Capitulo 2: Sarada Uchiha.
I
Las chicas suelen fantasear con que tienen una relación con una celebridad o un personaje de ficción. Sin embargo yo desde que tengo consciencia. Naruto Uzumaki ha sido el hombre que mas admiro y amo.
Amigo de mi madre desde los doce años y también de mi padre. El tiempo fortaleció su amistad, se volvieron mejores amigos, así lo dice mi madre. Aun cuando crecieron y tuvieron que tomar caminos separados, cuando nací mi padre estaba en la armada, pero sirviendo a japón. Ni a ninguna nación.
Mi padre siempre ha estado ausente, lo conocí bien. Nos visitaba constantemente a mi madre y a mi, pero la mayoría del tiempo estaba luchando. No solía quedarse en casa uno o dos días en casa al mes, algunas veces se quedaba hasta tres días. Toda la relación que necesitaba tener de un padre en mi infancia lo tuve con el señor Uzumaki, pero pronto dejo de ser una figura paterna nada más con el pasar de los años. Mientras otras chicas soñaban con despertar en la cama luego de una noche de pasión con esa celebridad, yo soñaba lo mismo con Naruto-sama.
Cuando llego el momento en mi vida por llegar a la universidad no sabia que carrera elegir. Suelen decirte: “estudia lo que mas te apasiona”. Pero en realidad lo que un joven debe estudiar es lo que hay mas demanda. Lo que mas demandaba Konoha en plena guerra de industrias eran tres cosas: abogados, contadores, ingenieros de distintas clases.
Elegí una carrera al azar, no importaba el titulo, solo me interesaba estar cerca del hombre que amaba. Lo conseguí sin tener que llegar al titulo que tanto te hacen perseguir tus padres y mis padres estaban orgullosos. Y tan feliz, trabaja tan cerca de él.
Tanto que decidí cambiar mi estilo, solo para impresionarlo. Decidí cambiar mi lacio estilo de cabello que llegaba hasta los hombros en esas puntas abiertas por algo mas extravagante, uno que vi en un personaje de videojuegos en una revista luego de prevenir que mi jefe quisiera leer la Shonen jump en algún momento de la semana que empezaba.
―Buenos días, Naruto-sama ―saludaba con mas serenidad, cada vez que llegaba en un nuevo día.
―Sarada-chan, buenos días ―contesto―. Te ves bien con ese nuevo estilo.
Bastaron esas palabras para que volviendo a mi habitación en este hotel decidiera tocarme pensando en él, como llegue a hacer antes.
No solo me convertí en la asistente personal de Naruto Uzumaki también me volví en su aprendiz. Y él se volvería mi protector.
Nadie lo quiere ver, pero el mundo no se rige por gobiernos o naciones. Se rigen por los negocios, son las empresas las que mueven al mundo y al dinero. La guerra del marketing entre Abstergo, Umbrella y Konoha no era una simple guerra de mercado, era un conflicto entre imperios. Los verdaderos imperios del mundo. No servía a un magnate de negocios, servía a un emperador, pero eso era cansado.
En el comedor de la torre podías encontrar lo que mas quisieras para comer, sea algo excéntrico o corrido. Las tres industrias no solo luchaban por ver quien dominaba en las ventas al consumidor, también tenían que luchar por ver quien podía atraer a mas empleados y Naruto-sama no gastaba en regular placeres para sus trabajadores donde sea que trabajen para él.
El cuerpo de seguridad interna era una de ellas, protección continua y efectiva mas que la que el mejor país puede ofrecer. Una que ninguna de las tres industrias se quedaba atrás. Pero donde si superaban en ofrecer comida a sus empleados, estaba a la cabeza. Tan solo en la torre, en su cafetería de la hora del descanso podías encontrar desde platos dignos de un restaurante de cinco estrellas y platillos de un restaurante de comida rápida.
Un chef de renombre trabajaba con su propio equipo sirviendo todos los días, a excepción de los domingos cuando casi todos en la torre descansaban. Un gusta que nuestro jefe pagaba de las excesivas ganancias de la compañía conseguía, pero sabes. Por mas lujuso y delicioso estuviera todo, Naruto-sama no comía nada de eso, él prefería estar solo en el tejado de la torre comiendo una sopa instantánea.
Yo en cambio, a pesar de sentarme sola también en ese comedor extenso, estaba alguien que venía siempre a comer conmigo a la mesa.
―¿Esta ocupado? ―una mujer de bata blanca vino a sentarse a delante de Sarada en la mesa, a pesar de preguntar, no espero el permiso de la chica para sentarse.
―Ma… Sakura-san ―por poco y rompía uno de los mandamientos impuestos por mi jefe.
A diferencia de mi, ella era de un cabello rosa algo muy inusual, uno que yo no herede en mis genética pero si su cuerpo de pronunciado suave de parte de mi madre. Sakura Haruno, una de las principales secretarias de Naruto Uzumaki. Una marca en un pequeño rombo sobre su frente, semejante a los usados por las mujeres de la India, siempre llevando su bata abierta color blanco como parte de su uniforme medico en los laboratorios de la ciudad. Bajo esa bata, un vestido en color rosa oscuro se notaba. A pesar de cuidar su figura, como bien desde siempre. Un gran plato de ramen le vi en su bandeja.
Así vino a sentarse a mi mostrando un contento por encontrarme. Solo una o dos veces nos hemos encontrado en el comedor sino es que no teníamos que encontrarnos por cuestiones del trabajo.
―Tranquila hija, es tu hora de descanso. No estamos trabajando legalmente así que puedes ignorar todas la reglas, puedes llamarme mamá ya te dije antes.
―¿Será correcto? Mejor no nos arriesgamos a enojar a Naruto-sama ―no quería llamar la atención, temía que si alguien alrededor nos viese comportándonos como madre e hija, nos delataría.
―Dice que estas teniendo un excelente desempeño ―me susurro con toda claridad en un cambio de tema.
―¿En serio?
―Espera que estés a su lado mucho tiempo, como su asistente claro ―dijo, antes de tomar el primer bocado a su ramen.
―Mamá ―dije en voz baja, esperando no llamar la atención de nadie. Sus ojos se deslizaron a ambos lados para asegurarse, antes de continuar―. Este ha sido mi sueño por mucho tiempo. Trabajar en esta industria.
―Lo se ―me respondió, me miro a mi y no a los fideos que tenia en los palillos―. Tu padre estaría orgulloso de verte ahora, toda una mujer la que te has convertido.
Mejores palabras no pude escuchar de mi madre ahora que soy una adulta, pronto vi que empezaba a reír discretamente llamando mi atención. Le pregunto que era tan gracioso.
»Sabes, hay un rumor.
La vi mirar a ambos lados sin mover la cabeza, antes de estirarse sobre nuestra mesa y yo me acerque para escuchar mejor.
