Capitulo 1: Konoha industries
I
Era 2014. para entonces yo era una joven ingenua que había conseguido un trabajo en una mas importantes y en la ciudad sede de todas las instalaciones de Konoha industries aquí en Kioto. Todo gracias a mi madre, fue una de las cabezas mas importantes en la industria, solo por debajo del hombre que nos dirigía todos como si fuera un monarca absoluto. Y yo, una campesina venida de un pueblo entre colinas vino a la gran ciudad para servir a un rey en la nueva era de gobierno de las empresas monopólicas.
Este hotel residían empleados que trabajaban para él y hombres menores que querían hacer negocios con nosotros. Como parte del contrato que firme, el hospedaje del hotel era recortado de mi paga, como una renta de un departamento se tratara y no afectaba mi bolsillo. Mas que un hotel, eran baracas para todos los que hacían fluir la maquinaria de marketing que era Konoha, sirviendo a un señor feudal casado con su trabajo.
Naruto Uzumaki. Era mi jefe y yo, su humilde nueva asistente.
Tenia que llegar todas las mañanas antes de que él llegara a la oficina a las nueve, tenia que levantarme muy temprano para alistarme, salir del hotel y venir hasta el piso mas alto de la torre para recibirlo como se debo.
En ese entonces era un hombre con cuarenta y seis años, casado con su trabajo mas que con la mujer que desposo. Rubio de cabello corto, ojos azules de color brillante y claro, con sus ropas ejecutivas parece esbelto pero debajo de su saco negro oculta unos músculos fuertes. En su rostro unos distinguidos bigotes a los costado de su boca, sobre sus mejillas que lo hacen aparentar un gato aunque mas bien un zorro. Con una venda de tela sobre su mano derecha pero no por lesión sino porque olvida quitársela cuando sale del gimnasio donde practica boxeo. Así era físicamente él.
Llega al estacionamiento todas las mañanas aparcando en una zona exclusiva para él donde nadie mas entraba, con la vigilancia experta del cuerpo de seguridad de la misma industria. Un ascensor desconocido para todos aquellos que entraban del estacionamiento subterráneo de la torre a las oficinas o los que usaran el ascensor principal de la entrada, como yo; un segundo elevador se encuentra en ese cuarto piso inferior solo para él para llegar directamente a sus oficinas.
Nadie en la industria lo veía llegar, solo se sabía que dando las nueve de la mañana el jefe ya estaba en las instalaciones. Una entrada secreta exclusiva para el máximo ejecutivo de Konoha industries, una entrada que pocos conocían, como la esposa de Naruto mismo.
Todas las mañanas llegaba puntual. Aparecía por su ascensor a un amplio pasillo vació donde solo estaba su lugar de trabajo al final del camino, dos puertas de madera tallada del doble de grande para entrar a su mesa. Siempre llegaba bajo la compañía de su esposa, Hinata Hyuuga.
Antes de pasar sus puertas, estaba Shizune sentada en su mesa como secretaria principal del rubio, a ella la saludo cordialmente como todas las mañanas, una sonrisa le regalo cuando sus ojos se posaron en la mujer que actuó en reciproco y como atrás venía con ella su esposa, una sonrisa mucha mas grande oreja a oreja vino a saludara a Shizune, Hinata; una mujer de sonrisa bondadosa en esos inusuales ojos color perla que tiene.
―Buen día, Naruto-sama ―saludo su secretaria, poniéndose de pie.
―¡Shizune, buen día a ti! ―exclamo Naruto gustoso de verla cada mañana como su mano derecha mas leal.
―Hola, Shizune-san ―vino a Saludar Hinata, haciendo una leve reverencia a la mujer que laboralmente, era sustento de su esposo.
―Hinata-sama, que bien luce hoy ―un halago hipócrita, dicho nada mas por compromiso. Por dentro, ella ardía en rabia cada mañana que la veía.
Paso las puertas de su oficina con solo empujar con ambas manos para abrirlas la puertas de par en par. Dentro, yo le esperaba entonces con mi uniforme, con ropas que eran identificables de ver a una oficinista, esperaba de pie a distancia de medio metro del gran escritorio de Naruto y cuando él entro, yo entre en pánico, puse mis manos pegados a sus costados y su porte firme, como si fuera un soldado.
―¡Buenos días, Naruto-sama! ―salude fuerte esperando causar una primera buena impresión, en eso primeros cinco minutos, no era nadie conocido para él. Era invisible para sus ojos.
Solo lo vi llegar al frente de su escritorio mientras seguía conversando con su esposa.
