Milf of the dead - Undead
El sol se levanta por la ventana de la habitación de Takashi, sin embargo él desde temprano se encontraba ocupado. El sol atravesaba la ventana abierta e iluminaba primero el cuerpo de la paladín que era trabajado por su joven amo. Gran esfuerzo estaba poniendo Komuro en alcanzar el borde de la locura, frotando su hombría en el interior de la morena.
De su boca, podía escuchar su voz agobiada estando sobre la cama de su amo puesta en cuatro, la pelvis de su joven señor azotando su trasero, él se sostenía de la cintura de Ingrid, siendo más intenso con cada segundo que pasaba.
―¡Hmmm!~ Takashi-sama… su pene esta llenando mi interior ―grito la morena paladín, yaciendo desnuda y su cuerpo impregnado en su propio sudor como sudor de su amo.
El pelinegro estaba muy cerca de alcanzar el clímax de la satisfacción sexual de la mañana.
La expresión demente de la paladina cuando miraba por debajo de su cuerpo donde sus grandes pero firmes senos se mecían de adelante para atrás, pero miraba sobre todo el frenesí de lujuria en el que su joven amo se desprendía y trituraba el interior de su vagina. Momento en el que lo escucho gritar con una ligera falta de aliento
―¡Me vengo, Ingrid! ―grito Komuro, profundizando el entierro de su hombría en el interior de su leal caballera.
Las pupilas de la morena paladín casi dieron la vuelta mientras ella soltaba un grito ahogado, sintiendo fluir la gran cantidad de semen de su joven amo, llenándola hasta ser demasiado para su vagina.
―¡Gosoujin-sama… su semen caliente esta llenando mi interior! ―grito en euforia la paladina.
Ambos estaban agotados, en un mismo nivel que cayeron al mismo tiempo sobre la cama individual de Komuro. Mientras Ingrid caía boca abajo en la cama, pero con su rostro girado sobre la almohada para no dejar de respirar, mirando en la dirección opuesta al rostro de su amo, sentía sus piernas adoloridas de tanta tensión que la sometió su amo, no fue una la ocasión en la que disfruto de su cuerpo para satisfacerse una vez tras otra, pero tampoco fue solamente Takashi quien gozo de la acción madrugadora.
Mientras que él se dejaba caer sobre su cama con la vista al techo, pero no miraba, tenía sus ojos cerrados por el agotamiento que tuvo después de tres rondas seguidas.
―Takashi-sama… no debería desperdiciar su semilla conmigo ―no podía verlo, pero si llegaba a sentir como el semen se escurría por los labios abiertos de su vagina.
―¿Porque dices eso? ―abrió los ojos con duda Takashi, mirando a la morena a su lado que seguía sin mirarle. Gustoso, él se acerco primero a pesar de no levantarse de la cama. Tomando a Ingrid de su cintura, abrazándola con ternura―. ¿No habías dicho que como mi leal caballera, estas a mis deseos.?~
―Si, pero… ―Ingrid pronto tuvo la nariz de su joven amo puesta sobre su cabello, sintiendo su profunda respiración, muy cerca de su nuca. Una sensación que hacia erizar su ser.
―Es la fantasía de todo hombre despertar con una bella mujer y darle mucho amor ―sonó muy romántico, tan convincente que logro hacer que la demonio volteará a verle, virando su cuerpo donde los labios de su joven amo tomaron los suyos y le correspondió. La mano de su amo que le sujetaba la abrazo con más fuerza romántica, pero fue Takashi quien arrimo su cuerpo al de Ingrid.
Había preparado su alma para estar a disposición de su amo en todo lo que él la necesite, sin embargo no habia preparado su corazón. Pensando en ser solo una herramienta para Takashi, no una de las mujeres pertenecientes al designio final del destino de su joven amo. Ese beso entre ellos pudo ser el comienzo de una nueva sesión de pasión sin freno. Pero vino a sonar la alarma del reloj digital de Komuro sobre su mueble de noche junto a su cama. No venía a despertarlo de lo que tal vez era el mejor sueño de su vida, porque no lo era.
―...¿Oh? ¿Seis A.M.?―hicieron ambos el mismo sonido cuando les fue arruinado el momento.
Miro la hora Takashi y disgustado presiono el botón del despertador digital suyo que tenia programado para despertarse para alistarse e ir a la academia.