―Se dice ―exclamo mi madre―, se dice que quién el CEO elige como su asistente temporal, suele convertirse en la siguiente persona a cargo de todo en la compañía.
Demasiado increíble como para ser cierto. Claro que solo era un rumor, recalco mi madre una vez tomo su lugar de nuevo y sus manos tomaron los palillos otra vez. Algo como eso suena mas improbable que ridículo.
»Asegurate de aprender todo de Naruto. Verás que trabajar para una gran industria no es solo vender cosas a la gente y yo, es hacer política.
O tal vez, mi madre solo trataba de incentivarme a seguir adelante.
II
Esa tarde marzo, Naruto-sama tenia la siguiente reunión en su itinerario, fuera de la torre. Precisamente aquí en el hotel Bushido porque con quien iba a encontrarse era una persona que no quería fuera vista con él. Reservando una de las suites mas prestigiadas en el ultimo piso, una habitación de alta clase que estaba reservada a su nombre. Una mesa redonda con un mantel blanco en medio de la habitación, un almuerzo ligero y bebida, preparado todo bajo la orden de Naruto-sama para recibir a la candidata a primer ministro de japón en las siguientes elecciones. En su momento, tenía una fuerte legión de seguidores a su causa, pero como todo político. Los fondos de su campaña eran financiados y esos financiamientos podían serle revocados.
Hablamos de Kurotsuchi Yondaime. La que se convirtió en la primera mujer ministro de japón y la mas joven.
Mientras yo me quedaba en silencio al fondo de la suite en compañía silenciosa de Samui y Konan en dos de las tres esquinas restantes; mientras que Naruto-sama sostenía su reunión. Nadie sabia que vino, tampoco nadie podía venir a ser curioso. Todo ese ultimo piso quedo reservado y con guardias en cada metro del corredor custodiando, milicias de Konoha.
Yo no escuchaba nada de lo que decían, solo murmullos. Escuchaba el desliz de los cubiertos sobre la mesa mientras él hablaba mas que comer, sirviendo la copa de Kurotsuchi en cada momento. Aunque solicito un vino tinto para acompañar el corte de carne que hizo traer, ella solo bebió agua en la copa correspondiente. Una copa que Naruto le rellenaba constantemente.
Una breve mención mía hizo a Kurotsuchi mirarme mientras bebía. Antes de seguir escuchando a Naruto. Todo parecía estar bien, hasta que en algún punto le hizo una mención. Algo que perturbo a la mujer e hizo que dejara de comer.
Tanto que aparto el plato y se recargo sobre el descanso de la silla de madera tallada que venía con la mesa. Una señal a mi y fui donde Naruto-sama, me hizo resguardar una carpeta de folio negro hasta entonces, una que no me atreví a mirar, pues eso sería pecado.
La tomo y se la extendió a Kurotsuchi. Una lista de cosas por hacer por él. Escuche decir de boca de Naruto-sama, no desvió la mirada de ella, no volteo a ver, pero yo si pude ver el rostro serio que tenia sobre la candidata. Con gran impacto y miedo, tomo el folio, las paginas que traía la perturbaron más.
―¿Que se supone que es esto? ―cuestiono Kurotsuchi una vez bajo los papeles y los puso sobre la mesa.
La sonrisa silenciosa de Naruto-sama, una confianza que solo se ve en quienes han ganado la partida antes de siquiera mover la primera pieza en el tablero. Sus dedos juntos mientras sus brazos descansaban sobre la mesa cual señor Burns en ademanes imitaba, pero hechas por él me resultaba en una persona mucho más encantadora.
―Eso querida Kurotsuchi, es tu itinerario que seguirás una vez tomes el puesto de primera ministra de japón ―exclamo Naruto sin separar los dedos de sus manos. Torciendo de forma suave su mirada cuando tuvo que explicarle las cosas―. Son solamente algunos documentos que tendrás que poner tu firma una vez que estés en el puesto, felicidades.
No pudo pronunciar una sola palabra, por mas que intentará articular su boca nada salía de su garganta.
―No se de que estás hablando ―logro responder, pero ante un aparente ataque de nervios vino a tomar de nuevo el folio y fue hurgando entre paginas―. Ni siquiera he ganado las elecciones eso será dentro de tres meses. No me digas que estas arreglando todo a mi favor.
―Lo hago desde un ámbito de lo que la ley considera: legal. Kurotsuchi ―contesto―. Ya he invertido una cantidad considerable en tus campañas y tu propaganda como para tener que caer tan bajo como para pagar a tontos para que voten por ti específicamente.
―Pero…
―Vas a ganar, Kurotsuchi. ¿Sabes porque? Porque yo lo digo.
Sin embargo ella no parecía convencida.
―...Lo que me has dado aquí no son mas que propuestas y modificaciones constitucionales para beneficiarte ―miraba pagina tras pagina con inconformidad como con miedo―. Micro prestamos de infraestructura a otras naciones.
―Ellos aceptarán un dinero que necesitan para conectar sus pueblos con sus ciudades y a cambio nos devolverán todo con materia prima ―aclaro Naruto-sama.
―Reformas de telecomunicaciones, industria… ―la frente de Kurotsuchi comenzó a sudar―… todo esto es para beneficiarte a ti.
―Corrección, es para beneficiar a japón y a sus ciudadanos, no es mi culpa que el cuarenta por ciento de ellos trabaje para Konoha industries.
―¡Solo buscas enriquecerte! ―para Yondaime resulto ser una insolencia de parte de su parte―. ¡Todas esas exportaciones y micro prestamos están concentradas en naciones de tercera done tienes tu marca! ¡Todas estás reformas dicen que tú y tu industria serán los responsables de proporcionar todo para… implementar un sistema de vigilancia veinticuatro horas al día!
―Es para tener a la gente de japón protegida.
―¡Reformas energéticas! ―Konoha pasaría a actualizar los sistemas de distribución energética de todas las plantas nucleares del país―. ¡Estudiantiles! ―equipos electrónicos y de vanguardia que Konoha proporcionarían a todas academias. Y así y así siguió exhaltandose por cada una de las reformas que tenía que hacer Kurotsuchi en un futuro innegable, uno que mejoraría el futuro de japón y otras naciones
―Por favor, deja de dramatizar. Sabes bien que son que beneficiaran a todo japón antes de que caigamos siendo del tercer mundo como dices ―exclamo mi jefe, conservando su compostura.
―¡Lo único que quieres es monopolizar al país! ―ella se enojaría.
―Dime una cosa, cuando tu y tu partido sin dinero aparecieron ¿Decidimos financiarlos sin ningún interés?
Con esas palabras finalmente dejo sin palabras a Kurotsuchi. Volvió a quedarse sin voz por mas que su boca intentara articular alguna respuesta. La mirada de Naruto-sama le pareció un insulto al final, se puso de pie y tras mirarlo allí en su lugar sin quitar su rostro victorioso ella desespero. No tuvo palabras que decirle a todo lo que él le respondió. Pero no se si tomar la copa y arrojar el agua a su cara fue lo que mejor que pudo hacer en su arranque.
