en dos coletas, luego de abrir la puerta del auto. Intento disculparse el degenerado de clóset, justificando que fue un error suyo cuando la tomo para protegerla.
―Descuide, mi lealtad es para usted, Saya-sama ―dijo Matt sudando pesado luego de recordar eso.
Bajo del auto y entró a su casa donde un par de mucamas de su familia esperaban para recibirla. Matt llevo el auto hasta el garaje donde él era encargado. Una vez solo y dejando el auto aparcado se acelero él… con sus manos apretando el volante, levanto sus manos y las miro con excitación. Aun recordaba la sensación en sus manos.
―Pude tocar los pechos de Saya-sama… pude sentir los suaves pechos de Saya-sama ―decía estando aun sentado dentro del auto. Donde su aparato vino a reaccionar dado los estimulos producidos por su perverso cerebro.
No obstante, al cabo de una hora más tarde. Takagi se daba una ducha en su habitación, calmando su ser con el agua de la regadera cayendo sobre su cuerpo. Ella había visto a Takashi pelear y dar palizas memorables a tipos que venían a él buscando pleitos, pero jamás pensó verlo disfrutar de matar a otros.
El monstruo que puso a dormir en el comienzo de la etapa de preparatoria despertó en él de su letargo… como un oso hambriento de su hibernación. Pero porque era esa extraña sensación que la recorría, un hormigueo venido a sentir dentro de sus pelvis. Acaso la razón por la que siempre estuvo enamorada de Komuro Takashi era por ver a esa bestia pelear hasta vencer, con el deseo de poner una correa en su mano. O será que el indebido toque de Matt en su “deber” de mantenerla a salvó.
Dejo de pensar en eso y cerró la regadera. Tomo la toalla seca para quitar el agua de su piel y cabello, saliendo de la pileta, en la otra puerta que dividía su cuarto con el baño privado que tenia lo descubrió en el acto.
―¿Matt? ―pregunto en su mente Saya cuando trato de identificar la figura que se distorsionaba por el cristal opaco de la puerta.
Aun sin sus lentes, pudo identificar su voz aun con los ruidos raros que hacia él, como la cosa rara que estaba haciendo.
―Saya-sama, saya-sama ―lo escuchaba llamarla. Pero no le respondería. A pesar de lo distorsión del cristal y sin sus anteojos, vino a horrorizarse cuando entendió que estaba haciendo. Se estaba masturbando… allí en su habitación, teniendo algo sobre su cara y algo más sobre su mano tratando con su erección.
―¿Se esta masturbando? ¿En mi habitación, pensando en mi? ―se pregunto Saya volviendo a la pileta y cerrando la puerta casi por completo, abriendo el agua de la regadera para no ser descubierta.
―¡Saya-sama! ―Lo escucho gritar de forma ahogada, en lo que parecía ser llego al clímax de su propio acto.
Lo vio abrir esa puerta y ella se encerró bajo la ducha. Espero a que saliera y después vino a salir Saya. Notando que entró dejar algo sobre su ropa sucia, en esa canastilla de ropa sucia que ella misma dejo hace poco, vino a encontrar la ropa interior que se quito, manchada de esperma fresca. Toda pegajosa y blancuzca producto del acto depravado.
―Que rayos es esto ¿semen? ―estaba en toalla. Con sus pecho sujetando la toalla para que no se cayera. Tomo con ambas manos tanto su sostén como las bragas con las que Matt se satisfacio solo―. Se masturbo pensando en mi y usando mi ropa interior.
Era un enfermo y así lo percibió Saya, pero por razones químicas, ella se excito y quedo en evidencia cuando sus pechos, se volvieron mas grandes y sus pezones se pusieron duros. Donde la toalla vino a caer al piso. Para colmo de males, el olor la atrajo. Puso su nariz casi encima de su ropa toda pegajosa, donde incomprendiblemente vino a pasar la lengua.
―Sabe… a la mayonesa especial de Matt.
Rayos… no se que es peor. Que yo este escribiendo esto o que tu estés leyendo esto.
El sol se oculto y cuando la luna alcanzaba su punto mas alto de la noche, una casa de apariencia de los tiempos romantizados del antiguo japón. Donde se leía el apellido Busujima en la placa de residencia en la entrada en un extenso terreno. Komuro llego con un abrigo negro que recordaba al uniforme de la academia pero de material de cuero, un pantalón negro con una cadena saliendo del bolsillo del pantalón hasta quedar amarrado en uno de los tirantes de la cintura de la prenda. Una camisa roja bajo su ligero pero caluroso sudadera.
Tenia una cita a la que asistir con la hija de la familia Busujima. Poco espero fuera de la casa una vez toco el timbre, la puertas de estilo clásico japones se abrieron y del otro lado, Saeko le recibió.
―Takashi-kun, buenas noches ―quedo como idiota cuando la miró, ella la recibió vistiendo una tradicional Yukata de color rojo con flores rosas repartidas por todo el conjunto que la componía. Sintió su mirada perdida Saeko, sobre todo al ver lo ruborizado que Komuro se puso casi de inmediato. No parpadea ni desvía la mirada―. ¿Tengo algo raro?
―¡No! ―reaccionó un poco lento, saliendo el mismo del trance de quedarse mirando su belleza―. ¿Puedo decirte algo? Te ves preciosa con esa Yukata.
Eso la ruborizo, pero a diferencia de él, Saeko reacciono al eligió con una carcajada ligera. Incluso su puño puso sobre su boca cuando soltó su risa efímera.