―Es la hora en la que suelo despertarme para alistarme para ir al colegio ―significaba que ya no era momento para estar follando con su paladina.
―¿Colegio? ―Ingrid parecía desconocer la palabra, Takashi salió desnudo de su cama sin molestarla, sin decir más palabras a pesar de la mirada fija de la mujer detrás de él que le observaba con una ceja levantada―. Amo, hay que hablar sobre vuestro propósito, sobre el don que le concedió su madre, la diosa consorte.
―Perdona Ingrid, pero debo ir al instituto ―sonrió compadecido, Komuro―, podemos hablar de eso más tarde en la noche cuando regrese.
Lo tomar un baño a tan temprana hora y arreglarse con un peculiar uniforme que para la demonio le pareció trillado. Intento preparar el desayuno por él cuando le escucho decir que lo haría, sin embargo la especialidad de la morena era ser una guerrera, no una cocinera. Termino siendo servida por su joven amo. Quien mostró mucho contento de, en sus palabras: “servirle a una hermosa mujer, sentada con él en la mesa tan temprano.”
Pero a pesa de que Takashi le dijo a su paladina que ella se quedara en casa, no obedeció al pie de la letra, Ingrid. Tomo su no tan conveniente armadura que revelaba su cuerpo y con un conjuro que le permitía ser invisible como ser indetectable al sentido de los humanos, siguió con gran sigilo a su amo en cada paso que daba.
Saltando por los tejados de las casas de su vecindario sin ser sentido o notado por Komuro, hasta verlo llegar a la estación de autobuses publico. Lo siguió sobre la bestia de metal, estando Ingrid sobre su techo hasta verlo bajar y seguir siguiéndolo hasta el instituto Fujimi, donde Takashi estudia.
―¿Esto es una escuela? Que deficiente se ve, como debí esperar de los humanos ¿porque Gosoujin-sama se permite presentarse ante tan bajo lugar? ―tal vez exageraba. Pero en la realidad de la que Ingrid venía, los colegios e institutos tan solo en la fachada lucían ser superiores. Era lo que veía la morena estando de pie en la cima de un poste de alumbrado frente a la entrada del colegio.
Era lunes solamente y Takashi tenia que llegar al colegio. Siguiendo cada paso que daba dentro de la academia, Ingrid miró a su joven amo ser recibido desde la entrada, por cierta castaña que lo esperaba con mucha tranquilidad y poco entusiasmo, hasta ver que él por fin se asomo.
―Buenos días, Rei ―saludo el pelinegro con toda naturalidad a la chica parada junto a la reja de entrada de Fujimi.
―Takashi ―devolvió el saludo, mostrando alegría. Se despego de la columna de ladrillo y camino hacia el chico sin dejar de sonreír.
Parecía ser alguien conocida para su amo, pensó Ingrid; por lo que se quedo atenta a la interacción que tenia la femenina con su joven amo. Tan solo pasaron la reja de entrada y unos cuantos pasos más, dentro de la academia, una joven pelirrosa con una constante mirada malhumorada los vio, disgustada de ver tan apegada a Miyamoto Rei con Komuro.
―Llegas temprano, Takashi ―exclamo la chica pelirrosa de busto destacable cuyas medidas a pesar de su joven edad, superaban los de la paladín entrometida. Pero eso no le afecto a Ingrid, ni le presto atención a dicho detalle, solo se quedo mirando a su amo y atenta a lo que él hacia.
―Hola, Saya ―saludo dudoso, cualquier otra respuesta que Komuro diera, sabe que iba a estar mal.
―Tonto, sabes que no me gusta que me llamas por mi nombre en publico ―respondió luego de ruborizarse y mostrar vergüenza mirando en otra dirección.
―Creí que querías que te llamará por tu nombre.
Rei a su lado, comenzó burlándose de la actitud que tomaba la pelirrosa que también conocía. Sabiendo del mal de su juego que ella tenía.
―¿Que te estás riendo, Miyamoto? ―recrimino luego de escuchar las minuciosas carcajadas de la castaña que se burlaba.
―Oh no, no es nada ―dio un paso al frente y se acerco a Takagi Saya para decirle algo en persona―. Con esa actitud Tsundere jamás tendrás oportunidad con Takashi, Takagi-san.~
―¡Oh! ¿Piensas que ya has ganado tu? ―cuestiono Saya haciendo notar su voz.
