Business and pleasure (Naruto x Harem)

Esta obra la estaré actualizando una vez al mes, para darme tiempo de seguir avanzando la historia y tenerles una actualización constante. Espero y les agrade.

business and pleasure 1

 

Parte 1: La amante.

I

Había venido hasta japón al comienzo de la primavera del 2042, reservando una habitación en el cuarto piso de lo que alguna vez fue el gran hotel Bushido. Construido a las sombras de las afueras de Kioto, antigua capital de esta mágica nación. En sus años de gloria este hotel albergo a hombres de negocios importantes venidos por todas partes del mundo y del mismo país en búsqueda del hombre que regía esta nación desde su palacio. No hablo del emperador de japón. Sino del nuevo gobernante del que los medios lo rodearon alguna vez: Uzumaki Naruto y su torre desde donde dirigía cada fabrica, deposito, laboratorio y demás instalaciones a través de su imperio monopólico: Konoha industries.

Las ruinas de este hotel en sus días de gloria, fueron las barracas y cuarto de reuniones secretas del hombre que dirigió la guerra heredada por su predecesora y muchos de sus empleados en sus principales cuarteles de mando monopólico.

Un lugar de placeres y negocios. Así lo llaman quienes lo habitaron.

Aunque la gente no lo quiera reconocer, el mundo se dirige en su actualidad ya no por naciones, sino por imperios monopólicos desde antes que terminara la guerra fría. En los libros de historia nos enseña que algunas de la potencias mas importantes fueron: Estados unidos, Rusia. Francia, el imperio Britanico. España. Pero ahora ya no eran banderas de naciones las que dirigían el curso del mundo. Son las empresas, Gigantes de la industria que pueden mover los hilos que quieran para su beneficio y llevarle la guerra a sus rivales en el marketing.

La llamaron la guerra del mercado global. Donde luchaban dos frentes: La corporación Umbrella y sus adyegados. Contra Abstergo Industries y sus aliados. Sin embargo una tercera facción en esta guerra había aparecido con el crecimiento de Konoha industries. Hablamos de algo que comenzó en 1991 y termino en el 2023. Treinta y dos años de guerra de marketing que enriquecieron al mundo, pero por sobre todos. A sus lideres empresariales.

Ahora este hotel eran ruinas de lo que alguna vez fue la torre vigía de toda esa guerra donde el glamur y la fanfarria rebosaban. Pero ya no más.

Bushido ya no era solamente el código del samurai, sino un viejo hotel que se negaba a cerrar sus puertas por nostalgia. Un lugar perfecto para que un hombre soltero de treinta y uno años que era yo, que prefería estar rodeado de casi nada de personas, era un paraíso. Un amplio vestíbulo amplio de tapiz rojo, con solo una a tres personas sentadas en la recepción ocupando el internet limpio. En su mayoría, aquellos que estábamos en el hotel eran exactamente como yo. Extranjeros casi todos y gente solitaria. Amabamos el silencio y podíamos concentrarnos en lo que nos apetecía.

Escribir, dibujar. Pintar. Componer notas musicales clásicas. Vivir nuestra vida solitaria rodeados de personas que a pesar solamente hablar una o dos veces al día con no mas de tres oraciones sin hacer mas amistad, nos llenaba el vació de nuestras vidas. Solitarios hasta en la cena en el manjar del menú que ofrece este antiguo lugar. Gente solitaria.

Fue una mañana a cinco días de que yo llegue que me encontraba con mi computadora de mochila entre mis piernas, sentado en uno de los cómodos sofás individuales con un archivo de texto en la pantalla. Pero mis dedos no se movían, el archivo aun lo tenía en blanco. Nada venía a mi, incluso sentía que la iluminación de mi nuevo equipo lastimaba mis ojos.

Desde hace dos años que no he podido escribir nada nuevo, sin ideas por mas que recorriera los sitios históricos de Kioto o leyera de su cultura, nada venía a mi. Pero no podía estar concentrado como quería. No la note hasta puso en sus manos una copia de mi libro, ella no me miraba pero yo a ella si.

Una mujer de 56 años yacía sentada de perfil en uno de los sofás a metro y medio de mi con otro dos asientos entreponiendose. Estaba a mitad de mi libro, el capitulo doce o tal vez el trece supuse. Lo que realmente me llamaba la atención no es que esa mujer estuviese leyendo mi libro, sino a la misma mujer, que a pesar de las canas que tenia por pelo. Me hacia no parar de mirarla.