―Que atrevido eres, Takashi-kun ―dijo antes de decirle que entrará a la residencia―. Esta es la residencia Busujima, esta casa ha pertenecido por generaciones a nuestro clan.
Contó Saeko una vez camino dentro de su residencia con el pelinegro siguiéndola llevando las manos en los bolsillos. No entraron en la casa de estilo feudal antigua, sino la rodearon; lo llevaba a cierto lugar.
―¿Vives sola?
―Mi padre esta afuera del país, enseñando en un dojo en el extranjero y madre... ―la tranquilidad en sus palabras vino a perturbarse cuando menciono a su progenitora―… bueno, no es fácil de decir.
―Lo siento ―tuvo sensibilidad, Komuro cuando la vio detenerse, contandole de cara, brevemente su historia, Busujima.
―No, no esta muerta ―exclamo Saeko volviendo a la compostura―. Nos dejo a mi padre y a mi por otro hombre con el que tenía una aventura. Esta bien, no le guardo rencor.
Solo levanto una ceja una vez escucho eso, no podía dar una opinión pues sus padres a pesar de haberse independizado de ellos, eran un matrimonio firme. Pero la falta de rencores o despreció de una figura materna ausente por motivos morales cuestionables le pareció extraño. Pero no iba a opinar al respecto.
La siguió hasta rodear la residencia Busujima y ya en el patio trasero, mas que solo encontrar un jardín bien cuidado, delante del jardín una arena de concreto que era en realidad un terreno de combate.
―¿Aquí nos enfrentaremos? ―pregunto Komuro, se quedo fuera de este cuadrilátero de ocho metros por doce metros en el extenso patio trasero.
―¿Algún problema? ―ella había puesto un pie dentro de la arena cementada del dojo privado de su residencia―. Sabes, antes. Nuestra familia era un clan de samurais al servició del viejo señor feudal de Tokonosu y de este país, los Busujima eramos un clan de samuráis fuertes y violentos como los mismos berserkers de la cultura vikinga, eso fue antes de que el feudalismo de japón acabara con la llegada de la era moderna. Eramos numerosos y poderosos.
―Me imagino a mismos guerreros samurai entrenando en esa misma arena en la que estas ―camino hasta ponerse delante del cuadrilátero de concreto cuando la luz de viejas linternas de fuego levantadas en torres de bambú talladas estaban en cada esquina de la cancha―. Aunque, me imagino a ti con un atuendo sensual en vez de una armadura tradicional.
Dejo pasar su comentario, tomándolo como algo gracioso. Saeko.
―Nuestro clan se ha ido reduciendo drásticamente con las recientes eras hasta quedar solo yo ―contaba Busujima y eso atrajo la atención de Komuro―. Un linaje de generaciones de espadachines cae sobre mis hombros y será trágico que desapareciera.
―Puedes ser más clara, me estoy haciendo la idea equivocada tal vez.
―Después de enfrentarte, he tenido una gran impresión de ti ―un gesto de ella y Takashi se adentró al cuadrilátero, camino él hasta quedar del lado izquierdo del ring―. Eres alguien impresionante, nunca nadie que intento desafiarme sin un arma en la mano logró derrotarme antes. Tienes un dominio de la velocidad muy enigmático.
―Tuve, un entrenamiento especial. Decir que fue estricto es quedarse corto ―dijo con alegría y nostalgia Takashi desde su lado.
―Decidí investigar más a fondo quieren eres. Porque te llaman: “el muerto vivo” o “Zombie” ―dio un paso lento hacia él, antes de dar el siguiente―. Recuerdo que había un chico de otro colegio que solo conocía por rumores que se esparcían cuando salía de secundaria. Un solo estudiante, un pandillero de segundo año que vencía a diez enemigos de otras pandillas por día, que se metían en su camino. Hasta que una ocasión, lo emboscaron e incluso lo apuñalaron brutalmente, al grado que los médicos dijeron que debió haber muerto desde el primer golpe, pero se mantuvo en pie y mato tras torturarlo al mismo que lo apuñalo. Me sentí atraída por ese chico que no conocía.
―Oye, me estas sonrojado ―conocía su propia historia, Komuro―. Le había echo la promesa a alguien de que dejaría esa vida de pelea y violencia, pero supongo que no puedo dejar atrás quien soy.
Una persona de cabello castaño, una mujer por la que tuvo interés y termino lastimado. Takashi.
―Pensar que ese mismo hombre que tanto deseaba conocer vio mi verdadera forma, también ―llegó hasta él y puso sus manos en el pecho de Takashi, su mirada apasionada como deseosa. Lo estaba seduciendo.
―¿Quieres saber que le hice? ―como si fuera a citar un poema para acortejarla―. Le rompí las manos, las piernas. Desfigure su cara a golpes sin importarme que ya lo había asesinado solo con mis puños.
―No pensé que ese chico que me vio fueras tu. Debí suponerlo, tras verte acabar con todos esos tontos que vinieron trayendo problemas a la academia hace un mes ―había una conexión en el aire que los acercaba, como imanes.
―Bueno, tampoco pensé que la capitana del club de kendo fuese la misma chica que vi en deslumbrante violencia contra ese ebrio. Te vi actuando indefensa caminando por la calle con ese tipo viniendo por ti, dejaste que se acercara como una leona acechando a su siguiente presa y te vi en acción ―fue cuando la cara real de Busujima Saeko.