Un insulto esta decisión que tomo, ninguna de las tres lo vimos venir. Pero mientras yo me quedaba pasmada Samui y Konan desde sus lados dieron un paso al frente listas para actuar contra la insolente actitud de Kurotsuchi Yondaime.
―¡Naruto-sama! ―yo grite
―¡No! ―exclamo fuerte y claro―. No hagan nada.
No comprendí como pudo soportar tan acto y seguir mateniendo la postura, mientras que ella se retiraba con su dignidad como politica insultada. No sin antes agradecer la comida con su rabia en su boca aun.
―¿Esta bien, Naruto-sama? ―Samui fue la primera en venir a él mientras yo tomaba una toalla dejada por el personal del hotel en la cama. En caso de algún desastres.
―Lo estoy ―claro que se ofendió con lo que le hicieron, mas aun se sintió de esa forma cuando Kurotsuchi dejo allí el folio, lo volví a tomar. Pero termino mojándose―. Descuiden, esto no quedará impune.
Esa tarde fue una nueva lección de realidad para mi. La política y las industrias están mas vinculadas de lo que nunca pensamos. Otro día sin embargo terminaría haciéndose rumor sobre el pleito tenido entre Kurotsuchi y Naruto-sama. Pero no sabría nadie porque hasta este momento, querido Adrian.
III
Las noches en la grandes ciudades no son como las pintan, tantas luces no dejan ver las estrellas. Todo es iluminado por las luces que el hombre ha creado inclusive esa misma noche. Luego de la infructífera reunión.
Todos se habían ido de la torre para el momento que el reloj marcaba las diez de la noche. Solo una cantidad de guardias de turno nocturno comenzaba a rondar por la torre mientras los empleados de limpieza preparaban sus herramientas para empezar el turno. Pero Naruto-sama seguía en su oficina. Se quedaba hasta tan tarde como siempre.
―Mierda, esto se esta tardando mas que de costumbre ―comento Naruto, con sus manos sobre sus ojos, se dejo caer sobre su silla de gran costura y la cabeza la levanto en un intento de liberar tensión―. Voy a dormirme antes de que el programa se cargue por completo.
―¿Quiere que le prepare un café, Naruto-sama?
―Uno cargado, con mucha azúcar por favor ―exclamo continuando en esta pose, sus manos las dejo caer a los lados mientras apretaba los ojos para asimiliar el sueño. Entonces con un golpe de agua fría de la tarde a vino a notarme―. ¡¿Sarada-chan?!
Yo estaba pasando la puerta y no sabía si iba a estar de acuerdo con que me viera en la oficina cuando ya me había dicho que podía irme desde hace dos horas.
―Miré Naruto-sama, le tengo listo su café ―aun así entre y lleve la taza hasta su escritorio.
―¿Sarada-chan, porque sigues aquí? ―claramente no estaba contento―. Son las diez de la noche, hace dos horas que dije que debías irte.
―Bueno, Naruto-sama… ―la sola idea de estar a solas con él me ponía de nervios, pero tenía la excusa perfecta para poder estar con Naruto-sama. Una que escondía bajo mi mano cuando le llevaba su taza―… Tenía que volver a hacer el folio que la señorita Kurotsuchi arruino en su reunión. El agua arruino los papeles y así que lo transcribí todo yo misma y se me hizo tarde.
Él tenia la ceja levantada cuando termino de escuchar mi relato. Claramente sabia que le estaba mintiendo y sabia que mi mentira era mala, realmente volví a hacer ese folio que Kurotsuchi rechazó, solo que nunca lo transcribi de nuevo. Solo lo volví a imprimir de su archivo.
―¿Es todo?
―¡Descuide, marque mi salida. Así estoy aquí sin esperar pago por mis horas extra!
―¿Que hiciste que? ―le pareció mas ofensivo que estaba regalando tiempo extra a él que en vez de estar exigiendo el pago respectivo.
Sabia que mi excusa era mala, así que no tuve mas opción que decirle la verdad.
―Solo quiero seguir siendo de ayuda para usted Naruto-sama ―dije―. Como su asistente creo es mi deber acabar mi turno cuando el suyo haya terminado.
La intrigada mirada que tenia sobre mi, me mataba. Me estaba comportando como una insolente, podía sentirlo; solo basto como de un segundo a otro Naruto-sama estaba riendo al respecto. Solo conté un chiste para él.
―Sabía que eras una buena elección como asistente ―dijo relajado, seco las lagrimas que escapaban de sus ojos para poder mirarme con mas calma―. Ve y marca tu entrada. No tolero las horas extra, pero no tolero ver que alguien se quede a gratis a trabajar, sobre todo para mi.
―¡Si, Naruto-sama!
―Trae tu portátil, con tu ayuda podre terminar esto mas pronto ―lo escuche decir, antes de que yo saliera emocionada de su oficina y terminar volviendo, con la misa emoción.
El reloj avanzo una hora hasta que terminamos de hacer todo lo que él necesitaba terminar. Sentada en la esquina de su escritorio a su derecha me maravillaba de verlo tan cerca, una mano sobre el teclado de su computadora y luego al mouse, mientras que con la otra pasaba de un papel a otro en la pila de documentos que tenia a su derecha. Una torre que empezó a ser desmantelada de piso en piso en nuestra rápida colaboración.
―¡Finalmente, acabamos por hoy!
―Buen trabajo, Naruto-sama ―lo vi victorioso, se puso de pie y estiro su cuerpo como buena señal. Yo seguía sentada frente a mi dispositivo.
―Gracias a ti Sarada-chan ―exclamo, antes de acercar la mano y manipular su equipo de trabajo estando de pie―. A pesar de la actitud que tomo Kurotsuchi en la reunión de esta tarde, todo a salido de maravilla este día. Excepto tener satisfecha a mi esposa. Pero este trabajo es una amante celosa.
Hubo algo que tenía que preguntarle al respecto.
―Naruto-sama. Lo que hay en el folio que le dio a Kurotsuchi, en verdad espera que ella... ―pregunte con debido respecto.
―No lo espero, es lo que tiene que hacer ―respondió de inmediato. Lo que me dijo esa tarde sería una revelación que muchos niegan―. ¿Que es lo que hace al mundo girar, Sarada-chan? ¿Que es lo que te enseñan en la escuela al respecto? Dirán que es la buena política pero quienes son lo que ponen a esos políticos en la mesa.
―¿El pueblo? ―respondí.