―Chicas… ―Komuro escucho la ultima pronunciación salir de la boca de su vieja amiga de la infancia y sintió un desequilibrio en la fuerza. Sin embargo no sería él quien pondría un alto a la infantil discusión que sus amigas tenían.
―Es muy temprano para verlas pelear ―una tercera estudiante apareció entre el resto de otros alumnos que seguían llegando al instituto, una chica de tercer año que a diferencia de muchas otras chicas, ella suele cargar una falda mas larga que el resto, llegando hasta sus piernas. Su mirada madura y su comportamiento también le daba su esencia madura a esta otra estudiante que Takashi y sus amigas conocían.
―Busujima-senpai ―saludo con mucho respeto a su superiora.
―Komuro-kun, que sorpresa verte tan temprano ―contesto el saludo―, dime has considerado mi oferta de unirte al club de kendo.
―No esperes que él se una a tu equipo, Busujima ―otra estudiante de tercer año vino a manifestarse, no era japonesa como las demás, pero en los varones del instituto si que movía los corazones. Extranjera de cabello carmesí brillante y de un busto que inclusive era superior al de Saya, apareció. Viniendo como siempre, acompañada de la segunda chica que tantos corazones hacia estremecer en lo varones del colegio, unas medidas de infarto.
―Rias, deberías ser mas amable con las demás ―dijo Akeno Himejima, una chica que siempre venía detrás de la carmesí con esa lengua tan sarcástica como burlona tenía.
―Rias Gremory, Akeno Himejima ―exclamo Saya como Rei se mordieron el labio, sabiendo que esta extranjera venía por Takashi.
Quien vendría a incentivar el caos, sería Saeko Busujima. Compartiendo la misma inconformidad de las otras dos junto a Takashi.
―Lo siento, Gremory-san. Pero Komuro-kun preferiría unirse a un club que sea mas serio que el juego de roles que hay en tu club de ocultismo ―exclamo sin titubear ni sobresaltarse.
―¿Juego de rol? ―eso no le gusto a la carmesí.
Sintiendo la chispa de pólvora volando por el aire, Takashi actuó como hombre y se metió en medio de la discusión de Saeko y Rias. Sin tocarlas ni menospreciarla, aprovecho el sonido del timbre para volverlas a poner en tierra.
―Por favor ―se puso entre ambas―, las clases están por empezar.
Desde la cima del poste, Ingrid vio todo. Pero a pesar de mostrar ninguna expresión por fuera, en su interior ella quedo maravillada con lo que vio.
―El joven amo tiene alborotado las hormonas en esas jóvenes por él. Es lo que debía esperar de Takashi-sama ―mostró una primera satisfacción Ingrid, antes de dar un gran salto al aire que la haría esfumarse de un destello de los colores de su armadura, luego de ver como su amo se adentraba en el interior del edificio.
Oculta en el interior de su salón, sin que su amo siguiera sin notarla gracias al hechizo, noto que su amo no prestaba mucha atención a las clases impartidas por los docentes del colegio. Aunque no eran muy atractivas si estás en ellas, lo que atraía la atención de Takashi, era el gran número de profesoras mujeres que daban las clases. Y así como su amo, muchos otros estudiantes varones más allá del salón de su joven señor, prestaban más atención a los seductores cuerpos que ellas tenían que solo a sus enseñanzas.
―Takashi-kun, muchas gracias por ayudarme a traer las cajas hasta la enfermería ―dijo la enfermera de la academia, una rubia de unos veintiocho años con senos mucho más grandes que los de la carmesí estudiante de antes. Ella estaba sentada junto a su mesa de trabajo en la enfermería cuando Komuro asentó las dichosas cajas.
―No hay problema, Marikawa-sensei ―sudo la gota luego de traer en manos tres cajas pesadas de cinco kilos cada una por mas de veinte metros continuos de donde se topo a la enfermera.
―A estas alturas, esta bien si me llamas por mi nombre. Shizuka.
―Sabes, siempre te la pasas ayudándonos. Deberíamos devolverte el favor tarde o temprano ―dijo una de las otras enfermeras de la academia, este instituto tenia mas de una encargada de la sanidad de los estudiantes de la Fujimi. Eran unas cinco o seis en total.
―Hasegawa-sensei, no se preocupe. Mi recompensa es ver a tan hermosas profesoras en bata medica, sonriendo ―sería lo ultimo que diría Komuro antes de salir con una educada forma de anunciarse.