Su verdadera forma. Ella hablaba de esa noche en la que gozo de matar un hombre tras atraerlo a un trampa, Saeko. Cuando pensó que nadie había visto nada, Takashi estaba en el otro lado de la calle, en la esquina siguiente del camino, miro todo de principio a fin y a pesar de estar lejos entendió las palabras de sus labios. Un elogió que vino a sacudir su ser, de Busujima.
―Vi en las noticias recientes, que cuatro hombres fueron asesinados en un callejón con una violencia implacable ―quería besarlo, ya estaba en sus brazos. Quería besarlo, sujetarlo y sentirlo. Mismo impulso tenía Takashi en el mismo momento―. Creí que no existía, pero me equivoque. Komuro Takashi, creo que eres el hombre indicado para mi.
Sus labios ya estaban tocando los de él y la respiración del otro podían sentirlo. Sus corazones latiendo a altos ritmos con la mirada del otro reflejada en sus ojos. No era simple y llanamente lujuria como la que sentía por Miku y ahora, Otome; su nueva mascota. Parecía ser la mujer indicada. Era amor, o tal vez el incienso de orquídea tantrica que se quemaba en una de las esquinas de este campo de entrenamiento, por obra de Busujima, pues así como los antiguos asesinos sarracenos consumían hasshins para agilizar sus sentidos. Ella quemaba esta flor para que sus efectos afrodisíacos aumentaran su sed de sangre.
Antes de sentir los labios del otro, a casi nada. Con sus manos en el pecho de Komuro, se separo de él empujándolo despacio sin quitar su sonrisa, Saeko. Sin dejar de mirarlo dio varios pasos hasta quedar en el otro lado del cuadrilátero.
―¿Senpai?
Pasmado como emocionado, la vio llevar sus manos a la cinta de su kimono y desatarla lentamente, la arrojo a un lado fuera del escenario, ahora se iba a quitar el resto de su ropa abriendo su kimono bajo su cintura. Trago duro creyendo que vería algún juego de lencería cubriendo su piel o tal vez nada. Pero mas sorpresa vino a ser para Takashi cuando vio ropas totalmente distintas.
Una blusa de tirantes negro. Ligero, sin tanto ajustar que dejaba ver el escote de la pelimorada. Una falda extra corta abierta del lado derecho de su muslo, como un corto pantalón que se quedaba a mitad de su pierna hacia sus rodillas. Botas de estilo militar en vez de sandalias que es mas común usar para las mujeres que usan este tipo de prendas en japón.
―Quiero asegurarme de que eres el hombre indicado para mi, Komuro Takashi ―saco una liga y amarró su cabello en una coleta por detrás―. Para ello quiero que luchemos una vez más ¡Sin contenernos!
Arrastro su pie derecho hacia atrás y levanto el denso polvo que había de su lado en la arena. No vio venir la espada que apareció bajo todo esa tierra blanca que revelo con su bota y con su mismo pie arrojo al aire para atraparla, Saeko. Dos manos en la empuñadura de la katana, tomando postura lista para el combate. Su espada levantada con sus brazos flexionados de lado derecho, apuntando la hoja hacia Takashi.
No era lo que esperaba, pero no estaba decepcionado. Se quito su suéter y como trapo viejo lo arrojó a su izquierda. Comenzando a calentar sus músculos en pequeños brincos de sus pies manteniendo la posición, con sus brazos en guardia.
―¿Esta es tu idea de una cita romántica, senpai? ―bromeo con el momento, sin quitar el ojo de Busujima sintiendo la emoción que ella tenia también.
―Cada mujer tiene una idea distinta del amor ―exclamo―. Vamos, quiero probar la veracidad de tu sobrenombre.
Un destelló, fue como se desvaneció Saeko de la mirada de Takashi que lo asombro incluso. Solo veía el blanco de sus ojos moviéndose en el aire como luz de una luciérnaga moviéndose a velocidades que no cualquiera pudiera seguir. Pero él si.
Izquierda, derecha, izquierda, derecha. El destello brillante de sus dejaba una estela con sus veloces movimientos sobrehumanos, producto de un riguroso régimen de entrenamiento proporcionado por su padre, que pertenecía a las mismas generaciones pasadas de su reducido clan. Se acercaba a Komuro y al mismo tiempo se alejaba de él, no había una claridad en su dirección. Todo fue una distracción.
―Es demasiado rápida, no puedo predecir sus movimientos ―mas que sentirse preocupado, le agradaba el reto.
Presiono los músculos de sus brazos y piernas, por mas que tratara de predecir el momento de su ataque, no lo lograba. Un segundo instante, Busujima estaba en el aire viniendo por encima hacia Takashi lista para dar un golpe fatal con una sola estocada de su sable, la expresión en su rostro revela la emoción de cortar la carne de Takashi.
―¡Es mía! ―grito su interna.
Su mano izquierda se movió hacia el frente, atrapando la hoja de su katana sin preocuparse del corte que recibiría al apretar el acero sobre sus dedos y su palma. Pero como una trampa vietnamita de doble granada. Un cebo de una mina a plena vista para atraer al enemigo, desactivar esta primera granada activaba una segunda mina oculta debajo. Así mismo, Saeko esperaba que Takashi detuviera su espada, rompiendo el viendo en el mismo aire dio un giro de trecientos sesenta grados.
―¡Caíste en mi trampa, Takashi!