―¿Y que hace que el pueblo se mueva? ―pregunto, a lo que tarde en responder, pero logré contestar y lo que dije contrajo otra pregunta―. El hambre motiva al pueblo y ¿Que necesitas para saciar al hambre? Dinero. El dinero hace que el mudo se mueva. Aquellos con suficiente dinero pueden mover al mundo con en la dirección que quieran porque somos nosotros los que hacen que dirigimos al mundo, nuestros intereses hacen que el mundo gire a donde nosotros queramos, a donde yo quiera.
Su mirada pronto cayó sobre mi y yo quedo paralizada. Como si una eminencia se tratará.
―¿Que es lo que busca con esto, Naruto-sama? ―pregunte con un nudo en la garganta.
―Simple Sarada-chan ―calmo su mirada, se alejo de su escritorio y camino hacia el muro de espejos que era la pared que le daba vista a toda la ciudad desde su oficina―. Lo quiero todo, poder, dinero. Mujeres, pero mi esposa y mi linda Himawari ya ocupan esos primeros puestos.
Poder. Una palabra que como él me dijo, creía entender. Incluso yo. Pero para ver mejor su visión me puse de pie y camine hasta Naruto-sama para mirar mejor todo aquellos que miraba por las ventanas.
»Desde que era niño lo entendí, Sarada-chan. Lo que mueve al mundo no es la política ni las buenas acciones. Es el poder y ese poder esta en el dinero, eso mueve a los políticos. A la gente común, a los buenos y malos. Lo se porque lo he visto.
No tenía palabras
―Bueno, señor. Eso es...
―Puedes pensar que si quiero poder era mejor que yo me postulase en la política. Pero no quiero gobernar un periodo o dos complaciendo los ideales de tontos diciendo que son los ideales de un partido político ―me explicaba―. Tengo un imperio desde el que puedo dirigir todo lo que esta a mi alcance a mi gusto, pero para hacerlo completamente, Kurotsuchi será mi tireré la que mueva a la política a mi beneficio.
Termino su discurso con un sentimiento encontrado. Lo se porque deje mi asiento para mirar con él todo ese panorama que era Kioto en la noche.
―¿Naruto-sama, esta bien? ―él se quedo un momento mirando todo ese paisaje mientras yo solamente me sentía temerosa de su presencia.
―Si, lo estoy ―contesto―. Konoha industries no es solo una compañía o una marca, es un imperio. Y yo estoy al mando, soy un monarca de la nueva era y como monarca aquellos que siguen están conmigo o los elimino.
―No comprendo ―dije con la voz cortada por la epifanía de la que escuche de su boca.
No sabia si decir algo entonces, pero era cierto. Nadie lo ve, ni quiere creerlo. Pero es el interés del dinero lo que mueve al mundo. La necesidad de enriquecerse de la gente es lo que hace al mundo seguir un curso, siempre ha sido así. ¿El dinero causa las guerras? ¿El dinero puede cambiar un régimen? Solo hay quien pueda pagar por hacer cambios
―No necesitas entenderlo ahora, eres joven Sarada-chan ―miraba el panorama y no a mi―. Se hace tarde, deberías ir a tu casa.
Le escuche decir.
―¿Pero… y usted? ―no estaba siendo yo luego de escuchar sus palabras―. ¿No se irá a su casa todavía?
―No, aun hay un pendiente que necesito hacer ―escucho de Naruto, pero le tenia dado la espalda entonces.
―No me iré hasta que todo lo que Naruto-sama haya necesite hacer, lo haya terminado ―dije sin dudarlo. Solo entusiasmo.
Me miró con su gentil mirada.
―No te sobre esfuerces. Arruinarás tu belleza por sobre exigirte mas de lo que nunca te pido ―dijo―, no puedo creer que la hija de mis mejores amigos se volviese mi asistente. O que se convirtiera una preciosa mujer. Tienes una gran lealtad a mi y eso lo puedo ver en todo lo que haces.
―¡Naruto-sama, eso se puede malinterpretar! ―baje mi mirada pero no podía ocultar mi sonrisa en mis labios por lo que dijo―. Si Hinata-sama lo llegase a escuchar.
Sentía que mi corazón quería estallar de tantas dulces palabras saliendo de Naruto-sama y el rubor en mi cara era tanto que ya no podía, tampoco quería mostrarme tonta ante él por sus palabras hacia mi. Pero entonces se acerco a mi sin que yo me diera cuenta.
―Pero mi esposa no esta aquí ―exclamo, su mano tomo mi barbilla y levanto mi rostro ¿Realmente me estaba pasando? Uno de los escenarios que tanto fueron lugar de mis fantasías juveniles con Naruto-sama se volvían realidad. Su rostro se acercaba al mió bajo la oscuridad de su oficina iluminada nada más por las luces del resto de la ciudad―. Solo esta linda asistente frente a mi.
―Naruto-sama…
El mundo se detuvo para mi, su aliento cálido chocaba contra mi rostro y yo respiraba pesado, mi corazón se descontrolaba.
―¿Sabes lo que tiene todo monarca que lo hace grande? ―no era un basto imperio o un poderoso ejercito solamente, me diría antes de decirme lo verdadero―. Una amante.
―...No, no deberíamos ―tanto lo fantasee que no pensé que fuese a suceder de verdad.
El tacto de sus labios eran mejor de lo que imagine, la forma en la que sus manos tomaban mi cuerpo mientras se hacían realidad mi sueño. Hasta que separo sus labios de los mios.
―No le pones azúcar a tu café, Sarada-chan.
Arruine mi momento mas fantaseado, que por fin se hizo realidad.
―Lo siento. No suelo comer cosas dulces ―que vergüenza era para mi.
―Debí esperarlo, Sarada-chan ya es muy dulce ―sus manos en mi cintura no se quitaban, pronto se deslizaron hacia abajo de mi espalda―. Me pregunto si el resto de tu cuerpo sabrá mas dulce.
El sabor de sus labios maduros en mi joven boca fueron tan embriagantes, yo nunca lo vi como un segundo padre o jefe en su totalidad, así mismo él no me vería siempre como una niña o la hija de sus mejores amigos siempre. Me veía como una mujer.
―Naruto-sama ―me sentí incomoda por un momento. El ardor de la pasión me hacia incapaz de desprenderme de sus manos sobre mi cuerpo. No creí que llegaríamos tan lejos esa noche.
No pude recargarme contra el escritorio por mucho tiempo mas, en cuanto me di la vuelta la boca de Naruto fue acariciando mi cuello mientras sus manos se deslizaban sobre mi y mi ropa. Su mano derecha subió hasta mi busto y mientras lo apretaba sus dedos desabotonaban mi camiseta. Su mano izquierda bajo mi vientre, pasaron hacia debajo de falda desde la cintura, me agarro de mi ropa interior y dio un suave jalón para que mis bragas rosaran mi vagina.
Todo al mismo tiempo y me tenían en llamas.