Luego de ocho largas horas de colegio, vio a su joven amo dejar el edificio y salir solo, pero no mostrando arrepentimiento sino una gran satisfacción en su cara.
―Ahora lo entiendo ―diría Ingrid, siguiendo los pasos de su amo a considerable distancia, mirándolo irse con el sol comenzando a ponerse anaranjado en horizonte―. Este lugar no es más que un sitio de cacería para Takashi-sama, todas esas jóvenes mujeres que estudian con él en este lugar y esas profesoras sin duda alguna son consideradas por mi amo como sus las escogidas para dar a luz a su descendencia en el nuevo mundo.
No se de que nuevo mundo esta hablando si es que me lo preguntas.
Continuo siguiendo a su joven amo con el mismo sigilo, dirigiéndose de vuelta a su casa. Pero no llegaría aquí tan temprano. Tomando una ruta alterna en la misma zona, Takashi vino a tocar el timbre en la residencia de la familia Unagiya. Donde sería recibido por una malhumorada ama de casa con una vestimenta juvenil para ella.
―¡Llegas tarde! ―levanto la voz la mujer, frunciendo el ceño.
―Lo siento mucho, Unagiya-san ―exclamo Komuro pero la madura le cortaría la palabra.
―Solo entra y ponte el uniforme, hay muchas solicitudes de trabajo ―diría Ikumi Unagiya, su jefa patronal de la pequeña empresa de servicio múltiples a domicilio Unagiya.
Aunque no estuvo conforme en ver como una simple anciana insultaba a su joven señor, la morena paladina se limito a los impulsos de revelar con espada en mano y cuestionar la osada actitud con su amo. Pero se retuvo. Continuando en su seguimiento a los pasos diarios de su señor. Ingrid entendió el propósito de dejarse humillar por la actitud dura de esta mujer que se ponía por encima de su amo. Acercarse a las mujeres, amas de casa de su barrio. Estas mujeres, a pesar de poner a Komuro a cumplir tareas domésticas en su mayoría, pudo ver como tenían un ojo de interés puestos sobre su amo.
―Ahora lo comprendo mejor, amo ―pensaría Ingrid luego de entender a su manera lo que Takashi estaba haciendo en realidad―. Como debí esperar de mi amo, a seleccionado todas las candidatas para su harem desde antes que yo llegará. Excelente trabajo, Takashi-sama.
Dejando de acosar a su amo, volvió a su residencia con una hora antes de que Takashi regresará. Recibiéndolo con debido respeto y mutuo. Luego de tomar un baño, cenar y volviendo a su habitación luego de un largo día trabajando después de haber estado en el colegio. Sentado en el borde de su cama, se acordó Komuro.
―Espero que no hayas aburrido estando aquí sola, Ingrid ―dijo Komuro viendo frente a él a la paladina, tan seria y firme como la noche anterior―, por cierto ¿Que era de lo que querías hablar esta mañana?
Entonces tomo aquella libreta con la que antes dibujo para contar mejor el motivo de su manifestación, para sentarse junto a su Takashi, tomando una pluma en vez de un plumón grueso como la noche anterior.
―Amo, necesitamos escribir una lista con todos los nombres de las mujeres que usted haya seleccionado para ser sus concubinas ―escucho decir a Ingrid, sin embargo se desconcertó al escucharla―. Si, las concubinas con las que engendrará a sus descendientes para el nuevo mundo.
―¿Nuevo mundo? ―le cuestiono Takashi.
―Takashi-sama, verá. La diosa consorte no le otorgo su don por simple gusto, sino con un propósito ―tendría que explicarle mejor―. Vuestra madre prometió un mundo nuevo para cada uno de sus hijos, para usted. El fin del mundo impuesto por los dioses corruptos y misóginos del que de sus cenizas, los descendientes de sus hijos reconstruirían una nueva civilización en los escombros del mundo dejado atrás.
Ahora las cosas se volvieron más perturbadoras que antes, a cuando Ingrid apareció de la nada.
―¿Hablas de que llegará un fin del mundo? ―pregunto ahora.
―Hay que preocuparnos ahora en hacer lista de todas las mujeres con las desea sean las madres de sus hijos para el nuevo mundo, gosoujin-sama ―declaro Ingrid―. Amo, debo decirle que lo estuve siguiendo sin su permiso, me disculpo por contradecir su orden de la mañana, pero pude ver que incluso antes de hacerle saber de quien era usted, ha hecho que muchas mujeres tengan interés en usted. Muchas de ellas son sin duda candidatas perfectas para ser sus consortes. Justo como debí esperarme del hijo de la diosa consorte con el don de la Lujuria.