El talón de su bota resonó cuando golpeo la cabeza de Komuro, sintiendo él que el hueso de su cráneo se fracturaba ante la fuerza de su impacto. Inmediatamente levanto soltó la espada de Busujima y levanto su brazo para bloquear el segundo golpe lanzado por ella cuando en el mismo aire hizo su cuerpo girar para asestar otro golpe con las duras suelas de su bota.
Pero cuando pensaba Saeko lanzar un tercer golpe, un giro de su muñeca, Takashi; atrapo a la pelimorada. Inmediato la atrapo de su otra piernas. En sus manos, cambio la situación. Se libero de las manos de Komuro y se aferró a él con sus mismas piernas pasando detrás de su cabeza, hacia su espalda.
―Que agradable sensación ―tenia la entrepiernas de Saeko sobre su cara.
Se dejo atrapar Takashi, usando un contra peso su senpai intento derribarlo. Sin embargo solo rodó sobre el piso llegando al borde de la arena en un aterrizaje de súper héroe. Ambos de pie pero a distancia, lo estaba subestimando. Era lo que pensaba busujima.
―Takashi-kun, me estás decepcionado ―levanto su espada y la puso bajo su cintura lista para volver a arrojarse contra él―. Quiero que te tomes esta pelea en serio.
Enserio. Tomarselo en serio. Tal vez no debió pedir eso. La expresión en su cara paso de ser vacilante a la que ella le pedía. Una minima fracción de segundo y Komuro estaba por encima de suyo. Sin tanta cortina, imitando su primer ataque. El puño de Takashi iba a caer en su rostro de forma directa y letal. Rápido Saeko levanto su espada para usar el mango de la hoja como un escudo que recibió el golpe. El viento se rompió con el impacto y su piel se sacudió con la onda, misma que la hizo retroceder sobre el asfalto de la arena hasta rayar el borde.
Vio en su rostro lo desconcertada que quedó, pero Takashi se sorprendió que su espada resistiera el impacto sin quebrarse.
―¿No querías que tomará esto en serio, senpai? ―exclamo, bajando su puño, donde una estela de vapor quedo en sus nudillos tras el choque.
―Magnifico ―se levanto―. Ahora si será una pelea de verdad.
Su corazón latía a tan alta ritmo no por miedo, sino por excitación. Sin contención, sin tregua. Cargo y ataco hacia Takashi, mismas acciones que él. Justyo cuando parecía que sus puños chocarían de nuevo contra su espada. Ambos pasaron de largo quebrando el viento, donde sus figuras fueron iluminadas en oscuridad por el fuego que brillaba en las velas de pedestal en las esquinas de la arena. Llegando el otro al lado contrarió del cuadrilátero.
Una vez sus pies volvieron a tierra en ese salto que los hizo chocar, la camisa de Takashi estalló en pequeños pedazos rasgados de tela, sin recibir ningún daño. La sonrisa en la cara de Busujima se fue cuando levanto su espada y de inmediato su espada se rompió en dos.
―¿Uh? Rompiste mi espada ―lo miro con gran impresión.
―Pude romper tu blusa y hubiéramos quedo iguales ―le guiño el ojo, lo cual le cayó bien a la pelimorada.
Sin embargo se mordió el labio inferior al ver el tallado cuerpo de Takashi, mas que simplemente ser atlético o marcado, era un cuerpo trabajado, músculos sobre sus músculos y si tan grande los tenía, que tamaño tendría el paquete. Calmo su calentura y movió su pie derecho hacia atrás, estando en el borde de la arena otra vez. Su mano hacia atrás y levanto de la tierra una nueva espada, Saeko.
―Muy gracioso, querido ―apunto a él con esta nueva espada―. Será mejor que ponga fin a esto.
Brutales cortes del viento que hacia ella, alteraba su peinado de Takashi pero eso fue lo de menos. Una vez más, los ojos de Busujima se volvieron de un blanco brillante y con esta nueva espada lo atacaría con lo que hasta donde la visto, era su más letal movimiento. Un corte tridimensional en una ilusión de un torbellino.
―Aquí viene, su movimiento especial ―pudo ver su movimiento.
―¡Tsubame Gaeshi! ―el corte de viento donde el filo de su espada cortaba todo aquello que la onda de tres alas que arrojaba se entrometiera. Como si se tratara de un torbellino de tres filosas cuchillas moviéndose en espiral hacia de forma horizontal.
―Tonta, nunca ataques uses el mismo ataque contra un mismo enemigo dos veces ―una lección de guerra por el mismo maestro del arte de la guerra de hace dos mil años.
No pretendía esquivar el ataque mortal que le arrojó Busujima, sino se arrojó hacia el espiral notando una pequeña, pero minúscula abertura en el centro de su ataque, que solo saltando en el momento preciso y calculando el espacio correcto para deslizarse por esa abertura, como león de circo saltando dentro de un aro de fuego de un tamaño cada vez más reducido conforme se más se le aproximaba a Komuro. Un salto en un espiral que él hizo y que dejo pasmada a Busujima, encontró una brecha en su mejor movimiento.
Vino hacia ella como una bala cónica encontrando a quien llevaba su nombre escrito sobre su plomo. Un golpe seguro venia de Takashi. Sobre todo cuando distinguió su mano extendiéndose hacia su ser, formando un puño con el que le daría un golpe fatal al rostro.
―Esquivo mi ataque… ¡Otra vez! ―grito de frustración desde su interior, un solo segundo pudo reaccionar para bloquear su brutal movimiento y una explosión sacudió el aire.