―Es lindo aroma el que tienes, es un buen perfume el que ocupas. Tan delicioso como tu misma, querida~ ―bajo su labios hasta su cuello y comenzó a besarla aquí, sus manos se fueron deslizando por el cuerpo de Sarada sobre su ropa mientras él seguía besándola.
―Naruto-sama, espere… ―todo estaba pasando muy rápido para mi.
Me dio un respiro de sus caricias y cuando mire mi cuerpo. Mi blusa estaba desabotonada, se veían mi escote gracias al sostén que llevaba mientras que el cierre de mi falda estaba abierta y comenzando a caer.
―Haz crecido mucho, ya no eres una niña eres toda una mujer. Mira que lindo cuerpo tienes ahora ―la mano de Naruto-sama subió de nuevo a mi pecho, revelo mi busto derecho para acariciarlo con sus manos firmes y duras―. Tienen un buen tamaño, suaves y firmes, si tuviera que decirlo en números diría… 89. ¿Me equivoco?
Viré mi rostro, estando muy cerca volvió a comerme con sus labios y su lengua en mi boca. Revelo mis pechos mientras seguía quitándome la ropa sin que yo lo sintiera. Me hizo caer sobre su mesa cuando mi garganta cesaba tras quitarme el aliento con su ágil lengua dominando la mía.
No me quedaba nada de ropa, salvo las bragas que decidió quitarme de ultimo tras tirar mi ropa aun lado. A él, ninguna. Se quito toda su ropa con tanta naturalidad y sin pausa, donde me excite al ver su cuerpo resaltado en musculos de torso a sus brazos y piernas. Vi con horror el gran dote que tenia, mas de lo que nunca vi en un hombre.
―Naruto-sama. Esto esta pasando muy rápido ―dije, sin poder mirar a otro lado que no sea su gran aparato.
Puso sus manos sobre mis glúteos cuando me sonrió
―Sarada-chan, no te contrate para ser simplemente mi asistente personal querida, te contrate para ser mi amante.
―¿Su, amante?
Luego de esas palabras mías, miré como se agacha y su rostro lo ponía en medio de mi cuerpo. Su respiración hizo erizar todo mi ser desde mi pelvis antes de sentirme derretir cuando adentro su lengua luego de acariciar los labios de mi vagina. Un sonido muy atrevido como provocativo salió de mi y de inmediato tape mi boca mientras Naruto-sama me seguía provocando. Todo iba muy rápido para mi corazón.
Justo cuando llegaba al clímax con mi mano sobre mi boca tapando los sucios sonidos que no podía evitar, vino a detenerse. Se puso de pie cuando lo miré sintiéndome excitada, pues la enorme hombría de Naruto-sama vino a manifestar su grandeza y ahora era él quien rosaba los labios de mi coño.
―Sabes, Sarada-chan. Ser el jefe de esta poderosa industria es agotador, asfixiante y estresante; que mejor forma de liberar todas las tensiones que con una joven mujer como mi amante.
―¡Naruto-sama!… ¡Mmm!
No tuve tiempo de llevar mi mano sobre mi boca esta vez. Su enorme virilidad tomo mi virginidad como tanto celaba en sueños y fue mas de lo que pude prevenir. Sentía como me partía en dos y ardía, mis piernas temblaron por ello mientras que boca no lograba producir ninguna palabra. No tuvo piedad conmigo desde ese primer momento y fue con todo abriendo mi interior, mi voz se volvió sucia y mi mente.
»Naruto-sama… su pene, su pene.
Pronto, mi interior empezó a abrazar su polla con amor, mientras él dejaba que instinto primitivo del hombre por reproducirse y complacerse. Tan duro salvaje, tan brutal. Nos sentamos sobre su escritorio. Y mi espalda dando a su cara. Mi cintura se fue moviendo despacio por mi inexperiencia, su mano sobre mi clitoris mientras me muevo y nuestras bocas ocupadas con el otro.
Intente tomar iniciativa, antes de que Naruto-sama terminara que levante. Me puse de rodillas y en mi boca su aparato. Era mas de lo que pude meter, solo pude acariciar con mi lengua como si fuera un grueso helado. Me detuvo cuando su mano me tomo de mi brazo y me hizo ponerme en pie otra vez.
No nos importo que era su oficina o que podíamos tirar algo de su escritorio, ―tiramos todos los papeles al piso― me puse encima, me movía torpe y lento. Aunque acababa de abrazar su hombría con toda pasión, no podía volverme buena de un momento a otro en ese primer encuentro.
―Deja todo en mis manos, Sarada-chan ―tomo el control, sus manos sobre mi trasero y su piernas me levantaron entonces. Su pelvis la chocaba con entusiasmo, en mi me provocaba todo tipo de placeres.
―¡Naruto-sama, Naruto-sama! ―no paraba de gritar su nombre.
―¿Aceptas ser mi amante, Sarada-chan? ―pregunto mientras hacia el amor. O eso pensé que era.
―Si…
―¿Como? ―se detuvo, no pude darle una respuesta clara.
―...Dije… que acepto.
La sonrisa que puso me hizo sentir un escalofrió a pesar de no ser una macabra expresión viniendo de él. Me cargo fuera de su escritorio y fuimos contra las ventanas donde me puso contra ellas. Mis pechos pegaban al cristal frió mientras Naruto-sama embestía contra mi, antes de levantar mi pierna derecha y empujar mas recio su polla en mi interior.
―Dilo más fuerte, Sarada-chan ―sentía que los ojos de la ciudad nos observaban―. Dilo mas fuerte.
Dije que no podía, mi mente comenzaba a doler de tanto intentar poner mis pensamientos fuera de de placer. Impresionandome con su fuerza me levanto de ambas piernas y expuso mi cuerpo a la vista de tan alta torre. Realmente nadie me veía, pero eso no quito la sensación que se mezclaba entre el placer y la vergüenza de ser expuesta.
―Naruto-sama… alguien podría vernos ―dije y desee que mis manos se movieran para tapar mi rostro, pero la fuerza con la que sometía era impresionantes. Solo había algo que podía decir―. ¡Si, acepto ser la amante de Naruto-sama!
Después de eso no hubo mas palabras, me mantuvo en esa vergonzosa pose, poniendo todo de él para llegar al clímax. El primer orgasmo que sentí en mi vida y la sensación que derrite cuando disparo inclusive mas de lo que nunca llegue a prevenir, impregno mi interior hasta hacer que su misma hombría se deslizara fuera de mi cuerpo. Pero no se trato del único orgasmo que sentí esa noche, solo era el principio de nuestra relación.
Cinco o seis veces más se vino en mi interior sin preocuparnos por los resultados. Quede sin energías en su escritorio otra vez. Yo no pude contar bien las veces que mi cuerpo sucumbio al orgasmo mas allá de la primera. Mi cuerpo se debilito luego de mas de tres horas sin descanso.