―Insisto en decirte que no es necesario que me acompañes todas las mañanas, querida.
―Solo si llegaras a casa temprano, Naruto. Te la pasas todo el día en la oficina y llegas tan noche que ya estoy durmiendo sin decir que hay días que despierto sola en la cama para saber que te quedaste dormido en esa silla con los brazos sobre tu mesa ―comento Hinata siendo la tierna y sumisa esposa que se veía claramente en su voz como en su personalidad tímida―. Venir contigo hasta tu oficina es el único poco tiempo que tengo al día para verte y que podamos conversar aunque sea un poco.
Hinata quedo cara a cara con su hombre hablando con ese tono delicado y suave, típico de ella. A casi nada estaban uno del otro y no entraban en el mas mínimo contacto físico.
―Perdoname Hinata, pero este trabajo es una amante de tiempo completo ―dijo Naruto con optimismo que fue aumentando en cada palabra―. Hago lo mas que puedo para llegar a casa temprano y ver también a Himawari ahora que esta en la universidad. Estar cursando el primer año debe serle alucinante.
―Naruto, Himawari esta en el cuarto año de la universidad. Se gradúa este año ―aunque su marido pasara mas tiempo en el trabajo y descuidara cada vez más su vida familiar, Hinata seguía siendo una mujer tierna con él.
―¿Así? ―tanto se estaba perdiendo Naruto de su familia por vivir el trabajo de sus sueños―. Y Boruto sigue en el ejercito. Era su primer año como recluta.
―Esta en el extranjero recuerdas, hace dos años que lo enviaron a esa zona en conflicto.
―¿De verdad? ―si que se la estaba perdiendo mucho.
―¡Tranquilo! ―sonrió fuerte Hinata, cerrando los ojos ante la feliz noticia que le contaría a su esposo―. Anoche llamo en una video llamada. Dice que si todo sale bien en la misión, es posible que vuelva a casa en un año. Esta bajo el mando de Sasuke-kun, no lo olvides.
―Eso es maravilloso ―logró contentar a su esposo, ese resumen lo puso al día con sus hijos.
Modestos, tomo las manos de su esposa y se despidió de ella con un suave beso de labios nada más, uno corto. Ignorando en total mi presencia mirando en silencio el amor de este matrimonio. Te amo, fue las palabras de despedida de su mujer antes de salir de la oficina mirando a su esposo hasta que las puertas se cerraron. Con la mano en alto devolvía Naruto usando las mismas palabras de su mujer, agrando su nombre al final.
Se cerró la puerta y bajo despacio su mano mientras miraba con auto desprecio esas puertas. Antes de entrar en un monologo auto reflexivo sin seguir notando mi presencia.
―Es una fantástica mujer ―comenzó a hablar para si mismo―. Aun no puedo creer que Hinata aceptará ser mi esposa. Yo no era nadie cuando nos conocimos, ella era una princesa y yo pobre diablo que desde niño buscaba ganarme el pan. Es una Hyuuga, una la familia mas influyentes en este país, su familia no me aceptaría si hubiera sido un don nadie, me prometí darle un imperio para hacerla reina y me la paso mas tiempo en esta oficina que con ella en casa. Ella no me va a reclamar por perderme mucho de nuestros hijos o nuestra propia vida, me pregunto si algún dirá todo lo malo de mi y si querrá dejarme.
―No, lo hará Naruto-sama ―conteste en un primer intento por llamar su atención, pero no funciono.
―Boruto, mi hijo mayor me detesta por mi ausencia, piensa que no lo se. Por eso se unió al ejercito para irse lejos donde piensa que lo voy a olvidar. Himawari por otro lado es tan llena de amor como su madre, comprensiva y soñadora. Estudia la carrera de contaduría con la esperanza de estar aquí y trabajar cerca de su padre para pasarla mas conmigo ―seguía con su monologo.
―Lo hará muy pronto.
―A veces pienso que no la merezco. Debería estar con ella dándole amor y llenando de rosas su cama todos los días antes de que me despierte pero este trabajo es mi vida también. No puedo dejar a cargo a cualquiera ―cada vez que hablaba Naruto sonaba mas deprimente en sus palabras.
―Usted es una magnifica persona, Naruto-sama ―entonces vendría notarla Naruto.
No pensó que alguien le respondiera a sus palabras, entonces me vio con terror al por fin notarme mientras reflejaba en su cara la cuestión que salió de su boca.
―¿Sarada, que haces en mi oficina? ¿No se supone que tu tiempo como practicante aquí ya termino? ―pregunto apenas me vio.