Detuvo su puño a solo centímetros de caer sobre su rostro, la onda rompió la burbuja de presión con la que vino hasta ella y el estallido rompió sacudiendo las plantas, arrojando las velas dejadas en las esquinas de la arena rompiendo las varas de bambú en trozos irreparables y el fuego en las velas se apago al instante. El viento sacudió su piel de Saeko, sintió su cabello ser golpeado por una fuerte ráfaga como si fuera producto de la turbina de un avión comercial. No tuvo ni la mas mínima oportunidad de levantar su espada y romper el corte de viento que hizo Komuro.
El silencio se hizo presente entre los dos, mientras Saeko miraba perpleja sin parpadear, insólita con tal muestra de poder. Una vez más, se contuvo al final Takashi. Pero en el rostro de él, Komuro tenía una mueca alegre ante la reacción que ella puso, manteniendo su brazo y su puño extendido. Soltando una discreta carcajada con su labios cerrados, antes de romper su postura de pelea, relajándose.
―Perdón por decepcionarte. Si tu hubiera dado, habría desfigurado tu bello rostro. Senpai ―exclamo Takashi, entregando espacio a la chica dando un paso hacia atrás.
Saeko no respondió seguía asombrada con esta muestra de poder, a pesar de sentir el impacto. Ver como solo la onda expansiva aplasto las plantas y flores de su jardín como despedazo las velas encendidas. Un escenario digno de las fotos de tunguska, dejo en claro que sus predicciones sobre Komuro Takashi eran acertadas.
La vio soltar su espada, como si la voluntad de empuñarla desapareció. La vio bajar la mirada y siendo más visible vino hacia él levantando sus puños Busujima. Ataques que muy fácil pudo bloquear, pero al cuarto golpe vinieron a forcejear ambos por un breve momento.
―¿Senpai? ―no parecía estar bien la pelimorada.
Se libero del reten de sus manos lo empujo contra le suelo. Se dejo caer sobre Komuro, no perdió el tiempo y puso sus labios en los suyos, Saeko. Después de desconcertarse un momento se dejo llevar Takashi, donde sus labios se movieron a son del vals con la que ella le besaba. Ella paso sus manos sobre su torso desnudo sintiendo el tallado de sus músculos cuando subió la intensidad de su simple beso. Sus lenguas se conocieron y la desesperación de la pasión los impulsaba a cometer carnalidad desenfrenada.
Rompió la conexión de su bocas luego de intentar dominarlo aquí, pero incluso besando terminaba siendo dominada por él. Sentada sobre su pelvis. Saeko empezó a rosar su trasero sobre el cada vez más cálido bulto de Takashi, respirando cada vez más pesado.
¿Senpai? Le escucho preguntar una vez más, pero esta vez con una acertividad en su lengua.
―Hagamoslo Takashi-kun… ¡Hagamoslo justo ahora! ―una sobre dosis de excitación la impregnaba. Se levanto la corta blusa negra que llevaba puesto y revelo sus senos a Takashi.
―Espera… porque no vamos a dentro de tu casa ―sudo frió, el repentino cambio en Busujima le preocupo. La expresión acelerada en su rostro como su sonrisa, causaba gran preocupación.
―¡No! ―retuvo a Komuro poniendo sus manos sobre sus brazos extendidos―. Estoy muy excitada en este momento, Takashi-kun.
La fuerza que le correspondía se multiplico de forma repentina. Sus ojos se cruzaron, profunda como penetrante eran el blanco de sus ojos mezclado con su agitada respiración que podía verla en su escote, el sudor deslizándose por su cuello hacia el espacio oscuro en su busto, sus músculos tensos de sus brazos frenando cualquier intento de Komuro por impedir lo inevitable. un sentimiento de terror como maravilla por esta mujer. Recordó entonces un viejo consejo que de niño, su padre le dio. Nunca pensó que lo tendría en su consciencia hasta ahora.
“Si te enamoras de una mujer, mas vale que sea fuerte.”
Él tampoco le quitaba los ojos de encima a Saeko, su respiración tan tranquila a pesar del arranque de celo que tenía. Verlo sonreír con egocentrismo la emociono más, estaba a gusto con lo que pasaría.
Dejo de agarrarlo de los brazos para sus manos llevarlas a su pantalón de Komuro y gracias a su misma emoción, cuando pensó que solo le abriría la ropa, Saeko despedazo la tela con todo y la bragueta de su ropa.
―¡Oye! ―pero tuvo una idea Komuro―. Si así quieres jugar.
Sus manos las puso encima en el trasero de Busujima, levanto sus caderas y le devolvió el gesto. Reventó la ropa que le quedaba encima, como también reventó las bragas delgadas de color negro estilo bikini, que con solo tomarla del hilo la rompió.
Emoción y pasión los envolvía, no les importaba estar tirados sobre concreto y el polvo que había aquí como para hacerlo. Su hombría se levanto, momento en que Saeko bajo su pelvis, los labios de su vagina sintieron la punta de su polla quemar contra los labios de su zona femenina.
―¿Uh? ¡Mira ese tamaño! ―se sorprendió cuando lo vio, una vez bajo la mirada cuando quedo casi recostada por encima de Komuro―. Creí que la vara de los hombres suele ser más… reducida.
―¿Vas a decir que tienes miedo?~ ―llevo sus manos a la cintura de la pelimorada, una pregunta que le hizo ofender.
―Claro que no ―la vió actuar ruda―. Es mi primera vez, pero aun así puedo con ella.