―Emmm… Gracias, supongo ―no comprendió el enclave de sus palabras de Ingrid.
Abrió la libreta y pasando más allá de las paginas donde hizo los dibujos de la otra noche, destapo el bolígrafo, usando un conjuro sin manos ni palabras, su vestimenta de la morena cambio. De esa armadura exótica, vino a relucir su cuerpo usando un conjunto de secretaria, con un saco café que se distinguía de su piel, con los botones de su escote abiertos de gran llamativa forma que Takashi no pudo evitar mirar el atractivo valle de su devota caballera y ser estimulado por sus naturales instintos.
Los ojos de Takashi volvieron al rostro de Ingrid, cuando ella exclamo:
―Dígame el nombre de las mujeres que desea que sean sus concubinas ―dijo la secretaria de Komuro, atenta esperando a tomar nota de todos los nombres que su amo luciría.
―¿Concubinas? ―dijo él y antes de la morena tuviera que explicar mucho más, rasgo su garganta con su voz para hablar mejor entendiendo lo más importante de lo que acaba de decirle ella, quería hacer una lista con los nombres de las mujeres por las que Takashi, se le alborotaba el bulto en sus pantalones y en más de una ocasión tuvo un sueño húmedo con alguna de todas ellas.
―Por favor, Takashi-sama. Anotaré los nombres de todas aquellas femeninas de las que usted quiere sean las procreadoras de sus hijos ―basto tales palabras de Ingrid para entender mejor.
―Pues… por quien siempre he tenido esas intensiones por más inmorales que sean, ya la has conocido, Takagi Yuriko. La esposa del jefe de la familia yakuza mas influyente de esta ciudad. Ella con su esposo, Soichirou Takagi; se hicieron cargo de mi luego de que mis padres murieran y de no tener más familiares ―contaba Komuro―. Siempre tuve, deseos por esa mujer.
Dijo mirando en otra dirección, sin importarle que la morena paladina escucho el nombre y lo anoto los kanjis en perfecta escritura.
―Bien ―levanto la vista de la libreta―. Quien más, amo.
―Una de las enfermeras de la academia, a pesar de tener veintiocho años es muy inocente, más allá de eso, tiene un cuerpo increíble. Es una celebridad en toda la academia, incluso sobre todas esas enfermeras con las que opera Fujimi, lo cual es muy inusual ―dijo el nombre de aquella bimbo enfermera de la que hablaba y vio a Ingrid escribir en el papel―. Aunque también admito que tengo un interés por la profesora de química, ella es profesora encargada del club de ping pong en la academia… fuera de Fujimi, hay una mujer que me parece atractiva, su hija es bien parecida a ella… hay otra mujer por ese vecindario, algunas veces me pide cuidar a su hija de once años, alice. Ella es reportera y siempre esta en las calles de la ciudad aunque también hay ocasiones en las que me pide ser su camarografó… cierto, también esta la amiga de la enfermera que te mencione antes, su inusual piel morena y sus rizos la hacen muy hermosa, además de su cuerpo deportivo.
Escucho cada nombre Ingrid y lo anoto, sin embargo vino a decepcionarse rápidamente cuando su amo dijo que eran todas las mujeres por las que él tenia interés. Solo eran seis nombres en toda esa lista.
―Amo, esta cantidad de candidatas para sus consortes es muy débil ―diría la paladín, bajando la libreta sobre sus muslos en esa recta falda de secretaria―. Takashi-sama, pude observar una gran cantidad de mujeres por las que su pene se altera.
―¡No digas eso! ―que vulgaridad de parte de su paladina. Tendría que educarla bien el resto de la noche.
―Gosoujin-sama ―se comporto mas seria, Ingrid―. Quiero que me diga cada nombre de las mujeres con las que su hombría despierta, sin excepciones. Me aseguraré de que todas ellas caigan rendidas ante el don que le concedió vuestra madre. Así que por favor diga como se llaman todas ellas, comenzando por aquellas jóvenes con la que se topo al llegar a ese patético instituto que no esta a su altura.
―¿Hablas de Rei? ―la vio anotar de inmediato.
