Una vez Takashi llego al lugar que ocupaba como guarida con sus amigos y como base para sus futuros sueños. Llego para encontrarlos cuando los soldados asignados por la nueva mafia para cumplir con su meta; estaban viendo como los dos sicarios principales, les enseñaban a disparar a Imamura, Morita y Kohta.
Sin hacer notar su presencia, Desde atrás podía ver como el sicario le había prestado una pistola de uso policial estadounidense para que practicara su puntería con botellas y latas que quien sabe de donde las sacaron. De los cinco tiros, Imamura fallo cuatro a la primera ronda. Morita tuvo mas puntería, dándole a tres de los envases. Mientras que Kohta dejo maravillados a todos.
-¿Sabes disparar? -pregunto Ricardo al otaku amigo de Takashi.
-Algo, durante el verano pasado fui a América donde pudo ir a un campo de tiro a practicar un poco -conto brevemente, nervioso.
-Bien -le entrego el arma luego de cambiarle el cargador -veamos que tan bueno eres.
-Con suerte será mejor que nosotros -dijo Imamura casi fafarroneando, estando a un lado con Morita, ambos cerca de la otra sicaria.
Solo bastaron tres segundos, para que Hirano acertara a cada uno de los blancos sin mucho esfuerzo y con un rostro sádico, psicópata dibujado en su rostro tras vencer.
-Eh?... -Imamura quedo callado ante la superioridad de Kohta con la pistola.
Incluso los soldados de la mafia presentes, se maravillaron ante el talento del gordo japonés.
-¿Que clase de campo de tiro fuiste? -pregunto Helen, incluso ella quedo asombrada.
-Uno común -contaba Hirano -el instructor me conto que era miembro de los Black Forest -el grupo mercenario numero uno de los estados unidos.
Acercándose a su nuevo jefe mientras los soldados le prestaban sus armas a Hirano para ver su desempeño, impresionándose cada vez mas. No solo dominaba las pistolas, también las escopetas, los ametralladoras, los rifles que tenían estos mafiosos. Era como ver casi a un soldado de elite de las mejores naciones en el cuerpo de un estudiante, o tal vez solo era un loco obsesionado con las armas, mas peligroso de lo que aparentaba.
-¿Sabias de su talento? -pregunto Ricardo.
-Estaba consciente de que había entrenado con armas, pero jamás pensé que seria un experto -estaba orgulloso de tener a un chico así como su amigo y aliado.
Luego de verlos entrenar, llevo a dentro de su "guarida". Que no era mas que una pequeña cabaña en una zona alejada de la ciudad cerca un lago en el bosque, cercano a las zona urbana del noreste de Tokonuso.
-¿Y como vamos a empezar con esto? -pregunto Morita.
-Vender drogas ¿no? Marihuana, Coca, anfetaminas... -dijo Imamura.
Ojala hacerse llamar narco o mafioso fuera tan fácil, pero no. Para tener un negocio en el bajo mundo del mercado negro lo primero es tener la mercancía en las manos, lo segundo que tienes que saber es quienes son tus competencias y como tratar con ellos.
-No, primero hay que reclamar territorio para empezar con los negocios -exclamo Takashi, con un mapa de toda la ciudad -lo cual ya tenemos nuestro primer punto para las ventas -señalo un local en el mapa, el cual tenia tachado con una leyenda escrita que decía "Fujimura."
Cuando cayo la noche, antes de que la luna llegara a su máximo punto. Takashi fue únicamente acompañado de sus dos sicarios y dos de sus soldados en una camioneta pick up negra con vidrios blindados y polarizados. Fueron hasta un pequeño local de apuestas con maquinas traga monedas como muchos establecimientos en la zona alta de la ciudad japonesa. Y mientras sus soldados aguardaban en la camioneta vigilando que nadie apareciera, Takashi y sus dos sicarios ingresaron al establecimiento.
-¿Que es este lugar? -pregunto la morena.
-Un pequeño casino -dijo Takashi, entrando por el frente, seguido de ambos mexicanos.