Tomo posición y cuando la ardiente punta del aparato de Takashi beso los labios de su vagina tembló por la preocupación. Saeko ¿realmente podría con ella? Se pregunto. Paso sus labios y sintió su gran tamaño abriendo las paredes vírgenes de su vagina. Su himen se desgarró, lo que la hizo gemir en dolencia y sufrimiento. Un gemido ahogado que salió de su boca donde levanto su mirada a la oscura noche para ocultar su reacción.
A pesar de cogerse a Miku todo el tiempo, una vagina virgen no se compara. Takashi sintió la fuerza de presión en toda su polla, sin embargo solo ha entrado la mitad.
―Tan grande...~ ―exclamo Saeko, bajo la mirada y vio que solo tomo poco más de la mitad de todo lo que era Takashi, en un lento recorrido que hizo para devorarlo.
―¿En serio? Pero ni siquiera lo has puesto todo dentro ¡Senpai! ―Levanto su pelvis Komuro y de un brutal empuje. Insertó toda su polla dentro de su vagina hasta chocar contra la puerta de su matriz, presión que sintió le aplastaba este lugar.
―¡Hhaa! ―gimió a toda sinceridad, la larga vara de Komuro. Grande y profunda, así que esto era fornicar. Fornicar con el hombre de tu vida―. Esto es demasiado… siento que vas a partirme, Takashi-kun.
―Lo siento, senpai. Pero cuando un hombre la pone a una mujer ―deslizo suave, parte de su hombría fuera de ella―. ¡Lo correcto es moverla!
El golpe que vino la sacudió por completo, la hizo caer sobre él por la fuerza de impacto y la situación quedo en manos de Takashi. Su polla se movía a alta velocidad haciendo sonar la carne de los dos con cada choque, las manos del pelinegro bajaron hasta agarrar sus glúteos, apretó la blanda carne de Busujima, antes de darle unas cuantas nalgadas aquí debes en cuando. El fuego era tan intenso que no impidió que su voz se volviera más atractiva en sus gemidos.
Se levanto a medias, Saeko. Colocando sus manos a los lados de la cabeza de Komuro mientras la reclamaba con su hombría, levanto su rostro por encima de la suya, solo para dejarla caer en un nuevo mar de besos, sus pechos rozaron el torso desnudo de Takashi sintiendo el calor del cuerpo del otro a pesar del frió. La pasión aumento ante la nueva danza de sus lenguas en frenesí. Levanto Komuro las piernas y su polla comenzó a golpear la pelvis de su senpai con más entusiasmo. El sonido que hacia el choque de sus carnes fue haciendo eco en el patio donde estaban, pero les importó un carajo si alguien los escuchaba.
―Eres muy intenso. Takashi-kun, esta es la sensación que mi cuerpo tanto ha estado pidiendo… siento que me derrito.
―Yo también lo disfruto… ¡Mierda! ―tan bien la sentía que su hombría no pudo aguantar más luego de solo quince minutos de los intensos roces de sus cuerpos.
El ardor de su polla al ser estrujada por las paredes de Saeko, la radiante sensación de su fluido de varón brotando de su aparato, impregnando su interior la hizo experimentar de una nueva emoción cuando esa sensación eléctrica la hizo que la pelimorada. Desde antes, ha experimentado la vibración de sentirse excitada, pero hasta ahora recogía la cosecha de esa siembra. La satisfacción de alcanzar el clímax luego de experimentar una tensa batalla era la mejor sensación que sentía.
―Estuvo muy intenso ¿Te gusto? ―pregunto, dejando salir una nueva faceta suya, Takashi. Una actitud mas de un fanfarrón.
―¿Gustarme? ―la escucho decir mientras cesaba, Saeko―. ¡Quiero más!
Dejaron llevarse, como animal en celo se aferró a él a través de sus aparatos en frenesí descontrolado donde Saeko no le importó ser tratada como una animal por Takashi, ni cuando la puso en cuatro sobre el mismo piso frió. Después de todo sus cuerpos calientes compensaban.
―Vamos, empuja más profundo Takashi ―empujaba su trasero contra su polla Busujima, meneando su culo en cada embestida que hacia ella con sus manos en la tierra y sus rodillas también―. Destrozame con esa polla dura tuya.~
―¡Senpai, eres muy intensa! ―retomaría el control luego de darse unos segundos de descanso, pero no le dio consentimiento alguno a Takashi―. ¡Me gustas!
Sudor, fluidos de sus sexos y polvo fue con lo que sus cuerpos quedaron manchados a lo largo de esa noche de lujuria desenfrenada. Una y otra vez la pusieron, como si esa noche fuera la ultima noche de la humanidad, donde no importará nada más que darse un ultimo gusto antes de morir. La fuerza con la que Saeko enterraba sus uñas en su espalda, le dejo marca. La boca de Takashi saboreando cada rincón del cuerpo de Busujima intoxicado con la lasciva sensación de su cuello uterino doblando su hombría cada que besaba la entrada de su matriz lo tenia drogado.
Su mente estaba flotando, el choque incesante de su pelvis contra su trasero la tenia en las noches. Estar sostenida en sus brazos cuando la tuvo en el aire sin dar señas de agotamiento, con sus ojos puestos en el otro sintiendo su pesada respiración, no paraban a pesar de mostrarse agotados.