―Me has sorprendido, solo porque es tu primera vez vamos a dejarlo hasta aquí ―dijo Naruto mientras yo intentaba cerrar las piernas porque no quería que se siguiera escurriendo su esencia de mi interior.
―¿Eh? ―solo pude decir eso antes de ver lo duro que aun lo tenia, entonces exclame―. No yo puedo aun más.
―No te levantes ―se volvió gentil, otra vez―. Conozco el como reacciona el cuerpo de las mujeres Sarada-chan así que no intentes exigirte.
―¿Narutos-sama?
―Como dije, Sarada-chan no te contrate para ser mi nueva asistente, sino para ser mi amante querida y tengo un arduo entrenamiento para ti para hacerte mi nueva amante ―exclamo el rubio acariciándome con sus dedos sobre mis labios pues mi respiración no dejaba de ser agitada.
IV
Mi rutina como la asistente de Naruto Uzumaki, pronto dio un giro muy inesperado. De día, me la pasaba archivando y recolectando papeles mientras él sostenía largas reuniones en la sala de reuniones, al final del día cuando la ultima que tocaba irse, quien era Shizune; me decía frente a ella que me tocaba quedarme a ayudarla a hacer horas extra. A ella no le parecía extra, no me hacia quedarme a diario como para levantar sospechas. Tampoco rompió la barrera entre nosotros. No dejábamos de comportarnos como jefe y subordinada, hasta que estuviéramos solos.
Era entonces que nos entregábamos el uno al otro y como no había cámaras de las que tuviéramos que preocuparnos jugábamos todo lo que queríamos. Con cada encuentro me hacia mas especialista en satisfacer los placeres de Naruto-sama, no solo era interacción entre nuestros cuerpos, sino también un juego apasionado para los dos. Día o noche, su oficina se volvió un nido para nuestros juegos.
Me embriaga con solo sentir su cuerpo, algunas veces si me embriagaba con él en su oficina, nunca nos ibamos a otro lado para hacerlo. Alguien podía vernos. Ni siquiera al hotel Bushido. Aunque estuviera tan cerca de la torre de Konoha. No era un tonto para dejarse ver tan impune ante el resto de sus empleados llegando a mi lado. No tenia una entrada privada y secreta en todos sus hoteles o edificios.
En una ocasión recuerdo, aunque no lo vi; el momento en que entro Shizune a la oficina de Naruto-sama. Y yo, trataba de ser lo mas silenciosa posible.
―Aquí están los curriculums de los nuevos solicitantes, Naruto-sama ―exclamo apenas entro y deposito los archivos sobre la mesa con delicadeza.
―En cuanto termine esto, los revisaré. Buen trabajo Shizune.
Una corta reverencia y una sonrisa seguro hizo para él antes de preguntar.
―Disculpe que le robe tiempo ―Naruto aparto la mirada de su dispositivo mientras sus dedos seguían sobre el teclado―. ¿Donde esta Sarada? Disculpe, pero hace una hora que no la veo.
―Le asigne una tarea muy especial, Shizune-chan; prefería que no la interrumpas ―contesto con una indudable naturalidad―. Ha mejorado mucho en sus talentos.
No me veía pero yo estaba debajo del mismo escritorio de Naruto-sama. Esa tarea especial que tanto me asigno fue la de usar mi boca para, ya sabes. Bajo la mesa le estaba haciendo una muy devota gratificación. En un periodo de cuarenta días desde el comienzo de ser amantes aprendí a satisfacerlo llenando mi boca con toda su hombría.
―Oh, entiendo ―dijo Shizune―. No la molestaré.
Recuerdo sus palabras pero nunca me intereso saber cual era el contexto a su entonación. Mi mente estaba ocupada en embriagarme con el sabor de su aparato en mi boca, esforzándome en no ser descubierta por los aparentes ruidos que debieron salir de su polla en mi garganta y esforzándome para obtener su deliciosa esperma.
A él le gustaba verme embriagarme mientras su leche cubría mi rostro, mi busto desnudo. Mi trasero o escurrirse de mi vagina en nuestros encuentros como los amantes que eramos. Pero a mi me bastaba para embriagarme, solo sus labios sobre mi cuerpo.
El ego se me subió a la cabeza con el pasar de nuestra relación. Comencé a ver al personal con le que trataba con inferioridad y me reía de ellas a sus espaldas.
En mi mente, yo era la mujer de Naruto Uzumaki. Una mujer por encima de todas y todos. No me importaba que se tratase de mi madre, Shizune-san, la esposa verdadera de Naruto-sama o algún personal que se portase cordial y educado conmigo. Yo era la siguiente consorte del emperador de Konoha.
―¿Escuchaste algo lo que te dije, Sarada? ―me pregunto, Shizune. Me sumía tanto en esta nueva fantasía que no prestaba atención. Era temprano y ya estaba perdida en el paraíso de mis mas húmedas fantasías siguientes que quería vivir con Naruto-sama.
―Lo siento, Shizune-san. Es solo que anoche nos quedamos hasta tarde que no descanse lo suficiente ―conteste y es que realmente no pude dormir los suficiente esa mañana porque me quede hasta muy tarde en la oficina con Naruto-sama y las arduas horas extra que hacia trabajar. Quería presumirle eso a Shizune, o a la mujer de mi amor.
Aun no llegaba esa mañana de martes.
―Que él no te vea así, porque sino ―solo escuchamos al ascensor personal de Naruto sonar antes de abrir la puerta―. Olvidalo, ya llego.
Apareció con su esposa como cada mañana. Nos saludo a mi y a Shizune como siempre, hacia una falta expresión de amabilidad cuando Hinata nos saludaba.
―Eres una tonta ―pensaba yo y tal vez, Shizune. En cada ocasión que la veíamos―. Te gusta presumir la carne con la que fuiste bendecida en la calle pero en la cama no puedes ni satisfacer a Naruto-sama.
Solo era mi pensamiento, mas un grito que un simple y común pensamiento.
―Buenos días, Sarada-chan. Shizune-chan ―nos saludo nuestro amo y señor.
―Naruto-sama, bienvenido ―saludamos casi al mismo tiempo con nuestra debida devoción. Pero cuando fue el turno de saludar de su mujer.
―Sarada-chan, Shizune. Que bien se ven hoy ―fue su saludo que nos dio.
―Hinata-sama ―le dimos un debido respeto. Por dentro, quería presumir que yo era la mujer con la que su esposo ponía los cuernos, apegarme a Naruto-sama y mostrarme melosa mientras le cuento todo. Pero no podía hacerlo.
Me pregunte varias veces, si Naruto-sama alguna vez sentía remordimiento por engañar a su esposa conmigo.