Un guardia de seguridad los vio, pero en vez de detenerlos, reconocio al chico y lo saludo. El hombre no llevaba un uniforme de guardia, sino ropa casual que lo hacían lucir elegante y peligroso, trabajaba para el mismo dueño del lugar.
-Komuro-san -dijo respetuoso.
-Hola, vienen conmigo -sus dos sicarios, con gabardinas puestas, ocultando las pistolas que tenían en la cintura -¿esta Fujimura? -pregunto el pelinegro.
-Esta atrás -respondió el joven hombre.
Pasando entre los pasillos llenos de maquinas con gente jugando en ellas, mayoría ancianos. Llegaron hasta la puerta del staff del negocio. Entrando con cuidado sin hacer que alguien los mirara, ingresaron al verdadero casino. Donde había una barra de licores, camareras con faldas cortas, blusas sin mangas y grandes escotes. Mesas de billar, póker, Black Jack, repleta de fumadores y bebedores amateurs que les gustaba apostar y perder su dinero. Un lugar muy elegante para ser clandestino.
-Ilegal supongo -comento Helen -como sabes de este lugar.
-Cuando mi abuelo me envió una caja repleta de cigarrillos hace un año, mi madre me presento a un viejo amigo suyo de una pandilla que tuvo en la preparatoria -les contaba Komuro -es dueño de este lugar, le propuse vender cigarrillos a bajo costo y le agrado la idea.
En una mesa comedor, pegada a la pared con sillones acojinados, un hombre de cabellera rapada con dos jóvenes mujeres atractivas a cada lado, fumando uno de estos cigarrillos. Vio a Komuro y rápido se saco el cigarro de la boca, sin soltar a las damas.
-¡Miren quien es, Komuro Takashi! -el hombre estaba feliz de verlo -hace tiempo que no te veía, chico. Como esta tu madre.
-Ella esta bien, Fujimura-san. Solo que se quedo en México para tratar unas cosas -Takashi tomo lugar enfrente del hombre con sus sicarios parados detrás de suyo.
-Una pena lo de tu abuelo -se compadeció -dime que te trae aquí esta vez. No es normal que me visites -tomo su cigarro del cenicero donde lo puso.
-Quiero hablar de un nuevo negocio contigo, si te interesa -puso sus manos sobre la mesa con los dedos entrelazados, poniendo una expresión seria en sus ojos.
-Señoritas, les molesta sin nos dejan un momento a solas -entendió que era algo serio, dijo y ellas se levantaron de sus asientos, para irse a perder a la barra del bar -dime de que se trata.
-Dime, tus clientes aquí no les interesa alguno de estos productos -saco de bolsillos, tres cosas. Un puro de marihuana, un sobrecito con un extraño y llamativo polvo blanco, por ultimo unas pastillas que se parecían al paracetamol, grandes y redondas. Viendo de que se trataba, el hombre dibujo una sonrisa en su rostro.
Flashback
Antes de venir a este lugar. Takashi les mostro a sus amigos lo que habían traído en el avión cuando regreso a Japón. Una carga de mas de una tonelada con drogas, hechas en México y conservadas para su llegada al otro lado del mundo para comenzar con la invasión de la nueva mafia mexicana.
-Esto es... -Kohta miro atónito.
-Marihuana -las hojas secas en frascos que decían ser orégano -cocaína -la habían metido en botes de talco -anfetaminas -cajas de medicamento falso, emplastecido para hacerlo mas creíble -heroína -ampolletas medicinales falsas. Imamura identifico cada droga a pesar de estar disfrazada.
El día que su amigo volvió, vieron que los soldados que llegaron con él, subieron cajas de cartón a un camión que también esperaba en el aeródromo. Esto era lo que esas cajas traían.
-Venderemos esto -pregunto curioso Imamura.
-Lo distribuiremos -dijo Komuro -cerrando el camión donde tenían todo esto, era un doble remolque de camión donde tenían ocultado esto -como todo buen empresario, necesitamos quienes estén dispuestos a vender lo nuestro. La distribución la haremos nosotros.