―Si, ahora soy su nueva asistente personal, Naruto-sama. Usted me contrato en el ultimo día de mis practicas ―los nervios me recorrían.
―¿Nueva asistente? no recuerdo haberte contratado para ser mi nueva asistente ―solo había una persona que le aclarará esto―. ¡Shizune!
Le llamo con un grito decente y de inmediato la pelinegra de corto cabello paso las puertas de su oficina con toda normalidad. Fue como si llamara a su perro fiel.
―Si, Naruto-sama ―entró con una tabla de papeles sobre su brazo izquierdo mientras que el derecho tenía una pluma lista para usar. Siempre tan tranquila ante el llamado de su jefe.
―¿Porque contrataste a Sarada-chan para ser mi asistente personal?
―Usted la contrato, Naruto-sama ―contesto como si fuera una acción normal del rubio que le olvidasen las cosas―. Dijo que la joven Uchiha era una señorita muy eficiente y que le beneficiaría contratarla como su asistente personal. Es su primer día de echo, esta a prueba todavía.
―¿Lo es? ―me miro Naruto de inmediato vine a ponerse firme como una soldado, de nuevo―. Bueno, tu dices que te contrate por ser eficiente. Veamos si no estaba delirando otra vez por tanto trabajo. Sígueme Sarada-chan. Tu también Shizune, vamos a evaluarla correctamente.
Salimos de su oficina y descendimos por cada uno de los pisos de la torre en un recorrido por toda la cede, con Shizune a su derecha con la tabla lista para calificarme chica en mi entrevista final de trabajo. Yo caminaba a la izquierda de Naruto-sama, a un metro de distancia quedándome atrás. Bajamos doce pisos en el ascensor y los empleados en el piso a pesar de estar ya saturados con papeleo y llamadas desde temprano con un trafico en el pasillo principal por donde el CEO de la corporación pasaba, ellos se detenían para darle libre camino. Como si de un rey o señor supremo se tratase. Nadie se cruzaba en su camino, ni faltaba en saludar mientras caminamos. Un saludo general para todos les devolvía.
―Nombre completo ―me pregunto.
―Sarada Uchiha, Haruno ―el apellido de soltera de mi madre mencione.
―Termine el tercer año de universidad, pero aun me queda un año por cursar.
―Universidad trunca ―dijo Naruto sin mucho enfasis―. ¿Anotaste, Shizune?
―Si, Naruto-sama ―anotaba todo en lo que era mi solicitud formal de trabajo.
―Experiencia laboral ―pregunto después.
―Tres meses como empacadora en un súper mercado y cuatro meses como mesera en un café restaurante ―declaro Sarada.
―Experiencia laboral: cero ―en su filosofía, un año de trabajo en un mismo lugar es el mínimo requerido.
Ese pasillo era infinito, todos saludando al querido líder de la industria, pero pronto. Entre ellos, vinieron algunas mujeres a mas que saludar venían a traer comunicados. Pero no se detuvo para escucharlas, ellas tenían que seguirlo si querían que les escucharan.
―Naruto-sama, necesito su firma para autorizar la creación de comenzar a producir los nuevos medicamentos.
―Dejalos en mi escritorio, Sakura-chan ―diría Naruto-sama, para apartarla de su camino.
―Señor, el actor del nuevo comercial de la sexta campaña del año exige un aumento a su pago establecido en el contrato. Quiere que se le de un veinte por cierto más del dinero establecido.
―Despide lo y contrata a otro. Uno que entienda que no negocio con idiotas ―exclamo firme y sin titubear, no quitaba su mirada del camino por mas libre que se lo dejaran.
―Buscaré el reemplazo.
―¿Naruto-sama que significa esto? ―esta mujer vino con un ceño fruncido acercando ciertos documentos, un secreto en ellos le disgustaban.
―Ahora no, Ino.
Llegamos al ascensor de cristal número uno de los tres que conocen los empleados. Shizune apretó el botón del ascensor una vez entramos los tres. Un que a diferencia del ascensor privado del Uzumaki, estos ascensores eran de cristal transparentes mientras que el ascensor que es exclusivo de Naruto-sama es de metal. Mientras descendíamos, él decidió romper el silencio que nos acompañaba con una pregunta mas personal.
―Dime, Sarada-chan. Con que motivos decidiste venir a trabajar aquí ―me pregunto cuando lo tenía tan cerca. Tarde unos segundos en responder.
―Bueno… quien no querría trabajar en Konoha industries. Es una institución ―respondí con un nudo en la garganta, pero termine agradandole con mi respuesta.
Primero levanto una ceja, antes de sonreír de forma tardía y sofisticada.