―Si, ella ―escribió Ingrid―. Dígame por favor, el nombre de las otras señoritas que han puesto su interés por usted, como la pelirrosa y la carmesí.
―¿Saya y Rias? ―escucho los nombres y anoto, Ingrid.
―¿Quien más? Amo. Usted hablo de sola una profesora de academia, pero hay muchas otras allí que también serían buenas consortes, sus conocimientos serían bien merecidos para impartir a sus hijos y ser madres de sus hijos también ―aclaro la morena paladín.
Takashi dejo salir un suspira lleno de complicaciones.
Y así como Oscar Schindler dicto los nombres de todos aquellos trabajadores de fabrica para comprar sus vidas fuera de los campos de exterminios a los que un imperio de dementes los culpo de ser el mal en el mundo de forma injustificada. Komuro Takashi comenzó a hablar de cada
Una a una escribió esos nombres una tras otra, Ingrid; como ella le exigió a su amo. Escribió cada nombre de las mujeres que muy pronto estarían a los pies de su señor. Menciono el nombre de cada una de las profesoras de su academia que más que solo ser profesoras eran celebridades en su colegio. Dijo incluso los nombres de todas aquellas enfermeras que por alguna razón su academia albergaba, no solo se quedo solo con las profesoras alborotadoras de hormonas de la academia, Komuro mencionó estar interesado también en la directora del instituto diciendo él: que esta en el verano de su belleza.
No paro allí, dicto para Ingrid los nombres de distintas chicas del colegio que a pesar de no estar a la altura de la belleza de las maestras mencionadas, también eran ellas un deleite incentivador. Salió de Fujimi para dictar a su paladín nombres de mujeres que él conocía gracias a su trabajo. Un nombre venido de otro tras una pequeña descripción de quien era la mujer que le hizo pedir. Mencionó nombres que no eran japoneses, pues resultaba que con la economía mejorando en japón, mujeres extranjeras han venido hasta su ciudad y Komuro a tenido la suerte de conocerlas, gracias a su trabajo poco común de servicios hogareños a domicilio.
Al final, Ingrid sorprendiéndose con cada segundo que pasaba y al final… al final, la caballero demonio vino a mostrar una mirada complacida como expectativa optimista. Muchas de las mujeres de las que su amo le dijo, se trataban de mujeres casadas con otros hombres, amas de casa. Esposas, madres, viudas o solteras. Iría por todas gracias a su nueva fiel caballero.
―Esas son todas las mujeres por las que… tengo interés. ¿Son suficientes?
Se maravillo la morena paladín, mas de una hoja necesito para notar los nombres de todas las futuras concubinas de su amo.
Y la lista queda así:
Yuriko Takagi.
Shizuka Marikawa
Kiriko Miyamoto
Rika Minami
Yukka Maresato
Kyoko Hayashi.
Rei Miyamoto
Saya Takagi
Saeko Miyamoto
Yuuki Miku
Mizusu Ichijou
Toshimi Nikki
Kawamoto
Tanuichi
Rias Gremory
Akeno Himejima
Irina Shidou
Xenovia Quarta
Sona Sitri
Tsubaki Shinra
Ravel Phenex
Nagisa Watase
Venelana Bael
Lidya Phenex
Grayfia Lucifage
Hinata Hyuuga
Ino Yamanaka
Temari Nara
Tsunade Senju
Mabui
Reina Kurashiki
Otome Sakuragi
Erika Sakurai
Honjou Ranko
Yame Yukana
Kyoko Shirahashi
Mifuyu Mamiya
Otoha Watase
Misako Amamiya
Yor Blair
Haruki Ooki
Nanae Ouzora
Yachijou Narumi
Nanami Honda
Rinne Kazama
Hasegawa Chisato
Ritsuka Takesaka
Kageyama Miyukii
Kirisu Mafuyu
Rossweisse
Fubuki
Artoria Rhongominyad Pendragon
Minamoto no Raikou
Luvia Edelfelt
Ikumi Sunohara
Itsuki Shima
Ellis Angel
Shiori Nishimura
Orihime Inoue
Rangiku Matsumoto
Yoruichi Shihouin
Unohara Retsu
Ana Medusa
Ayaka Yoshino
Aiko Katsuragi
Misako Tsukamoto
Asagi Igawa
