I
No sabia que decir con la ultima parte que Sarada me contó. La cena era magnifica, un plato de sopa de ajo en pan viejo seguido de una ligera entrada de tapas españolas de tres carnes. Pero a pesar de lo fantástico que sabía con la sidra servida en mi copa, lo que pensé que sería solamente una historia de un enredo amoroso de una joven enamorada con un hombre que no encontraba satisfacción con su esposa mientras jugaban al jefe y la subordinada se volvió en una historia de cincuentas sombras de grey.
Los rumores que surgieron tras el trágico deceso de Uzumaki Naruto acerca de la vida indecorosa detrás de su cara como uno de los mas influyentes hombres de negocios convertido en filántropo, eran mas escandalosos de lo que parecían y sobre todo muy provocativas.
Para mi, una persona que se la ha pasado más tiempo con un pluma en mano o las dos manos sobre un teclado escribiendo que buscando el calor de una mujer hicieron que sintiera mas conflictuada escuchando el primero de los fuertes relatos eróticos venido de la boca de la señora Sarada frente a mi.
Ella me miraba con picardía mientras que yo a duras podía disfrutar la exquisites que es probar comida española en manos de japoneses, replican el sabor de su tierra a la perfección. Resulta que el chef en la cocina era español. Sin embargo, la razón por la que no podía disfrutar tan buena entrada de comida es porque la historia de la señora Sarada provoco en mi aparato, incentivarse.
―Parece que mi historia es muy interesante para ti, querido Adrian ―se burlo de mi mientras mascaba despacio la segunda tapa en mis manos.
Termine de mascar y dude de las palabras que estuvieron por salir de mi boca.
―Realmente es un historia interesante ―conteste.
No podía ver que pasaba bajo nuestra mesa, pero por lado te puedo decir que tenia las piernas juntas. Aunque nadie en las otras mesas viera mi erección. El solo tenerla en un lugar publico era vergonzoso para mi. Me sorprende que nadie reaccionara de forma discreta o que llegase a escuchar algo de lo que Sarada contaba.
Solamente sentí la fuerza colisionando de una extremidad plana contra mi bulto bajo la mesa. Pronto se volvieron dos.
―Sabes, este era uno de los juegos que a Naruto-sama le gustaba que jugasen con él cuando invitaba la cena ―escuche decir a la mujer―. Deja que te ayude.
Acomodo sus lentes sobre su cara y sus ojos desaparecieron detrás del rebotante brillo de la las luces tenues amarillas.
Para su edad, se movía con gran destreza en esta demostración de flexión de sus piernas. No parecía estar moviéndose frente a mi. Yo en cambio solo pude dejarme complacer mientras evitaba dejar que mi rostro mostrará tal gusto. Logró desabrochar el cierre de mi pantalón con solo sus pies y froto ambos pies alrededor de mi aparato. Difícilmente termine esa segunda tapa pero la tercera, fue mucho mas agoviante masticar, tenia que hacerlo lento y despacio. Aunque su sabor era fantástico, comerlo así era interpretada de como si me estuvieran obligando a comerlo y que no me gustase, pero mas me gusto el favor que Sarada-san me hizo.
No duré mucho tiempo hasta liberar lo mio y ver una expresión presumida en la cara de la madura mujer, antes de volver a ver el color de sus ojos bajo los cristales de sus lentes.
―¿Estás mejor? ―pregunto con sarcasmo divertido.
―Si, lo estoy ―dije acomplejado.
―¿Quieres que siga con mi relato?
―Por favor ―dijo tras dar un profundo trago a la sidra de mi copa.
Lo siguiente me fue contado por la misma Uchiha en el orden siguiente:
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