―Bien dicho.
Yo no lo sabía, pero solo sería la asistente personal de Naruto-sama. Seria su discípula y él, el maestro con el que tanto soñé.
―Como mi asistente personal debes saber que tienes horario de entrada pero no de salida. Tu horario fijo es de ocho de la mañana y te retiraras cuando yo diga que ya puedes retirar. Tus descansos serán fijos los domingos. No tolero las faltas ni las excusas, no doy permisos especiales a menos que sean de vida o muerte.
―Naruto-sama, estoy cursando mi ultimo año de universidad, eso afectara mis horas. Si me da oportunidad ―escuchaba mis nervios al hablar.
―¿Que acabo de decirte? ―no me contesto y Shizune me juzgo con la mirada―. Shizune avisa a su universidad que dejara de asistir, Sarada. Trabajaras para mi de ahora en mas, tampoco aceptaré una renuncia tuya. Soy yo él que decide quien me sirve y quien no.
―Tiene toda la razón, Naruto-sama.
―Como mi asistente personal debes estar atenta a todo lo que diga, a veces puede que no sea evidente cuando necesito algo urgente. Llegas a las ocho para tener todos los reportes listos para mi cuando yo llegue. Como mi asistente debes aprender a tener todo lo que te pida en la mano antes de que yo lo pida. Como mi asistente no hablaras a menos que yo te lo pida. No darás opinión a menos que yo la pida. Regularmente sostengo reuniones todo el tiempo, generalmente con mis principales jefes de divisiones. La primera reunión es de diez de la mañana a una de la tarde y después de tres de la tarde a las siete. No puedes estar en esas reuniones conmigo en ningún momento. Ni nadie entrá.
―¿Pero, como su asistente personal no debería estar con usted siempre, Naruto-sama?
―¿Que fue lo que te dije de dar tu opinión?
―Lo siento ―me miro de reojo.
―Tu hora de comida es entra esas dos horas, pero solo una hora puedes ocupar para comer. Preferiría que la tomes de una o dos de la tarde ¿Algún problema?
―No, Naruto-sama.
―Perfecto. Que quede claro, no tolero horas extras no autorizadas y nunca las autorizo. ¿O lo he echo algunas vez, Shizune?
―Nunca, Naruto-sama ―contesto con jovial calma.
―Por ultimo, Sarada-chan debes aprender a cumplir todo lo que te pida por mas caprichoso que sea ―me decía―. Si te pido ir a buscar la Shonen Jump de la semana, la buscas. Si te pido un helado, lo buscas. Si te pido buscar la tapa del refresco que tiré en la basura… olvida lo ultimo eso no tiene sentido. ¿Pero entiendes mi punto?
―¡Por usted, haré lo que sea que me pida, Naruto-sama! ―mi lealtad era para él desde ese día.
―No obstante, Sarada. Se que tu madre es la jefa de mis divisiones de laboratorios medicos de la industria. Pero no por ser tu madre quiero escucharte dirigiendote a ella como tu madre, la llamarás por su nombre y la respetas por su cargo. Aquí no hay, madre, padre. Hermano o hijo. Todos son empleados y compañeros de trabajo nada más.
Bajamos hasta la entrada de la torre y en lobby del edificio, el auto de cierta persona que no faltaba nunca en venir a verme allí estaba. Era el auto de la principal accionista de la compañía, una mujer que a diario se reunía con Naruto-sama.
―Parece que decidió venir temprano este día ―dijo en cuanto reconoció el auto por su modelo―. Shizune, termina la entrevista por mi.
―Como usted diga ―me miró―, sígueme, niña.
―¡Esperen! Olvide algo ―vino hacia nosotros, en especial a mi―. Bienvenida a industrias Konoha, Sarada-chan.
II
Los siguientes treinta días fueron los días en lo que complete mi etapa de adaptación para el trabajo de Naruto-sama. Aprendí a realizar cada una de sus peticiones por mas rídiculas que fuesen y entender como se mueve la torre. Entraba a los ocho y salía, a veces a las siete a veces hasta las diez de la noche, cuando solamente guardias nocturnos recorrían la torre y los empleados de limpieza limpiaban cada piso tras un largo día de oficinistas.
Me adapte tan bien que incluso Shizune lo reconoció en mi, ella es una de las principales cabezas en toda la industria, por debajo de Naruto-sama. Estaba a cargo de todas la ramas de mercado que compite nuestra marca en el mundo en la guerra de entonces, sin embargo, tenía asignadas a personas eficientes que dirigieran cada rama bajo sus ordenes. Pero mas que ser simples jefes de departamentos, eran las amantes de Naruto-sama. Eran su harem que ocultaba de su esposa, antiguamente el señor del harem tenia a sus mujeres en un mismo edificio para él. Naruto las tenia en la torre principal de Konoha.