-Eso... suena algo complicado -exclamo Morita -como vamos a vender esto, o bueno como conseguiremos quienes quieran comprarnos. Digo, si lo llevamos a la escuela es peligroso.
-Morita piensa mas allá de Fujimi -contesto Komuro -descuiden, se como comenzar esto.
Fin del Flashback.
Al cabo de dos semanas, estos cuatro jóvenes "empresarios" comenzaron a expandir el negocio como planeaba Takashi, como lo quería la verdadera mafia mexicana. Empezaron vendiendo su mercancía al negocio ilegal del señor Fujimura, así es, a él se lo vendían y el hombre lo revendía, aunque era mas factible hacer que lo vendiera por ellos, hacerlo de esta manera, de forma limitada y controlada, haría pasarlos desapercibidos. Si algún día caía una redada al lugar, el único culpable cuando se hallara la droga seria del hombre.
Takashi sabia que Morita, en su intento por hacerse famoso cantando música Rock, la cual canciones que componía no eran muy buenas, tenia conocimiento de varios lugares donde los jóvenes iban a estos sitios, para escuchar la buena música y drogarse, pero el acceso de estos era limitado. Así que Takashi logro convencer a los guardias para que su amigo pudiera vender la droga en estos lugares, tomando parte del control de los clubes de Rock en la zona, unos dos lugares para comenzar. No solo clubes juveniles, también Karaokes donde a altas horas de la noche, los hombres y mujeres adultos que llegaban y buscaban algo mas de diversión. Dos locales mas para su negocio.
Kohta por su lado, estaba siendo entrenado para ser mas que un simple loco propenso a sicario. Los dos mexicanos le enseñaron a tener autoridad, ya que de los tres, Takashi tenia mas confianza en él para ponerlo como líder de los comandos que le habían asignado.
Como dije, al cabo de unas dos semanas, la nueva mafia mexicana ya tenia lo primero que necesitaba en Tokonuso, tener presencia.
Siendo la hora de salir de la escuela Fujimi afortunadamente siendo el comienzo de un fin de semana, Komuro y sus amigos planeando que hacer en la tarde conforme a lo que ahora se dedicaban. Sin embargo, por el momento no había mucho, con hacerse presentes, tenían que esperar a ver quien de los grupos actuaba primero, sino irían por quien mas se habían vuelto débil en los últimos meses. No obstante, alguien decidio interponerse entre el líder de este grupo y sus amigos.
-Komuro -Saya llamo al chico cuando las clases habían terminado y él ya se había reunido con ellos en el corredor.
-Takagi -saludo sin separarse de su equipo -¿Que pasa?
-Necesito hablar contigo -tenia esa actitud Tsundere de siempre contra el pelinegro, otra vez.
-Puedes esperar... -dijo calmado, para ser intimidado por el tono de voz que tomo la peli rosa.
-¡Necesito hablar contigo ahora! -levanto la voz.
Tras despedirse de sus amigos, de volverles a decir que los alcanzaría después en el sitio de siempre. Fue llegado por Saya a las escaleras de emergencia donde solía ir Takashi cuando quería estar solo. Algo un poco menos importante, en ese momento, por otro lado de la institución. Rei y su novio, Hisashi, salían para volver acompañados uno del otro a sus casas, cuando la castaña se percato de algo.
-¿Paso algo Rei? -pregunto el peli gris.
-Olvide mi teléfono, espero que aun este bajo mi pupitre -solto la mano de su novio volvió corriendo luego de revisar su mochila.
-¡Espera Rei! -grito Igou, pero se quedo parado atrás.
Luego de haberlo encontrado, pasando de vuelta por las aulas ella escucho una voz familiar.
-Que pasa Saya -era Takashi, solo le llamaba por su nombre en privado a Takagi. Manteniéndose en silencio, podía escuchar lo que estos dos platicaban desde las escaleras al final del pasillo
Extrañamente Saya se puso nerviosa, no sabia que hacer o que decir, solo mantenía su mano en su antebrazo opuesto, apretando buscando las palabras adecuadas para hablarle.