Hinata estaba tan acostumbrada a que su esposo llegara del trabajo tan tarde, a los dos de la madrugada que ella ya estaba dormida y con mucha tranquilidad lo hacia. No se si Naruto-sama sentía alguna culpa o remordimiento por estar conmigo y no con su esposa, por lo que había escuchado al respecto, ella no lo satisfacía como él tanto demandaba. A pesar de su exuberante atractivo, era un flor tímida en el acto del amor. Con una falta de apetito sexual como la voraz que era la suya, Naruto-sama pasaba por una dura una frustración.
―Naruto-sama, si necesita facilitar el trabajo, puedo quedarme a ayudarlo ―dijo Shizune. Estabamos rindiendo las ultimas labores del día.
―No es necesario, para eso tengo a Sarada ―le contesto sin desviar por mucho tiempo, los ojos de la computadora.
Miré con arrogancia a Shizune cuando acomodaba mis lentes.
―Descuide, Shizune-san. Después de todo los doctores recomiendan dormir las ocho horas a los mayores ―y con esas palabras que salieron de mi boca conseguí que frunciera el ceño. Pude haberle dicho que si seguía así llenaría su rostro de arrugas.
Me creía la reina sobre todos en Konoha. Al menos eso es lo que pensaba, porque mientras Kurotsuchi se volvía una figura mas atractiva para las elecciones siguientes, yo jugaba a mojar la cama con Naruto-sama, antes de darme cuenta que yo no era la única en el juego de sus amantes.
V
Sin haber contemplado el pasar de cuatro meses, las elecciones llegaron y la gente escogió a Kurotsuchi como la siguiente primer ministro de japón. También, sería ella la primera mujer ministro en el país. Salio en las noticias ese viernes en la noche, sabría bien que Naruto-sama querría celebrar la victoria de Kurotsuchi a su manera y sin ella. Pero no contemple que el siguiente día era sábado y yo me había emocionado tanto.
―Ocurrió como usted lo dijo, Naruto-sama. Kurotsuchi ganó las elecciones ―dije luego de haberlo recibido la mañana de ese sábado. Donde su esposa brillaba por su ausencia a su lado. Pero no le di importancia.
―Aunque mi predicción fue exacta. Eso no quita la necesidad de celebrar esta victoria. Pero primero tengo que reunirme con mi circulo ejecutivo primero.
―Y llegas justo a tiempo ―de las oficinas de Naruto-sama, una mujer vino a abrir las puertas desde adentro de su oficina.
Una mujer con un cuerpo que vino a producir un miedo y un escalofrió que subió por mi espalda. No la había visto antes, una rubia con unos senos de suficiente tamaño con el que asfixiaría a cualquiera que queden entre ellos y que ademas presumía en un muy revelador escote, dejando ver su piel suave como cuidada, un colgante de hilo negro con un pequeño cuarzo del tamaño de un tuerca bajo su cuello adornando su rubio y largo cabello se destacaba mas allá de su vencedor escote y sus brillantes labios. Cuya apariencia te hacia creer que esta en el mejor momento de su madurez. Una mujer que sin importar cuantas veces viera siempre causaba la misma impresión en mi.
―Tsunade, veo que llegaste antes que yo ―escuche decir a Naruto-sama, dejando su seriedad por una expresión de gusto por verla a ella. Camino hacia la madura mujer con el agrado en su mirada.
Tsunade Senju, la anterior dueña y jefa corporativa de Konoha industries, aunque había dejado el cargo a quien era el hombre al que mi devoción juré sería eterna. Tsunade aun frecuentaba la torre pues ella era una de las actuales y mas influyentes accionistas de la compañía.
»Solo falta que llegan las demás para dar inicio a nuestra esperada reunión de este fin de semana. Querida.
―Deberían estar aquí en cualquier momento ―dijo la rubia de busto ensombrecedor tras mirar su reloj bajo su muñeca. Momento en el que del ascensor de empleados, el conocido; aparecieron aquellas mujeres que conforman el circulo interno y directivo de Naruto Uzumaki, una de ellas mi madre. Así mismo apareció la segunda accionista con mas influencia en la compañía que al parecer era una mujer tan cercana como mi madre y el resto de mujeres que conforman ese circulo de autoridad en las ramas de la industria que Naruto-sama dirigue. Las cuales venían detrás de ella, detrás de Mei Terumi y su inseparable seguidora.
―Mei, que gusto verte ―saludo a la pelirroja tomandola de la mano y besando su ante palma, como todo un caballero―. Me da gusto que vinieran. Ya que estan todas, hay que dar inicio a la reunión.
En mi mente cruzo la idea en ese momento. Estará tan animado como para estar en desenfreno conmigo esta noche quizá, pero era sábado. Todos los sábados Naruto-sama se reune con las cabezas de su elite ejecutiva y tienen una larga junta que dura hasta quien sabe que horas. Yo no era invitada a sus reuniones, en ninguna a menos que él lo dijese. Por un momento y pensé que me dejaría incorporarme a ellas para estar en su presencia, pero sin embargo me fue cerrada la puerta, por la misma Shizune.
Con las manos en las perillas de la puerta ella me bloqueo el paso. Una ceja levantada y una sonrisa sarcástica me tenia esperando.
―Lo siento querida, pero estas reuniones son totalmente confidenciales ―mas que darme restricción, Shizune se burlaba de mi.
―Soy la asistente personal de Naruto-sama, yo también debo estar a dentro ―contraataque Sarada, pero sería inútil.
―Eso no significa nada en esta reuniones querida. Tal vez tengas mas suerte en otra ocasión. Descuida, deje una lista de pendientes para ti ―me entró una tabla con una lista de cosas por hacer―. En cuento termines te puedes ir. Que disfrutes de tu descanso.
No eran muchas, después de todo era sábado. La mayoría de los trabajadores en la torre no trabajan ese día ni en domingo. Menos del treinta por ciento esta presente y trabaja medio turno. Yo inclusive era una, termina mis labores y los dejaba sobre el escritorio de Shizune pues esas reuniones seguían aun cuando yo me iba.
¿Que pasaba en esas reuniones? Reuniones que duraba todo el fin de semana. Me iría sin siquiera despedirme de mi amado Naruto-sama, mi pecho me dolía por esa insatisfacción. O era tiempo de saber que pasaba allí dentro.
Así que cuando estaba por pasar mi gafete en el registro cuando debía irme, me detuve. No podía quedarme con la incertidumbre. Levante mi pecho y volví hasta el ultimo piso a través del ascensor conocido por los empleados. Con un camino mas largo para llegar a las oficinas de Naruto-sama, un camino donde me la tope vestida así.
―Vaya, Sarada. Creí que ya no estabas ―apareció delante de mi.
―¿Hanabi-san? ¿Porque esta vestida así? ―Hanabi Hyuuga, hermana de la esposa de Naruto Uzumaki y una importante mujer en el circulo ejecutivo que lo rodea. Por alguna razón ella estaba vestida con un atuendo erótico de coneja. Un corset anaranjado entallado con unas medias transparantes negras cubrían sus pienras hasta sus pies cuando llevaba extrañamente tacones delgados negros. Una diadema de orejas de conejo que hacian juego con su atuendo y una botella de licor en la mano derecha. Presumiendo su delgada figura con una mano en recargada en su cintura.