―Takashi-kun ―en sus brazos, estando aferrada a él con sus piernas en su cintura y sus manos tras su espalda. Acerco Saeko su rostro, su frente choco con la de él, pudo ver su reflejo en su ojos.
―Senpai ―la sonrisa de emoción en su cara mientras se follaba a tan fantástica mujer.
―Saeko… llamame, Saeko ―deslizo su mano derecha de su espalda a su mejilla, donde le acarició mientras él seguía haciendo todo―. Solo Saeko.
Era extraño, más allá de estar viviendo el mayor deseo de todo hombre derecho, estar cogiendo a una de las candentes mujeres que ha conocido. Aquella misma emoción que tuvo por Miyamoto ahora la estaba sintiendo por alguien más. La sentía con más claridad que con Miku u Otome a su disposición.
―¡Saeko! ―grito nombre, antes de mover sus manos que la tomaban envueltos en la cintura de la pelimorada, para subirlas a su espalda y pegar su cuerpo, su hombría no paraba de moverse―. ¡Saeko!
Llegar a la cima, fue una agradable sensación. Después de tantas escalas por las que pasar y tanto camino por recorrer, alcanzar la cima fue la más agradable experiencia de la noche. No les importo terminar dormidos al aire libre de la noche. La sincronía de sus corazones se reflejo en sus cuerpos al sentir un orgasmo al mismo tiempo. Dormir pegado al cuerpo del otro, fue suficiente calor para estar cómodos el resto de la noche.
En la academia, al día siguiente. Miyamoto caminaba por el pasillo dando un pesado suspiro. Todos estaban en clases mientras que ella tenia que ir en búsqueda de la persona que menos quería ver en esos momentos.
―¿Porque tuvo que elegirme profesor, para buscar al vago de Komuro? ―pregunto Miyamto en sus pensamientos. Pero a pesar del disgusto, era preocupación y nerviosismo lo que sentía en ese momento por encontrarse a él, después de todo; casi todas las noches sin falta. Recibía una imagen o un corto video de Miku fornicando como animal en celo con Takashi encima de ella―. Ese tonto, porque tengo el presentimiento de saber donde esta. Todavía que llega tarde decide saltarse las clases. Al menos Takagi esta siguiendo mi consejo de no perder en tiempo con él.
No tenía remedio, pero más bien no sabia que era un calenturiento, Takashi. Para Rei, todo era manipulación de Miku. Mantenía la idea de que era imposible de que una zorra como ella estuviese de novia con su mejor amigo. A pesar de todo, la castaña aun lo consideraba como tal, en fin la hipocresía. Subió los pisos del instituto hasta llegar al tejado, donde era el sitio más probable para encontrarlo, siempre lo encontraba aquí. Pero al caminar por aquí no lo halló por ningún lado.
―¿Takashi, estás aquí? ―pregunto al aire, buscando una segunda vez por todo el tejado. Pero no había ni un alma en pena por aquí. ¿Será que su instinto de Miyamoto falló? Vino a escuchar un murmullo viniendo de único pedazo de complejo del edificio restante―. ¿Takashi, estás en el cobertizo?
Pequeñas risas y sonidos de índole pervertida cayeron en sus tímpanos cuando volvió a pasar por aquí. La puerta no tenía seguro, cautelosa y contra todo pronóstico que pudo presentir, giro la manija con suavidad… quedo perpleja, incapaz de pronunciar una palabra con lo que vio.
Takashi-kun, tu pene esta muy vivido esta mañana, querido~ ―era Busujima quien estaba aquí con él, adentro del cobertizo, pero no eran los únicos.
En el piso, sobre una colchoneta deportiva que por alguna razón estaba aquí, que era un cobertizo donde guardaban cosas que la academia no quería deshacerse a pesar de que ya no les servía estaba Takashi acostado desnudo sobre ella. Busujima Saeko, la capitana del club kendo estaba encima de él. Montando su duro pene donde podía verse mucosidad blanca de sus aparatos en acción, desnudos; como si de un motel se tratará.
―Mirate, la capitana del club de kendo siendo toda una perra ―Yuuki Miku era otra de las que estaban aquí, como la pelimorada y Komuro, yacía sin su uniforme ni nada de ropa teniendo su trasero puesto en la cara del unico hombre que se devoraban. Restregaba su culo en el rostro de su dueño, sucumbiendo a los orgasmos que su lengua puesta en su vagina, le hacía sentir.
―Solo una perra reconoce a otra ―respondió Saeko levantando la mirada ante la presumida forma de ser Miku, ahora que entendía que ella estaba poniéndose como la primera mujer de Takashi sobre, la pelinaranja y Otome.
Cara a cara, Miku y Saeko estaban cesando y conteniendo sus voces ante el extremo nivel de placer que vivían. ¿Otome no estaba aquí? Claro que si. Esta pelirrosa tenía la lengua puesta en la parte inferior de la polla de Takashi lamiendo todo los fluidos que se escurrían de su polla puesta en la vagina de Busujima.
―Takashi-sama~ yo también sentir tu grandioso pene ―dijo Otome, chupando las bolas de su amo.
―¡La que sigue en montar su pene soy yo, Otome! ―si no era la primera, por lo menos se quedaría con la segunda mujer en lo que vendría próximamente a ser el harem de Komuro―. ¡Date prisa, tu!
―No deberías apresurarme. Después de todo yo soy la numero uno ahora ―recalco Saeko que ella era la primera de las mujeres de Takashi, a pesar de llegar a él como segunda.
―¡Tramposa!
―¡Zorra!