Sakura Igawa
Shiranui Mizuki
Yatsu Murasaki
Rinko Akiyama
Ingrid
Oboro
Rizu Ogata
Kisara Himeno
Sayaka Midou
Momoka Fujiwara
Iori Kousaka
Matsubara Miria
Anjo Matsuura
Arisa Suzumura
Tsuki Uzaki
Unagiya Ikumi
Katsuko Kuruse
Reika Kurashiki
Kanako Yoshino
Kaori Fukayama
Satsuki Komoto
Hazuki Miwako
Junko Fujisako
Sawako
Shiori Hiura
Kururu Hiiragi
Ayaka Tomikura
Manami Tomikura
Ayako Sonomura
Emiko Amamiya
Hisato Azuma
Erina Houjou
Mitsuko Takayanagi
Sumie Takayanagi
Mitsuki Bakugou
Yayoi Mizuki
Pinya Co lada
Bozes Co palesti
Delva Celebrian
Elda Ballad
Olga Discordia
Chloe
Celestine Lucullus
Yao Ro Dushi
Lucy Heartifilia
Mirajane Strauss
Juvia Lockser
Erza Scarlet
Esdeath
Tsubaki Miyajima
Suzukawa Rei
Otona Mitsuki
Nemuri Kayama
Monica de Souza
Priyanka
Oosuki Mamako
Komal Sharma
Mount lady
Mirko
Sophia Nishikinomiya
Anna Nishikinomiya
Irisviel von Einzbern
Mei Terumi
Ryouko Midako
Lucy Williams
Amber Rossy
Kelly Fitzgerald
Veronica Mitchel
Lexi Fawx
Jenny Summers
Tiffany Anderson
Janice Hanson
Ingrid
―¿Suficientes? Amo… es una cantidad más que justa ―Ingrid estaba maravillada con la cantidad de nombres que escribió en tan limitada cantidad de papeles, entonces se puso de pie para estar frente a su amo y en reverencia le dijo―: Gosoujin-sama, las mujeres en esta lista, serán sus concubinas y como su devota guardiana me aseguraré de que ello pase.
―Me gusta como dices eso, Ingrid ―fue sincero Komuro, tomo la lista de nombres donde al final el mismo puso el nombre de su paladina entre las mujeres que él consideraba esenciales para formar su harem―. Ya se con quien empezar esta lista, la número uno en todo caso.
Yuriko Takagi. Esposa del mas importante jefe yakuza de la ciudad. Un hombre de temer con solo mirar su inamovible expresión, sin embargo ni siquiera el más temido mafioso de la ciudad de Tokonosu estaba libre de cometer el error de dejar ignorada a su esposa.
Los guardias de la mansión Takagi rondaban la tranquilidad por los jardines del recinto y los interiores de la casa. Atentos a cualquier intromisión, sin embargo no estaban entrenados para descubrir la intromisión de una caballero demonio. Ingrid entró en el territorio de los Takagi a través de saltos impresionantes que dejaba ver un rastro borroso de su sombra al dar un nuevo salto y avanzar.
Poso sobre la cima de la mansión, sin que nadie nunca se enterara de su intromisión. Usando la misma magia que uso para seguir a su maestro en su rutina diaria como estudiante, la morena entró en los aposentos del maestro de la familia Takagi y de su esposa. Donde colocaría un encantamiento doble sobre la cama del matrimonio, un encantamiento sobre cada lado de la cama, justo antes de que el señor Takagi y su mujer entraran para prepararse para dormir, a pesar de tener planes de no dormir esa noche.
Ardiente como un cargador quemado de un fusil de asalto, Yuriko Takagi se encontraba en el baño de la alcoba en la que dormía con su esposo. Estaba alistándose para sorprender al poderoso señor Takagi, revelando en lo que esperaba sorprenderlo llevando puesto una nueva y atrevida ropa de dormir femenina. Un babydoll color rosa transparente en la parte floreada de su abdomen y ocultando pero resaltando sus pechos, con un escote de su piel desnuda muy atrayente. Unas bragas delgadas debajo, visibles para el conjunto que llevaba puesto.
―Oh querido~ ―exclamo Yuriko desde el baño, dado la puerta abierta que dejo. Con su esposo en la cama, ella se asomo de forma coqueta―. Sabes ha pasado mucho desde la ultima vez que tu y yo.~
―Zzzzz… ―escucharía el ronquido de su esposo.