De altura promedio al uno sesenta, japonesa sobre todo; cabello largo y blanco, pintado para no ocultar su edad; denso como un bosque; gafas de pasta rojas le veía usar siempre, posiblemente padecía de miopía. Una blusa roja de mangas cortas y una piel blanca limpia sin arrugas para su edad, ni siquiera en su rostro se notaba, a pesar de su cabello canoso, quien la viera pensaría que era una mujer que esta en sus treintas o cuarentas mas que de los sesenta que se aproximaba. ¿Que había en ella que no la podía dejar de mirar? ¿Que a pesar de su edad real aparentaba tener mi edad? ¿Esas piernas largas de muslos carnosos que se dejaban ver por el movimiento de cruce de sus piernas? ¿Su destacable busto? unos grandes senos que medían 96 cm. Además de verse firmes y deliciosos… O su bello y magnético rostro a pesar de ser verdadera una mujer madura de esas con las que fantasean los jóvenes.

Trate de ignorarla pero, era ella la que no me permitió.

―Usted es Adrian de Wiart ¿me equivoco? ―la seductora voz de la mujer, vino a sacudirme cuando quise volver a poner la mente en la hoja en blanco de mi equipo.

Atraído por este canto de sirena, levante la mirada y sobre la pantalla vi su rostro completo. No soy bueno socializando, sobre todo solo con mujeres. Sacudido por su peculiar saludo, tarde unos segundos en responder no sin antes trabar mi lengua, no mirar a otro lado que no sea la belleza que tenia enfrente era imposible.

―¿D-disculpe? ―fue la primero que dije cuando la dulce sonrisa de quien me miraba, penetro mi alma.

―¿No es usted Adrian Carton de Wiart, el famoso escritor? ―una pregunta mucho más clara le hicieron, un intento leve de calmar su sorpresa.

―¡S-si, soy Adrian de Wiart! ―respondió perturbado por su radiante expresión.

―Admiro sus obras ―levanto la pasta de mi libro, mi primera novela―. La forma en la que un hombre que no ha estado en la guerra puede recrear escenarios tan reales como salidos de las vivencias de un verdadero veterano es admirable.

―Se… se lo agradezco ―mis nervios me estaban comiendo mas de lo que antes hicieron―. ¿Puedo preguntar? ¿Quien es usted?

Ella levanto una ceja mientras elevaba su sonrisa a una expresión de alegría y confusión, como si esa pregunta fuera lo mejor de su día.

―¿En serio, no sabe quien soy?

―¿Debería saberlo? ―baje la pantalla de mi portátil de escritorio, sin cerrar el dispositivo por completo.

―Donde sea que voy todo mundo sabe mi nombre ―respondió enderezando su cara antes de sufrir un desgaste en su cuello, sin dejar de mostrarse alegre con mi comentario―. Escuchar a alguien preguntar quien soy es divertido ¿En verdad no me reconoce?

Creyó que la tomaba del pelo, pero que yo decía enserio: ¿Quien es usted? Las ordenes de mis neuronas cambiaron para buscar en mi memoria alguna respuesta que dijera la identidad de esta mujer. Una sensación de haber visto antes me golpeo primero, si la he visto. Pero seguí excavando para saber mejor quien era. No era modela, ni una actriz; a pesar del increíble cuerpo que ella tenia. Tampoco era alguien que conociese en el pasado, primera vez que escuchaba su voz. No podía ser una mujer metida en política como para ser reconocida en cualquier lado con tanta facilidad como ella me afirmaba. Me daba por vencido después de analizar la apariencia de la mujer de arriba a abajo. Ropas de las mas finas y caras marcas mundiales y tacones de genuinos de cientos de dólares, un perfume suave como invisible de olor a algodón, que a tus fosas nasales la distinguen quedas hipnotizado.

Afortunadamente la respuesta vino a caer a mis manos cuando en la muñeca izquierda de la mujer un reloj de plata con números en blanco con un fondo negro noto luego de mucho analizar. Estos relojes eran pertenecientes a esa internacional compañía dueña de casi la tercera parte del mundo, un reloj que solo le dan a los miembros elite de alto nivel en dicha empresa como cabeza de esa compañía. O quien lo llego a ser.

―¿Usted es Sarada Uchiha? ¿La ex dueña y directora de Konoha Industries? ―mi contestación fue de suave sorpresa, lo que hizo sonreír a la madura que acento con la cabeza mientras daba una pequeña carcajada cortes al escucharme.