―¡Perra!
―¡Mujerzuela!
Pocos insultos que se soltaron antes de de tirarse una a otra en un beso lesbico, sintiendo la emoción que no veía. Takashi tomo el control de ambas y subió el nivel tanto del movimiento de su polla como su lengua en la vagina de Yuuki.
Rei no se atrevió a interrumpir. La escena era a su parecer, grotesca. Ver a Takashi follando con otra causaba un malestar a su persona, debía ser un perro detrás de ella nada más. Pero ahora lo estaba viendo con tres mujeres a la vez, todas parecían apreciarlo en verdad, como estar disfrutando con él. Así como los descubrió, los dejo. Se retiro en silencio sintiendo su corazón hacerse pedazos, pero al mismo tiempo sintiendo un ardor en su zona femenina luego de mirarlos. Un ardor venido en enojo como frustración.
No pudo mirarlo para despreciarlo ese día, como era costumbre.
Vino una nueva noche entonces. Un lugar alejado y distinto a Fujimi. El viejo muelle de afueras de la ciudad donde una vía ferroviaria aun activa pasaba por aquí. Que el muelle sea antiguo, no significaba que no estuviese activa, sin embargo. Esta noche estaba reservada.
Una amplía aglomeración de personas en uno de los muelles de descarga se ha reunido bajo los reflectores, personas de distintas partes del globo han venido. Por el pasillo creado por los mismo contenedores, Saeko vino junto a Takashi y a la distancia vieron a todas esa gente reunidas en el sitio esclarecido por los organizadoras del evento.
―No esperaba tanta gente ―dijo Takashi, lado a lado de Saeko mirando estando a diecisiete metros de distancia de todos.
―El torneo Mortal Kombat atrae a muchos, unos por el afán de pelear, otros más por el premio ―exclamo Busujima, con su espada enfundada en su funda de lado izquierdo de su cintura, pero sintió su mirada pícara sobre ella.
―Te ves bien, mataras a muchos con tu bella apariencia, Saeko ―alago Takashi.
Un entallado traje de cuero negro, ajustado pero no siendo un leotardo. Su busto resaltaba como sus caderas. Pantalones negros ajustados a sus piernas y botas con altos tacones. Su cabello amarrado en una coleta. Como si fuera el uniforme de esa mercenaria rusa perteneciente a un universo cinematográfico en decadencia.
―Gracias, tu también te ves bien. Elegante ―devolvió el guiño.
Un uniforme de gala para ser un asesino con más clase. Una camisa bajo ese saco gris a la medida. Una corbata y pantolenes grises de alta calidad. Unos guantes de tela negras que bien parecieran no tener nada en especial.
―Insistencia de Yuriko-sama, de verme elegante a la hora de matar ―tomo un momento para apreciar la calidad de tan pesada ropa que tenia, por una razón en especial―. Vamos, que esto esta por empezar.
Se mezclaron entre la multitud que miraba por encima de uno de dos contenedores apilados. Donde una serie de drones con cámaras así mismo distintos camarografos había sobre este lote del muelle, donde una señal hizo levantar la mirada a todos. Una mujer de cabello magenta de corte hasta el hombre pero una larga coleta por detrás, apareció trayendo un seductor vestido rojo que hacia ver mas atrevido sus curvas poco pronunciadas. Su mirada altanera solo hacia más sexy. Era la presentadora del evento.
Los drones se alinearon para enfocarla cuando su presencia se ilumino por las luces. El esperado evento iba a empezar.
―Buenas noches queridos participantes mi nombre es Oboro, su presentadora ―se presento la mujer―. Bienvenidos a la trigésima séptima realización del torneo Mortal Kombat. Un evento donde peleadores representantes de distintas compañías y empresas de todo el mundo han enviado a sus representantes para alcanzar el preciado premio de ciento un millón diez mil millones de dólares. Así es, el premio en esta ocasión se ha multiplicado gracias a ustedes querida audiencia.
Las camaras la enfocaban. Pero con su ultima linea, drones y personal movieron los lentes de sus dispositivos hacia la parte baja para mostrar a los participantes.
―Ese el premio por el que compiten, gran parte del dinero ha sido puesto por la corporación patrocinadora de esta año, NOMAD ―Oboro los miro.
Desde un mansión en otro sitio, un anciano (no tan anciano) miraba con interés la pelea, sobre todo a Takashi entre la multitud. Quien frunció el seño cuando uno de los drones puso la atención a él.
―El torneo se divide en tres fases. Eliminación. Selección y Fuerza ―continuaba nuestra altanera presentadora―. Ustedes son doscientos participantes escogidos para ser los gladeadores que divertirán a nuestros espectadores. No hay reglas durante la realización del torneo, matar esta permitido sin importar el arma que traigan consigo. El tren que los llevara hacia la sede de la segunda fase del torneo esta por pasar. Para ser escogidos para pasara a la siguiente etapa deberán abordar el tren y eliminar a la competencia hasta quedar solo 32 de ustedes antes de que el tren llegue a su destino.
―¿Que, solo treinta y dos? ―decían algunos, tantas personas reunidas solo para que unas cuantas pasen a la segunda fase.
Verlos entrar en panico fue lindo, para la vista de Oboro. A pesar del silencio, el silbato de la locomotora que pasaría por este lugar se escucho. Todos pudieron oírlo.
―¡Allí esta la señal, el trigésimo séptimo torneo Mortal Kombat da inicio, que comience la masacre!
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