Yuriko no lo tendría en cuenta, pensando que su esposo ya no era el mismo apasionado de antes. Pero la realidad era que en su lado de la cama, un hechizo de sueño fue lo que puso la paladín de su hijastro. Uno que con solo poner su trasero, Soichirou Takagi caería de forma tan instantánea.
―¿Querido?
Después de pasar un fin de semana apasionado y en frenesí con el chico que intento criar como su propio hijo que no tuvo, Yuriko ha venido reviviendo el trauma pasional que le dejo él, viniendo vez tras vez los momentos de ardiente pasión, pero por más que intentaba olvidar, honrando su palabra de haber sido aquel fin de semana, cosa de solo una ocasión. Lo cierto es que su cuerpo y su mente no han dejado olvidado tal momento.
Se suponía que esta noche, su esposo la haría olvidar esa soledad y ansiedad. Soichirou se lo prometió. Pero ahora estaba él dormido en su lado de la cama, justo esperando revivir la flama de la pasión. Sin embargo Ingrid tenia el deber de cumplir que para su joven amo. Las mujeres de aquella lista serían suyas. Aun si tenia que poner una maldición al esposo de la señora Takagi en su lado de la cama para que durmiese y la decepcionase.
Tal como Ingrid lo ha orquestado, sin embargo. Solo era el paso uno y estaba atenta a lo que pasaría de ahora en adelante; aseguraría para su joven amo que la mujer: Takagi Yuriko, sería su primer logro oficial en su búsqueda por las consortes perfectas para su harem.
Llevando su frustración a su lado de la cama, durmiendo junto a su esposo, dándole la espalda. A pocas horas de dormir fue que Yuriko comenzó a sentir incomodidad. Estaba necesitada de la esencia de un hombre, tanto así que su mano al deslizarse hacia su clítoris y de empezar a consolar esa soledad producida junto a su esposo, empezaría a pronunciar el nombre de otro dado su sueño.
―Takashi-kun… por favor, dale todo a mamí~ ―susurraría entre fantasías donde su mano tocaría sus zonas intimas con sigilo a pesar de estar disfrutando de tan buen sueño húmedo, su otra mano entraría bajo su escote en su atrevida pijama, para tocar sus pezones y dar un masaje muy sugestivo a sus pechos―. ¡¿Takashi-kun?!
Reaccionaría de forma tan violenta que se levantaría sobre su lado de la cama del susto, con su mano tapando su boca esperaba que su marido no le escuchase, lo que sería así. Pues luego de escuchar el silencio, miró Yuriko y vio que Soichirou continuaba dormido, sin sentirse perturbado por nada. Verlo así, tan indiferente; fue una total decepción para Yuriko. Lo miro con depresión antes de volver a recostarse e intentar dormir, sacando los recuerdos de aquel error que ella misma le hizo prometer a Takashi: no volvería a ocurrir.
―¿Que pasa conmigo? ¿Porque… porque no puedo dejar de pensar en él? ―cuestionaría la señora Takagi desde sus pensamientos. Pensaría en el muchacho que intento criar como su hijo y que fracaso, ahora su cuerpo lo veía como un hombre, uno más que su esposo.
Yuriko no lo tenía sabido, pero en su lado de la cama. Ingrid había colocado una maldición, su cuerpo entraría en ardor de pasión deseando al joven al que servía la morena. La paladín misma lo dijo, se aseguraría de que así fuese.
Hey si me permites dar mas opciones de mujeres serian:
ResponderBorrarBeatrix Amerhauser.
Nico Robin.
Nami.
Aika Sano.
Minori (Autor Nasipasuta)
Makoto Hayakawa.
Tsukishima Kyoko.
Shirakawa Miwa.
Kagurazaka Yui.
Daimon Naoko.
Komiya Yuria.
Kamiizumi Rio.
Fukunaga Koharu.
Kichijoji Arisa.
Diana y Ephanatica(Aku no Onna Kanbu Full Moon Night)
Ayako Takamine.
Yumiko (Tsuma ni Damatte Sokubaikai ni Ikun ja Nakatta).
Louisa Ritcher.
Kisaragi Tomoe.
Sumeragi Rikka.
Lunatemis (Aku no Onna Kanbu).
Yukiko, Nagisa, Chiaki.
Sae Okumura y Emi Fujimura.
Espero que alguna de estas sugerencias te sirvan en tu reboot.
Espero saber muy pronto de las próximas actualizaciones de esta excitante historia
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