―La misma, he leído cada una de tus historias y estoy fascinada. En especial su obra del imperio rojo, su protagonista es como un napoleón pero mas mujeriego. Aunque, El soldado inmortal no queda por debajo de ella en su narrativa ―afirmo, levantando mi libro en sus manos, otra vez.

Fascinado, cerré mi computadora Adrian y puso todo en la señora Sarada.

―¿Que hace una mujer de tanto poder en un hotel como este? ―pregunté.

―Vine para darme un descanso bien merecido en mi hotel porque es tranquilo y poco concurrido, puedo relajarme a gusto sin recibir tantas miradas como una celebridad cuando no lo soy, pero que hay de usted ―dijo y pregunto luego de responder tan ligera y confiada la mujer―. ¿Que trajo a un excelente escritor a hospedarse en un hotel como este hasta este lado del mundo?

―Vine porque escuche que era un lugar muy poco concurrido. Como escritor, los lugares silenciosos son el mejor ambiente para que pueda pensar, vine a japón buscando inspiración para un siguiente libro. Pero no se me ocurre nada.

Eso llamo en grande la atención de Sarada, puso su brazo izquierdo sobre el descansa brazos del mueble y su dedos debajo de su mentón para mirar con mucho interés en mi, al parecer. Por fin pude dejar de mirarla por la vergüenza que sentía por mi mismo.

―Oh~ eso es curioso ―levanto mi mirada con sus palabras―. Usted quiere escribir una historia y yo tengo una historia que quiero contarle a alguien. Que le parece si hablamos esta noche durante la cena en el restaurante a las ocho, yo invito.

―¿En verdad?

―Considérelo una cita, querido.~

Una gran oferta, esperando que su historia despertara en mi y levantase el bloqueo de escritor por el que sufría. Esta mujer no era cualquier mujer, sino la anterior dueña y magnate de negocios de la mas controversial empresa de todas en la guerra del mercado. Mas controversial que disney, mas controversial que Monsanto. Las horas las conté con gran ansiedad por verla otra vez, pensando sobre que podría ser era aquello de lo que Sarada Uchiha quería contarme. Podría ser acaso sobre aquellos rumores que existen acerca de la gran empresa que llego a dirigir hasta hace unos dos años. O sobre el hombre que estuvo en su lugar antes de ella y el mortal final que tuvo. Podría ser incluso sobre aquellos muchos rumores que se cuentan por bocas mas allá de las personas que han conseguido trabajar para esta conglomerada industria.

Cual sea de estos tres puntos podría ser interesante, incluso aunque se tratara de la vida personal de esta madura lejos de la empresa. Algo de eso podía serme útil.

Eran las ocho de la noche y nos reunimos tal como me prometió, sentado cara a cara con la mujer Uchiha, cuya leve sonrisa seguía mostrándose en su mirada mientras el mesero servía las copas de sidra antes de depositar el aperitivo a nosotros, una cena de cinco tiempos ordeno para los dos. Suficiente para contar la mitad de su historia.

―Agradezco que aceptara mi invitación, señor de Wiart ―dijo la peliblanca mujer dado las canas de todo su cabello que no le disgustaba mostrar.

―Gracias a usted por invitarme, Sarada-sama ―devolvió el saludo.

―Por favor, solo dime Sarada. Creo que podemos conocernos mucho mas esta noche ―dijo mostrando mas sincera su sonrisa e incluso cerrando sus ojos como gesto de buena voluntad.

―Dijo que tenia una historia para mi ―comente antes de tomar la sidra de mi copa y de que ella agitara suave el contenido antes de dar un primer sorbo―. ¿Que historia podría ser? Acaso es sobre la muerte de su antecesor. O su galante vida que tanto se rumorea.

Soltó una risa muy atrevida antes de inclinar la cabeza quince grados a la derecha para poder inclinar su cabello―. No eran simples secretarias las que le rodeaban, señor de Wiart. Eran las amantes de mi antecesor, Uzumaki Naruto y sucesivamente se convirtieron en sus esposas, todas al mismo tiempo.

Eso me sorprendió.

―¿De verdad? Entonces los rumores que corren acerca de Naruto Uzumaki y su vida promiscua, son verdaderos ¿Creí que la poligamia en japón ya la habían abolido para entonces?

El brillo nublo los cristales de sus lentes justo cuando los acomodaba con solo dos de sus dedos pasando en el espacio sobre la nariz.

―Si lo fue, pero esta historia. comienza cuando yo era una joven de veintitrés años que era la amante favorita de Naruto-sama, fue hace treinta y tres años. Cuanto tu no habías nacido.

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