Primero estaba Shizune, era su secretaria y su principal directora de recursos humanos a nivel internacional. Su oficina esta a las puertas de la oficina principal de Naruto-sama. Si querías hablar con él, Shizune te informaba cuando y donde, pero si podía ella resolvía tus problemas sin que tengas que interrumpir su arduo trabajo.
Estaba mi madre entonces, Sakura Haruno. Su apellido de soltera. Jefa en el edificio de creaciones médicas e innovaciones farmacéuticas.
Luego estaba Ino Yamanaka, jefa de estudios botánicos y creaciones de productos alimenticios. Cereales, galletas, infusiones de tes industrializados. Ella estaba encargada de supervisar que las propiedades nutritivas en esos productos cumplieran con las demandas nutritivas que muchos países demandaban a las empresas. Somos la única empresa que no ha sido vetada en ningún producto alimenticio, pero también, la señorita Ino estaba dedicada a la creación de plantas transgenicas, creaba cultivos y semillas que efectivamente crecían en tierras de plagas incontrolables sin crear a largo plazo afecciones a las personas que consumieran sus cultivos.
También estaba Temari. Como secretaria de Naruto-sama estaba encargada de las creaciones inmoviliarias en los distintos países.
Hanabi, la cuñada de mi antecesor, era secretaria de la división de nuevas tecnologías, nuevos dispositivos móviles que superan las interminables necesidades de la gente.
Ten ten. Secretaria de la división armamentística, supervisaba e informaba a Naruto-sama de los avances en tecnologías militares, drones. Armas, uniformes. Tanto así que reformo la división paramilitar para proteger a las instalaciones de la empresa, dejamos de depender de seguridad privada externa. De un cuerpo de seguridad, creo un ejercito. Pero no era la señorita Tenten quien dirigía ese cuerpo militar.
Para eso estaba Samui, jefa, general de nuestro cuerpo de seguridad nivel militar y guarda espaldas personal de Naruto-sama.
A su mismo nivel, estaba Konan. La encargada de actuar ante la seguridad de la empresa antes de que haya peligros, pero mejor hablaré de ella cuando llegue el momento.
También estaba Mabui, la secretaria de contabilidad de toda la empresa, si faltaba un solo centavo ella averiguaba en que se iba.
Al final pero no menos importante, esta Karui ella era jefa y secretaria del marketing de toda publicidad que necesitase la compañía. Cada una dirigía su área desde uno de los edificios de la industria repartidos en todo Kioto, sin embargo pasaban mas tiempo en la oficina de Naruto-sama que en sus oficinas todos los días.
No todas lo eramos, Kushina, era su tía; era vocera de la compañía. Mujeres como Mei Terumi con su secretaria Kurenai y la vieja Tsunade eran sus principales accionistas e inversoras, pero también eran sus amantes, pero de todas: Tsunade, era la favorita de Naruto-sama, incluso sobre mi.
III
―Quince amantes ―tantas mujeres y yo no tenía ni una novia o amiga tan intima.
―Dieciseis si me cuentas a mi ―Sarada me corrigió sin quitar su sonrisa.
―¿Tantas? ―quede tan sorprendido, que deje de disfrutar la sopa por disfrutar lo que oía y es que apenas estabamos empezando―. ¿Incluso, con un miembro de su familia?
―Él era un mujeriego ―comento con su rostro mostrando nostalgia y diversión por alguna razón. Como si un hombre que fuese así sería tomado por alguien gracioso―. Aunque tratase de controlarse, no lo hacia. Las prefería casadas, sean despechadas o con una hermoso matrimonio. Con novios o con algún hombre interesadas en ellas, si hablamos en atractivo físico, no discriminaba. Podías ser de plano o gordo trasero, morena o blanca, casada o soltera. De piel oscura o asiatica. Pero nos amaba y ellas también lo amaron, como amaban ponerle los cuernos a sus parejas, sea que estuviesen casadas o en una relación nada mas.
―¿Casadas porque?
Existen cinco preguntas que puedes hacerles a una persona, cuatro de ellas son: ¿Que? ¿Donde? ¿Como? ¿Cuando? Pero la quinta es la mas incomoda que le puedes hacer a alguien: ¿Porque? Hice que moviera los ojos buscando una respuesta que nadie le hizo antes.
―Le gustaba el peligro, supongo ―Sarada encogió los hombros cuando contesto.
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