-Dime, tu... -se había puesto roja -tu... tu tendrías una cita conmigo.
-¿Que? -sonrojo a Komuro.
-Que si tendrías una cita conmigo, ¡idiota! -grito molesta.
-Te escuche pero, porque me estas preguntando esto -dijo Takashi.
Sonrojándose mucho mas que él, recapitulo lo que iba a decir y escupió todo lo que tenia que pasar por su labios.
-La verdad... es algo que, que yo siempre he querido contigo -esto honro a Komuro, a la vez que ruborizo mas. En cuanto a la castaña, ella seguía ahí, en cuanto escucho esto, ella sintió como si algo que le perteneciera le fuera arrebatado. Así que se fue en silencio a donde volvía, pretendiendo no tomarle importancia a lo que escucho -que dices... tonto.
-Que es... algo repentino -contesto -pero la verdad, me gustaría que pasara eso.
Esto contento a Saya.
-Siéntete orgulloso de salir con una chica genio como yo -volvió a entrar en su modo Tsundere.
Internamente, Komuro sentía que andaba algo mal con su amiga.
-Que esperamos -exclamo, dejando en un breve shock a Takagi.
-¿Que?... -se perturbo por un momento.
-Vamos, por nuestra cita -contenia su entusiasmo el peli negro.
-¡¿Ahora?!
-O ¿quieres esperar? -pregunto, desde cuando se había vuelto atrevido, era lo que pensaba Saya al momento.
-No... pero... -sin que lo viera, Takashi había tomado su mano. De nuevo, un rubor en sus mejillas, de forma ligera; se le dibujo.
-Vamos, tengamos una cita -esa mirada, era una nueva expresión nunca vista por ella en Takashi. Gracias a esto, su corazón latía más rápido.
Por otro lado, los padres de la peli rosa, pasaban por tiempos difíciles entre ellos y sin saberlo, esto afectaba a su hija. Su padre, Soichirou Takagi estaba en su sala de entrenamiento, meditando en paz. Cuando entro uno de sus soldados a traerle noticias.
-Perdone que lo interrumpa Comandante -dijo su soldado, nadie mas ni menos que su segundo al mando, el único que le perdonaba cada que le interrumpía estas sesiones sin aviso. Comandante, era el apodo que tenia puesto el padre de Saya como líder de su grupo Yakuza.
-Que pasa Koiji -pregunto el jefe Yakuza.
-Señor, traigo noticias -se sentó delante de él, con las piernas cruzadas. El padre de Saya, tenia una mirada mas seria y amenazante que ponía ante cualquier hombre o mujer que le hablase -parece que hay un nuevo grupo en la ciudad.
-¿Y? -no le parecía tomar mucha importancia en esto ahora. Teniendo otros rivales mas en la ciudad, y en momento pasando por un divorcio con su esposa.
-Parece que han puesto interés en muchas zonas cercanas a nuestro territorio -dijo el tal Koiji.
-Han hecho algo, atacar a nuestros empleados, amenazar a nuestros compradores -la mafia que dirigía el Takagi mayor, se especializaba en cobrar piso a varios locatarios en buena parte de la ciudad. Muchos de los cuales pagaban gustosos, pues les proporcionaban servicios privados de seguridad contra todo busca pleito que molestara su negocio.
-No hasta ahora -exclamo, un poco nervioso, le hacia parecer que su interrupción era en vano.
-Dime porque debería preocuparme -pregunto.
-Bueno -respiro y formulo sus palabras antes de hablar -un par de nuestro empleados vieron el otro día a los soldados de este nuevo grupo, dicen que parecían militares. tenían armas pesadas, vehículos blindados, incluso sus uniformes parecían ser de alguna milicia.
-¿Así? -se intereso el Takagi mayor -¿donde los vieron?
-Estaban en la parte trasera de un club de música juvenil -los soldados de Takagi que avistaron a los soldados de la nueva mafia mexicana habían salido ebrios de un bar, desde la parte trasera del lugar -parece que su líder es un niño. Un estudiante como de preparatoria, lo vieron cerrando un trato con el dueño del club.