―¿Quieres saber porque? ―la forma en la que me pregunto, no me dio ninguna confianza―. Sígueme si quieres saberlo, niña.
Con mi corazón latiendo a mil por minuto, seguí a Hanabi apretando con fuerza mi corazón sin saber que iba a esperarme detrás de la puerta de Naruto-sama. Las puertas se abrieron en par con una llave que la castaña jefa de tecnologías de Konoha industries tenia escondida en las bragas de su conjunto extravagante.
Lo que vi fue… nada. No había nada dentro de la oficina del CEO de Konoha, ni de él ni ninguna de las otras mujeres con las que suele entrar acompañado en estos días de la semana.
―¿Donde están todos? ―pregunte.
Hanabi me dijo que estaban en la sala de reuniones especial de Nauto-sama. Lo cual no comprendí. Dentro de las oficina, de mi señor, seguí a Hanabi hasta lo que era ese cuarto secreto, una puerta bien camuflada en las misma oficinas del señor Uzumaki que lo llevaba de forma rápida a esa sala de juntas en la que nadie sin autorización de la máxima cabeza de la compañía podía entrar. Ni siquiera yo. Nunca la noté, hasta que Hanabi me la mostró.
Giro la manija y adentro aguardaba un frenesí en mar de depravación, sexo y pudor desvergonzado protagonizado por el hombre que tanto amaba con todas sus jefas (secretarias) de su edificio. Como también, estaban presentes las grandes mujeres accionistas de la compañía.
Lo que debía ser una verdadera sala de juntas, resultaba ser una habitación de sexo escondida dentro en las paredes de este gran edificio. Una enorme cama donde todas esas mujeres que ya conocía, ahora estaban comportándose como animales en celo. Dejándose llevar por la depravación guiada por ese instinto básico humano de reproducción llevado al siguiente escaño de la evolución, donde el principal objetivo es solamente el placer antes que la supervivencia de su especie.
―¡¿Pero que es esto?!
Vio con horror dentro y fuera de esa cama, el gran número de ninfomanas cesando, gimiendo y dejando salir sus voces de manera tan indecente como podía ser. Todas estaban allí, Shizune, Tsunade. Mabui, Konan. Samui, Kushina. Kurenai, Mei. Temari, Ino. Tenten, solo faltaba Hanabi pero vino a traer. Todas envueltas en una orgía de niveles astronómicos.
―¡Ya volví. Miren a quien traje!~ ―anunció Hanabi entrando coquetamente pasando de mi.
En la cama, Naruto estaba fornicando como animal a mi madre. Ella estaba acostada sobre la cama con su trasero levantado, firme y redondo; daba gemido tras gemido. La polla de Naruto se ensanchaba en su ano cuando se frotaba con facilidad dado lo humectado que puso su culo antes de penetrarla.
―¿Sarada?~ ―logró decir Sakura cuando su mente pudo procesar algo más allá del orgasmo que se producía en su interior por lo intenso de Naruto.
La pelinegra asistente de Naruto levanto sus manos para tapar su boca ante el impúdico espectáculo degenerado que presenciaba. No solo a su madre estaba consintiendo su amado jefe. Mientras que a Sakura la tenia puesta como perra a merced de su pene. Ino, parada de rodillas en la cama, tenia su espalda pegada al torso del Uzumaki, la mano del CEO tenia puesta su mano derecha en el carnoso y sensual busto de Yamanaka. Así mismo tenia a la esposa de quien era su otro mejor amigo, agarrando de la misma a Temari dando un beso triple de lengua con ellas.
―Hola Sarada-chan, me preguntaba cuando te unirías a nosotros ―exclamo Naruto dando un pequeño descanso a las tres, sin quitar sus manos de los pechos de ambas rubias.
Entonces, el CEO de Konoha vino a eyacular dentro de su madre.
―¡Haaaa, que rico!~ ―grito Sakura, siendo sus ojos los que rodaran cuesta arriba perdiendose en el orgasmo que le produjo la llenada del Uzumaki.
A un lado, acariciándose mutuamente estaban Mabui con Shizune encima en un lésbico espectáculo de besos, sus piernas activas lucían incansables. Vino por detrás de ellas Tsunade con un arnés puesto en su pelvis, un pene de plástico dotado, fue con lo que vino a sorprender a Shizune empalando en su vagina.
―Te diviertes, Shizune.~ ―exclamo Tsunade antes de sorprenderla con esto, sin tanto aviso.
―¡Aahhh, Tsunade-sama. Va a destrozarme mi culo! ―grito de placer y agonía cuando ese enorme juguete expandió su orto con toda violencia.
En otra esquina de la enorme cama. Mei sufría un doble empalamiento. En un sandwich de mujeres. Samui como la rebanada de abajo y Konan siendo la rebanada de arriba; cada una una tenia un dildo curbo entrando en su vagina, la de Samui se curvaba en la vagina de Mei mientras que el pene de plástico en el coño de Konan entraba en el culo de la madura pelirroja.
Tenten por su lado, se daba un profundo y largo beso con Kurenai, sus cuerpos desnudos se frotaban con toda pasión estando en pie, sobre sus rodillas. Sus pechos se frotaban y las manos de la otra acariciaban su cuerpo, deslizándose sus manos hacia la raya en sus traseros, llegando a tocar el ano de la otra. Ese beso de lengua incluido era una catarata. Pues de la boca de ambas se escapaba el intercambio de fluidos bocales de las dos.
Otras que esperaban su turno, en solitario eran Kushina y Karui más adelante de Sakura en la cama. Ellas se masturbaban cada una. Mirando como el rubio rompía la vagina de la pelirrosa llenándola a morir de su esperma. Sus ansias les estaban ganando.
―Naruto-sama… yo también quiero.~
―Dale a tu tía, tu vigoroso pene, Naruto.~ ―decían estas ninfomanas en el ardor de la espera.
Me vi abrumada, di un paso para atrás sin poder mirar a otro lado, pues en esa habitación a donde sea que mirase. Era como estar en medio de un culto sexual. Uno del que quise escapar.
―Sarada a donde vas ―escuche decir a mi madre. Naruto-sama se dejo caer sobre la pelirrosa. Su boca puesta en los pechos de la pelirrosa saboreando ambos con su lengua pasando por las aerolas de sus senos, todo mientras la polla del rubio seguía empujando sin descanso en su interior. Su rostro donde la lujuría estaba desatada, era todo lo que podía ver en ella―. Ven hija ―le extendió su mano―. Ven a disfrutar de mucho sexo con mamá y Naruto.
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