-Un estudiante -le llamo la atención este dato.
-Los chicos estaban algo alcohólicos, así que no se si decirle que, según ellos; el chico se parecía mucho a Komuro Takashi -era todo lo que tenia que informar.
Komuro, era conocido por Soichiro y por sus soldados, pues la madre del chico era amiga de Soichiro y Yuriko mas allá de sus hijos se hallan conocido en el jardín preescolar. Mas el padre de Soichiro y la madre de nuestro protagonista. Sin embargo, ella no le había contado nunca, que parte de su familia le pertenece a una mafia poderosa que controla un país entero del otro lado del pacifico. Por lo tanto, le parecía imposible que un chico como Takashi fuera miembro de algún clan Yakuza. Aun así, no tenia que bajar la guardia.
-Ya veo -dijo el comandante, señor de Tokonuso -¿crees poder investigar? -le cuestiono.
-Sera complicado, pero no imposible -exclamo.
-Hazlo -ahí termino su conversación, el tal Koiji se puso de pie, anuncio su salida y cuando estaba por cerrar la puerta corrediza del cuarto privado de su jefe, la mamá de Saya apareció para entrar también.
Esta vez, Soichiro noto su presencia, y su concentración fue abruptamente interrumpida.
-Yuriko -rompió el trance de su cuerpo.
-Hola Soichiro -se sentó delante de él, con su pies debajo de su cuerpo.
Hablar del divorcio era algo que discutían día y noche. Que pasaría con ella, se iría de su casa, si lo hacia se llevaría algo. Cosas así. Afortunadamente, eran cosas que ya habían resuelto. Luego de haber conocido a la nueva mujer que le quito a su esposo, decidió quedarse un tiempo en la mansión, no se iría hasta que decidieran que pasaría con Saya, aunque no le habían contado a ella del divorcio. Lo cual la peli rosa descubrió de la peor manera. Tenían que hablarlo formalmente con su hija. En Japón a los 16 años uno podía ser considerado con suficiente edad legal para tomar decisiones adultas. Cuando llegara el día que por fin ambos padres se separaran. Ella debía decidir con quien quedarse, su padre o su madre.
-Crees que es el momento adecuado para hablarlo con nuestra hija -pregunto Yuriko.
-Si no ahora, cuando -dijo su esposo, aun no firmaban el documento legal del divorcio.
-Esto lo puede afectar -exclamo la Takagi.
-Saya a crecido, es muy inteligente para dejarse afectar por esto -decir esto, enojo a su actual esposa.
-Que sabes de nuestra hija -se enfureció con él -hace cuanto que no pasas tiempo con ella como su padre que eres. Desde los diez la has tratado como si fuera uno mas de tus empleados.
-Quiere que sea fuerte, emocionalmente -esto fue raro para Yuriko.
-Porque cambiaste, realmente no eres el mismo hombre del que me enamore -no comprendía porque la dejaba por una mujer joven, con menos atractivo curvilíneo que tenia esta joya de mujer -que habrá visto en ti esa p...
-Disculpa, Soichirou -abrió la puerta, la otra mujer que le robo a su marido.
Su nombre era Mirei, un pelinegra de corto cabello con curvas mas delgadas si la comparábamos con Yuriko, su hija o alguna otra mujer de esta ciudad. Una dama de unos 24 años de edad, y eso que Soichiro tiene unos 37 años.
-Llego en mal momento -se puso nerviosa cuando vio a Yuriko hablando con su hombre. La mirada que puso ella contra Mirei, era claramente que Yuriko la iba a matar.
Regresando con Takashi y Saya, ambos habían conseguido llegar hasta una plaza comercial. Cerca de ellos, el mismo auto que días anteriores estaba siguiendo sigilosamente a ambos jóvenes, nuevamente los estaba acechando, manteniendo la distancia mas prudente de ambos.
-Allí esta -exclamo el conductor del auto polarizado -cuando vamos.
-Espérate a que se vayan a casa, no vamos a atraparlo en un lugar concurrido -dijo el copiloto a su amigo -hay que ser pacientes.
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